La metacognición según Dimaggio

La metacognición es una habilidad muy importante que les permite a los seres humanos adaptarse a nuevos ambientes desde el punto de vista psicológico.
La metacognición según Dimaggio
Gorka Jiménez Pajares

Escrito y verificado por el psicólogo Gorka Jiménez Pajares.

Última actualización: 31 mayo, 2023

Tener una metacognición habilidosa significa que somos capaces de pensar de forma adecuada sobre nuestros propios contenidos mentales. En el campo que hoy nos ocupa, Giancarlo Dimaggio ha definido una serie de dominios de la metacognición que podrían ser deficitarios en las personas con algún desorden o trastorno de la personalidad (TP).

En este sentido, las personas con TP muestran serios desafíos para encontrar su lugar en mundo, por definición social. Esto ocurre porque les cuesta demasiado encontrar una flexibilidad a la hora de pensar y de sentir que es extraordinariamente imprescindible para adaptarse de forma saludable al entorno. En consecuencia, ven difícil el hecho de encontrar «sentido de la vida y de las interacciones con sus iguales».

«La metacognición implica ser conocedor del conocimiento de los propios estados mentales y de los estados mentales de otras persoans».

-Amparo Belloch-

¿Qué son los trastornos de la personalidad (TP)?

Los TP caracterizan a las personas que son inflexibles de forma crónica a la hora de percibir, comportarse y sentir. Como resultado, se deterioran los elementos que caracterizan a un funcionamiento del «Yo» saludable, como la cognición, el cómputo total de sentimientos, la habilidad para modular nuestras pulsiones o la forma en que interactuamos con quienes nos rodean.

Estas disfunciones duran, por lo menos, dos años (OMS, 2021) y deterioran de manera potente diversas áreas importantes para el paciente, como el trabajo, las relaciones con personas significativas o los estudios. Además, se produce en la práctica totalidad de las situaciones y su inicio cabe situarlo cuando la persona es adolescente o comienza a ser adulta.

De hecho, la persona se encuentra «cómoda» con su forma de ser. Esto podría parecer un dato chocante, pero la realidad es que el paciente dista de saber qué es y cómo se siente el hecho de «ser de otra forma». En psicología, a esta paradoja se le denomina egosintonía. Producto de lo anterior, es frecuente que las personas con TP «recaigan» una y otra vez en formas antiguas de comportarse, a pesar de las intervenciones.

«Las personas con TP son relativamente inmunes al cambio con el paso del tiempo, medie o no, un tratamiento».

-Amparo Belloch-



Algunas características que se dan en el contexto de los trastornos de la personalidad

En la recientemente publicada guía de diagnóstico de la OMS, se enumeran una serie de características que podrían encontrarse en los diferentes tipos de TP. Así, vamos a mencionar algunas de ellas:

  • Estas personas son tendentes a padecer un intenso grado de neuroticismo, que alude a la probabilidad de experimentar de forma frecuente toda una amalgama de sentimientos aversivos.
  • Son personas propensas a estar desapegadas de su entorno. Para ello, suelen distanciarse tanto con otros individuos (mediante la evitación de interacciones o la evitación de intercambios íntimos); así como de las emociones que sienten (por ejemplo, pueden ser sujetos reservados).
  • Pueden tender a comportarse de forma disruptiva, por ejemplo, mediante la manipulación, la insensibilidad o la explotación de otras personas.
  • También pueden tener problemas relacionados con las pulsiones. Así, se comportan de forma precipitada ante sus contenidos mentales.
  • Suelen ser inflexibles. Esta rigidez les hace querer controlarse a sí mismos y a los demás, lo que les acarrea serias dificultades en el funcionamiento cotidiano.

«Las personas con trastornos de la personalidad tienen problemas marcados en la mayoría de las relaciones y el desempeño de los roles ocupacionales pueden estar comprometidos»

-Organización Mundial de la Salud-

¿Qué es la metacognición?

La metacognición es una habilidad y, en consecuencia, es susceptible de verse entrenada. Se refiere a la aptitud que poseen los seres humanos para razonar acerca de los contenidos de sus propias mentes. Es decir, pensar sobre los pensamientos que experimentamos, pero también hacerlo sobre los sentimientos y las conductas de uno mismo.

Por otro lado, ello implica ser capaces de diferenciar de manera correcta lo que corresponde al universo psíquico de lo que corresponde al mundo real. En determinadas personas, las barreras entre los dos «mundos» pueden ser difusas, dando lugar a lo que Bateman denomina (en Belloch, 2010) «modo equivalente».

Además, existe una habilidad dentro de la metacognición que se encuentra muy deteriorada en ciertos trastornos, como el autismo. Esta habilidad se denomina teoría de la mente e implica tener la certeza de que nuestra forma de pensar y de actuar puede estar sesgada por creencias erróneas. Junto con el déficit anterior, las personas con trastornos de la personalidad pueden comportarse de acuerdo a sus pensamientos, porque ambas cosas son iguales, equivalentes, indivisibles y verdaderas.

«En el modo equivalente, cada representación es vivida como equivalente a la realidad externa».

-Amparo Belloch-

Algunas definiciones del concepto de metacognición

Este término ha sido sometido a debate durante años. En consecuencia, se han generado multitud de definiciones (Bustingorri, 2008):

  • Para Glaser, constituye una habilidad intensamente vinculada con la construcción de nuestro «Yo». Es decir, juega un papel importante en la autoconciencia y en la autorregulación del universo mental.
  • Para Flavell, alude al grado de información del que disponemos sobre nuestra organización psíquica («yo soy buena persona»), sobre sus productos («creo en la bondad», «me siento bien»). A la par, también está implicado en la autoevaluación («al ayudar a Juan, creo que he hecho bien, pero debería también ayudar a Andrés»).
  • Para Carretero, es la forma en que cada persona edifica su propio conocimiento sobre cómo funcionan en términos psicológicos.

