Diferencia entre preocupación y obsesión

Las preocupaciones son pensamientos normales en el día a día, sobre todo si tenemos en cuenta que la sociedad actual está repleta de estímulos. Por desgracia, en ocasiones pueden desarrollarse obsesiones complejas. Te lo explicamos.
Diferencia entre preocupación y obsesión
Samuel Antonio Sánchez Amador

Escrito y verificado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 30 septiembre, 2021

A día de hoy, el ser humano experimenta una rutina muy demandante. No solo hay que destacar en el ámbito laboral, sino que es necesario mantener un hogar, la salud mental e, incluso, un núcleo familiar. Es normal notar que las sensaciones negativas dominan tu mente en algunos momentos de la vida, pero no toda emoción continuada es sana. ¿Conoces la diferencia entre preocupación y obsesión?

Estar preocupado por un tema es normal, pero repetirlo de forma cíclica en tu mente puede convertirse en un problema psicológico. También debes tener en cuenta que existen personas con cierta tendencia a obsesionarse con lo que les preocupa, razón por la cual el límite entre ambos términos puede ser un poco difuso. Si quieres saber más sobre el tema, sigue leyendo.

Preocupación, estrés, ansiedad y obsesión

Antes de explorar las diferencias entre preocupación y obsesión, es necesario seguir una escala lógica de un extremo a otro. Para ejemplificar la sucesión de emociones que experimenta el ser humano, tenemos que factorizar también los conceptos “estrés” y “ansiedad”. Te los definimos en las siguientes líneas de forma somera.

Preocupación

El Diccionario de Oxford define la preocupación como ‘un estado de desasosiego, inquietud o temor producido ante una situación difícil o un problema’. También se puede concebir como una cuestión o asunto en el que una persona centra su atención o interés de forma repetida.

A nivel psicológico, la preocupación es un conjunto de pensamientos, imágenes y acciones negativas que se manifiestan de forma repetitiva (e incontrolable) cuya finalidad es solventar o evitar riesgos potenciales y sus consecuencias. El sujeto preocupado lleva una conversación interna consigo mismo que le impide concentrarse en otros sucesos.

La preocupación es parte de la perseverancia cognitiva, un término que engloba los procesos que desembocan en pensamientos negativos con respecto al pasado y el futuro. En este grupo también se puede encontrar la rumiación y el sentimiento de inquietud. De todas formas, cabe destacar que estar preocupado de forma justificada es una respuesta psicológica natural.

La preocupación, por sí sola, no representa un trastorno psiquiátrico.

Estrés

Las diferencia entre preocupación y obsesión pasan por comprender el estrés y su influencia
Hoy en día, solemos asociar muchas actividades de la vida diaria con el estrés, en especial en el entorno laboral.

“Estrés” y “preocupación” son dos términos que van de la mano. De todas formas, el que nos atañe en este apartado es bastante más primal y físico que el que acabamos de describir. Tal y como indica la Biblioteca de Medicina de los Estados Unidos, el estrés es la reacción corporal ante un desafío o una demanda. Además, no solo los humanos lo padecemos.

El estrés fisiológico y biológico es la respuesta que todo ser vivo (planta, microorganismo o animal) genera ante la presencia de un estresor, sobre todo si este está presente en el ambiente. En nuestra especie, el sistema nervioso autónomo (SNA) y el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA) son los dos sistemas principales que controlan esta reacción.

El estrés se puede clasificar en 2 grandes grupos:

  1. Estrés agudo: es una respuesta fisiológica normal y se presenta por un periodo de tiempo corto ante la presencia de un estresor.
  2. Estrés crónico: todo cuadro de estrés que se mantenga por semanas o meses se considera crónico. En este caso, la reacción fisiológica se mantiene a pesar de que el estresor no esté presente de forma directa en el entorno.

Cuando el ser humano percibe un estresor, los sistemas citados se activan, tiene lugar la liberación de hormonas y neurotransmisores y se produce una respuesta de lucha o huida. Esto se traduce en un aumento de las pulsaciones, vasoconstricción, lipólisis (degradación de triglicéridos), glucogenólisis (degradación del glucógeno), sudoración y disminución de la actividad intestinal.

El estrés nos prepara para centrar toda nuestra energía en sobrevivir.

Ansiedad

En el siguiente peldaño de las emociones humanas nos encontramos con la ansiedad. La preocupación es uno de los dos elementos esenciales de este estado emocional, siendo el segundo el componente de emocionalidad. Este último término hace referencia a la capacidad de sentir la sensación de preocupación, es decir, los síntomas físicos que esto genera.

Así pues, se puede decir de forma general que la ansiedad es la suma de un elemento cognitivo (preocupación) y la respuesta fisiológica que esto conlleva (estrés). Además, esta emoción va más allá de lo citado hasta ahora, pues se concibe como una reacción excesiva a un evento que se ve como amenazante de forma subjetiva. 

