Deshidratación: síntomas, causas y tratamiento
La deshidratación es un cuadro patológico que se manifiesta cuando existe un desbalance entre la cantidad de agua que ingresa y la que se pierde en el organismo. La molécula de agua es imprescindible para desarrollar procesos metabólicos básicos, de manera que la encontramos en los vasos sanguíneos y en las células. Incluso el más pequeño desbalance puede ocasionar problemas en dichos procesos.
De manera natural el cuerpo consume o pierde agua en el día a día. Lo hace al respirar, sudar, orinar, defecar y demás. Para compensar esta pérdida, ingresamos el líquido a través de las bebidas y los alimentos. Cuando la cantidad de agua que ingresa es menor a la que se pierde se dice que se está frente a un cuadro de deshidratación. Te enseñamos sus síntomas, causas y tratamiento.
Síntomas de la deshidratación
Los síntomas de la deshidratación están condicionados por la cantidad de agua perdida. En efecto, la mayoría de las personas pueden tolerar muy bien un desbalance que oscile entre el 3 % y el 4 %. A medida que este porcentaje aumenta, se empiezan a desarrollar los primeros síntomas.
Si el desbalance se sitúa entre el 5 % y el 8 % se alteran los primeros procesos metabólicos, algo que empeora cuando la pérdida supera el 10 %. Cuando esta llega a 15 % las consecuencias pueden ser mortales, de manera que la deshidratación nunca debe considerarse como una condición menor. Te dejamos con sus principales síntomas de acuerdo con su evolución:
- Sed (es el principal signo, uno que se manifiesta en sus primeras etapas).
- Reducción de la elasticidad cutánea, producción de orina y sudoración.
- Sequedad en la boca.
- Calambres musculares.
- Dolores de cabeza.
- Falta de energía.
- Mareos (en especial al estar de pie).
- Confusión.
- Convulsiones.
- Desmayos.
Cuando no se compensa la pérdida de agua ocurre un daño severo y en algunos casos irreversible. El cerebro, los riñones y el hígado son los principales afectados. Cuando alcanza niveles extremos puede provocarse una situación de shock o la muerte.
Los síntomas reseñados son una respuesta del organismo para preservar el agua que todavía conserva. El metabolismo se ralentiza y evita la pérdida de líquido evitando la expulsión de este por el sudor, la orina, las lágrimas o las heces.
Parte del agua de las células se destina al torrente sanguíneo para mantener su volumen y así evitar episodios de hipotensión arterial. Cuando no se compensa las células se atrofian, funcionan mal y ocurre un desenlace fatal. Además de los síntomas presentados, la deshidratación en niños se suele caracterizar por lo siguiente de acuerdo con los expertos:
- Irritabilidad.
- Ausencia de lágrimas durante su llanto.
- Ojos y mejillas hundidos.
- Irritabilidad.
- Ausencia de pañal mojado.
- Zonas mucosas secas.
Causas de la deshidratación
La deshidratación se produce cuando la cantidad de agua que ingresa al organismo es menor que la que este consume o pierde. En este sentido, una persona puede desarrollar un cuadro debido a uno o varios de los siguientes factores:
- Diarrea (es la causa más frecuente de deshidratación en todo el mundo).
- Vómitos.
- Sudoración excesiva.
- Ejercicio físico excesivo.
- Diabetes no controlada.
- Ingesta excesiva de algunos tipos de fármacos (como los diuréticos).
- Enfermedad de Addison no controlada.
- Cuadros de desnutrición.
Puedes tener deshidratación leve si te olvidas de beber la cantidad de agua que requiere el cuerpo al día. Una falta de percepción normativa de la sed, el trabajo y demás obligaciones pueden hacerte prescindir de líquidos durante tu jornada. Las personas que tienen resfriado o dolor de garganta suelen comer y beber en menor proporción que cuando están sanos, lo que puede evolucionar a deshidratación.
Los bebés, los niños y los adultos mayores son grupos de riesgo directos para la deshidratación. Aunque la evidencia indica que el deporte o el ejercicio puede motivar episodios de deshidratación, por lo general estos están restringidos a sesiones de alto impacto y se compensa con la ingesta de líquido durante o después de ella. Quienes habitan en climas cálidos y muy húmedos también tienen un mayor riesgo.
Opciones de tratamiento
La deshidratación se puede diagnosticar con base en la evaluación de los síntomas y por medio de una entrevista con el paciente. Como complemento es posible que se opte por un examen de sangre en el que se valorarán los niveles de sodio y potasio. Una vez se determine el cuadro de deshidratación se procederá a su tratamiento.
La única alternativa disponible para tratar la deshidratación es compensar la pérdida de agua y de electrolitos. Esto está condicionado por la edad del paciente, la causa que ha motivado el episodio y su gravedad. De acuerdo con todo esto el especialista optará por las alternativas disponibles para reponer los niveles de agua a los valores habituales.
Para los casos leves y moderados se prefiere la ingesta oral de líquido o de bebidas especiales. Esta debe hacerse de manera progresiva e ir aumentando con base en la tolerancia. Los casos graves se tratan administrando sales y líquidos por vía endovenosa. Esto acelera su proceso de recuperación ya que permite una absorción mucho más rápida.
La deshidratación nunca debe valorarse como una condición inocua. Si no se trata puede llegar a ser mortal, y a menudo solo un experto puede determinarla en bebés y en adultos mayores. En caso de dudas consulta con un especialista y evita la ingesta desproporcionada de líquidos, ya que esto puede empeorar aún más la condición (en especial en casos severos).
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