¿Fumar aumenta la presión arterial?

Fumar es un hábito que tradicionalmente se asocia con afecciones pulmonares. Sin embargo, el consumo de tabaco también puede devenir en múltiples enfermedades cardiovasculares.
¿Fumar aumenta la presión arterial?
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Última actualización: 22 junio, 2021

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaco mata a la mitad de las personas que lo consumen. Desde hace décadas se ha relacionado con la aparición de varias enfermedades, entre las que destacan las cardiovasculares. Fumar y tener presión arterial elevada es algo que ha formado parte de la compresión de la hipertensión arterial, como confirmaremos en breve con varios estudios.

Si eres tabaquista, más allá de todos los efectos nocivos que tiene la nicotina, deberás saber que la tensión dentro de las arterias no está exenta de los riesgos asociados. Sigue leyendo para entender por qué.

Fumar y tener presión arterial elevada

Múltiples estudios e investigaciones avalan en consenso entre los especialistas que fumar puede causar presión arterial alta. Aún no se sabe cuál es mecanismo exacto por el que esto sucede, pero la evidencia señala que la razón puede encontrarse en la estimulación del sistema nervioso simpático.

También se sugiere que los fumadores tienen mayores probabilidades de desarrollar hipertensión maligna o renovascular, variantes crónicas de la patología.

Se piensa que el efecto del cigarrillo se enfoca en la presión arterial central, lo que aumenta las probabilidades del daño a los órganos diana. A pesar de la creencia popular, se sabe que el daño colateral en la presión sanguínea puede ocurrir también en fumadores jóvenes, sin comorbilidades y no obesos.

Los indicios apuntan que el tabaquismo en sus estadios crónicos aumenta la rigidez arterial y el posterior estrechamiento, incluso en hombres jóvenes. La edad o la condición física, por tanto, no son impedimento para el desarrollo de la condición vascular. Se han realizado monitoreos ambulatorios de la presión arterial que certifican el riesgo.

Debido a todo esto, los fumadores tienen una mayor probabilidades de ser hipertensos en contraste con quienes no lo son. Es importante destacar que sus efectos son a corto y mediano plazo. Debido a que muchas veces el trastorno vascular no genera síntomas, los afectados no se percatan de ello hasta que ya es demasiado tarde.

Humo del cigarrillo en la hipertensión.
Hasta las personas jóvenes tienen riesgo de hipertensión arterial si son fumadores.

El tabaquismo y la presión arterial en fetos y bebés

Mención aparte merece el tabaquismo y los desequilibrios de la presión arterial en fetos y bebés. Existen muchas complicaciones relacionadas con la exposición a la nicotina durante el embarazo. Por ejemplo, los Centers of Disease Control and Prevención destacan el nacimiento prematuro y el síndrome de muerte súbita del lactante, entre otros.

Aparte, estudios e investigaciones han encontrado que la exposición secundaria al humo del tabaco puede generar desequilibrios vasculares en la presión sistólica y diastólica de fetos y bebés recién nacidos. La evidencia es contundente: durante los primeros meses de vida se producen oscilaciones de presión en contraste con grupos no expuestos a la nicotina.

La evidencia sugiere que alteraciones en la composición de la función reguladora y en el tejido adiposo perivascular son algunos de los mecanismo asociados a este desequilibrio. Se sabe que estos desequilibrios pueden persistir a largo plazo y llegar a manifestarse durante la adultez.

Aparte de la hipertensión arterial, el bebé también puede padecer obesidad, trastornos neuroconductuales, diabetes, disfunción respiratoria y muchos otros problemas.

Afecciones cardiovasculares asociadas al tabaco

Además de aumentar las posibilidades de padecer hipertensión arterial, el tabaquismo puede generar otras enfermedades cardiovasculares. Estas devienen como secuelas de la presión sanguínea alta o de forma independiente, añadiendo riesgo al cuadro de base.

Arterioesclerosis

Se ha demostrado que fumar es un factor de riesgo para el desarrollo de arterioesclerosis. Esta condición se presenta cuando los vasos sanguíneos se vuelven rígidos o gruesos por la acumulación de placas de ateroma, de modo que se restringe la circulación de la sangre.

Trombosis de los vasos sanguíneos

Muchas veces relacionado con lo anterior, los fumadores también tienen mayores probabilidades de una trombosis de los vasos sanguíneos. Así lo refiere la evidencia, la que apunta a que el riesgo no disminuye por optar por bajas concentraciones de nicotina o cigarrillos medidos por máquinas.

Enfermedad de las arterias coronarias o coronariopatía

Algunos estudios sugieren que los fumadores tienen entre 2 y 4 veces mayores posibilidades de padecer de enfermedad en las arterias coronarias, con una tasa de muerte 70 % superior. Esta condición se caracteriza por una reducción del calibre de las arterias que llevan sangre al músculo cardíaco.

Sucede por un aumento de las placa de colesterol, lo que puede provocar una disminución del flujo sanguíneo o una obstrucción total. El resultado preocupantes el infarto agudo de miocardio.

Insuficiencia cardíaca

Otra de las afecciones relacionadas con fumar es la insuficiencia cardíaca, como nos señala la evidencia. Se produce cuando el corazón ya no puede bombear competentemente la sangre al resto del cuerpo. La insuficiencia puede estar relacionada directamente con el cigarrillo o presentarse como una complicación de la hipertensión no controlada.

Insuficiencia cardíaca.
La insuficiencia cardíaca complica los cuadros de hipertensión o resulta un estadio avanzado de la patología.

Beneficios de dejar de fumar para la presión arterial

Dejar de fumar es el centro de atención de miles de iniciativas privadas y públicas relacionadas con la promoción de la salud. Todo médico especialista sugerirá dejar el tabaco para mejorar la calidad de vida y evitar complicaciones. De hecho, abandonar el hábito es una parte crucial del tratamiento no farmacológico para la hipertensión.

Se han realizado los suficientes estudios e investigaciones para demostrar que dejar de fumar es positivo para la presión arterial. Muchos fumadores creen que no surtirá ningún efecto, ya que llevan años o décadas con la adicción. Sin embargo, los descensos de la presión sanguínea son perceptibles a corto plazo.

Para acelerar aún más los resultados se debe combinar el abandono con otro tipo de actividades saludables. Por ejemplo, los exfumadores tienen que implementar una dieta equilibrada con bajo contenido de grasas, colesterol, sodio y alimentos procesados. A su vez, tratar de incluir al menos 150 minutos de actividad física durante la semana.

No es fácil abandonar el cigarrillo. Se debe buscar el apoyo de un profesional, de grupos especializados, de terapias paliativas y contar con el sostén del círculo íntimo.

Si las personas están conscientes del daño que puede o está produciendo en su organismo el tabaco, existen mayores probabilidad de una adherencia al abandono. Si eres fumador, planifica una visita con un cardiólogo para valorar tu estado de salud.



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