Amigdalitis: síntomas, causas y tratamiento

Algunas de las complicaciones de esta enfermedad pueden presentarse varias semanas después de finalizar los síntomas.
Amigdalitis: síntomas, causas y tratamiento
Diego Pereira

Escrito y verificado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 15 marzo, 2021

La amigdalitis se caracteriza por tener un origen infeccioso y afectar con más frecuencia a los niños. Si bien en la mayoría de los casos es una condición benigna que puede llegar a resolverse de forma espontánea, el tratamiento es necesario debido a las complicaciones que pueden ocurrir.

A continuación te presentamos un breve artículo sobre los aspectos más resaltantes de la enfermedad. ¡Sigue leyendo!

¿Qué es la amigdalitis?

La amigdalitis ocasiona dolor.
La dificultad para tragar es uno de los síntomas más representativos de la enfermedad.

Este término se refiere a la inflamación de las amígdalas palatinas. Estas son dos órganos ubicados a cada lado de la orofaringe, formados por tejido linfoide, por lo que son parte del sistema inmunitario. Debido a la gran cantidad de linfocitos en su interior, se encargan de eliminar agentes patógenos que entren por esta vía.

A pesar de que los términos amigdalitis, angina y faringoamigdalitis aguda tienen aplicaciones diferentes, en el ámbito clínico suelen utilizarse como sinónimos.

El origen de la inflamación casi siempre es infeccioso, en especial por agentes virales. Las bacterias también pueden provocar esta enfermedad, en especial cuando existe secreción purulenta asociada. Un ejemplo de microorganismo causal es el estreptococo.

Síntomas principales

Por lo general, los síntomas más frecuentes en los pacientes con amigdalitis son los siguientes:

  • Dolor de garganta.
  • Dificultad para tragar sustancias sólidas y líquidas.
  • Enrojecimiento y aumento de volumen en las amígdalas.
  • Secreción purulenta, en especial en infecciones bacterianas.
  • Fiebre.
  • Malestar general.
  • Presencia de ganglios inflamados (adenopatías).

Dependiendo de la extensión de la infección, es posible que existan síntomas asociados como secreción nasal anterior, tos y dolor de oído.

Factores de riesgo y causas de la amigdalitis

Como comentamos en el apartado anterior, la amigdalitis es consecuencia de una infección viral o bacteriana. Las condiciones que aumentan las probabilidades de sufrir la enfermedad son las siguientes:

  • Edad temprana: la falta de desarrollo del sistema inmunitario, así como también la involución fisiológica de las amígdalas palatinas, permiten explicar la elevada incidencia de la enfermedad en este grupo etario.
  • Exposición a microorganismos patógenos: debido al contacto estrecho con otros niños en ambientes escolares, es más probable la infección por virus y bacterias que afectan a las vías respiratorias.

La involución fisiológica se refiere a la disminución progresiva de tamaño que sufren estos órganos con el pasar de los años. Se trata de un proceso natural y que se corresponde con una marcada disminución de su actividad fisiológica. Lo mismo pasa con otros tejidos linfoides en la infancia, como el timo.

Tipos de amigdalitis

Dependiendo de la apariencia de las amígdalas palatinas y los síntomas asociados, es posible distinguir cuatro formas de amigdalitis que describiremos a continuación.

Eritematosa

La amigdalitis eritematosa es la forma clínica más frecuente, y se caracteriza por el enrojecimiento de la superficie de las amígdalas palatinas y de la orofaringe. Cuando existen pequeñas cantidades de pus en forma de puntos, se le denomina amigdalitis eritematopultácea. 

Para su diagnóstico basta con un examen físico adecuado, aunque el médico podría solicitar algunos estudios complementarios como una biometría hemática completa. Este estudio permite observar el recuento de glóbulos blancos, que suele verse aumentado en las infecciones.

