Presión arterial sistólica y diastólica: en qué consisten y cómo se diferencian

La presión arterial sistólica y diastólica son los valores que permiten determinar la cantidad de presión ejercida sobre los vasos sanguíneos. Se miden en milímetros de mercurio (mm Hg).
Presión arterial sistólica y diastólica: en qué consisten y cómo se diferencian
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Última actualización: 22 junio, 2021

Los valores de la presión sanguínea se miden con dos parámetros: la presión arterial sistólica y la diastólica. Ambas contabilizan la cantidad de presión que se ejerce sobre los vasos sanguíneos cuando el corazón late. Una lo hace cuando el corazón se contrae (sístole) y la otra cuando se relaja (diástole).

La medición y control de estos valores es muy importante. Los desequilibrios están relacionados con complicaciones que pueden poner en riesgo la vida. Cuando la presión se encuentra elevada se denomina hipertensión arterial y cuando está muy baja es hipotensión. Ambas afecciones deben valorarse en su contexto.

Durante el día la presión sanguínea varía de acuerdo con la actividad física, la dieta, el estrés, la posición del cuerpo, la interacción con fármacos e incluso con la temperatura del ambiente. Veamos en qué se diferencia la presión arterial sistólica y diastólica y qué complicaciones están relacionadas con ellas.

Presión arterial sistólica

La presión arterial sistólica es aquella que se produce cuando el corazón se contrae (en el proceso conocido como sístole). Durante la sístole las cámaras del corazón bombean sangre al resto del cuerpo. Debido a ello, la presión sanguínea es superior. La presión sistólica, por tanto, corresponde al valor más alto.

Para medir la presión arterial se utiliza la unidad milímetros de mercurio, simbolizado como mm Hg. Aunque en teoría la unidad internacional para la presión sanguínea debería ser el pascalio (Pa), se prefieren los milímetros de mercurio por funcionalidad. La presión sistólica también se conoce informalmente como presión máxima o alta.

Siguiendo los datos de la American Heart Association, sus valores normales son iguales o inferiores a 120 mm Hg. Las estimaciones globales y por países de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sin embargo, dan cuenta de que el valor normal para la presión sistólica no siempre es el estándar.

Sístoles del corazón.
Cuando el corazón se contrae es la sístole. Allí se establecen los valores de la presión sistólica.

Presión arterial sistólica elevada

La presión arterial sistólica se encuentra elevada cuando supera los 120 mm Hg. Son muchas las razones por las que este valor puede aumentar, entre las que se encuentra el ejercicio.

Se sabe que la presión sistólica puede llegar a elevarse hasta 210 mm Hg durante la actividad física. Esto se debe al esfuerzo que se genera en el proceso y la compensación que hace el corazón para soportarlo.

El estrés, la ingesta elevada de sodio, la obesidad, fumar y beber alcohol, la interacción del organismo con algunos fármacos y condiciones de salud subyacentes también pueden provocar la suba de la presión arterial sistólica. Aunque en el primer caso los atletas no se exponen a mayores riesgos, la subida de tensión por las razones anteriores pueden ser peligrosas.

Por ejemplo, y como bien nos recuerda Harvard Health Publishing, el aumento de la tensión sistólica está relacionado con un mayor riesgo de padecer de accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardíacas, entre otras cosas. Cuando el valor elevado es permanente se diagnostica al paciente con hipertensión.

Presión arterial sistólica baja

La otra cara de la moneda la encontramos en la presión sistólica baja. En este caso no existe un valor estándar que determine cuándo se puede diagnosticar. Lecturas iguales o menores a 100 mm Hg se consideran por debajo de lo normal. El sexo, la edad, la ingesta de medicamentos y el embarazo sirven de guía para determinar su espectro.

Por lo general, se considera que la presión sistólica está baja cuando genera síntomas. Los más comunes son los mareos, el aturdimiento, la pérdida del equilibrio, la visión borrosa, la sudoración e incluso los desmayos (esto último solo en casos graves).

Existen varias razones por las que se puede presentar la hipotensión. Un volumen de sangre más bajo de lo normal, la dilatación excesiva de los vasos sanguíneos y la debilitación del músculo cardíaco son las más comunes.

