Síndrome de Cushing: síntomas, causas y tratamientos

El síndrome de Cushing es una patología rara, pues no se estiman más de 40 casos por cada millón de habitantes. Tiene un patrón de presentación sistémico y los síntomas son inespecíficos.
Síndrome de Cushing: síntomas, causas y tratamientos
Samuel Antonio Sánchez Amador

Escrito y verificado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 15 mayo, 2021

El síndrome de Cushing, también conocido como hipercortisolismo, es un trastorno hormonal caracterizado por la exposición prolongada a un exceso de cortisol, una hormona esteroidea sintetizada en la capa fascicular de la corteza de la glándula suprarrenal. Esta patología tiene una prevalencia muy baja: 35-40 casos por cada 1 000 000 de habitantes.

Los síntomas de la patología son muy variables entre cada paciente, por lo que el diagnóstico puede hacerse muy complejo en los casos en los que los signos clínicos son más sutiles. Si quieres conocer más sobre esta enfermedad de naturaleza hormonal tan rara como interesante a nivel clínico, sigue leyendo.

La importancia del cortisol en el organismo

El síndrome de Cushing y el cortisol.
Las hormonas son liberadas y circulan por los vasos sanguíneos a todos los tejidos del cuerpo.

El cortisol es una hormona esteroidea de tipo glucocorticoide, es decir, que participa en el metabolismo de los carbohidratos almacenados en el sistema corporal —entre otras muchas cosas—. Esta importantísima biomolécula se sintetiza en las glándulas adrenales, ubicadas encima de cada uno de los riñones del plano corporal.

Esta hormona se sintetiza a partir del colesterol y la hormona adrenocorticótropa (ACTH), producida en la hipófisis, estimula su síntesis y liberación. Tal y como indica la Clínica Mayo, se asocia de forma histórica al estrés, ya que se libera de manera autolimitada en momentos de amenaza y peligro.

Funciones del cortisol a nivel fisiológico

Ente las funciones de esta hormona tan esencial, destacamos las siguientes:

  1. Sistema inmune: los glucocorticoides inducen la apoptosis de los linfocitos T proinflamatorios, suprimen la síntesis de anticuerpos por los linfocitos B y reducen la migración de neutrófilos en los eventos inflamatorios. Por estas razones, el cortisol se considera uno de los inmunosupresores por excelencia.
  2. Respuesta al estrés: en momentos de estrés, el sistema nervioso simpático (SNS) se activa. La amígdala envía señales de peligro al hipotálamo, que “despierta” al SNS y se liberan promotores de sensaciones estresantes, como la epinefrina y el cortisol. Esta última hormona permite al ser humano estar alerta de forma prolongada.
  3. Homeostasis de glucosa y proteínas: la presencia de cortisol en sangre promueve el metabolismo de hidratos de carbono, proteínas y grasas. A nivel práctico, esto se traduce en un aumento de glucosa circulante y más cantidad de nutrientes inmediatos para el cerebro. En momentos de peligro, es necesario usar la energía almacenada.

A nivel fisiológico, es importante destacar que el cortisol promueve la quema de energía en varios frentes. En los músculos, por ejemplo, fomenta que se degraden proteínas y, a partir de aminoácidos no glucídicos, se sintetice glucosa (gluconeogénesis). También permite la degradación de las grasas en el tejido adiposo y la síntesis de glucosa en el hígado.

En la práctica, esto se traduce en más energía para llevar a cabo una respuesta de huida y/o lucha. Por todas estas razones, el cortisol se considera de forma universal la hormona del estrés por excelencia. Por desgracia, la exposición prolongada a ella puede pasar factura a largo plazo.

La sobreexposición al cortisol por estrés puede provocar muchas cosas: ansiedad, depresión, problemas intestinales y desajustes del sueño, entre otros eventos.

¿Qué es el síndrome de Cushing y qué lo causa?

Esta extensa introducción era necesaria, pues es imposible comprender la patología sin la descripción previa de la hormona que aquí nos atañe. Tal y como indica el portal StatPearlsel síndrome de Cushing se caracteriza por una exposición prolongada en el paciente a niveles de cortisol excesivos.