Vesiculosa

Las vesículas son lesiones elevadas que miden alrededor de 1 milímetro de diámetro, y tiene contenido líquido en su interior mucho más claro que el pus. Tienden a romperse con facilidad, dejando lesiones ulceradas no muy profundas, susceptibles de infectarse de forma secundaria.

Desde un punto de vista clínico, las lesiones se pueden extender en gran parte de la orofaringe, pero respetando la mucosa oral. El dolor es el síntoma más llamativo, y suele ser el resultado de una infección por el virus Coxsackie A o algún tipo de virus herpes.

Pseudomembranosa

La amigdalitis pseudomembranosa se caracteriza por una capa blanquecina que recubre casi la totalidad de las amígdalas y es capaz de extenderse a las estructuras más cercanas, como el velo palatino. Dicha capa suele estar muy adherida a la superficie de las amígdalas y se acompaña de dolor intenso, malestar general, fiebre alta y dificultad para tragar (disfagia).

Si bien existen varios agentes causales, la infección por Corynebacterium diphtheriae todavía está presente en muchos países. Esta bacteria produce la difteria, una enfermedad grave que ha sido erradicada en gran parte del mundo gracias a estrategias de vacunación efectivas.

Ulceronecrótica

En la amigdalitis ulceronecrótica el aspecto más llamativo es la presencia de úlceras extensas y profundas, que suelen estar cubiertas por una sustancia blanquecina o grisácea. Un ejemplo es la angina de Vincent, una condición compleja que se caracteriza por presentar lesiones ulceronecróticas.

Desde un punto de vista clínico, suele existir aliento fétido (halitosis), dificultad intensa para tragar, grandes adenopatías cervicales de un solo lado y fiebre. Para determinar el agente causal, el médico podría tomar una muestra de las secreciones para un estudio microbiológico.

Complicaciones de la amigdalitis

La amigdalitis puede generar complicaciones.
El dolor articular es uno de los síntomas de la fiebre reumática, una de las complicaciones de la amigdalitis.

Cuando ocurren casos severos, o el tratamiento resulta ineficaz, es posible que el avance de la enfermedad ocasione complicaciones locales o distantes. Con fines prácticos, se suelen diferenciar estos trastornos en supurativos y no supurativos.

El primer grupo incluye condiciones en las que la producción de pus forma parte de su patogenia. Son ejemplos clásicos los abscesos periamigdalinos o retrofaríngeos (alrededor de las amígdalas o en la pared posterior de la faringe, respectivamente). Se caracterizan por empeoramiento del estado clínico inicial, con fiebre alta y fuerte dificultad para tragar.

Las complicaciones no supurativas suelen ocurrir a distancia, e incluyen enfermedades complejas como la fiebre reumática, la glomerulonefritis aguda y la corea de Sydenham.

En la mayoría de los casos, se manifiestan varias semanas después de resuelta la amigdalitis, y son consecuencia de fenómenos autoinmunitarios desencadenados por la infección por estreptococos.

Tratamiento

Este aspecto depende mucho del agente causal. Si se sospecha una infección viral, el tratamiento sintomático, la hidratación constante y el reposo son la mejor solución. Esto incluye el uso de soluciones antisépticas para la cavidad bucal u orofaríngea, además de fármacos antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno.

Las infecciones bacterianas muy probables o confirmadas suelen ser tratadas con antibióticos. A pesar de que lleva varias décadas utilizándose, la penicilina sigue siendo la primera opción de tratamiento, excepto en casos de alergia.

En casos recurrentes o crónicos de amigdalitis, es posible que el médico sugiera una intervención quirúrgica llamada amigdalectomía. Esta consiste en extirpar ambas amígdalas palatinas, siendo realizada de forma ambulatoria, en la mayoría de los casos.

La evaluación médica debe ser oportuna

Debido a la gran cantidad de complicaciones en casos que no reciben tratamiento, es recomendable acudir al médico en caso de presentar los síntomas mencionados. Este puede ser especialista en medicina de familia, pediatría, medicina interna u otorrinolaringología.



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