Amígdala: estructura, características y funciones

La amígdala es una estructura del cerebro que está implicada en las reacciones emocionales, la ira, el miedo, la conducta sexual o la memoria emocional, entre otras funciones. Pero, ¿qué implica una lesión de la misma? ¿Con qué trastornos se relaciona su déficit?
Amígdala: estructura, características y funciones
Laura Ruiz Mitjana

Escrito y verificado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 01 mayo, 2021

La amígdala es una estructura en forma de almendra situada en el lóbulo temporal medial. Según un estudio de Sánchez-Navarro et al. (2004), se trata de una estructura fundamental en la emoción, y de forma más concreta, en la respuesta a estímulos de contenido negativo.

Esta estructura se relaciona también con el miedo, y es la que explica en gran medida la supervivencia de la especie. Y es que la amígdala ha permitido a nuestros ancestros detectar posibles peligros y activar mecanismos de lucha o huida.

Además, integra las emociones y las repuestas autónomas y permite emitir o inhibir respuestas emocionales. Pero, ¿cuáles otras funciones tiene la amígdala? ¿Qué más sabemos sobre ella?

Amígdala: definición, estructura y características

La amígdala, también denominada cuerpo amigdalino o complejo amigdalino, es una estructura cerebral que forma parte del sistema límbico. Está formada por un conjunto de neuronas que se relacionan entre ellas de forma compleja, y que dan lugar a una estructura diferenciable a nivel anatómico.

Tiene forma de almendra, y se sitúa en la parte interna del lóbulo temporal medial. La amígdala tiene conexiones con la gran mayoría de las zonas del encéfalo, eso es, se relaciona con muchas áreas del sistema nervioso central.

Estructura clave para la supervivencia

Así, se trata de un núcleo de gran relevancia, que afecta al conjunto del sistema nervioso y a la funcionalidad del organismo. Es una estructura que resultó muy clave para la supervivencia de nuestros antepasados.

Esto es debido a que su función principal es la integración de las emociones con los patrones de respuesta que corresponden a estas. Permite ejecutar respuestas fisiológicas y preparar respuestas conductuales, entre otras muchas funciones.

Situada en el lóbulo temporal

La amígdala cerebral se relaciona con el lóbulo temporal.
El lóbulo temporal se relaciona mucho con la comunicación.

El lóbulo temporal, que es el lóbulo donde se localiza la amígdala, se encuentra en el lateral inferior del encéfalo (a la altura de los oídos). Se encarga de integrar, de forma global, buena parte de la información sensorial que nos llega a través de los sentidos.

También procesa el lenguaje y está altamente implicado en la audición y en la memoria auditiva. Así, por ejemplo, cuando escuchamos música o escuchamos hablar a alguien, el lóbulo temporal se encarga de descifrar la información.

Relación con otras estructuras

La amígdala cuenta con aferencias corticales que le proporcionan información sobre los estímulos visuales, somatosensitivos, sensitivos viscerales y auditivos altamente procesados.

Esto la diferencia de otra estructura, el hipotálamo, que es receptor de las aferencias sensitivas viscerales poco procesadas. Por otro lado, la amígdala recibe aferencias sensitivas de forma directa, desde algunos núcleos que se localizan en: el tálamo, el bulbo olfatorio y los relevos sensitivos del tronco del encéfalo.

Estas aferencias le permiten responder a estímulos de diferente modalidad sensorial: visual, auditiva, gustativa, olfatoria y somatosensitiva.

Funciones de la amígdala

La principal función de la amígdala es procesar y almacenar las reacciones emocionales. Estas resultan imprescindibles para la supervivencia del individuo, y es por ello que se trata de una estructura primitiva tan importante.

Pero, ¿de qué más se encarga la amígdala? ¿Cómo se relaciona con la sexualidad o la ingesta, por ejemplo?

Forma la memoria emocional

Gracias a la amígdala también somos capaces de formar y almacenar las memorias que asociamos a determinados sucesos emocionales. Así, podríamos decir que los recuerdos impregnados de emociones son posibles gracias a esta estructura.

En otras palabras: la amígdala nos permite asociar lo que vivimos con sensaciones gratificantes o de aversión, y esto es lo que acaba definiéndose como la memoria emocional.

Valora las experiencias emocionales

Hemos visto cómo la amígdala tiene gran relación con las emociones. De forma más concreta, podemos decir que se trata de una estructura muy implicada en la valoración del significado que le atribuimos a las experiencias a nivel emocional.

Además, c oordina las áreas de la expresión somática de las emociones y la corteza cerebral, que se encarga del sentimiento consciente.

Controla las emociones y el miedo

Se considera la amígdala un núcleo cerebral fundamental para controlar las emociones y los sentimientos. Además, gestiona, coordina y controla las respuestas de miedo y satisfacción.

Reacción de lucha o huida

En relación al miedo, sabemos que la amígdala nos permite reaccionar tras percibir un estímulo como potencialmente amenazador para nuestra integridad física. Así, estimula la reacción de lucha o huida.

