5 consejos para una buena higiene bucal

La higiene bucal es buena cuando cumplimos con algunos hábitos básicos. Aquí te los contamos y explicamos.
5 consejos para una buena higiene bucal
Vanesa Evangelina Buffa

Escrito y verificado por la odontóloga Vanesa Evangelina Buffa.

Última actualización: 09 octubre, 2023

Una buena higiene bucal se asocia con menos enfermedades, trastornos y molestias en la boca. Esto nos evita tratamientos largos y costosos, incomodidades y reducción de la calidad de vida.

Sencilla pero fundamental, la buena higiene bucal puede significar un cambio rotundo en el futuro de la dentadura. Sostener ciertos hábitos por años y décadas nos permitirá llegar a la vejez con una mejor salud. Estos son los mejores consejos para una buena higiene oral. Conócelos y comienza a practicarlos.

1. Cepilla tus dientes de una forma adecuada

Cepillarse los dientes no es solo arrastrar el cepillo dentro de la boca. Hay maneras correctas de hacerlo y que tienen mejor efectividad para eliminar la placa bacteriana. Para ello, los científicos han realizado diversos experimentos, comparando técnicas diferentes.

¿Sabías que hay técnicas de cepillado con nombre y apellido? Estas son algunas:

  • Bass
  • Fones
  • Stillman modificada
  • Horizontal de Scrub
  • Vibratoria de Charters

Más allá del aspecto técnico, lo importante es que la variante elegida sea capaz de remover la placa bacteriana. ¿Por qué? Pues porque está implicada en la base de muchas patologías de la boca, como la enfermedad periodontal.

Un adecuado control de la placa reduce el riesgo de enfermar en la cavidad bucal. Este biofilm de bacterias que se asienta en la superficie de los dientes debe ser removido de forma periódica con el cepillado.

¿Qué técnica elegir?

No hace falta aprender el nombre propio de las técnicas. Tampoco hay que estudiarlas de memoria. Lo ideal es respetar algunos consejos básicos que aseguran una buena higiene oral a través del cepillado.

En primer lugar, el cepillo ha de colocarse inclinado, en un ángulo aproximado de 45 grados respecto a las encías. Las cerdas se deben apoyar en la zona donde se unen los dientes con el tejido gingival.

Al mover el cepillo debemos ser suaves y firmes a la vez. Todas las superficies dentarias de todos los dientes tienen que ser repasadas con el movimiento. Esto implica las partes dentarias que están hacia el frente y las que están por dentro (mirando a la lengua y el paladar).

El tiempo promedio estipulado para un cepillado completo se calcula en 2 minutos. Sin embargo, según los registros de investigación, casi nunca se cumple en los hogares, y mucho menos si se trata de niños.

¿Cuántas veces al día?

La recomendación de la American Dental Association (ADA) es que nos cepillemos dos veces al día. Esto debería implicar un cepillado nocturno, antes de acostarnos.

Algunos estudios han constatado que hay zonas con un alto porcentaje de cumplimiento de esa cantidad, pero con una técnica inadecuada. Por lo tanto, es la combinación de la frecuencia con la calidad lo que llevará a la eliminación adecuada de la placa bacteriana a diario.

Si la persona tiene un riesgo elevado de presentar caries, por ejemplo, o porta aparatos de ortodoncia, es probable que el odontólogo le indique mayor cantidad de cepillados al día. Con brackets o luego de comer alimentos azucarados y pegajosos, es bueno cepillarse al terminar las comidas.

El cepillado matutino, al levantarse, tiene la función de quitar la placa que se acumuló mientras dormíamos. La menor presencia de saliva en horario nocturno favorece la proliferación bacteriana.

Más fuerte no es mejor

El esmalte es la capa más superficial de los dientes. Es esa capa la que limpias con el cepillado, pero si aplicas una fuerza excesiva, entonces corres el riesgo de erosionarla.

La pérdida de esmalte se asocia a una hipersensibilidad dentaria. También es capaz de cambiar la forma de los dientes y, por lo tanto, quitarles funcionalidad.

Otro problema del cepillado muy fuerte es la lesión de las encías. Si repetimos una acción demasiado potente cada día, el cepillo obliga a la línea de la encía a retraerse, progresivamente, lo que deja al descubierto una parte de la raíz dentaria. Las consecuencias son el dolor y el desarrollo de caries.

2. Elige tu cepillo con atención

La elección del cepillo de dientes que usaremos es parte de los consejos a considerar para una buena higiene oral. En farmacias y supermercados podemos encontrar una gran variedad de utensilios. Eso resulta abrumador para quien compra.

En términos generales, un cepillo adecuado reúne las siguientes características:

  • El cabezal no es demasiado grande, por lo que se puede introducir con facilidad a la boca y se alcanzan todas las regiones de la cavidad.
  • Sus filamentos son suaves, de modo que no dañan la encía ni el esmalte.

El Colegio de Higienistas de Madrid recomienda cambiar el cepillo cada 3-4 meses. Es fundamental que el utensilio esté en perfectas condiciones para cumplir con el cometido de eliminar la placa bacteriana. Si antes de ese tiempo se registra una degradación de las cerdas, entonces hay que adelantar el cambio.

