Beber mucha agua es malo: el peligro de la hiperhidratación

Todos los excesos son malos, y esto también incluye el estado de hidratación corporal. De hecho, son muchas las condiciones y consecuencias que una hiperhidratación puede generar.
Beber mucha agua es malo: el peligro de la hiperhidratación
Laura Herrera

Escrito y verificado por la médica Laura Herrera.

Última actualización: 24 julio, 2023

El agua es un componente esencial para el funcionamiento óptimo de nuestro organismo , desempeñando un papel vital en numerosas funciones fisiológicas. Regula la temperatura corporal, transporta nutrientes y elimina desechos a través de la orina y el sudor. Sin embargo, es fundamental comprender que beber mucha agua y generar un estado de hiperhidratación es malo.

El cuerpo está compuesto en gran medida por agua (en un porcentaje variable según la edad, el sexo y la composición corporal), lo que refuerza su importancia en el funcionamiento adecuado del sistema circulatorio, la digestión, la absorción de nutrientes y el mantenimiento de la salud en general.

A pesar de la relevancia del equilibrio hídrico, es crucial comprender que beber en exceso puede acarrear consecuencias negativas para la salud. Te explicaremos en qué consiste el fenómeno de la hiperhidratación y analizaremos por qué beber demasiada agua puede resultar perjudicial, así como las complicaciones que pueden surgir de ellas.

¿Cómo mantiene el cuerpo un adecuado estado de hidratación?

Para que el cuerpo funcione de forma correcta, es necesario mantener un equilibrio, conocido como homeostasis. En el caso del agua, tanto consumir cantidades insuficientes como excesivas puede tener consecuencias negativas para nuestro organismo.

El cuerpo tiene la capacidad de ajustarse, hasta cierto punto, para mantener un equilibrio en el estado de hidratación. Este proceso se lleva a cabo al monitorear el volumen presente en el sistema circulatorio y la concentración de iones en la sangre.

Múltiples órganos participan en este proceso, como el cerebro, los vasos sanguíneos y, en especial, los riñones. Además, ciertas hormonas, como la hormona antidiurética (vasopresina), también desempeñan un papel importante.

Para ilustrar de manera más sencilla algunos de los mecanismos, consideremos la función de los riñones. Estos órganos no solo eliminan los desechos del cuerpo a través de la orina, sino que también regulan las concentraciones de iones en la sangre para mantener la homeostasis . Para lograrlo, los riñones pueden modificar la concentración de la orina según las necesidades del cuerpo.

En situaciones de poca cantidad de agua y una gran cantidad de electrolitos y desechos, los riñones son capaces de concentrar la orina, eliminando una mayor cantidad de estas sustancias en un volumen reducido. Por otro lado, cuando hay un exceso de agua, los riñones pueden diluir la orina. Sin embargo, estos mecanismos compensatorios tienen un límite, y una vez que se supera, se produce un desequilibrio.

La sed es otro mecanismo que nos ayuda a mantener el equilibrio en el cuerpo. Se ha observado que la sensación de sed se activa cuando el cuerpo detecta que se requiere agua, y para ello, el cerebro cumple un papel fundamental.

En pocas palabras, el cuerpo humano cuenta con mecanismos sofisticados para mantener un estado de hidratación adecuado . Los riñones, la sed y la coordinación de diversos órganos y hormonas desempeñan un papel crucial en este equilibrio.

Sin embargo, es importante recordar que estos mecanismos tienen límites y que un consumo excesivo o insuficiente de agua puede alterar la homeostasis y tener consecuencias para nuestra salud.



Entonces, ¿cuánta agua se debe tomar al día?

Determinar la cantidad adecuada de agua que debemos consumir todos los días es fundamental para mantener una hidratación óptima sin excederse en cantidad.

Existen diversas recomendaciones, es importante tener en cuenta que las necesidades individuales pueden variar según factores como la edad, el peso , el sexo, el nivel de actividad física, el clima y la salud en general.

Es importante destacar que esta ingesta de agua no solo proviene de la botella o el grifo, sino también de otras fuentes como los alimentos y las bebidas no alcohólicas. Muchas frutas y verduras contienen un alto contenido de agua , lo que contribuye a nuestra hidratación total.