Existen 2 grandes grupos en los que se engloban los pacientes con síndrome de Cushing: con hipercortisolismo endógeno y con hipercortisolismo exógeno. La variante exógena es la más común y su causa es iatrogénica, es decir, surge como consecuencia de un tratamiento prolongado de glucocorticoides.

Por otro lado, el hipercortisolismo endógeno ocurre por una sobreproducción de la hormona en las glándulas adrenales, que puede ser ACTH-dependiente o independiente. En este caso, un adenoma en la pituitaria es responsable del 80 % de los cuadros clínicos. Veamos de forma más extensa los posibles desencadenantes de este síndrome.

1. Uso prolongado de glucocorticoides

El consumo de ciertos glucocorticoides como tratamiento ante una enfermedad grave —como la prednisona o la dexametasona— puede desencadenar un hipercortisolismo exógeno. Estos se suelen utilizar de forma prolongada en pacientes con enfermedades autoinmunes crónicas, pues como hemos dicho, estos precursores hormonales son inmunodepresores.

Por ello, tal y como indica el portal MSD Manuals los pacientes con asma, artritis reumatoide o lupus eritematoso sistémico bajo estos tratamientos son más proclives a desarrollar síndrome de Cushing. A veces esta patología puede aparecer, incluso, cuando los glucocorticoides se inhalan o se utilizan en forma de cremas tópicas.

Aunque parezca irónico, la toma prolongada de glucocorticoides también puede desembocar en la disfuncionalidad de las glándulas suprarrenales. A largo plazo, esto se traduciría en falta de cortisol.

2. Causas ACTH-dependientes

Cuando hablamos de las causas ACTH-dependientes, nos referimos a que juega un papel esencial en el desarrollo de la enfermedad la hormona adrenocorticótropa, liberada en la hipófisis. Según el OrphaNet Journal of Rare Diseasesel 80 % de los hipercortisolismos ACTH-dependientes aparecen por un microadenoma en la pituitaria.

Como su nombre indica, un adenoma pituitario es un tumor —de forma usual menor a 5 milímetros— que aparece en la glándula pituitaria. La mayoría son de crecimiento lento y benignos, así que no se engloban dentro de grupos cancerígenos. Sin embargo, a medida que crecen, pueden presionar estructuras cercanas y provocar complicaciones serias.

El compromiso de zonas accesorias a la tumefacción se conoce como “efecto de masa”. Además, estos microadenomas pueden promover que la pituitaria libere más ACTH, lo que se traduce en una hiperestimulación de las glándulas adrenales. Cuanta más ACTH, más cortisol se liberará al torrente sanguíneo del paciente.

Otra causa ACTH dependiente es la secreción ectópica de la hormona adrenocorticótropa. No es nada común.

3. Causas ACTH-independientes

En la variante anterior, las glándulas adrenales son hiperestimuladas, pero estas no presentan ninguna disfuncionalidad. Este escenario es el contrario, ya que los adenomas benignos o los cánceres se desarrollan directamente en el tejido glandular adrenal. Son raros, pues representan solo el 10 % de los hipercortisolismos endógenos, tal y como indica el portal Elsevier.

Síntomas generales del síndrome de Cushing

Síndrome de Cushing y aumento de peso.
El aumento de la circunferencia abdominal es común en estos pacientes.

Como hemos dicho con anterioridad, el síndrome de Cushing se puede manifestar de muchas formas distintas. Aun así, fuentes ya citadas nos ayudan a presentarte la siguiente lista, con algunos de los signos clínicos más comunes:

  1. Obesidad: este sobrepeso se caracteriza por una deposición de tejido adiposo de forma centrípeta. El rasgo más común a nivel anatómico es el depósito de grasa en la cara (cara de luna llena).
  2. Signos de pérdida de proteínas en el organismo: piel fina, zona abdominal amoratada-rojiza, estrías cutáneas muy evidentes en zonas de deposición de tejido adiposo, facilidad para presentar moretones y dificultad a la hora de sanar una herida. También es común la lenta pero constante atrofia muscular de las extremidades inferiores.
  3. Resorción ósea: como el cortisol promueve la movilización de nutrientes, puede tratar de obtener energía del tejido óseo. La resorción ósea provoca que los huesos se debiliten, lo que se puede traducir en osteoporosis. Un paciente con osteoporosis presenta mucha facilidad para fracturarse los huesos.
  4. Presión arterial alta.
  5. Sistema inmune deprimido: como hemos dicho, el cortisol es un inmunosupresor excelente. Por desgracia, a largo plazo, esto se traduce en una mayor facilidad para contraer infecciones y que sea mucho más difícil recuperarse de ellas.
  6. Disfunción gonadal e hiperandrogenismo: en mujeres, esto se traduce en hirsutismo facial e irregularidad menstrual, entre otras cosas.