Además, cabe hacer otra diferenciación. La información de la que disponemos sobre nosotros mismos es cuánto nos conocemos metacognitivamente, mientras que al hecho de conocer cómo acceder a dicha información se le denomina control metacognitivo. En este sentido, en el ámbito concreto de los TP, presentan dificultades en ambas subhabilidades.



Las funciones metacognitivas según Giancarlo Dimaggio

Una vez que hemos conocido qué es la metacognición, vamos a proceder a describir cuáles son las áreas que sientan sus bases. Para ello, nos basamos en el modelo de metacognición de Giancarlo Dimaggio (Belloch, 2010). Por otra parte, estas áreas estarían alteradas en las personas con TP. Así, encontramos las siguientes.

1. La supervisión o el monitoreo

Imagina que estás en mitad de un evento y te encuentras cenando con tu mejor amigo, Lucas. En este sentido, pregúntate «qué puede estar pensando Lucas» y «cómo se estará sintiendo». Si eres capaz de responder a ambas preguntas, significa que tomando como meta el conocimiento sobre tu propia mente, has sido capaz de encontrar cuáles son los pensamientos y los sentimientos de la persona que tienes enfrente.

Además, esta función va más allá de la mera empatía. Supone ser capaz de conocer cuáles son los elementos que vinculan el pensamiento con el sentimiento. Por ejemplo: «lo que Lucas me dijo sobre mi trabajo me enfadó porque las evalué como agresivas y poco apropiadas». El hecho de que la persona sea capaz de establecer la unión entre ambos componentes (pensamiento y emoción) es una característica definitoria de esta función y se encuentra deteriorada en el contexto de los TP.

«Cuando una persona ejerce adecuadamente las funciones de monitoreo, es capaz de obtener una representación clara de sus estados mentales y de sus procesos psicológicos».

-Amparo Belloch-

2. La diferenciación

«Soñé que iba a ser presidente del Gobierno», «supongo que podría ser astronauta», «sé que tengo poderes mágicos», «fantaseé con el hecho de hacerme un instagramer famoso». En estos ejemplos, el sujeto es capaz de establecer la diferencia entre la ficción y lo que es real. De esta manera, podemos moldear, divertirnos y entretenernos con las múltiples ramificaciones de la realidad.

La metacognición es la capacidad que nos permite hacer estas diferenciaciones. Y, en concreto, la diferenciación es la habilidad que emana de la metacognición. Si todo funciona de forma correcta, podremos distanciarnos de forma crítica de nuestras fantasías. Este aspecto tiende a encontrarse deteriorado en las personas con algún TP.

«En rigor, cada acto mental nuestro, desde el sueño hasta la percepción, se traduce en representaciones».

-Amparo Belloch-

3. La integración

«No sé quién soy, solo sé que soy un caos de contradicciones», «soy tan poco coherente que me siento horrible». La habilidad para estar a gusto y «bailar» entre las propias incoherencias caracteriza a esta función metacognitiva.

Significa que somos capaces de vivir y, sobre todo, de convivir, con aspectos del «Yo» que oscilan entre polos opuestos. «Soy una buena madre», y «soy una estudiante horrible», sin que ninguno de ellos cope la propia identidad: «soy una buena persona, soy una persona horrible». De hecho, a continuación podrás encontrar un ejemplo de un paciente con déficit en esta habilidad.

«Me sentía mal, sola, perdida, y me levanté y me fui al salón. Quería despertar a mis padres, pensaba que me habrían abrazado y consolado. Pensaba también que me habrían criticado. Me habrían dicho ‘también durante la noche tienes que molestar’. Y me subía de la rabia porque no es justo. Sí, y me sentía culpable porque los hago sufrir».

-Amparo Belloch-

4. El descentramiento

Se puede conocer con relativa facilidad qué es lo que motiva a otras personas, qué sienten o qué pensamientos albergan. Sin embargo, es más difícil hacerlo sin que las propias emociones enturbien este vínculo. En este sentido, esta función metacognitiva consiste en la capacidad para empatizar, sin que medien los propios contenidos mentales. Es decir, implica la ausencia de la conducta egocéntrica en el proceso de la empatía.

«La posibilidad de descentrarse presupone la capacidad de comprender la mente, pero esta última no comporta, de por sí, la capacidad de asumir una perspectiva descentrada».

-Amparo Belloch-

Como hemos visto, la metacognición es un área muy extensa y compleja. Abarca multitud de facetas que adquieren una relevancia sobresaliente en el campo de la psicopatología. Es por ello que es necesario seguir investigando a este respecto, con el fin de que seamos capaces de desarrollar intervenciones más focalizadas en esta habilidad, para que los pacientes puedan recuperarse y los cambios se mantengan con el devenir del tiempo.



  • American Psychiatric Association (2014). DSM-5. Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5: DSM-5®. Spanish Edition of the Desk Reference to the Diagnostic Criteria From DSM-5® (1.a ed.). Editorial Médica Panamericana.
  • Belloch, A. (2023). Manual de psicopatología, vol II. Mc-Graw Hill.
  • Organización Mundial de la Salud (2019). Clasificación internacional de enfermedades, 11.ª edición. Organización Mundial de la Salud. https://icd.who.int/es
  • Belloch, A. (2010). Tratado de trastornos de la personalidad. Síntesis.
  • Osses, S., Jaramillo, S. (2008). Metacognición: un camino para aprender a aprender. Estudios pedagógicos (Valdivia), 34(1), 187-197. https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-07052008000100011

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