Mononucleosis: síntomas, causas, diagnóstico y tratamiento

La mononucleosis es causada en la inmensa mayoría de los casos por el virus de Epstein-Barr. Se estima que 9 de cada 10 personas adultas se han contagiado por este patógeno en el mundo.
Mononucleosis: síntomas, causas, diagnóstico y tratamiento
Samuel Antonio Sánchez Amador

Escrito y verificado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 01 abril, 2021

La mononucleosis infecciosa (más famosa por su apodo «enfermedad del beso») es una patología contagiosa causada en la mayoría de los casos por el virus de Epstein-Barr (EBV). Este es uno de los agentes víricos más distribuidos en todo el mundo, pues se estima que el 95 % de los adultos entre 35 y 40 años de edad lo han contraído en algún momento.

A pesar de que la gran mayoría de la población mundial se haya infectado, cabe destacar que muchos de los afectados no presentan síntomas específicos. Si quieres conocerlo todo sobre esta patología tan curiosa, te animamos a seguir leyendo.

¿Cuáles son los agentes causales de la mononucleosis?

Como hemos dicho con anterioridad, el virus de Epstein-Barr es el causante de la inmensa mayoría de cuadros de monucleosis infecciosa. De todas formas, es necesario recalcar que otros agentes patógenos también producen sintomatologías similares en pacientes. Te desgranamos las particularidades de cada uno en las siguientes líneas.

Virus de Epstein-Barr

La mononucleosis es producida por un virus.
El virus de Epstein-Barr está relacionado con muchas enfermedades.

El virus de Epstein-Barr pertenece a la familia de los herpesvirus y es uno de los patógenos más comunes en humanos, tal y como indica el portal Vircell. Se trata de un virus de ADN de doble cadena con unos 85 genes, cuya información genética se encuentra rodeada por una nucleocápside, a su vez recubierta por tegumento y una envoltura proteica.

Cuando la infección vírica se produce en la adolescencia, alrededor del 35-50 % de los pacientes desarrollarán el cuadro clínico de mononucleosis infecciosa. Por otro lado, los niños que se ven expuestos al patógeno suelen ser asintomáticos o, como mucho, desarrollan cuadros febriles inespecíficos que se atribuyen en muchas ocasiones a otras condiciones.

De todas formas, cabe detestacar que este virus no se asocia solo a la enfermedad ya citada pues, sin ir más lejos, el Cancer Research UK Center estima que 200 000 casos de cáncer anuales se atribuyen a él. El cáncer gástrico, carcinoma nasofaríngeo, linfoma de Hodgkin y otras condiciones parecen estar vinculadas a su infección.

Citomegalovirus

La infección por citomegalovirus (CMV) es otra de las condiciones virales de los virus tipo Herpes más comunes, pues se calcula que del 60 al 90 % de la población general se han contagiado a lo largo de su vida. Al igual que el EBV, este agente patógeno puede causar un tipo específico de mononucleosis infecciosa.

De todas formas, la mononucleosis por virus de Epstein-Barr se manifiesta con faringitis significativa (dolor de garganta), mientras que esta variante no. Tal y como indica el portal MSD Manuals, existen otras diferencias en el cuadro de la mononucleosis, dependiendo del agente que la provoque.

Toxoplasma gondii

El 1 % de los casos de mononucleosis son atribuibles a este parásito. Este protozoo (Toxoplasma gondii) se transmite a través de las heces de los gatos domésticos, así que muchas personas contraen la toxoplasmosis sin darse cuenta por no higienizar con eficacia elementos que han estado en cotacto con el felino, o por llevarse las manos a la boca.

Esta patología se presenta de forma asintomática en el 80-90 % de los casos. De todas formas, en personas inmunodeficientes y en fetos puede poner en peligro el organismo de forma grave.