¿Cepillo eléctrico o manual?

Hay en el mercado unos cepillos de dientes eléctricos que difieren de los tradicionales. ¿Son mejores para lograr una buena higiene bucal?

En teoría, la versión eléctrica tiene algunas ventajas. Según los estudios científicos, las personas que los usan se concentran más en el momento del cepillado cuando los usan, por lo que repasan todas las superficies dentarias con detenimiento y siguen una rutina.

Además, alcanzarían la misma tasa de eliminación de placa bacteriana en menos tiempo. Lo cual sería útil para compensar los errores propios de quien se cepilla de forma acelerada.

Los cepillos manuales son más baratos y accesibles. Por otro lado, al no requerir baterías ni electricidad, se pueden llevar y usar en cualquier lado. Resultan ideales para viajar y para tener a la mano frente a cualquier circunstancia.

Con la técnica adecuada, los manuales son efectivos. Por lo que el consejo de comprar uno u otro depende más de factores que tienen que ver con la comodidad, la economía y el espacio donde se emplearán.

Aun así, hay profesionales que recomiendan los eléctricos para casos especiales. Por ejemplo, para los niños y las personas que usan ortodoncia.



3. Compra pasta dental con flúor

La compra de la pasta dental no es un tema menor para obtener una buena higiene bucal. Descontando los sabores, las presentaciones comerciales atractivas y los agregados particulares, resulta fundamental que contengan flúor.

El flúor es un mineral de la naturaleza que ha demostrado efectividad para prevenir las caries. Resulta seguro en su consumo y no hay riesgo de efectos secundarios al emplearlo a través de las pastas comercializadas con aprobación de las entidades gubernamentales de cada país.

Ante la duda, es preferible consultar con un odontólogo para saber qué concentración del mineral en nuestra pasta es la deseable. Luego podemos revisar el etiquetado para adquirir aquel producto que el profesional nos ha señalado como óptimo.

4. Usa hilo dental a diario

El hilo dental es un complemento del cepillado. Para lograr una buena higiene bucal, cualquier odontólogo te aconsejará que lo uses.

Si bien no es una costumbre tan difundida como la del cepillado, la evidencia científica soporta la recomendación de uso. Lamentablemente, es un factor de desigualdad económica, ya que se ha encontrado que los grupos sociales de mayores ingresos tienen una mayor tendencia a usarlo.

La dificultad relativa de uso y el costo agregado en un producto que no tiene tanta difusión, podrían explicar la falta de penetrancia del hábito en las comunidades. También es cierto que para los niños resulta difícil de maniobrar, lo que desalienta el empleo desde edades tempranas.



¿Cómo usarlo?

La forma más práctica de usar hilo dental es cortando un trozo de unos 50 centímetros. Luego, se lo enrolla alrededor de cada dedo medio de las manos. Aprovechando la presión que ejercemos con los índices y los pulgares, pasamos la seda entre los dientes.

Para los elementos dentarios de la arcada superior, los movimientos deberán ir de arriba hacia abajo. A la inversa para la arcada inferior. Siempre llegando hasta la encía.

Es importante repasar todos lo espacios interdentarios y desenrollar hilo de un dedo para que el segmento ya usado se enrolle en el dedo del otro lado. Con los mangos portahilos, la técnica es similar.

5. Aprovecha el enjuague bucal

Un enjuague bucal es una solución que se emplea para hacer gárgaras dentro de la cavidad oral por un tiempo limitado. El objetivo es limpiar la zona y otorgar aliento fresco. También hay algunas preparaciones que incluyen principios activos para el tratamiento de algún cuadro clínico en particular.

Para los líquidos comunes de venta libre, la recomendación es un uso limitado a dos veces al día. No se pueden emplear igual aquellos que contienen clorhexidina o nitrato potásico, por ejemplo, que requieren una indicación precisa por parte de un odontólogo.

Cuando haces gárgaras con el colutorio, lo idóneo es que las mismas no superen el minuto de duración. Al finalizar, lo escupes.

Para evitar interacciones entre los ingredientes del enjuague y los de las pastas dentales, la ADA propone hacer las gárgaras en un momento diferente al del cepillado. En todo caso, será el profesional de la salud quien determine si habrá o no una interacción de los principios activos.

No es correcto solo hacer el enjuague, sin cepillarse los dientes. Se trata de un complemento, pero no sustituye el hecho del cepillado diario.

Una buena higiene bucal también involucra a la comida

La nutrición juega un papel fundamental en toda la salud del cuerpo. Por lo tanto, la boca no está exenta de ello. Hay algunas cuestiones de alimentación que deberás tener en cuenta para potenciar los efectos del cepillado, del hilo dental y de los enjuagues.

De manera general, los consejos básicos incluyen incorporar calcio, flúor y fósforo a los alimentos, preferir el agua por sobre el alcohol o los refrescos y reducir la ingesta de ultraprocesados y de productos con alto contenido de azúcares simples.

No dejes de lado la visita regular al odontólogo. Dos veces al año tendrías que hacerte un chequeo profesional, que podría incluir una limpieza dental en el consultorio. La ayuda del dentista será clave para lograr una buena higiene bucal que persista en el tiempo.




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.