Diferencias entre fobia y miedo

Sentir miedo en una situación comprometida es natural, pero no si la persona responde de forma desmedida a un estímulo que no es realmente amenazante. En esta idea se cimentan las diferencias entre fobia y miedo.
Diferencias entre fobia y miedo
Samuel Antonio Sánchez Amador

Revisado y aprobado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 13 febrero, 2024

Todos tenemos miedo a algo. Ya sea por instinto o por una vivencia previa, es normal que un objeto, un ser vivo o una situación nos genere cierto rechazo, sea justificado o no. De todas formas, es necesario conocer las diferencias entre fobia y miedo, pues uno se trata de una respuesta natural ante un estímulo negativo y otro representa un trastorno psicológico.

¿Tienes un miedo excesivo a algo y no sabes si se clasifica en el terreno de las fobias? En ese caso, te recomendamos que sigas leyendo, pero también será necesario que busques ayuda de un profesional de la salud mental. Solo un especialista en la materia podrá diagnosticar tu caso en específico, así que no dudes en pedir consejo.

Miedos y fobias

Antes de enfrentar ambos términos, vemos de interés definirlos por separado. Los miedos y las fobias son condiciones muy distintas y es necesario tratarlas como parte de planos mentales diferentes por muy relacionados que estén. Vamos a ello.

¿Qué es el miedo?

Las diferencias entre fobia y miedo incluyen que este último es normal
El miedo debe comprenderse como una emoción básica e inevitable. Un ser humano (e incluso ciertos animales) sano y funcional suele experimentar el miedo a menudo.

El diccionario de Cambridge define el miedo como ‘la sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario’. También se puede concebir como un sentimiento de desconfianza que impulsa a la persona a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que desea. Se trata de un concepto subjetivo, pero la respuesta fisiológica que genera sí que es cuantificable.

El mecanismo del miedo se ejemplifica con la reacción de lucha o huída, una respuesta que se lleva a cabo en los seres vivos ante la percepción de daño, ataque o amenaza a la supervivencia individual. Cuando notamos un peligro en el entorno, nuestra glándula pituitaria se activa y libera la hormona adrenocorticotrópica (ACTH), mientras que la suprarrenal secreta epinefrina.

Estos mensajeros químicos promueven la síntesis y liberación de cortisol, el glucocorticoide que se asocia por excelencia a las respuestas de estrés. Esto provoca un aumento de la acción cardíaca, incremento de la tasa respiratoria, inhibición estomacal (hasta detención de digestión), dilatación de los vasos sanguíneos musculares, ensanchamiento pupilar, aceleración de la función coagulante y muchos cambios más.

El miedo conlleva la puesta en marcha de la reacción de lucha o huída, la cual es mediada por el sistema nervioso autónomo y los compuestos hormonales citados. El cuerpo nos está diciendo algo claro: “dirige toda tu energía a los músculos y a tus sentidos, pues a lo mejor tienes que correr o escapar de la amenaza que percibes”.

En la reacción de lucha y huída se interrumpen los procesos que no son esenciales de forma inmediata y la energía se desvía a los músculos y los órganos sensoriales.

¿Qué es una fobia?

La fobia se puede definir de forma sencilla como ‘un miedo persistente y excesivo hacia un objeto o una situación’. Tal y como indica la Clínica Universidad Navarra (CUN), el rechazo sistemático se produce hacia un concepto que no tendría por qué ser problemático en sí mismo (o que es menos peligroso de lo percibido).

Las fobias más comunes son las dirigidas a ciertos animales (como las serpientes, las arañas y los insectos), aunque también son comunes aquellas que tienen como concepto conflictivo la sangre, las alturas, las situaciones sociales y los espacios abiertos. Cabe destacar que el evento u objeto que provoca la reacción determina la categoría en la que se incluye cada fobia.

La mayoría de las fobias se inician en la infancia, en la adolescencia o en la edad adulta temprana. Cuando la persona se expone al objeto o situación que teme de forma irracional, aparece una ansiedad severa manifestada a nivel físico y psicológico. Cabe destacar que no se consideran cuadros fóbicos aquellos en los que el miedo está propiciado por otra condición (como el trastorno obsesivo-compulsivo).

La fobia es una respuesta maladaptativa, es decir, la reacción de la persona que la padece no está acompasada con el mecanismo natural de respuesta ante un peligro.

