¿Cómo afecta la lactancia a los dientes?

Dar el pecho al bebé podría evitar caries y malas posiciones dentarias en el futuro. ¿Por qué? Lo analizamos en este artículo.
¿Cómo afecta la lactancia a los dientes?
Vanesa Evangelina Buffa

Escrito y verificado por la odontóloga Vanesa Evangelina Buffa.

Última actualización: 12 abril, 2023

Que la lactancia afecte de manera positiva a los dientes no es algo que todos sepan. Si bien son más difundidos los efectos de la leche materna en diversos órganos y sistemas del bebé, no siempre la cavidad bucal recibe la misma atención al respecto.

El vínculo que se genera y se fortalece en el amamantamiento es provechoso para el desarrollo emocional del niño. Del mismo modo, el alimento que brinda la madre potencia su función inmunitaria. Y por si esto fuese poco, la mujer también recibe ventajas para su salud al dar el pecho: se recupera más rápido del parto o la cesárea y pierde con celeridad el peso ganado en la gestación.

La lactancia afecta a los dientes del bebé de múltiples maneras. Como analizaremos a continuación, la evidencia indica que se previene la maloclusión, se reduce el riesgo de caries y se evitan hábitos nocivos de la infancia.

La lactancia materna previene la maloclusión infantil

Cuando una madre amamanta a su bebé, es más probable que los dientes logren una posición adecuada dentro de la boca al emerger de la encía. La succión que tiene que realizar el niño fomenta el desarrollo óseo de sus huesos maxilares. Además, los movimientos bucales para extraer la leche del pezón tonifican los músculos de la cara.

Lo que sucede es que, al nacer, el maxilar inferior se coloca en una posición más posterior respecto al superior. Para lograr una alineación correcta, debe haber un ligero adelantamiento de la mandíbula, lo cual se logra, en parte, con los movimientos repetidos de la succión.

Según un metaanálisis del año 2015, hay algunos mecanismos biológicos asociados a la lactancia materna que explican por qué previene las maloclusiones. Del mismo modo, estos mecanismos son los que dan cuenta de por qué el biberón no logra el mismo efecto.

Los autores de dicho análisis remarcan que los niños que son amamantados en los primeros meses de vida tienen músculos faciales más tonificados. Ello conlleva un mejor desarrollo óseo del cráneo, lo que les permite alcanzar armonía entre las estructuras de la cabeza.

En cambio, con el biberón los movimientos de succión son más pasivos: la leche llega a la boca con facilidad y el pequeño no debe esforzarse en ordeñarla de su madre. Por ende, los músculos no alcanzan el mismo tono.

Pero más allá de esto, las tetinas tienden a ser fabricadas con un material duro, muy diferente a la textura del pezón. La dureza presiona la línea de crecimiento dental y el paladar, favoreciendo la maloclusión.

Otra revisión sistemática de la literatura, más reciente, del año 2020, también coincide con estos hallazgos. Además, agrega que la succión natural fomenta el correcto sellado de la boca al alimentarse. Por lo tanto, es un estímulo repetitivo para lograr la respiración nasal, que sería la manera adecuada y fisiológica de inhalar y exhalar.

Al contrario, con el biberón, se incrementa el riesgo de respiración bucal. Y los niños que respiran por la boca tienen una mayor tendencia a presentar mordida abierta, sobremordida y dientes desalineados.

¿Por qué es importante?

Una buena lactancia ayuda a los dientes
Son varias las alteraciones bucodentales que podrían prevenirse si se sigue una adecuada lactancia materna.

La lactancia previene malposiciones dentarias y defectos en el desarrollo de las estructuras maxilofaciales. Esto es clave para disminuir las posibilidades de que el niño necesite tratamientos de ortodoncia en la infancia. El simple hecho de que el bebé se alimente del pecho podría significar una ventaja a largo plazo para no tener que iniciar un abordaje de realineación dentaria.

Por otro lado, si los dientes se colocan de manera natural en su posición, es más probable que la deglución y la respiración sean normales. Es así que se previenen otros trastornos asociados, como podrían ser las infecciones respiratorias a repetición, los ronquidos o los problemas para alimentarse.

A tal punto existe evidencia sobre los beneficios de la lactancia en la maloclusión, que diversos autores aseveran que debe ser un método preventivo en este sentido. Es decir, se ha de recomendar la alimentación en exclusiva con pecho materno por los primeros 6 meses del bebé como política pública.

