3 tipos de nutrición y sus características

La nutrición enteral suele necesitar de una sonda para su ejecución y está compuesta por una papilla en donde se encuentran los nutrientes en proporción variable.
3 tipos de nutrición y sus características
Saúl Sánchez

Escrito y verificado por el nutricionista Saúl Sánchez.

Última actualización: 07 febrero, 2021

Nos podemos encontrar con varios tipos de nutrición. Dependiendo del caso personal de cada individuo puede ser necesario recurrir a una o a otra para garantizar así un aporte adecuado de nutrientes. Esto permite que el organismo siga en funcionamiento de forma correcta.

A continuación, te vamos a presentar las tres más frecuentes. Ten en cuenta que lo normal es alimentarse siempre de forma oral, aunque existen situaciones donde no es posible. A pesar de ello, el objetivo siempre será recuperar al paciente de la enfermedad que sufra para que se consiga alimentar de forma autónoma.

Tipos de nutrición

Los pacientes hospitalizados pueden ser alimentados por tres vías: oral, enteral y parenteral. Las dos últimas requieren de intervenciones específicas para canalizar una vía de nutrición alternativa, que pueden abarcar desde una simple cateterización venosa periférica hasta una intervención quirúrgica.

1. Nutrición oral

Es la más común. Corresponde al acto de comer tal y como todos lo entendemos. Comprende una serie de procesos que comienzan en la boca por medio de la masticación y que acaban mediante la expulsión de las heces. Es el método más adecuado de alimentarse y de obtener los nutrientes necesarios para la vida. 

La nutrición oral permite la confección de dietas muy diversas, atendiendo a las características individuales de cada persona. Es posible, por ejemplo, plantear una dieta carente en carbohidratos. Estas han demostrado ser útiles para el tratamiento y la prevención de varias patologías.

Es preciso asegurarse de consumir los nutrientes que el organismo necesita para mantener activas sus funciones vitales. También es importante evitar la ingesta de tóxicos, incluyendo el alcohol.

Del mismo modo, es necesario reducir al máximo el aporte de grasas de tipo trans y de azúcares simples, ya que son sustancias capaces de empeorar el estado de salud. Así lo evidencia un estudio publicado en Journal of Hepatology.

La vía oral es el tipo de nutrición más utilizada.
La nutrición por vía oral es la más recomendada, incluso en pacientes hospitalizados, siempre y cuando puedan tolerarla.

2. Nutrición enteral

Existen ciertas circunstancias que pueden condicionar las capacidades de masticación y de deglución, así como la función gástrica de un individuo. Un ejemplo podría ser la existencia de cáncer a nivel oral. Los problemas esofágicos también pueden suponer un impedimento frente a la nutrición oral tradicional.

En este tipo de situaciones, puede ser necesario poner en práctica un método de alimentación enteral. Se trata de un mecanismo que consiste en la introducción de una papilla repleta de nutrientes en el estómago o en el intestino delgado. Se puede realizar de dos formas, por medio de batidos o a través de una sonda nasogástrica.

No obstante, este último método puede conllevar a una serie de complicaciones, tal y como afirma una investigación publicada en Anaesthesiology Intensive Therapy. Estas complicaciones están relacionadas con una incorrecta higiene de la sonda o con el roce contra los epitelios, lo que provoca el debilitamiento de las mucosas.

A partir de aquí es posible crear distintas fórmulas para satisfacer las necesidades nutricionales del individuo en cuestión.

Se pueden crear papillas con mayor o menor contenido en ciertas sustancias, buscando así una correcta nutrición y la reducción de los estados inflamatorios. Recordemos que el objetivo es que el paciente se vuelva a alimentar por sí mismo en el menor tiempo posible.

Cabe destacar que mantener durante mucho tiempo este tipo de alimentación puede generar problemas con la síntesis de determinadas enzimas que se encargan de la descomposición de los alimentos. Puede ser que al volver a la nutrición oral, haya ciertos compuestos que no se asimilen de forma correcta.

3. Nutrición parenteral

Entre los tipos de nutrición, este es el más invasivo y extremo, puesto que se inyecta una solución con nutrientes en una vena. De este modo, las sustancias pasan al sistema circulatorio, a través del cual son distribuidas por todo el organismo.

Es una medida extrema que solo se utiliza en aquellos pacientes que se encuentran en coma o que presentan problemas severos con respecto a la función digestiva. Así lo evidencia un estudio publicado en la revista JAMA.

Este tipo de alimentación está destinada a cubrir los mínimos requerimientos, es decir, aporta los nutrientes esenciales necesarios para la vida en las cantidades recomendadas.

Es habitual que los pacientes alimentados por medio de una vía endovenosa experimenten pérdida significativa de peso, lo que puede llegar a condicionar el estado de salud.

De hecho, se considera que cuanto más se mantenga la nutrición parenteral, mayores serán las secuelas respecto a la asimilación de nutrientes. Por lo que solo se utiliza cuando es estrictamente necesario.