Además, las necesidades de agua pueden aumentar en ciertas situaciones, como durante el ejercicio físico intenso, en climas calurosos o secos, durante la lactancia y en caso de enfermedades que causen pérdida de líquidos, como fiebre, vómitos o diarrea.

En general, se suele recomendar una ingesta diaria de alrededor de 2 a 3 litros de agua para adultos. Sin embargo, esta cantidad puede diferir según las circunstancias.

Algunas guías sugieren el consumo de 8 vasos de 8 onzas (aproximadamente 2 litros) como una referencia general dado los beneficios que puede brindar en la prevención de enfermedades como la obesidad , pero esta cifra puede servir como punto de partida y requerir ajustes según las necesidades individuales.

Algunas personas pueden requerir más agua debido a su nivel de actividad física, condiciones de salud específicas o factores ambientales. Por otro lado, algunas condiciones médicas pueden requerir restricciones en la ingesta de agua.

Hiperhidratación, ¿qué es y cómo reconocerla?

La hiperhidratación se refiere a un estado en el cual el cuerpo acumula un exceso de agua , superando su capacidad de procesarla y eliminarla de forma adecuada. Aunque beber agua en cantidades adecuadas es esencial para mantener una hidratación óptima , un consumo excesivo puede llevar a esta condición.

Reconocer los signos y síntomas de la hiperhidratación es fundamental para tomar medidas preventivas y buscar atención médica en caso necesario. Sin embargo, la mayoría de los casos no produce síntomas. Algunos de los signos y síntomas característicos son los siguientes:

  • Náuseas y vómitos: el exceso de agua en el cuerpo puede provocar malestar estomacal, sensación de náuseas y, en casos más graves, vómitos.
  • Dolor de cabeza: estos suelen ser persistentes, punzantes y diferentes a los que se han experimentado previamente.
  • Confusión y cambios en el estado mental: el desequilibrio hídrico puede afectar el funcionamiento normal del cerebro, lo que puede resultar en confusión, irritabilidad, somnolencia o cambios en la concentración y el estado de ánimo. Incluso puede llegar a generar convulsiones.
  • Edema: la hiperhidratación puede provocar una acumulación de líquido en los tejidos, lo que se manifiesta como hinchazón en áreas como las extremidades, el rostro o el abdomen, es a esto a lo que se conoce como edema.
  • Dificultad respiratoria: en casos más graves, el exceso de líquidos puede afectar la función pulmonar y causar dificultad para respirar, así como una sensación de opresión en el pecho.
  • Cambios en la frecuencia cardíaca: la hiperhidratación puede influir en el ritmo cardíaco, provocando taquicardia (aceleración del ritmo cardíaco) o bradicardia (disminución del ritmo cardíaco), esto se debe a que se requiere un equilibrio en la concentración de iones en la sangre para que el sistema eléctrico del corazón funcione de forma correcta. En un estado de hiperhidratación este equilibrio se ve alterado y uno de los iones que más se puede ver afectado es el sodio, ocasionando una hiponatremia.

Es importante destacar que los signos y síntomas de la hiperhidratación pueden variar en intensidad y manifestarse de manera diferente en cada individuo. Además, en situaciones graves, la hiperhidratación puede llevar a complicaciones potencialmente peligrosas , como edema cerebral o insuficiencia de órganos.

En la cotidianidad y en ausencia de síntomas, la observación de la orina es importante. El análisis de la frecuencia urinaria, el color y el volumen de la orina puede proporcionar pistas sobre el equilibrio de líquidos en el organismo. 

En casos de hiperhidratación, es posible que se observe una producción excesiva de orina , así como un color claro, casi transparente, debido a la dilución de los niveles de electrolitos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la orina por sí sola no es suficiente para confirmar el diagnóstico de hiperhidratación, y se requiere una evaluación médica completa para una determinación precisa.

¿Cuáles son las causas de la hiperhidratación?

La hiperhidratación no necesariamente se produce por ingerir un exceso de agua. A veces, el fallo en algunos órganos y sistemas puede llevar a una retención de líquidos, lo cual puede simular un estado de hiperhidratación. Resumimos las principales causas a continuación.