Esto es posible porque la amígdala también se encarga de recibir las señales de un peligro potencial. Lesiones en esta estructura pueden provocar reacciones muy agresivas, así como la pérdida del miedo.

Inhibe las conductas

Además de posibilitar las reacciones emocionales de las personas, la amígdala se encarga de inhibirlas. Esto es gracias a sus conexiones con el lóbulo frontal.

Así, es una estructura que gestiona la emisión o inhibición de las respuestas o reacciones emocionales (a nivel consciente e inconsciente).

Regula la conducta sexual

La amígdala y la sexualidad.
Algunos aspectos de la sexualidad están regulados por la amígdala.

La amígdala también se relaciona con la conducta sexual. Permite la asociación de los diferentes estímulos con el placer, y vincula las emociones entre las personas.

Además, posibilita también el mantenimiento de relaciones íntimas gracias a esta vinculación emocional.

Regula la saciedad

La amígdala tiene también influencia en el control de la ingesta y en su percepción. Así, está vinculada con la respuesta de saciedad. Gracias a su relación con esta función fisiológica, permite el mantenimiento de la homeostasis corporal.

Permite la cognición social (y otras funciones)

Según un artículo de Ruggieri (2014), la amígdala se relaciona también con la memoria a largo plazo, la orientación al estímulo social y la percepción de orientación de la mirada.

Además, está muy implicada en el reconocimiento de caras (especialmente con las caras de temor). Así, también se relaciona con ciertas funciones sociales, que nos permiten comprender diversos estados emocionales. Dicha comprensión nos facilitan una adecuada cognición social.

Componentes de la amígdala

La amígdala, o complejo amigdalino, es una estructura que puede dividirse en diferentes subcomponentes. ¿Cuáles de ellos son los más importantes? Veamos sus tres grandes núcleos:

Núcleo corticomedial

El núcleo corticomedial está implicado en la captación de feromonas, y participa en el control del comportamiento sexual masculino y femenino. Está implicado en el control hormonal y, además, es el que nos permite emitir la respuesta de saciedad durante la ingesta.

Núcleo central

De toda la amígdala, el núcleo central es la región que está más implicada en la expresión de la respuesta emocional, tanto a nivel fisiológico como físico. Así, produce las respuestas que sentimos ante las emociones.

Se vincula con el sistema nervioso autónomo y permite que realicemos conductas en respuesta a las sensaciones que nos producen las percepciones.

Núcleos basolaterales

Finalmente, los núcleos basolaterales de la amígdala participan sobre todo en el control de la ingesta. Además, están implicados en el aprendizaje (y la realización) de respuestas emocionales aprendidas, como por ejemplo: el miedo a determinados estímulos.

Disfunciones en la amígdala: ¿con qué trastornos se relacionan?

Tal y como se afirma en el estudio de Ruggieri, disfunciones de la amígdala se han relacionado con trastornos del neurodesarrollo y con “alteraciones neurocognitivas y conductuales en entidades neurogenéticas específicas”.

Así, según el propio estudio, podemos dividir en dos grupos este tipo de trastornos relacionados con una disfunción en la amígdala:

  • Trastornos del desarrollo y conductuales: autismo, trastornos de ansiedad, trastorno bipolar, alexitimia y anorexia nerviosa.
  • Entidades neurogenéticas específicas: síndrome X Frágil, síndrome de Rett, síndrome de Prader-Willi y síndrome de Williams.

Como hemos visto, y tal y como afirma Ruggieri (2014) en su estudio, la amígdala se relaciona con el reconocimiento del significado afectivo o emocional de los estímulos, con la memoria emocional, con el miedo y la agresividad, con las reacciones emocionales…

Así, está implicada en múltiples funciones, tanto fisiológicas como sociales y emocionales. Su lesión o déficit puede provocar, entre otros síntomas, la ausencia de miedo, que puede derivar en conductas impulsivas o temerarias.

También se ha relacionado con el autismo y con otros trastornos del neurodesarrollo (o conductuales).



    • Amunts, K., Kedo, O., Kindler, M., Pieperhoff, P., Mohlberg, H., Shah, N. J., Habel, U., Schneider, F., & Zilles, K. (2005). Cytoarchitectonic mapping of the human amygdala, hippocampal region and entorhinal cortex: intersubject variability and probability maps. Anat Embryol (Berl), 210(5-6): 343-52.
    • Carlson, N.R. (2005). Fisiología de la conducta. Madrid: Pearson Educación.
    • Kandel, E., Schwartz, J., & Jessell, T. (2000). Principios de Neurociencia (4ta. edición). Madrid: McGraw Hill Interamericana.
    • Netter, F. (1989). Sistema nervioso. Anatomía y fisiología. Tomo 1.1. Barcelona: Salvat.
    • Ruggieri, V. (2014). La amígdala y su relación con el autismo, los trastornos conductuales y otros trastornos del neurodesarrollo. Rev Neurol, 58 (Supl 1): S137-S148.
    • Sánchez-Navarro, J. P., & Román, F. (2004). Amígdala, corteza prefrontal y especialización hemisférica en la experiencia y expresión emocional. Anales de Psicología / Annals of Psychology, 20(2): 223-240.

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