¿Cuáles son las diferencias entre fobia y miedo?

Ya hemos explicado ambos términos de forma somera, así que es momento de constatar las disparidades entre ellos. Te adelantamos que la fobia es patológica, así que requiere intervención psiquiátrica. ¡Vamos a ello!

1. El miedo es natural, mientras que la fobia no

El miedo es una respuesta adaptativa normal, pues los seres vivos no podrían mantenerse en el entorno sin él. Se concibe como una de las 6 emociones básicas que se perciben en todas las culturas humanas (y fuera de nuestra especie), junto con la alegría, la tristeza, el asco, el enfado y la sorpresa. Es más debatible que otros animales puedan experimentar ciertos sentimientos, pero el miedo es universal.

Los vertebrados complejos como perros, gatos, ovejas y cerdos (entre muchos otros) muestran claros signos de miedo cuando son expuestos a una situación que ellos perciben como peligrosa. Los animales presa son mucho más vocales con esta emoción, ya que están preparados para mostrar temor y avisar al resto de sus congéneres cuando encuentran un depredador.

El miedo es adaptativo hasta cierto punto. Los seres humanos tenemos en nuestra impronta genética la respuesta de lucha y huída, pues al fin y al cabo seguimos necesitando agudizar nuestros sentidos en situaciones límite (un accidente de tráfico, un robo o un incendio). Tal y como indican estudios, en el humano esta respuesta está compuesta por el estímulo, la cognición y el comportamiento.

Por otro lado, la fobia no tiene ningún sentido desde un punto de vista biológico o comportamental. La respuesta patológica derivada del estado emocional del paciente suele ser mucho peor que la propia amenaza y no se asocia a un aumento de la supervivencia. La fobia es un trastorno solo humano y no adaptativo, mientras que el miedo es una emoción universal que se experimenta más allá de nuestra especie.

2. Los síntomas son diferentes en cada caso

Otra de las diferencias claves entre el miedo y la fobia son los síntomas presentados. Te los diseccionamos por separado para luego llegar a una serie de conclusiones comunes.

Síntomas del miedo

El miedo está compuesto por una serie de reacciones bioquímicas (lucha o huída) y por un componente emocional, el cual es muy personalizado y único. Las sensaciones padecidas pueden variar entre situaciones y personas, pero algunos de los signos experimentados de forma universal ante esta emoción son los siguientes:

  • Escalofríos.
  • Boca seca.
  • Náuseas.
  • Ritmo cardíaco acelerado.
  • Sensación de falta de aire.
  • Sudoración.
  • Temblores.
  • Malestar estomacal.

Todos estos signos son normales a cierto punto, pues indican que las energías corporales están siendo derivadas a los sistemas que se necesitan de forma inmediata. De todas formas, los psicólogos y psiquiatras pueden ser de ayuda para que la intensidad de la emoción sea más manejable.

Síntomas y signos de la fobia

La fobia se considera un trastorno y, como tal, debe diagnosticarse. Cada cierto tiempo, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA en inglés) revisa su Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), en el cual recoge la sintomatología necesaria para detectar todos los trastornos reconocidos a nivel internacional.

La quinta edición de este documento (publicada en el año 2013) recoge los siguientes criterios para diagnosticar una fobia específica:

  1. Miedo excesivo e irracional: la persona siente un malestar desmesurado derivado de la exposición a un estímulo que no es realmente peligroso.
  2. Respuesta de ansiedad inmediata: las sensaciones percibidas por el paciente aparecen de forma inmediata tras exponerse al objeto de la fobia.
  3. Respuesta de evitación o estrés extremo: el paciente hace todo lo posible para evitar el estímulo negativo (aunque esto sea contraproducente para él). En caso de no poder escapar de la situación, la aguanta con un estrés extremo e injustificado.
  4. Impacto significativo: la fobia debe empeorar la vida del paciente en algún ámbito (trabajo, colegio, vida personal y otros).
  5. Duración de al menos 6 meses: este parámetro se cumple tanto en niños como en adultos.
  6. No estar causada por otro trastorno: varios trastornos de la ansiedad comparten los síntomas con las fobias, sobre todo si hablamos del trastorno obsesivo-compulsivo (OCD).

En la anterior versión del DSM (la cuarta), los adultos con una fobia debían reconocer que su respuesta era desproporcionada con respecto a la supuesta amenaza. A día de hoy, el reconocimiento no es necesario para el diagnóstico.