1. Insuficiencia renal

Los riñones desempeñan un papel importante en el equilibrio hídrico y la eliminación de líquidos. Ciertas enfermedades o condiciones, como la insuficiencia renal aguda o crónica, pueden alterar su capacidad para regular de forma adecuada los niveles de agua y electrolitos en el cuerpo, lo que puede contribuir a la hiperhidratación.



2. Secreción inapropiada de hormona antidiurética

La hormona antidiurética es sintetizada en el hipotálamo, transportada hacia la hipófisis posterior (neurohipófisis) y liberada en este nivel. Su función principal, como su nombre indica, es disminuir la diuresis (el volumen de orina) actuando directamente sobre el riñón.

La secreción inapropiada consiste en que se libera en cantidades excesivas, por lo que los riñones no eliminan el agua como deberían y se produce una retención hídrica. Es decir, una hiperhidratación.

3. Polidipsia psicógena

La polidipsia psicógena (potomanía) consiste en un consumo compulsivo de agua. Suele asociarse a otras condiciones como la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Si los riñones funcionan de forma adecuada es difícil que se genere un estado de hiperhidratación, pero es posible en cantidades excesivas.

¿Cómo evitar la hiperhidratación?

Fuera de los estados patológicos antes mencionados, hay algunas medidas que puedes seguir para evitar la hiperhidratación:

  • Conoce tus necesidades individuales: cada persona tiene necesidades de hidratación diferentes, influenciadas por factores como la edad, el sexo, el nivel de actividad física y las condiciones de salud. Es importante conocer tus necesidades individuales de ingesta de agua y adaptarlas en consecuencia.
  • Presta atención a la sed y a las señales del cuerpo: la sed es una señal importante del cuerpo de que necesita hidratarse. No ignores la sensación de sed y responde a ella bebiendo agua de forma adecuada. Además, presta atención a otras señales del cuerpo, como la sequedad de boca, la fatiga y la orina oscura, que pueden indicar deshidratación y la necesidad de aumentar tu consumo de líquidos.
  • Consume agua de manera regular a lo largo del día: es recomendable distribuir la ingesta de agua a lo largo del día en lugar de beber grandes cantidades en poco tiempo. Esto ayuda al cuerpo a absorber y utilizar de forma eficiente el agua, evitando una posible sobrecarga en el sistema.
  • Ten en cuenta las condiciones ambientales y la actividad física: el clima, la temperatura y la intensidad del ejercicio físico pueden influir en tus necesidades de hidratación. En climas calurosos o durante actividades físicas intensas, es necesario aumentar la ingesta de líquidos para compensar la pérdida de agua a través del sudor.
  • Escucha al cuerpo y ajusta tu ingesta de agua en consecuencia: no todas las personas tienen las mismas necesidades de líquidos en todo momento. Observa cómo te sientes y ajusta tu ingesta de agua según tus necesidades individuales. Recuerda que beber agua con moderación y en respuesta a la sed es clave para mantener un equilibrio adecuado.
  • Considera el consumo de bebidas con electrolitos en situaciones específicas: en casos de alta actividad física, sudoración profusa o exposición prolongada al calor, puede ser beneficioso reponer no solo el agua, sino también los electrolitos perdidos, como el sodio y el potasio. Bebidas deportivas o soluciones de rehidratación oral pueden ser opciones a considerar en estas situaciones.

¡Encuentra el equilibrio perfecto!

Para evitar la hiperhidratación en el contexto de una persona sana en el cual todos los mecanismos para mantener la homeostasis se encuentran íntegros, es fundamental encontrar un equilibrio en la ingesta de agua para mantener una hidratación saludable.

Si bien hemos proporcionado recomendaciones generales en este artículo, es importante recordar que cada persona puede tener necesidades individuales específicas.

Recuerda que estas son recomendaciones generales y que cada persona puede tener necesidades individuales específicas. Siempre es importante consultar con un profesional de la salud para obtener pautas personalizadas y adaptadas a tus circunstancias particulares.



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