¿Existe la parálisis facial por estrés?

El estrés se asocia con múltiples alteraciones físicas y emocionales. Su papel como desencadenante o agravante de la parálisis facial es complejo. Lo analizamos.
¿Existe la parálisis facial por estrés?
Laura Herrera

Escrito y verificado por la médica Laura Herrera.

Última actualización: 21 agosto, 2023

Para abordar el tema de la parálisis facial por estrés, es importante iniciar con definiciones y la frecuencia de cada una de estas entidades. Por un lado, el estrés se define como ‘cualquier interrupción física o emocional de la homeostasis frente a un estímulo’. Se trata de un mecanismo adaptativo, uno cuya respuesta varía en cada una de las personas.

Debido a ello, y siguiendo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), su intensidad y duración determinan el impacto que tiene en el bienestar. Un poco de estrés no tiene repercusiones mayores en el organismo, aunque cuando es muy frecuente tiene consecuencias negativas a nivel físico y mental.

Por otro lado, tenemos la parálisis facial. Esta se caracteriza por una pérdida del movimiento de los músculos del rostro. Puede ser central o periférica, en función de que el área afectada sea el sistema nervioso central o el nervio facial, respectivamente. En este artículo descubrirás si existe la parálisis facial por estrés.

¿Cómo el estrés puede afectar la salud?

Tal y como advierte un trabajo divulgado en Annual Review of Clinical Psychology, luego de un evento estresante se genera una serie de cambios en el sistema nervioso, cardiovascular, endocrino e inmunológico. A corto plazo, los ajustes son de carácter adaptativo, como por ejemplo un mayor aprovechamiento de las reservas energéticas y la «supresión» de actividades menos críticas para el organismo.



Si el efecto se posterga durante mucho tiempo, o si es muy regular, los ajustes se transforman en desadaptativos. Por ejemplo, pueden manifestarse aumentos sostenidos de la presión arterial, hipertrofia vascular y reducción de la inmunidad, entre otras cosas.

El impacto negativo que tiene el estrés sobre la salud depende entonces de su intensidad y su duración. Por esta razón, el llamado estrés crónico es aquel que manifiesta mayores secuelas.

¿El estrés puede causar parálisis facial?

Lo primero que hay que comprender para responder a este interrogante es que la parálisis facial es una entidad multifactorial. Por lo tanto, no tiene solo un desencadenante. De acuerdo con Johns Hopkins Medicine, la mayoría de los episodios se desencadenan por traumatismos, enfermedades (como accidentes cerebrovasculares) y afecciones congénitas.

Debido a su naturaleza, no se puede atribuir el desarrollo de una parálisis facial solo al estrés. Pese a ello, sí puede ser una pieza del rompecabezas que genera un efecto bola de nieve que conduce a un cuadro de este tipo. Después de todo, ya hemos visto que el estrés compromete el sistema nervioso, cardiovascular, endocrino e inmunológico.

El estrés como causa de la parálisis facial periférica se ha descrito desde hace más de 4 décadas. También está relacionado con lo que se conocen como trastornos psicógenos del movimiento facial. El blefaroespasmo, la distonía oromandibular y el síndrome de Meige se pueden desencadenar luego de un período de estrés crónico y otras alteraciones emocionales.

Dentro de las teorías propuestas para intentar explicar cómo el estrés genera estas alteraciones, se ha descrito que esta emoción debilita el sistema inmunitario. Esto hace más propenso al cuerpo a infecciones, siendo en este caso el nervio facial (el que permite el movimiento de los músculos de la cara de manera voluntaria) el afectado.

Otra hipótesis es que las hormonas del estrés son proinflamatorias. En algunas personas con predisposición genética, el nervio facial se inflama, provocando la alteración en su función. Pese a ello, no se conocen los mecanismos por los que se produce esta alteración neurológica.

Como reseña un trabajo divulgado en la Revista Latinoamericana de Medicina Conductual , el nivel de estrés en las personas que ya tienen parálisis facial periférica puede empeorar el cuadro clínico. En este caso, a través de una mayor frecuencia y actividad eléctrica muscular de las sincinesias. Por tanto, el estrés puede ser tanto un catalizador inicial como un mecanismo que agrava afecciones de este tipo.



¿Cuáles son los síntomas de la parálisis facial?

En general, la parálisis facial puede ser parcial (catalogada como paresia) o completa. Cuando ocurre solo en un lado del rostro se denomina parálisis hemifacial. Dicho esto, algunos de los síntomas que reúne su cuadro clínico son los siguientes:

  • Cambios en el sentido del gusto.
  • Asimetría facial en la boca al sonreír o expresarse.
  • Dificultad para hablar, masticar y aumento de la salivación.
  • Afectación unilateral (es poco común que afecte ambas partes).
  • Hormigueo, entumecimiento, sensibilidad o dolor en la zona afectada.
  • Asimetría al elevar las cejas (se encuentra solo en la parálisis periférica).
  • Dificultad para cerrar un ojo (se encuentra solo en la parálisis periférica).

Por supuesto, el desarrollo de algunos síntomas, como los trastornos sensitivos o los del gusto, dependen mucho del origen de la lesión neurológica.

Opciones de tratamiento

El tratamiento varía según el tipo de parálisis facial y sus desencadenantes. En la parálisis central, se requiere abordaje por neurología y neurocirugía. Por el contrario, en la periférica se usan corticosteroides para reducir la inflamación.

También se emplean lágrimas artificiales y parches para el ojo, ya que los pacientes no pueden ocluir de manera correcta y, con estas, se evitan lesiones corneales. La terapia física, los ejercicios faciales y la estimulación eléctrica a menudo forman parte del tratamiento.

Teniendo en cuenta los hallazgos sugestivos de que el estrés está relacionado con la parálisis facial, se ha investigado el impacto de la terapia psicología en el manejo de estos pacientes. No solo para tratar de reducir su impacto en el empeoramiento de los síntomas, sino también como método de abordaje de las secuelas emocionales.

La clave puede ser el manejo del estrés

La parálisis facial puede estar relacionada con el estrés en ciertos casos, aunque la conexión exacta no siempre es clara y se encuentra en estudio. El estrés puede afectar de forma negativa el sistema inmunológico y desencadenar respuestas inflamatorias capaces de contribuir con el desarrollo de las lesiones.

Si bien el estrés puede ser un factor desencadenante o agravante, es importante destacar que la parálisis facial también puede tener causas diversas, como infecciones virales, trastornos neurológicos u otras afecciones médicas. Por tanto, en caso de presentar alguno de los síntomas mencionados, resulta imprescindible la consulta con el médico.

En general, mantener un estilo de vida saludable, practicar técnicas de manejo del estrés y buscar apoyo médico cuando sea necesario son hábitos relevantes para mitigar su impacto sobre la salud. Esto incluye, pero no se limita, a su posible participación en la parálisis facial.




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.