Ataques de pánico

Los ataques de pánico se caracterizan por un intenso miedo que no parece tener una procedencia clara, y pueden cursar con síntomas como hormigueo o temblor.
Ataques de pánico
Paula Villasante

Escrito y verificado por la psicóloga Paula Villasante.

Última actualización: 15 mayo, 2021

Los ataques de pánico son un tipo de respuesta exagerada al miedo. En concreto, se trata de episodios repentinos de miedo que desencadenan reacciones físicas considerables cuando no parece existir un peligro o una causa para ello.

Estos episodios pueden ser diurnos o nocturnos, pero conllevan intenso malestar y miedo en ausencia de peligro, que pueden estar acompañados de descargas neurovegetativas, síntomas físicos y cognitivos, sensación de muerte inminente y una necesidad urgente de escapar.

Aunque no resultan ser un peligro para la vida, los ataques de pánico pueden llegar a ser atemorizantes y afectar de forma significativa a la calidad de vida. Sin embargo, existen tratamientos que en la actualidad han demostrado ser eficaces para paliar sus síntomas.

Síntomas de los ataques de pánico

Por lo general, los ataques de pánico tienden a comenzar de repente, sin aviso previo. Pueden darse en cualquier momento, como conduciendo el coche, durmiendo, en el centro comercial o incluso a mitad de una reunión.

Estos ataques pueden ocurrir con frecuencia o ser puntuales. Además, tienen muchas variaciones, sin embargo lo síntomas suelen alcanzar su máxima intensidad en unos minutos. Es posible que, quienes lo sufren, se sientan fatigados y agotados tras los síntomas del ataque.

Así, los síntomas y signos más comunes que caracterizan a los ataques de pánico son los siguientes:

  • Frecuencia cardíaca rápida.
  • Palpitaciones.
  • Mareo, aturdimiento o incluso desmayo.
  • Sensación de peligro inminente y/o muerte.
  • Dolor de cabeza o en el pecho.
  • Necesidad de ir al baño.
  • Sensación de irrealidad o desapego.
La opresión de pecho es uno de los principales síntomas de los ataques de pánico.
Los síntomas de estos ataques pueden aparecer sin un desencadenante específico.

¿Por qué aparecen los ataques de pánico?

La causa de la aparición de los ataques de pánico, así como del trastorno de pánico en sí, es desconocida.

Al principio, los ataques de pánico suelen aparecer de forma abrupta. Sin embargo, con el tiempo son desencadenados solo en determinadas circunstancias. Por otro lado, la respuesta de huida o lucha ante el peligro tiene un papel clave en la aparición de estos ataques.

Un ejemplo podría ser el siguiente: si un oso te persiguiese, el organismo reaccionaría de forma instintiva. Así, tanto la frecuencia cardíaca como la respiratoria se acelerarían mientras el cuerpo se prepara para una situación mortal.

Factores de riesgo

Aunque sus causas reales se desconocen, existen ciertos factores predisponentes a los ataques de pánico. Estos son los siguientes:

  • Poseer antecedentes familiares de esta condición.
  • Tener un carácter más sensible al estrés.

Posibles complicaciones de los ataques de pánico

Si no son tratados, los ataques de pánico pueden alterar muchos ámbitos de la vida de una persona. El miedo a padecer un nuevo ataque puede conllevar incluso al hecho de vivir en constante estado de miedo. Esto, como es lógico, puede arruinar la calidad de vida de quienes los sufren.

En resumen, los ataques de pánico pueden generar complicaciones tales como:

  • Problemas financieros.
  • Abuso de alcohol u otras sustancias.
  • Evitación de situaciones sociales.
  • Riesgo de suicidio o de pensamientos suicidas.

Tipos de ataques de pánico según el contexto

Los ataques de pánico pueden darse en distintos momentos. Así, para llevar a cabo un diagnóstico adecuado, es importante tener en cuenta el contexto en el que se producen.

Según la relación que existe entre el comienzo del ataque y sus desencadenantes, los ataques de pánico pueden clasificarse en los siguientes tipos:

  • Inesperados: su comienzo no se da a partir de un desencadenante situacional específico.
  • Predispuestos por la situación: cuando son más frecuentes en determinadas situaciones, pero no se asocian a estas.
  • Determinados por la situación: cuando se dan durante la exposición o la anticipación de un estímulo desencadenante.

El trastorno de pánico: diagnóstico

Para poder diagnosticar un trastorno de pánico, han de estar presentes los ataques recurrentes y no esperados, y al menos uno de estos ataques tuvo que haber estado relacionado con cualquiera de los siguientes síntomas:

  • Cambio significativo del comportamiento.
  • Preocupación por las implicaciones del ataque o por sus consecuencias.
  • Inquietud persistente ante la posibilidad de sufrir un ataque.