Como puedes ver, los síntomas generales son difusos y sistémicos. De todas formas, la hipertensión, la deposición adiposa localizada, la osteoporosis y la facilidad para sufrir infecciones son unas de las piedras angulares que indican la presencia del síndrome de Cushing.

Diagnóstico del síndrome de Cushing

Diagnosticar el síndrome de Cushing cuando ya se han desarrollado todos los síntomas es relativamente fácil, pero la intención es poder detectarlo mucho antes de que esto ocurra. Por ejemplo, los daños óseos provocados en la osteoporosis son irreversibles, así que frenar la condición cuanto antes es esencial para el bienestar del paciente.

Según el NIH, no existe una prueba laboratorial o genética que confirme del todo esta condición, pero sí que se pueden realizar una serie de procedimientos en laboratorio que indican su existencia. El primer paso en todos los casos es otorgarle al profesional de salud una lista con todos los medicamentos que el paciente consume, para ver si entre ellos hay glucocorticoides.

Tras ello, se recurre a la prueba del cortisol en la orina, saliva y/o sangre. El valor normal de la hormona en la orina es menor de 60 microgramos/dia, el de la saliva menor de 0,75 microgramos/mililitro (por la mañana) y en sangre 8,7 a 22 microgramos/decilitro. Un valor por encima de estos parámetros es un claro indicio de síndrome de Cushing.

Una vez se realizan estas pruebas varias veces y a distintas horas del día, toca encontrar la causa del hipercortisolismo. Para ello, se usan técnicas como la prueba de estimulación de la CRH, prueba de supresión con dosis alta de dexametasona e imágenes radiológicas, para detectar posibles anormalidades en las glándulas implicadas.

Tratamiento

Como podrás imaginar, el tratamiento es muy diferente si el paciente tiene un microadenoma en la pituitaria o si la causa de la enfermedad es el consumo de glucocorticoides. En el último caso, el paso lógico es reducir el tratamiento con los fármacos causales o, en su defecto, sustituirlos por otros medicamentos que no contengan glucocorticoides.

Si un tumor en la pituitaria es el causante del síndrome, toca recurrir a un procedimiento quirúrgico. Esta reporta una invasividad mínima, ya que la cirugía es transesfenoidal (TSS, a través de la nariz). En el caso de que el adenoma sea pequeño, la tasa de éxito y la remisión sintomática alcanza el 90 %. Vale decir que el pronóstico es bueno.

En el caso de que el tumor esté en las glándulas adrenales, la intervención se focaliza en la zona abdominal (riñones). Tras la operación, suele ser necesario que el paciente consuma medicamentos de reemplazo de cortisol. Debido al periodo de recuperación lenta, el tratamiento posquirúrgico puede demorarse por un año.

Algunos pacientes nunca recuperan la función de las glándulas adrenales. En estos casos, toca tomar medicamentos de reemplazo vitalicios.

Una patología rara

Como hemos dicho en líneas anteriores, no se estiman más de 40 casos por cada 1 000 000 de habitantes. Los adenomas pituitarios pueden llegar a afectar hasta al 20 % de todas las personas en algún momento de su vida, pero esto no siempre se traduce en síndrome de Cushing. Los síntomas dependen de la extensión del tumor y las zonas que comprometa.

De todas formas, detectar el síndrome de Cushing a tiempo es esencial para ponerle fin. La osteoporosis, la hipertensión y la inmunosupresión pueden causar complicaciones graves a largo plazo si no se abordan con presteza. Por estas razones, ante cualquiera de los síntomas citados, te recomendamos que acudas con presteza al médico.




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.