El síndrome del niño invisible

El síndrome del niño invisible alude a las consecuencias del poco afecto, cariño y atención de los padres a sus hijos. Repasamos sus características y consecuencias.
El síndrome del niño invisible
Laura Ruiz Mitjana

Revisado y aprobado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 08 enero, 2023

El síndrome del niño invisible es un término informal para aludir a las experiencias poco afectivas en la relación padre-hijo. No se trata de un diagnóstico psicológico, tampoco un término que se use de manera formal entre los especialistas. Pese a ello, describe muy bien las situaciones de crianza en las que los niños pasan casi desapercibidos por sus padres.

Las consecuencias de crecer como un niño invisible son múltiples y muy complejas. El desarrollo emocional y psicosocial está vinculado durante los primeros años a la familia inmediata (madre y padre).

Cuando existen problemas en dicha relación surgen inconvenientes en ambos planos que perduran hasta la edad adulta. Hoy analizamos qué es el síndrome del niño invisible, con énfasis en sus secuelas a largo plazo.

Características del síndrome del niño invisible

Síntomas del síndrome del niño invisible
Los afectados por el síndrome del niño invisible suelen experimentar dificultades sociales y psicológicas.

El síndrome del niño invisible se caracteriza por una serie de rasgos, actitudes y comportamientos como reacción frente a la desatención afectiva de los padres. Aparece en los primeros meses de vida, y se va consolidando a medida que el pequeño crece y se desarrolla. De manera general podemos destacar a los siguientes rasgos:

  • Personalidad introvertida.
  • Exceso de obediencia.
  • Tendencia por complacer a los demás.
  • Irritabilidad y llanto.
  • Imaginación desbordante.
  • Problemas al momento de desenvolverse en el plano social.
  • Retraimiento.
  • Sentimientos de culpa permanentes.
  • Exceso de independencia.
  • Tendencia a demostrar la valía frente a los demás.

Estas son las características medulares del síndrome del niño invisible, aunque en la práctica podemos encontrar muchas más. Inicialmente se manifiesta con irritabilidad y llanto. Son reacciones naturales que buscan llamar la atención de los padres, de manera que los demás rasgos se presentan solo ante la prolongación de la ausencia del afecto.

Consecuencias del síndrome del niño invisible

A menudo se ignora el impacto que representa la relación padre-hijo en el desarrollo emocional y psicosocial del pequeño en su etapa adolescente y adulta.

Se sabe que el vínculo emocional entre estos se consolida de forma gradual, y la expresividad emocional de los padres en la infancia temprana para con sus hijos tiene múltiples implicaciones. No podemos citar todas las consecuencias del síndrome del niño invisible, de modo que te dejamos con algunas ideas.

Reducción de su autoestima

Los investigadores han encontrado que el afecto expresado por los padres hacia sus hijos es un mediador de la autoestima. Frente a un mayor afecto los jóvenes manifiestan una mayor autoestima; frente a un afecto deficiente se genera lo contrario.

El rechazo emocional desencadena una serie de respuestas en el pequeño similares a las que se producen frente a una situación de abandono.

Aparecen así sentimientos de inferioridad, de poca valía, los cuales se refuerzan a medida que las actitudes de los padres se prolongan. El pequeño se cuestiona su derecho a existir, su importancia en el mundo y el valor que tiene para su padres. Como consecuencia su autoestima se resiente, algo que puede mantenerse durante toda su adolescencia y adultez.

Malestar emocional en la etapa adulta

Un artículo publicado en Journal of Epidemiology and Community Health en 2010 encontró que el afecto de la madre hacia su hijo durante los primeros 8 meses de vida predice el malestar emocional de este en su adultez.

Los altos niveles de afecto durante esta etapa crítica se traducen en un menor malestar emocional durante la etapa adulta. Por el contrario, un afecto insuficiente deriva en mayores angustias.

Piénsese en este momento de muchos trastornos afectivos, como la ansiedad y la depresión, tienen su origen en la infancia. En este periodo, como consecuencia del síndrome del niño invisible, pueden aparecer rasgos que delatan un trastorno de ansiedad y un trastorno depresivo.

Si no se abordan como es debido, y si el rechazo afectivo permanece, estos pueden evolucionar a episodios más agudos en la adultez.

Problemas al momento de enfrentar situaciones estresantes

La anquiloglosia y los problemas al abrir la boca
La poca tolerancia a situaciones de la vida cotidiana es algo característico de los afectados por el síndrome del niño invisible en cualquier etapa vital.

Un trabajo publicado en Journal of Family Psychology en 2019 encontró que el cariño de los padres hacia sus hijos en la primera infancia media en las actitudes de afrontamiento de estos en su adultez.

Podemos catalogar el afrontamiento en dos vertientes: el emocional y el centrado hacia un problema. Ambos se ven afectados de acuerdo con el estudio, lo cual tiene múltiples implicaciones en el bienestar.

La edad adulta demanda habilidades para afrontar diferentes situaciones. Por ejemplo, en la relación de pareja, en el trabajo, en las responsabilidades financieras y demás. El síndrome del niño invisible puede ocasionar problemas para enfrentar situaciones estresantes de diversa índole. Por solo citar una idea, la muerte de una mascota o de un ser querido.

Menor afinación de su capacidad de resiliencia

La resiliencia es la capacidad para recuperarse de las situaciones adversas de la vida. Los expertos han sugerido que las experiencias de apego de los padres hacia sus hijos media en las experiencias de este tipo en los pequeños.

Como consecuencia pueden aparecer rasgos de frustración, impotencia, confusión, problemas para mantener la calma y demás en escenarios de crisis.

Problemas en su desarrollo psicosocial y moral

Por último, el síndrome del niño invisible también puede derivar en problemas del desarrollo psicosocial y moral. Así lo afirman los investigadores, otra manera en la que el afecto físico y emocional incide en el bienestar de los pequeños.

Las secuelas de estos son inconvenientes para desenvolverse en en contexto social, hacer o mantener amigos y desarrollar hábitos que van en contra del estatus moral.

Las experiencias de afecto, cariño y atención son imprescindibles durante la infancia. Hemos citado solo algunas secuelas, pero lo cierto es que en ausencia de todo esto los problemas se enumeran por docenas. Es muy importante crear un vinculo de apego sólido con los pequeños, hacerlo se traduce en múltiples beneficios que perduran hasta la edad adulta.



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