Además, no puede existir agorafobia asociada, y los ataques no pueden deberse a los efectos directos de una sustancia ni a una condición médica general.

Diferencia entre la agorafobia y el trastorno de pánico

Por su parte, la agorafobia se define como el miedo patológico, caracterizado por su desproporción, involuntariedad e irracionalidad.

Este miedo suele aparecer ante un conjunto de situaciones diferentes en las que la persona se siente indefensa ante la posibilidad de presentar crisis de pánico o alguno de sus síntomas (como diarrea o mareos, por ejemplo).

Por su parte, la característica principal del trastorno de pánico es la presencia de ataques inesperados, espontáneos y recurrentes, sin que exista un factor externo o un objeto temido que los desencadene.

Tratamiento

En el caso de que los ataques de pánico se hagan recurrentes, lo primero que se recomienda es consultar con el médico. El procedimiento a seguir por su parte comenzará por un examen físico y unas preguntas sobre los antecedentes.

El objetivo del médico en este primer paso es asegurarse de que los síntomas no están siendo causados por un problema orgánico. Después, este podría referir a un especialista en salud mental, como un psiquiatra o un psicólogo.

El tratamiento para los ataques de pánico tiene como objetivo reducir la cantidad de eventos, así como aliviar sus síntomas. Por lo general, este consiste en psicoterapia, medicamentos o una combinación de ambos. En cualquier caso, el tratamiento ideal para cada persona dependerá de su caso en concreto.

Los ataques de pánico pueden manejarse en la mayoría de los casos con psicoterapia.
La combinación de psicoterapia con algunos fármacos es ideal para tratar a los pacientes afectados.

Psicoterapia

En lo que respecta a la psicoterapia, la terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser útil como tratamiento de primera línea para el trastorno de pánico. Este tipo de terapia suele ser útil para los ataques de pánico en el sentido de que permite aprender nuevas formas de pensar, comportarse y reaccionar ante los sentimientos que surgen con un ataque.

Mediante la aplicación de la psicoterapia, los ataques pueden empezar a desaparecer una vez que el paciente aprenda a reaccionar de manera distinta a las sensaciones físicas de ansiedad y miedo que se dan durante los ataques de pánico.

Fármacos

Los médicos también pueden llegar a recetar medicamentos que podrían ser de ayuda para tratar los ataques de pánico. Estos pueden ser algunos como:

  1. Antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y de norepinefrina (IRSN).
  2. Betabloqueantes.
  3. Benzodiazepinas.

1. Antidepresivos

Tanto los ISRS como los IRSN se usan para tratar la depresión, pero también son útiles para los síntomas de los ataques de pánico. Pueden tardar varias semanas en empezar a funcionar y pueden causar efectos secundarios, como dolores de cabeza, dificultad para dormir o náuseas.

Por lo general, estos efectos no son graves para la mayoría de las personas, en especial si la dosis empieza siendo baja y aumenta poco a poco con el tiempo. En cualquier caso, es importante consultar con el médico sobre cualquier efecto secundario que se note.

Además, algunos antidepresivos tricíclicos como la imipramina o la clomipramina pueden ser de ayuda. Otros que pueden utilizarse para tratar los ataques de pánico son la pregabalina (si los síntomas de ansiedad son graves) y el clonazepam.

Los antidepresivos pueden tardar de 2 a 4 semanas para que empiecen a funcionar, y hasta 8 semanas para que funcionen por completo.

Aunque una persona que tome antidepresivos sienta que no estén funcionando al principio, se recomienda seguir tomándolos a no ser que el médico tratante indique lo contrario.

2. Betabloqueantes

Estos pueden ser de ayuda para controlar algunos síntomas físicos de los ataques de pánico, como la frecuencia cardíaca alta. Aunque los médicos no suelen recetar este tipo de medicamento para el trastorno de pánico, pueden ser útiles en determinadas situaciones que lo preceden.

3. Benzodiazepinas

Este grupo se caracteriza por su actividad ansiolítica. Suelen ser efectivos para disminuir de forma rápida los síntomas del ataque de pánico, pero pueden causar tolerancia y dependencia si se usan de manera continuada. Así, el médico solo los recetará durante breves períodos de tiempo si lo ve necesario.

Los ataques de pánico son complejos, pero tienen tratamiento

Debido a las importantes limitaciones que esta condición puede generar en la calidad de vida, es importante acudir a un profesional cuanto antes. Este debe ser especialista en psicología o psiquiatría, por lo que el tratamiento podría incluir el uso de fármacos psicotrópicos.




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.