Cuando sucede de manera frecuente la persona padece de hipotensión. La hipotensión ortostática o postural es una de sus manifestaciones más frecuentes. Se presenta al levantarse luego de estar mucho tiempo sentado.

Presión arterial diastólica

La presión arterial diastólica es aquella que se genera cuando el corazón se relaja (en un proceso conocido como diástole). Luego de que el corazón bombea sangre a través de la arteria pulmonar y aórtica, sus cámaras se relajan y se preparan para llenarse de sangre y repetir así la contracción.

Dada la relajación que se produce en el músculo cardíaco, la presión sanguínea durante esta fase es inferior. Por lo tanto, la presión arterial diastólica corresponde el valor más bajo durante una medición. También se conoce como presión mínima o presión baja en contextos informales.

Según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), la presión arterial diastólica normal es de 80 mm Hg. Puede oscilar, pero mientras más cercana esté a este rango se considera estable y normal.

Presión diastólica elevada

Se considera que la presión durante el diástole está elevada cuando es igual o superior a 90 mm Hg. Esto en reposo tranquilo, ya que el ejercicio aumenta la presión ejercida en los vasos sanguíneos, debido a la función del músculo cardíaco. Sus causas son las mismas que las que se esconden detrás de la presión sistólica elevada: interacción con medicamentos, dieta desequilibrada y obesidad.

Presión diastólica baja

No existe un valor estándar para la presión baja en la diástole, aunque resultados iguales o inferiores a 60 mm Hg deben ser motivos de alerta. Son muchas las causas de su desarrollo. Además de las anteriores, mencionadas para la presión sistólica, se sabe que la deshidratación tiene un impacto en los niveles de presión sanguínea en personas sanas.

Hemorragias, reacciones alérgicas y algunas infecciones también pueden desencadenarla. Los valores deben medirse en su contexto, ya que en algunas personas la presión en los vasos sanguíneos puede ser menor a 70 mm Hg sin que se presente complicaciones.

Es importante destacar que ambos valores se pueden registrar de manera aislada. La presión sistólica puede elevarse o descender mientras que la diastólica se mantiene estable. La evidencia nos indica que estos episodios son más comunes en personas mayores de 60 años.

Por otro lado, las investigaciones han dado una mayor importancia a la presión sistólica. Está relacionada de manera estrecha con el desarrollo de afecciones cardiovasculares, renales y cerebrovasculares.

Hoy sabemos, sin embargo, que ambas conllevan un mayor riesgo de problemas colaterales. De existir un desequilibrio debe procederse a buscar sus causas e iniciar un tratamiento.

Medir presión arterial en una mujer.
La medición de la presión arterial es un acto rutinario de las consultas médicas que permite detectar alteraciones.

Cómo medir la presión arterial sistólica y diastólica

Para obtener los valores de la presión arterial sistólica y diastólica se utiliza un tensiómetro, también conocido como esfigmomanómetro. El resultado puede estar condicionado por muchos elementos.

Los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) nos recomiendan lo siguiente para una valoración objetiva:

  • No comer o beber 3o minutos antes de la prueba.
  • Hacerla solo después de que la persona ha estado sentada por al menos 5 minutos.
  • Se sugiere vaciar la vejiga antes de afrontar el examen.
  • Las piernas deben estar en el suelo y sin cruzar.
  • De preferencia, el brazo debe apoyarse en una mesa a la altura del pecho.
  • No se debe hablar durante la toma de tensión.
  • El brazalete se debe colocar sobre la piel desnuda y no sobre camisas o franelas.

Se recomienda también repetir la prueba con un intervalo de 30/60 segundos. Si se cumplen estos criterios se pueden obtener medidas más precisas, las que servirán para diagnosticar cualquier tipo de desequilibrio en la presión.

Dado que en el consultorio algunos pacientes desarrollan una condición llamada hipertensión de bata blanca, en ocasiones se sugiere hacer una monitorización ambulatoria (también conocido como MAPA) o una monitorización domiciliaria (MDPA). Esto elimina la ansiedad en los pacientes.



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