También es de interés recalcar el intervalo temporal en el que debe presentarse una fobia. Los miedos son normales y se perciben en diferentes situaciones, pero una fobia tiene que estar vigente por al menos 6 meses para considerarse como tal. Además, su intensidad es mucho mayor a la de una reacción de lucha o huída típica.

Una de las diferencias más claras entre fobia y miedo es que la primera, al ser patológica, cuenta con un criterio diagnóstico específico.

3. Diferentes tipos en cada caso

Las diferencias entre fobia y miedo incluyen que existen muchos tipos de fobias específicas
Entre los diversos tipos de fobias, quizá uno de los más representativos es la fobia social, que provoca serias dificultades para relacionarse con los demás en un contexto normal.

Otra de las diferencias entre fobia y miedo radica en que ambas se escinden en varios tipos, pero la fobia requiere un poco más de especificación. A nivel general se proponen 2 tipos de miedo en el ámbito emocional:

  1. Miedo innato: muchos miedos son innatos y forman parte de la impronta genética de nuestra especie. Por ejemplo, tener temor a las alturas o a ciertos animales (serpientes y arañas) es mucho más común que temer a un espacio abierto. Se teoriza que este miedo innato es adaptativo, fruto de la selección natural y universal en el humano.
  2. Miedo aprendido: los seres humanos también aprendemos a temer aquello que nos ha hecho daño a lo largo de nuestra vida o que, en su defecto, nos han enseñado que nos hace daño o ha hecho daño a un conespecífico. Sabemos que el fuego quema porque lo hemos aprendido, no porque lo hayamos vivido necesariamente.

Por su parte, la fobia como concepto se escinde en 3 categorías. Cada una de ellas representa un trastorno psicológico independiente:

  1. Fobia específica: es el miedo desmedido dirigido hacia un objeto o una situación en particular. Se puede dividir en 4 subtipos: animal, del entorno natural, situacional y sangre-inyección-lesión. La exposición a lo conflictivo puede derivar en un ataque de pánico.
  2. Agorafobia: es un miedo generalizado a abandonar un espacio seguro y circunscrito, además del temor a los posibles ataques de pánico que genera en el paciente la sobreexposición. Puede estar vinculada a ciertas fobias específicas, pero esta es de tipo inespecífico (ya que se tiene miedo a un concepto, no a algo concreto).
  3. Fobia social: temor desmedido a toda situación que implique la interacción con otros seres humanos. La persona tiene miedo al juicio ajeno y a todo lo negativo que pueda conllevar estar rodeado de otras personas.

Así pues, podemos observar que existen 2 tipos de miedos y 3 tipos de fobias. Es bastante más importante categorizar a las fobias en diferentes trastornos, ya que el tratamiento y la causalidad difiere bastante entre ellas.

4. El miedo es experimentado de forma universal

El miedo es una de las 6 emociones básicas experimentadas por todos los núcleos humanos, independientemente del contexto y la cultura. Todos tenemos miedo en algún momento de nuestra existencia, ya que estamos vivos y queremos preservarnos de forma innata. Esta es una gran diferencia con respecto a las fobias, pues estas últimas no “deberían” experimentarse en una sociedad ideal.

Las fobias son trastornos que empeoran la calidad de vida del paciente, y por tanto, no se consideran normales. De todas formas, portales ya citados nos avisan de que la prevalencia de estas patologías es bastante más alta de lo que pueda parecer: las fobias específicas afectan en países como Estados Unidos al 5-10 % de la población general.

La fobia específica de tipo situacional es la más común en adultos, mientras que las otras 3 subvariantes son más comunes en la juventud.

Diferencias entre fobia y miedo: patología vs. normalidad

Las diferencias entre fobia y miedo son múltiples, pero se pueden resumir en el siguiente punto: todos los humanos tenemos miedo en algún momento de nuestra vida, mientras que las fobias (de cualquier tipo) se consideran patológicas y deben ser detectadas. El pavor desmedido ante un estímulo concreto nunca se puede justificar con la fisiología humana.

Si te has visto reflejado en estas líneas, no te preocupes: la terapia cognitivo-conductual y la desensibilización sistemática son de gran utilidad para tratar las fobias. Si te pones en manos de un profesional, tarde o temprano verás que tu miedo irracional disminuye.




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.