Hemorragia subaracnoidea: en qué consiste

Una hemorragia subaracnoidea es un tipo de hemorragia en el cerebro con complicaciones graves. Veamos todo lo que se sabe sobre ella.
Hemorragia subaracnoidea: en qué consiste
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 08 octubre, 2022

Una hemorragia subaracnoidea (SAH, por sus siglas en inglés) es un tipo de hemorragia que ocurre en el cerebro. Para ser más específico, se trata de un sangrado que se desencadena entre la membrana aracnoidea y la membrana de la piamadre que rodea el cerebro (esta zona se conoce como espacio subaracnoideo).

Se trata de una complicación que amerita una respuesta rápida y oportuna para evitar los problemas asociados en la salud del paciente. Veamos todo lo que se sabe al respecto.

Causas de una hemorragia subaracnoidea

Tal y como señalan los expertos, existen dos principales causas de una hemorragia subaracnoidea: una lesión traumática y la rotura de un aneurisma. Las lesiones traumáticas agrupan la mayoría de los casos de este tipo de hemorragia. Por ejemplo, los accidentes relacionados con vehículos motorizados, los golpes en la cabeza, las caídas, las agresiones y demás.

En el caso de las hemorragias subaracnoideas de etiología no traumática, y siguiendo a la evidencia, hasta el 85 % de ellas se explican por medio de una rotura de un aneurisma. Otras posibles explicaciones de los episodios son los siguientes:

Las hemorragias subaracnoideas ocasionadas por la rotura de aneurismas son más comunes en personas entre 40 y 60 años, particularmente en las mujeres.

Padecer de hipertensión, fumar, beber alcohol en exceso, seguir un tratamiento de fármacos simpaticomiméticos y tener antecedentes familiares de aneurismas se consideran factores de riesgo para su manifestación.

Se sabe que la enfermedad renal poliquística autosómica dominante (ADPKD, por sus siglas en inglés) eleva hasta cinco veces más el riesgo de este tipo hemorragia. A pesar de todo esto, los expertos advierten que hasta en el 10 % de los casos no se puede encontrar un origen claro para la hemorragia.

Síntomas de una hemorragia subaracnoidea

Los vómitos en la hemorragia subaracnoidea
La hipertensión intracraneal producida por la hemorragia subaracnoidea suele producir vómitos de aparición abrupta.

Los pacientes con una hemorragia subaracnoidea suelen presentarse con una combinación característica de síntomas. El más importante de todos es el dolor de cabeza intenso y repentino. De hecho, la evidencia nos indica que hasta 1/3 de los pacientes solo desarrollan este síntoma. Veamos otros signos comunes que suelen acompañarlo a continuación:

  • Náuseas y vómitos.
  • Visión borrosa y doble (diplopía).
  • Confusión y dificultad para concentrarse.
  • Rigidez en el área del cuello y la espalda alta.
  • Sensibilidad a la luz (fotofobia).
  • Hemorragia intraocular (conocida en este contexto omo síndrome de Terson).
  • Alteraciones en la motricidad de un lado del cuerpo (hemiparesia).
  • Párpados caídos.
  • Problemas para hablar.
  • Convulsiones.
  • Arritmias cardíacas.
  • Coma.

El dolor de cabeza es la primera manifestación. Se manifiesta en solo segundos o minutos, y se caracteriza por ser pulsátil y de propagarse de forma progresiva a la parte posterior de la cabeza (occipucio).

El punto más intenso del dolor es durante los primeros segundos, luego este se reduce poco a poco. No todo dolor de cabeza intenso alude a una hemorragia de este tipo. De hecho, se sabe que solo el 1 % de las personas que acuden al servicio de urgencias por cefalea presentan estos episodios.

Opciones de diagnóstico

Durante las primeras 6 horas posteriores al inicio de los síntomas el método predilecto para diagnosticar esta hemorragia es la tomografía computarizada.

Si los resultados son difusos, o se ha superado la ventana de las 6 horas, se considerara hacer una resonancia magnética y un angiograma de forma complementaria. Algunas pruebas de laboratorio pueden dar pistas para ayudar a corroborar el diagnóstico.

Entre los diagnósticos diferenciales más comunes destacamos la hemorragia pseudosubaracnoidea, la neurosarcoidosis, la meningitis granulomatosa y la meningitis bacteriana y tuberculosa.

En caso de confirmarse el diagnóstico los profesionales lo catalogarán con base en la escala internacional. Esta clasifica el tipo de hemorragia en función de los síntomas y ofrece una idea sobre su gravedad y pronóstico.

Tratamiento para la hemorragia subaracnoidea

La hemorragia subaracnoidea suele producir vómitos
La neurocirugía suele ser la opción más conveniente en los casos de hemorragia subaracnoidea.

Las hemorragias subaracnoideas se consideran una emergencia médica. Por tanto, el tratamiento debe realizarse en la unidad de cuidados intensivos. El primer paso consiste en estabilizar al paciente y obtener una evaluación neuroquirúrgica completa.

Muchos pacientes pueden ameritar intubación para la protección de las vías respiratorias, y todos ellos requieren una evaluación constante de la presión arterial, el pulso y la frecuencia respiratoria.

Cuando el paciente manifiesta hidrocefalia se considera la colocación de un drenaje ventricular externo. La elección del método para abordar la hemorragia depende de las causas, por ejemplo del tipo de lesión o el tipo de aneurisma.

La extracción quirúrgica de la sangre, la oclusión del sitio de sangrado, el uso de pinzas o espirales para reducir el riesgo, el clipaje, el enrollamiento de los aneurismas y otras opciones forman parte de las alternativas.

En compañía de todo esto se administrarán fármacos para evitar las complicaciones asociadas de la hemorragia (convulsiones, vasoespasmo y otras). El pronóstico depende de una variedad de factores, como por ejemplo la gravedad del episodio y la rapidez con la cual se le ha hecho frente. Por desgracia, la mayoría de las hemorragias de este tipo se asocian con un mal resultado.

Como bien nos recuerda Johns Hopkins Medicine, parte del tratamiento a largo plazo consiste en abordar los factores de riesgo asociados a la hemorragia subaracnoidea. Por ejemplo, el tabaquismo y la presión arterial alta. Además de esto, se requiere una evaluación cercana y continua para acompañar la evolución de los pacientes.



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