¿Qué le pasa a mi cuerpo si soy celíaco y tomo gluten?

Aunque la conciencia en torno a la celiaquía cada vez es mayor, también es cierto que muchos pacientes ignoran cómo el gluten actúa en su cuerpo. Conoce el proceso exacto y la importancia de un régimen alimenticio que lo omita por completo.
¿Qué le pasa a mi cuerpo si soy celíaco y tomo gluten?
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 28 junio, 2021

El gluten y la celiaquía son dos viejos enemigos. Lo primero que se le recomienda a un paciente celíaco es eliminar de forma permanente la ingesta de esta proteína de su dieta.

Cuando estos cumplen un régimen alimenticio estricto los síntomas poco a poco empiezan a desaparecer. Pero ¿te has preguntado qué es lo que sucede exactamente en el cuerpo al comer gluten?

La pregunta no es baladí. No es infrecuente que los médicos se refieran al trastorno como alergia al gluten o intolerancia al gluten, evitando así explicar el mecanismo exacto que lleva a desarrollar los síntomas. Hoy te explicamos de manera dinámica qué es lo que sucede fisiológicamente y, por si fuera poco, qué pasa cuando lo omites de tu dieta.

Gluten y celiaquía: ¿cuál es la relación?

El gluten y la celiaquía están relacionados
La enfermedad celíaca es consecuencia de múltiples reacciones inflamatorias que ocurren en el intestino. De hecho, estas son provocadas por la estimulación del sistema inmunitario.

Primero lo primero: el gluten es una mezcla de cientos de proteínas presentes en el trigo, el centeno, la cebada y decenas de alimentos más. La gliadina y la glutenina son sus principales protagonistas, los cuales forman parte de la dieta de miles de millones de personas cada día.

De hecho, algunos estudios sugieren que su ingesta en el mundo occidental oscila los 20 gramos por día.

Cuando un celíaco consume gluten se gestan una serie de procesos anormales en su interior. En teoría, estos procesos se hacen por el bien del propio cuerpo, pero en la práctica terminan perjudicándolo. Al ser un trastorno autoinmune, lo que sucede es que el cuerpo se ataca a sí mismo al identificar de manera errónea un invasor. En este caso, las proteínas del gluten.

Luego de que el paciente come algún alimento con gluten su organismo libera anticuerpos para defenderse. En concreto, libera inmunoglobulina A (denomina simplemente como IgA) e inmunoglobulina G (IgG). En otros contextos este proceso atacaría a los agentes invasores (virus, bacterias y demás), pero su acción se centra en las vellosidades del intestino.

Es por esta razón que las pruebas serológicas son útiles para detectar la enfermedad. A través de un examen de sangre se puede detectar la presencia de estos dos anticuerpos (con mayor prevalencia del primero), lo que es un indicio de que el paciente es celíaco.

Las vellosidades son una especie de alfombra que recubre las paredes de tu intestino delgado y cuya finalidad, entre otras, es absorber los nutrientes de lo que comes. Al principio su daño es menor, pero con el tiempo llegan a atrofiarse. Esto impide que absorban los nutrientes y se desencadenen algunas complicaciones relacionadas con la enfermedad.

Complicaciones de la celiaquía por el gluten

Ya has comprendido mejor por qué el gluten y la celiaquía no se llevan bien, pero aún falta más por dilucidar. Como consecuencia de este autoataque es que experimentas los clásicos síntomas gastrointestinales: flatulencias, dolor abdominal, diarrea, estreñimiento y demás. Si la ingesta persiste pueden aparecer otros, algunos relacionado directamente con la atrofia de las vellosidades:

  • Anemia.
  • Dolor en las articulaciones y los huesos.
  • Desgaste en el esmalte dental.
  • Desnutrición.
  • Baja estatura.
  • Pérdida de peso.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Fatiga.

Lo anterior son solo algunas secuelas producto de que las vellosidades intestinales no puedan hacer su trabajo. Cuando la absorción es deficiente, el organismo no puede recibir la cantidad adecuada de zinc, calcio, hierro, magnesio, vitamina B12, vitamina A y otros nutrientes esenciales para su funcionamiento.

Como acertadamente han señalado los estudios, los desequilibrios nutricionales son la principal, aunque no la única, complicación relacionada con la ingesta de gluten y la celiaquía. Esto, por supuesto, en pacientes diagnosticados. Las personas sanas no desarrollan este proceso, de modo que pueden consumir la proteína sin mayores complicaciones.

Las probabilidades de desarrollar efectos colaterales son mayores si el celíaco sigue comiendo gluten, ya sea porque no se quiere adherir a la dieta o porque no ha sido diagnosticado. Aparte de las deficiencias señaladas, también está el riesgo de contraer otra enfermedad autoinmune. La Celiac Disease Foundation estable los siguientes márgenes:

  • 2-4 años: 10, 5 %.
  • 4-12: 16,7 %.
  • 12-20: 27 %.
  • Más de 20: 34 %.

Si el paciente es diagnosticado después de los 20 años tiene un 34 % más de posibilidades en comparación con una persona sana de padecer diabetes, artritis reumatoide, lupus, psoriasis, enfermedad de Addison, esclerosis múltiple y demás.

Lo grave de esto es que, de acuerdo con Harvard T.H. Chan School of Public Health, se estima que el 83 % de los pacientes no están diagnosticados o, en su defecto, lo están pero con afecciones erróneas. Por ello es que se insiste tanto en la concientización de la enfermedad y la disposición de buscar ayuda profesional cuando se detectan sus síntomas o complicaciones en casa.

¿Qué pasa en los celíacos cuando dejan de comer gluten?

El gluten debe evitarse para no empeorar la celiaquía
Acudir de forma temprana al médico e interrumpir el consumo de gluten trae beneficios importantes para las personas con celiaquía.

Johns Hopkins Medicine nos advierte que una dieta libre de gluten es el único tratamiento disponible para la celiaquía. Esto resulta una buena noticia para los diagnosticados: eliminando el gluten su celiaquía se controlará y los síntomas poco a poco desaparecerán.

El proceso entonces sucede a la inversa: cuando omites por completo la proteína de tu dieta el cuerpo deja de producir la respuesta autoinmune y, con ella, se detiene el ataque a las vellosidades intestinales. Esto último no es inmediato, ya que pueden pasar varios meses o incluso años para que se logre una regeneración completa.

Todo depende, en principio, del nivel de daño en el paciente (para la atrofia intestinal se usa la clasificación de Marsh-Oberhuber). Algunos estudios sugieren un umbral de 4 semanas para que los principales síntomas gastrointestinales se atenúen hasta desaparecer. Por el contrario, otras investigaciones indican que la dieta debería ajustarse de acuerdo con la tolerabilidad del celíaco.

Por fortuna, hoy existen cientos de opciones libres de gluten a las cuales los pacientes pueden acceder con facilidad. La Food and Drug Administration de EE. UU. (FDA). estipula que los productos de este tipo deben tener menos de 20 partes por millón. Si se trata de una marca regulada, es completamente segura para ti y te permitirá variar tu dieta y evitar la monotonía.

Finalizamos recordando dos cosas: la primera, no elimines el gluten si no has sido diagnosticado como celíaco, incluso si lo sospechas. Recurre a un especialista para iniciar el proceso de su detección.

La segunda, y como bien señalan los investigadores, inicia un plan nutricional con ayuda de un profesional de esta área. Así evitas sustituir una deficiencia por otra, además de que te orientará con consejos muy útiles para hacer frente a tu condición.



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