A menudo, también se suelen administrar fármacos por medio de la misma vía, con el objetivo de tratar la enfermedad de base.

Se trata de un método de nutrición frecuente en las unidades de cuidados intensivos, en el que a veces se reduce la alimentación a la administración de una solución de glucosa con ciertos micronutrientes.

Cabe destacar que la ausencia prolongada del aporte de proteínas ha demostrado fomentar patologías como la sarcopenia, lo que resulta desfavorable a mediano plazo.

Los pacientes graves tienden a recibir nutrientes por vía parenteral.
En el caso de los pacientes críticos, la nutrición parenteral es una opción común.

Las diferentes fórmulas en los tipos de nutrición enteral y parenteral

A la hora de pautar nutrición enteral y parenteral, se pueden desarrollar diferentes fórmulas en cuanto al reparto de nutrientes. En este tipo de situaciones existen dos objetivos principales.

El primero de ellos es asegurar la ingesta de sustancias que garanticen la vida. El segundo es promover una regulación de los estados inflamatorios, muchas veces causantes de las diversas disfunciones.

En este sentido, existen nutrientes como los ácidos grasos omega-3 cuya administración se ha relacionado con buenos resultados, desde un punto de vista clínico.

Lo primero que hay que hacer es decidir cuál será el reparto de macronutrientes. Por norma general, y siempre que sea posible, se ha de priorizar el aporte de proteínas y de grasas. De este modo, se reduce la sarcopenia y el catabolismo muscular, asociado siempre a un peor pronóstico. No obstante, en las fórmulas parenterales no siempre es posible por una cuestión de viscosidad del líquido.

Acto seguido, se suele garantizar la presencia de glucosa. Este nutriente es uno de los combustibles preferidos por la mayoría de las células del organismo.

Garantizar que se mantenga la glucemia estable puede llegar a ser determinante, sobre todo en los casos donde existen disfunciones hepáticas que condicionan el metabolismo de los macronutrientes.

La importancia de los micronutrientes

En las fórmulas enterales se suele introducir también una cantidad elevada de micronutrientes, a diferencia de las parenterales.

Suele ser importante garantizar el aporte de hierro y de selenio, para maximizar el aporte de oxígeno y para equilibrar el potencial redox celular (un tipo de reacción química vital para el organismo).

Al mismo tiempo, un cierto contenido en vitaminas puede resultar esencial de cara a modular los niveles inflamatorios y a promocionar una respuesta inmune más consistente.

Tanto la vitamina C como la D son capaces de mejorar la función de defensa del organismo, lo que ayuda a evitar una situación de sepsis o la progresión de una patología infecciosa o no transmisible.

Además, en las fórmulas enterales es posible también la inclusión de polifenoles procedentes de los alimentos de origen vegetal. Mediante estos compuestos se consigue reducir la inflamación sistémica, lo que suele generar un impacto positivo en el paciente.

Es importante reducir al máximo la duración de la nutrición no oral

Tanto la nutrición enteral como la parenteral son características de pacientes encamados, hospitalizados o con patologías graves.

Un buen síntoma de cara a mejorar la supervivencia de los mismos es reducir al máximo posible el tiempo de este método de alimentación, para volver a la nutrición oral cuanto antes.

Hay que tener en cuenta que el ser humano está diseñado para masticar los alimentos. A partir de este proceso de desmenuzado mecánico, se comienzan a poner en marcha una serie de mecanismos que generan repuestas fisiológicas determinadas.

Muchas de ellas condicionan la producción hormonal o enzimática. La ausencia de dicho estímulo puede generar que las rutas fisiológicas se atrofien, generando un problema añadido a medio plazo.

Del mismo modo, la flora intestinal se verá alterada, lo que condicionará la función del intestino y su capacidad de repeler microorganismos patógenos.

Distintos tipos de nutrición son posibles

Es posible alimentarse de varias formas distintas, según las posibilidades de cada persona. Si bien la ideal es la nutrición oral, se han desarrollado otros dos tipos para cubrir las necesidades de aquellos pacientes que presentan problemas de salud moderados o graves.

Hay que tener en cuenta que tanto las fórmulas enterales como las parenterales tienen que estar diseñadas por un profesional o equipo de profesionales especializado.

Es necesario que se pauten muy bien los aportes de nutrientes, para evitar ineficiencias en el funcionamiento del organismo. Cualquier error a este nivel podría resultar fatal.

Además, la administración de dichas fórmulas compete a la función de los enfermeros, que son los que tienen un buen manejo de las sondas y de las vías. Incluso en algunos hospitales son ellos los que calibran las fórmulas nutricionales, aunque lo óptimo sería que hubiese un profesional de la nutrición o un farmacéutico detrás.

Cabe destacar que en ciertas ocasiones es posible la inclusión de suplementos en dichas fórmulas, como puede ser el caso de la glutamina. Estos compuestos consiguen mejorar la recuperación y reducir el tiempo de estancia hospitalaria de algunos pacientes, aunque no todos responden de la misma manera al tratamiento.



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