Patogenia y reacción inmunitaria

El portal NCBI y otras fuentes médicas profesionales nos ayudan a entender qué pasa en el cuerpo del paciente cuando se infecta con el virus de Epstein-Barr. Te contamos de forma rápida en qué consiste esta reacción inmunitaria.

En primer lugar, debes tener en cuenta que los virus no pueden reproducirse por sí solos. Como carecen de células (y por tanto de orgánulos como las mitocondrias o los ribosomas), no son capaces de replicar su información genética ni sintetizar proteínas. Por ello, deben infectar a una célula del hospedador y «secuestrar» su maquinaria.

Mecanismo de contagio

La enfermedad no sigue ningún patrón de estacionalidad, pero está más presente en niños y adultos jóvenes. Este virus se transmite mediante la saliva, pero no es necesario que el contacto entre un paciente infectado y uno sano sea muy intenso para que se produzca la infección.

Una pequeña inoculación vírica en forma de beso en la mejilla o esputo salival podría ser suficiente para infectar a un niño.

Lugares de replicación y respuesta

Una vez que ingresa el patógeno en el cuerpo, comienza la replicación vírica en la cavidad faríngea (células B y epitelio amigdalar). En algún momento durante el período de incubación, los virus replicados ingresan en el torrente sanguíneo, pudiendo permanecer circulantes hasta por 2 semanas antes de que se presenten los síntomas.

La etapa aguda de la enfermedad coincide con un pico de carga viral en sangre y la cavidad oral, eventos que se presentan de forma simultánea. El cuerpo actúa a nivel inmunitario para contrarrestar la infección, produciendo anticuerpos del tipo IgM y una gran cantidad de linfocitos T CD8+, que se activan en respuesta a células infectadas por virus.

Los linfocitos T CD8+ activos reconocen a las células infectadas y las destruyen. Por una sucesión de eventos fisiológicos inducen la apoptosis de la célula diana, con el fin de evitar que el virus pueda replicarse de forma descontrolada y acabe con el equilibrio fisiológico del hospedador.

Los virus no se pueden replicar por sí solos por mitosis como sí hacen nuestras células. Por ello, siempre necesitan un hospedador para multiplicarse.

Síntomas de la mononucleosis

Ahora ya sabes qué agentes causan la mononucleosis y cuál es el mecanismo inmunitario de la enfermedad. Por ello, ahora solo nos queda abordar su sintomatología, diagnóstico y tratamiento. Por suerte, la infección por el virus de Epstein-Barr ha sido muy estudiada, así que existen muchos estudios que muestran de forma exacta su sintomatología.

La revista Pediatría Integral y otras fuentes ya citadas nos ayudan a construir una lista con los signos clínicos de la mononucleosis, incluso con porcentajes de afectados por cada síntoma. No te la pierdas:

  • Dolor de garganta (95 %): como hemos dicho, el virus comienza a replicarse en el epitelio faríngeo, así que no es de extrañar que la mayor parte de los síntomas se localicen aquí en los estadios iniciales. A veces se diagnostica de forma errónea como una faringitis estreptocócica, pero la mononucleosis no responde a antibióticos.
  • Fiebre (hasta el 98 % en niños, 47 % en adultos): junto con el dolor de garganta, suele ser uno de los primeros síntomas de la enfermedad, sobre todo en infantes. Presenta caracter remitente o intermitente y oscila sobre un valor de 39 grados.
  • Linfadenopatía (80 %): las amígdalas son ganglios linfáticos que se encuentran en la parte posterior de la boca y la parte de arriba en la garganta. Como su función es combatir infecciones, cuando surge la infestación de EBV, estos tejidos se inflaman. El paciente puede mostrar un bulto muy evidente en el cuello.
  • Fatiga (70 %): la fatiga durante las enfermedades infecciosas es natural. Al fin y al cabo, el cuerpo está destinando recursos a luchar contra un patógeno.
  • Síntomas del tracto respiratorio superior (65 %).
  • Dolor de cabeza y reducción en el apetito (50 %).
  • Dolores musculares (45 %).
  • Elevación transitoria de las enzimas hepáticas (75 %): puede llegar a considerarse como un cuadro de hepatitis subclínica.

