Anticuerpos: qué son, tipos y funciones

Los anticuerpos están para la defensa del organismo. Aun así, ¿sabes qué función específica juegan en el cuerpo humano? ¿Qué significa tener anticuerpos para un virus? Te lo explicamos en las siguientes líneas.
Anticuerpos: qué son, tipos y funciones
Samuel Antonio Sánchez Amador

Escrito y verificado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 01 enero, 2021

Los anticuerpos se definen como un grupo de glucoproteínas que se encuentran de forma soluble en la sangre y otros fluidos de los vertebrados. Su función, a grandes rasgos, es defender al cuerpo de los antígenos, a los que responden mediante la puesta en marcha de ciertas respuestas.

Los seres vivos presentamos 3 tipos de barreras biológicas para enfrentarnos a los posibles patógenos. Las primarias son las mucosas, la saliva, la piel y las lágrimas, es decir, impedimentos mecánicos que evitan la entrada de los microorganismos en el cuerpo.

Si estas son sorteadas, entran en juego mecanismos inmunes más complejos de naturaleza secundaria y terciaria que involucran a macrófagos, fagocitos, linfocitos B y T y otros cuerpos celulares, englobados en el término glóbulos blancos. En las siguientes líneas te contamos todo sobre los anticuerpos y cómo se relacionan con el sistema inmune humano. No te lo pierdas.

Tipos de respuesta inmune

Podemos definir a la respuesta inmune, de forma somera, como el tipo de respuesta mediante la que el cuerpo reconoce y se defiende a sí mismo contra bacterias, virus y sustancias que parecen extrañas y dañinas. Tal y como nos muestra la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, existen dos grandes tipos.

1. Respuesta innata

La inmunidad innata —también llamada natural o nativa— es aquella que juega el papel más esencial a la hora de combatir patógenos durante las primeras horas o días siguientes a la infección, según aclaran en Elsevier Connect. Es un sistema inespecífico con el que nacemos y nos protege de una forma más rudimentaria.

La inmunidad innata no solo consiste en cuerpos celulares, sino que comprende a aquellas barreras biológicas, físicas o químicas que impiden de forma directa la entrada de los patógenos. Entre ellas encontramos las siguientes:

  • El reflejo de la tos.
  • Las enzimas de las lágrimas y los aceites de la piel.
  • El moco, que atrapa las bacterias y las partículas pequeñas antes de que penetren por las fosas nasales.
  • El ácido gástrico.

El método de actuación de los cuerpos celulares implicados en ella responden a los patógenos de forma genérica. Los macrófagos, los fagocitos, los neutrófilos y las células dendríticas son cuerpos celulares englobados en este sistema.

2. Respuesta adquirida

La inmunidad adquirida o adaptativa, por su parte, es aquella que se desarrolla con la exposición a los antígenos que se pretenden combatir. Surge como respuesta a una infección y está mediada por los linfocitos y sus productos, que son los anticuerpos (inmunoglobulinas).

Hay 2 tipos de linfocitos: los B y los T. Juegan un papel esencial en la respuesta inmune adaptativa. Este refinado mecanismo de protección biológica cumple las siguientes características:

  • Especificidad y diversidad: los diversos tipos de respuestas adquiridas son específicos para cada uno de los patógenos/antígenos.
  • Memoria: aquí está la clave de la inmunidad adquirida y, por extensión, de la eficacia de las vacunas. La exposición del sistema inmune ante un determinado antígeno facilita su capacidad de respuesta en futuros episodios infectivos. Las respuestas inmunitarias secundarias suelen ser mucho más rápidas.
  • Tolerancia a lo propio: idealmente, el sistema inmune adaptativo ataca a los antígenos foráneos, es decir, aquellos producidos por microorganismos patógenos. Por otro lado, este mecanismo no debe actuar contra los componente propios del individuo.

Existen dos tipos de respuesta inmune adquirida: humoral y celular. A grandes rasgos, podemos decir que la inmunidad celular actúa contra mecanismos intracelulares y su respuesta se encuentra dominada por los linfocitos T. La humoral sigue otro mecanismo que es el que aquí nos atañe.

Vacunación en un brazo.
Las vacunas son una forma artificial de simular mecanismos de inmunidad para proteger frente a infecciones futuras.

¿Qué son los anticuerpos?

Todo este conglomerado terminológico es vital para entender qué es un anticuerpo, pues estas inmunoglobulinas no se pueden comprender sin antes asentar las bases del sistema inmune.

Una inmunoglobulina o anticuerpo, según la Clínica Universidad de Navarra (CUN), es una proteína plasmática sintetizada por los linfocitos B maduros y las células plasmáticas en respuesta a un antígeno. Cuando se unen a los antígenos actúan como marcadores, facilitando que sean reconocidos y eliminados por células del sistema inmune.

Por si quedaban dudas con respecto a ello, un antígeno es una sustancia específica que desencadena la formación de anticuerpos y puede provocar una respuesta en el hospedador. Un ejemplo de ello son los antígenos bacterianos.

Inmunoglobulina y anticuerpo son términos intercambiables.