Más allá de los signos citados en el apartado del estrés, en el cuadro de ansiedad se experimenta tensión muscular, falta de descanso, fatiga, inhabilidad para respirar de la forma adecuada, problemas de concentración y malestar en la zona abdominal. Por otro lado, esta emoción se puede escindir en 4 frentes diferentes:

  1. Duración de la emoción: mientras que el miedo y la respuesta de estrés agudo son cortas, la ansiedad se instaura a largo plazo.
  2. Escala temporal: el estrés fisiológico se presenta en el momento, pero la ansiedad focaliza su atención en eventos futuros.
  3. Especificidad de la amenaza: la ansiedad se ve propiciada por sucesos o eventos difusos y percibidos de forma subjetiva.
  4. Dirección: el miedo y el estrés puntual propician que escapemos de una situación dañina concreta. Por otro lado, la ansiedad genera una cautela excesiva que interfiere con otros mecanismos psicológicos normales.

Así pues, podemos concluir en este frente que la preocupación y el estrés son dos componentes esenciales para comprender la ansiedad. Esta emoción es compleja, subjetiva y se instaura a largo plazo. Si la ansiedad se experimenta por un periodo de más de 6 meses, se puede asumir que el paciente presenta un trastorno de ansiedad generalizada (TAG).

Preocupación + estrés físico = ansiedad

Obsesión

Acercándonos a la diferencia principal entre preocupación y obsesión, en última instancia nos encontramos con la obsesión. Este término (traducido al inglés como fixation o intrusive thought) es definido por la Real Academia Española de la Lengua (RAE) como una perturbación anímica provocada por una idea fija o recurrente que asalta la mente humana con persistencia.

La obsesión se asocia a muchos cuadros psicológicos, como el trastorno obsesivo-compulsivo (OCD o TOC), la depresión, el trastorno dismórfico corporal (TDC) y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Los pensamientos obsesivos pueden llegar a ser paralizantes, provocan ansiedad e, incluso, se vinculan con cuadros psicóticos.

No todos los pensamientos intrusivos son obsesivos, pero todos los cuadros obsesivos se presentan con este tipo de pensamientos. Las obsesiones pueden tomar diferentes formas y te presentamos algunas de ellas en las siguientes líneas.

Agresiva

Los pensamientos obsesivos pueden incluir la necesidad imperiosa de dañarse a uno mismo o a los demás. Esto se manifiesta al pensar en tirarse a las vías del tren, saltar a distancias muy altas, lesionar a una persona vulnerable, hacer algo violento en una reunión familiar y otras muchas cosas más.

Estos pensamientos agresivos se pueden relacionar con el TOC primariamente obsesivo, pero de forma esporádica no son necesariamente malos. Todos hemos pensado alguna vez en “qué pasaría si…”, pero no tiene por qué relacionarse con una enfermedad mental si no es algo demasiado recurrente.

Sexual

Una diferencia entre preocupación y obsesión es que esta última se puede manifestar de forma crónica en el ámbito sexual. Los pensamientos obsesivos que involucran el coito o todo lo relacionado con él son extremadamente comunes en el contexto de los trastornos obsesivo-compulsivos. Preocuparse por el acto sexual es normal, pero obsesionarse con él no.

Según el portal profesional Healthline, estos son algunos de los síntomas que indican obsesión sexual:

  1. Fantasías y pensamientos constantes y crónicos que hacen referencia al acto sexual.
  2. Relaciones compulsivas con muchas personas, incluyendo extraños.
  3. Expresión de mecanismos (como las mentiras) para cubrir las conductas reales del paciente.
  4. Preocupación constante relacionada con la realización del acto sexual. Esto puede afectar a la productividad, socialidad y bienestar individual.
  5. Incapacidad para frenar las conductas derivadas de la obsesión.
  6. Puesta en peligro de los compañeros con intenciones sexuales.
  7. Sentimiento de culpa y remordimiento tras el acto sexual.

Según estudios, la prevalencia de las conductas sexuales compulsivas se estima en un 3-6 % de la población adulta en países como Estados Unidos. A pesar de que la condición es más común de lo que parece, muchos pacientes nunca buscan ayuda por vergüenza y miedo a juicios ajenos.

Religiosa

El término escrupulosidad hace referencia a un trastorno psicológico que se caracteriza por un sentimiento de culpa y obsesión asociado con cuestiones religiosas y de fe. Este cuadro psicológico es desadaptativo, angustiante y obsesivo por definición.