Consideraciones y posibles complicaciones

Estos porcentajes son muy generales y, además, debemos destacar que los niños y los adultos responden de forma muy diferente a la infección. De todas formas, el dolor de garganta y las linfadenopatías cervicales (inflamación de las amígdalas) son signos clínicos que comparten casi todos los pacientes.

Los síntomas de la enfermedad pueden prolongarse de 2 a 4 semanas. De todas formas, la mayoría de signos clinicos evidentes comienzan a remitir a los 10 días de su aparición. Por desgracia, esta infección puede manifestarse también con diversas complicaciones, como anemia, hepatitis con ictericia, problemas del sistema nervioso e incluso ruptura del bazo.

En general, estas complicaciones se contemplan casi de forma exclusiva en personas mayores de 35 años. Más allá de la fiebre y molestias en la garganta, los niños y las personas jóvenes no suelen presentar síntomas que pongan en peligro su vida.

Diagnóstico de la mononucleosis

La mononucleosis se diagnostica con exámenes de laboratorio.
Múltiples estudios de laboratorio son necesarios para diagnosticar correctamente la enfermedad.

Tal y como indica la Clínica Mayo, el diagnóstico de la mononucleosis comienza con un examen físico. El profesional puede sospechar de la patología al ver la hinchazón de las amígdalas del paciente y con sus quejas de dolor de garganta, pero una exploración superficial no es suficiente.

Por ello, toca recurrir a un análisis de sangre. En él, se cuantificarán los siguientes parámetros:

  1. Más glóbulos blancos de lo normal: como hemos dicho, la concentración de linfocitos T CD8+ circulantes aumenta de forma significativa durante la infección.
  2. Glóbulos blancos con aspecto extraño.
  3. Análisis de anticuerpos: los que se buscan son inmunoglobulinas de tipo IgM (llamados anticuerpos heterófilos). Estas imnunoglobulinas son las producidas para el reconocimiento del antígeno del virus, presente en su cápside (VCA).
  4. Funcionamiento ligeramente anormal del hígado.

El recuento de glóbulos blancos no confirma del todo la presencia de la enfermedad (puede deberse a mononucleosis o a otros tipos de infecciones), pero sin duda el análisis de anticuerpos reporta la información necesaria para categorizar de forma correcta a la patología.

Tratamiento

El objetivo del tratamiento de la mononucleosis es aliviar la sintomatología, ya que la mayoría de enfermedades víricas no se pueden solucionar con medicamentos. Al fin y al cabo, es el cuerpo del propio paciente el que debe combatir y eliminar al patógeno.

Por ello, se recurre a medicamentos como antitérmicos para combatir los estados febriles (como el ácido acetil-salicílico, paracetamol e ibuprofeno). También pueden ser de utilidad otros fármacos que caen dentro del grupo de los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs).

Si los síntomas son graves, se le puede administrar al paciente prednisona por vía oral. Este es un fármaco corticosteroide sintético que trata la fiebre, asma y tos, entre otras cosas. Tal y como indica la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, los antivirales como el aciclovir tienen poco o ningún beneficio en estos casos.

Los mejores aliados ante una infección viral común son el reposo y una hidratación adecuada.

Prevención y cuidados finales

La prevención de la mononucleosis es una tarea casi imposible, pues el virus puede permanecer en la saliva por meses tras la infección. Es recomendable evitar besar a nadie durante los momentos más intensos de la enfermedad, pero esto no asegura que el contagio no se vaya a producir después.

Por ello, el mejor consejo que podemos darle a los lectores es que no tengan miedo de esta enfermedad. Casi todos pasamos la mononucleosis a lo largo de nuestra vida, pero en muy pocos casos se traduce en una patología grave que requiera de atención hospitalaria.




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.