Adicciones

Como ocurre en las adicciones químicas, las personas adictas a una determinada conducta experimentan, cuando no pueden llevarla a cabo, un síndrome de abstinencia. Este se caracteriza por la presencia de un profundo malestar emocional.
Adicciones
Paula Villasante

Escrito y verificado por la psicóloga Paula Villasante.

Última actualización: 14 octubre, 2019

Según el Diccionario de la Real Academia Española, la adicción se define como la dependencia del consumo de alguna sustancia o de la práctica de una actividad. Así, cuando hablamos de adicciones, normalmente, hacemos referencia a la drogodependencia.

Sin embargo, se ha descubierto que el elemento esencial de todos los trastornos adictivos es la falta de control. De esta manera, podría decirse que la base de todas las adicciones es el descontrol que la persona tiene sobre cierta conducta.

Al principio, esta conducta puede resultar placentera. Pero, con el tiempo, la persona que sufre la adicción puede ver como esta se hace con el dominio de su vida.

Actualmente, las adicciones no se limitan a las conductas generadas por el consumo incontrolable de sustancias. Algunos ejemplos de estas sustancias son el alcohol, el tabaco, el cannabis o las anfetaminas.

En la actualidad, existen también hábitos de conducta aparentemente inofensivos que, en determinadas circunstancias, pueden convertirse en adictivos e interferir gravemente en la vida cotidiana de las personas afectadas.

Adicción clásica: al abuso de sustancias

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La adicción a drogas o sustancias es un trastorno prototípico del sistema de recompensa neuronal. Se ha sugerido que las drogas ‘secuestran’ este sistema e inducen formas potentes de aprendizaje por refuerzo, lo que resulta en secuencias aberrantes, aumento de la búsqueda de drogas y comportamiento asociado al consumo de drogas.

Así, las transiciones hipotéticas de los comportamientos de acción-resultado (es decir, dirigidos al objetivo) a la respuesta habitual en la adicción se han relacionado con los circuitos en cascada de los ganglios basales.

Una perspectiva alternativa pero posiblemente relacionada es la hipótesis motivacional del oponente , quizá más relevante para la adicción al opiáceo y al alcohol. Esta hipótesis también invoca fenómenos físicos y subjetivos como el deseo, la tolerancia y la abstinencia. El creciente análisis del juego compulsivo está tomando el mismo curso.

Las adicciones conductuales

Como ocurre en las adicciones químicas, las personas adictas a determinadas conductas experimentan, cuando no pueden llevarlas a cabo, un síndrome de abstinencia. Este se caracteriza por la presencia de un profundo malestar emocional.

Cuando la adicción conductual avanza, los comportamientos se vuelven automáticos, son activados por las emociones e impulsos, con pobre control cognitivo y autocrítica sobre ellos. Así, el aspecto nuclear de la adicción conductual no es el tipo de conducta implicada, sino la forma de relación que el sujeto establece con ella.

Sin embargo, en palabras del investigador Echeburúa, cualquier actividad normal que resulte placentera para un individuo puede convertirse en una conducta adictiva. Lo esencial del trastorno es que la persona pierde el control sobre la actividad elegida y continúa con ella a pesar de sus consecuencias adversas.

Resumidamente, si una persona pierde el control sobre una conducta placentera, que luego destaca y sobresale del resto de actividades de su vida, se ha convertido en un adicto conductual. Los síntomas principales de una adicción conductual son:

  • Intenso deseo, ansia o necesidad imparable de concretar la actividad placentera.
  • Pérdida progresiva del control sobre la misma.
  • Descuido de las actividades habituales previas.
  • Negación de la presencia de un problema.
  • Progresiva focalización de las relaciones, actividades e intereses en torno a la adicción.
  • Irritabilidad y malestar ante la imposibilidad de concretar el patrón o secuencia adictiva (abstinencia).
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Así, la investigación apunta a que el consumo de ciertas sustancias o drogas produce en el sistema nervioso un aumento de dopamina, que conduce a una sensación de euforia. El aumento de la dopamina puede generarse a través de otro tipo de conductas como el juego problemático, las relaciones sexuales descontroladas o las compras compulsivas.

Las adicciones conductuales más frecuentes son:

  • Trastorno por juegos de apuestas (ludopatía o juego patológico).
  • Adicción a internet y a las nuevas tecnologías virtuales.
  • Compras compulsivas (oniomanía).
  • Adicción al sexo.
  • Adicción al trabajo.

Semejanzas entre adicciones a sustancias y adicciones conductuales

Así, la evidencia sugiere que hay claras similitudes entre las adicciones conductuales y las adicciones a sustancias. Estas son:

  • Clínica y fenomenología.
  • Comorbilidad.
  • Tolerancia y abstinencia.
  • Historia natural.
  • Aspectos genéticos superpuestos.
  • Circuitos neurológicos implicados.
  • Respuestas al tratamiento.

Caracterización de las adicciones en el DSM-5

En la publicación del último manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) en 2013 se propone una nueva categoría sobre las adicciones. Esta se denomina ‘Trastornos adictivos y relacionados a sustancias’. En este nuevo capítulo se incluyen:

  • Trastornos relacionados a sustancias.
  • Trastornos no relacionados a sustancias.

Para concluir, parece que hemos de comenzar a tener más en cuenta las adicciones conductuales. No son menos importantes que las adicciones a sustancias y pueden causar graves consecuencias para quienes las padezcan. Darles la importancia que se merecen permitirá que se sigan desarrollando técnicas y recursos tanto para sus tratamientos como para sus diagnósticos.



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