La lactancia materna reduce el riesgo de caries en los dientes de los niños

Tanto los niños alimentados con biberón como aquellos que toman el pecho materno son susceptibles de padecer caries. Sin embargo, los primeros se encuentran más expuestos a un proceso conocido como «caries de la infancia temprana». En dichos casos, el avance de la destrucción de los dientes es rápido y ataca los incipientes elementos dentarios de la boca.

Según las investigaciones, los bebés que son amamantados tienen una protección particular frente a esta forma de la enfermedad. Parte del fenómeno se explica por la menor permanencia del pezón en la boca y la distinta composición de los azúcares de la leche.

No es infrecuente que los niños se duerman con el biberón en la cavidad bucal. Así, el tiempo de contacto entre los azúcares de la leche y las superficies dentarias es mayor. Eso provoca un riesgo elevado de alimentar de más a las bacterias que acabarán en la desmineralización del esmalte.

Además, no hay que descartar los agregados que algunos padres colocan en la leche del biberón. Muchas veces, estos añadidos son azucarados, como los jugos de frutas.

Y si bien la leche materna posee azúcares, también presenta otras sustancias protectoras frente a las caries. La lactancia materna exclusiva, hasta los 6 meses de vida, es protectora ante la patología.

¿Qué pasa con la lactancia prolongada?

Algunos de los expertos en el tema que validan el efecto protector de la lactancia sobre los dientes limitan sus beneficios a los primeros 6 meses de vida del bebé. Luego, cuando se habla de lactancia materna prolongada, complementando con alimentos hasta los 2 años, ponen en duda la persistencia de las ventajas.

Sin embargo, un documento del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP), recalca que no hay evidencia suficiente para suspender el amamantamiento a los 6 meses. De hecho, se insta a que las madres continúen más allá de esa fecha, debido que no hay pruebas que permitan suponer un riesgo elevado.

Por supuesto, al incorporar alimentos desde los 6 meses, se deben preferir los que son bajos en azúcares. De otro modo, aunque persista la lactancia materna y sus efectos protectores, serán los productos dulces incorporados los que acelerarán el desarrollo de las caries.

La lactancia materna evita los hábitos nocivos

Una buena lactancia se relaciona con la salud de los dientes
Mientras mejor sea el hábito de la lactancia materna, menor será el uso de chupetes en el tiempo, según estudios.

Finalmente, otro gran beneficio de la lactancia en los dientes es que evita la instauración de algunos hábitos poco saludables desde temprana edad. Al tomar el pecho, el niño satisface muchas de sus necesidades. No solo las de alimentación, sino también las afectivas.

Por lo tanto, la succión que los tranquiliza y reduce sus ansiedades, propias de la edad, se canaliza en el pezón de la madre, mas no en chupetes, biberones o su propio dedo. A largo plazo, esto elimina uno de los factores de riesgo para la maloclusión y el desarrollo deficiente de los maxilares.

Un estudio en Brasil estableció que los niños que no habían sido amamantados según la frecuencia recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tenían un uso más intensivo y prolongado del chupete. Del mismo modo, estos pequeños poseían mayor tendencia a chuparse el dedo.

En concreto, los cálculos estadísticos indican que, si el niño es amamantado de manera exclusiva solo hasta los 3 meses, es más probable que luego desarrolle hábitos bucales deformantes. Es decir, prácticas que modifican la forma y el desarrollo de su cara, como la succión del dedo, chupetes y biberones.

La primera opción siempre es la lactancia materna

Los mitos sobre cómo afecta la lactancia materna a los dientes son perjudiciales. Pueden llevar a que las madres eviten la práctica y perjudiquen a sus niños en su crecimiento y desarrollo.

El Manual de lactancia materna de la AEP es claro y se encuentra en concordancia con las recomendaciones de la OMS. Los bebés deberían ser alimentados con el pecho materno, de manera exclusiva, hasta los 6 meses.

Luego se incorporarán alimentos progresivamente, pero se mantendrá la lactancia como complemento, hasta los 2 años de vida o hasta que la madre y el niño lo deseen. Esto ha demostrado extensos beneficios para la mujer y para el bebé. Entre ellos, se encuentra la protección de la cavidad bucal.




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