Particularidades de los anticuerpos

Según la Facultad de Medicina de la UNAM podemos observar dos formas básicas de anticuerpos. Estas son las siguientes:

  1. Unidos a las membranas de las células: estos funcionan como receptores para los antígenos. El linfocito B maduro expresa en su superficie a los anticuerpos M y D. Siempre están asociados a la membrana celular y, por tanto, se conocen como inmunoglobulinas de superficie (sIg)
  2. Secretados: al ponerse en contacto —de forma directa o indirecta— con un agente extraño, el linfocito B se transforma en una célula plasmática y sintetiza anticuerpos. Estos son secretados al torrente sanguíneo y se unen al antígeno para el que son específicos, por lo que actúan como señalizadores del sistema inmune.

Una estructura compleja

En lo que a estructura se refiere, las inmunoglobulinas monoméricas típicas tienen una especie de forma de letra Y tridimensional. Por fortuna, existen portales divulgativos en los que puedes observar un anticuerpo en 3D.

El tipo de anticuerpo básico, el monómero, está formado por los siguientes fragmentos:

  • FAB (Fragment Antigen Binding): son dos por anticuerpo y cada una de ellas puede unirse a un antígeno. Representaría los dos “palos” de la estructura en Y.
  • FC (Fracción Cristalizable): esta región es la que se une a las células o moléculas especializadas del sistema inmune y es la efectora de las funciones biológicas. Correspondería a la base de la Y antes de la bifurcación.

Entre ambos fragmentos se encuentra una bisagra que permite cierta flexibilidad al anticuerpo y, además, el monómero está formado por 4 cadenas de aminoácidos (aa). Estas son las siguientes:

  1. Dos cadenas ligeras L (light en inglés) de 25 kDa: son idénticas entre sí, pero hay dos tipos de ellas, la kappa y la lambda.
  2. Dos cadenas pesadas H (heavy en inglés): también son idénticas entre sí dentro de un propio anticuerpo. Aun así, aquí observamos 5 tipos distintos con letras griegas y cada uno de ellos corresponde a una clase de anticuerpo.

No todos los anticuerpos son de forma Y

Por otro lado, las regiones o dominios de los anticuerpos pueden ser variables (V) o constantes (C). Las porciones constantes están compuestas por secuencias de aminoácidos invariables y corresponden a partes de las regiones FAB y la FC al completo. Aquí se unen las células inmunes.

En la otra cara de la moneda las porciones variables presentan secuencias de aminoácidos que varían de una inmunoglobulina a otra. Únicamente se encuentran en la región FAB, pues aquí es donde se une el antígeno específico para el anticuerpo. Esta variabilidad es necesaria.

Para poner las cosas aún más difíciles, no todos los anticuerpos tienen la forma de Y típica monomérica. Este es el caso del anticuerpo IgD, pero por ejemplo, el IgA es un dímero y el IgM es un pentámero. Esto quiere decir que la forma básica se repite de 2 a 5 veces para dar lugar a los distintos tipos de anticuerpos existentes.

Tipos de anticuerpos

¿Conoces los tipos de anticuerpos que existen en el cuerpo? A continuación te mostramos una lista de ellos brindada por el Hospital de San Diego:

  • Inmunoglobulina A (IgA): es predominante en los tejidos de naturaleza mucosa. Es la inmunoglobulina que más producen los tejidos linfoides de los epitelios y, por tanto, la más frecuente en las secreciones.
  • Inmunoglobulina G (IgG): por su parte, este es el tipo de anticuerpo más común en los tejidos corporales y, por tanto, es el que se encuentra en mayor concentración en el interior del organismo. Está en la sangre y en otros fluidos y brinda protección contra las infecciones bacterianas y víricas.
  • Inmunoglobulina M (IgM): también localizado en la sangre y el líquido linfático, es el primer anticuerpo que sintetizamos a la hora de combatir una infección. Predomina en la respuesta inmune primaria.
  • Inmunoglobulina E (IgE): se encuentra en cantidades muy pequeñas, pero tiene una gran importancia para la comprensión y el desarrollo de los procesos alérgicos. Se puede observar en pulmones, piel y membranas mucosas.
  • Inmunoglobulina D (IgD): también presente en pequeñas cantidades, es el tipo de anticuerpo que menos se conoce. Se encuentra en la superficie del linfocito B, es de membrana y es un marcador de su madurez.
Anticuerpos en microscopio.
La forma en Y de los anticuerpos es la clásica, pero no todos son iguales ni respetan esta morfología.

¿Para qué sirven las pruebas de anticuerpos?

Según la Clínica Mayo, una prueba de anticuerpos/inmunoglobulinas sirve para detectar si un paciente concreto ha estado en contacto con un virus o una bacteria específica. Los anticuerpos pueden permanecer circulantes durante meses, años o de forma vitalicia, permitiendo una respuesta mucho más efectiva ante una enfermedad.

En algunos casos, la presencia de anticuerpos indica que el paciente ha pasado la enfermedad, pero no revela cuán extensa o efectiva es su respuesta inmune ante futuras infecciones. Aún así, este tipo de marcador es muy útil para saber si se ha pasado o no una patología.

Anticuerpos para defendernos

Como habrás podido ver en estas líneas, los anticuerpos no son más que moléculas de naturaleza proteica que reconocen una sustancia dañina (antígeno) para que otros cuerpos celulares puedan adherirse a ellos y actuar de forma eficaz contra el patógeno. Son producidos por los linfocitos B, un tipo celular esencial en la respuesta inmune adquirida.




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