La escrupulosidad y los “pensamientos blasfemos” que la acompañan son, de nuevo, síntomas englobados en el trastorno obsesivo-compulsivo específico. Algunos de los signos más comunes de esta obsesión son los siguientes:

  1. Pensamientos repetitivos sobre ser pecador, deshonesto y falto de integridad.
  2. Rumiación y obsesión sobre errores pasados y posibles comportamientos relacionados con el pecado.
  3. Miedo excesivo ante la posibilidad de llevar a cabo un acto blasfemo.
  4. Fijación excesiva en el pensamiento religioso y la perfección moral.
  5. Pensamientos sexuales no deseados relacionados con figuras religiosas.
  6. Pensamientos repetidos sobre el castigo y la condena eterna.
  7. Miedo irracional al creer que las personas allegadas van a acabar en el infierno.

Las personas con pensamientos obsesivos religiosos realizarán compulsiones (reductores de ansiedad) para evitar el malestar que le generan sus obsesiones, tal y como indica The Gateaway Institute. Esto incluye el confesarse al pastor de forma constante, la evitación de objetos y situaciones moralmente dudosos, la lectura compulsiva de la biblia y otras conductas.

La diferencia esencial entre preocupación y obsesión

Las diferencia entre preocupación y obsesión son amplias
Las manifestaciones, la periodicidad, los estímulos desencadenantes y las consecuencias pueden variar ampliamente entre una preocupación y una obsesión.

A lo largo de todas estas líneas hemos ejemplificado cuál es la diferencia real entre preocupación y obsesión. Las preocupaciones son pensamientos normales que suceden como anticipación a un problema o a sus consecuencias. Junto con el estrés físico y los síntomas que generan son causantes de los cuadros de ansiedad.

Por otro lado, una obsesión es una idea fija y recurrente no natural que suele asociarse a varios cuadros psicológicos, sobre todo el trastorno obsesivo-compulsivo (OCD).

Mientras que las preocupaciones suelen extenderse a todos los ámbitos posibles (dinero, cambio climático, inseguridad laboral y otras), las obsesiones son eminentemente agresivas, sexuales y religiosas (aunque existen más).

Además, es necesario establecer una distinción clave más. Las obsesiones suelen acompañarse de compulsiones (comportamientos repetitivos o actos mentales que tienen como objetivo reducir la ansiedad), mientras que las preocupaciones conllevan una serie de conductas lógicas encaminadas a evitar que el problema inicial se magnifique.

El trastorno obsesivo-compulsivo y las obsesiones

Si estás buscando la diferencia entre preocupación y obsesión, es probable que hayas observado en tus patrones de pensamiento algo alarmante. Entender qué es el TOC y cuáles son sus síntomas principales es esencial para diferenciar la normalidad de lo patológico. Por ello, dedicamos estas líneas finales a entender qué es realmente el trastorno obsesivo-compulsivo.

Tal y como indica el National Health Service (NHS), el TOC se divide en 3 frentes diferentes:

  • Obsesiones: estas han sido el objeto de la mayoría del espacio. Como hemos dicho, son pensamientos intrusivos constantes de naturaleza variable.
  • Emociones: vinculamos este grupo con apuntes anteriores, ya que las obesiones provocan sentimientos crónicos y graves de ansiedad o estrés.
  • Compulsiones: son actos repetitivos que buscan aliviar los síntomas generados por las obsesiones.

Las compulsiones se diferencian de otras emociones humanas normales en su repetitividad y en la imposibilidad a la hora de controlarlas. Algunas de las más comunes son limpiar en exceso, lavarse las manos de forma constante, contar hasta cierto número, ordenar elementos del hogar, preguntar por reafirmación y repetir palabras concretas en la cabeza.

Tal y como indica el portal médico Statpearls, la prevalencia del TOC a lo largo de la vida oscila el 1,6-2,3 %. La edad media del inicio sintomático son los 19 años y el 50 % de los pacientes comienzan a notar los signos clínicos durante la niñez y la adolescencia. Es muy raro que un cuadro de TOC comience a partir de los 40 años.

El 90 % de las personas con TOC tienen otros trastornos asociados, sobre todo los relacionados con la ansiedad crónica.

Preocupación y obsesión: dos conceptos muy diferentes

Como habrás podido comprobar a lo largo de este espacio, la diferencia entre preocupación y obsesión es muy clara. El primer tipo de pensamiento es normal y adaptativo, mientras que el segundo representa un trastorno psicológico, en especial el TOC. Aunque las obsesiones puedan estar presentes en otros cuadros, se asocian de forma inequívoca al TOC.

Si sientes que tus preocupaciones dominan tu día a día y aparecen de forma intrusiva, quizá debas acudir a un profesional psiquiátrico. Sea TOC o no, lo mejor es obtener herramientas para manejar las emociones y pensamientos negativos antes de que se cronifiquen.




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.