Obesidad: un problema sanitario creciente

La obesidad es una enfermedad que puede evitarse llevando a cabo un estilo de vida saludable, con una dieta adecuada y ejercicio físico regular.
Obesidad: un problema sanitario creciente

Escrito por Fabiola Marín

Última actualización: 30 junio, 2021

Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1975, la obesidad casi se ha triplicado en todo el mundo. Se trata de una epidemia global que no se restringe a estratos socioeconómicos ni a la población adulta y que, además, es completamente prevenible.

Definición de obesidad

La obesidad podría definirse como una enfermedad de origen multifactorial en la que se rompe el equilibrio entre el aporte calórico y el gasto energético, dando lugar a un exceso de grasa que afecta negativamente a la salud del individuo. Pero, ¿cuándo consideramos ‘obeso’ a un individuo?

El indicador de referencia para la evaluación del sobrepeso y la obesidad es el índice de masa corporal (IMC). El IMC se calcula dividiendo el peso entre la altura elevada al cuadrado, expresando el peso en kilogramos y la altura en metros al cuadrado.

A pesar de la dificultad que supone establecer un peso ‘saludable’ en una determinada población, la OMS hace la siguiente clasificación en adultos según su IMC:

  • Peso excesivamente bajo: IMC menor de 18,5 kg/m2
  • Normopeso: ICM 18,5-24,9 kg/m2
  • Sobrepeso de grado 1: ICM 25-29,9 kg/m2
  • Obesidad o sobrepeso de grado 2: ICM entre 30-39,9 kg/m2
  • Obesidad mórbida o sobrepeso de grado 3: IMC por encima de 40 kg/m2

Definir la obesidad infantil atendiendo al IMC, es mucho más complejo. Para ello, la OMS establece unos patrones teniendo en cuenta la edad.

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¿Qué causa la obesidad?

Como se ha descrito anteriormente, la principal causa de la obesidad es un trastorno originado por un desequilibrio energético, en el que el aporte es superior al gasto. Este desequilibrio depende de la ingesta de alimentos, del almacenamiento de energía en el tejido adiposo y del propio gasto energético.

Algunos de los factores de riesgo de padecer obesidad son los siguientes:

  • Acceso ilimitado a alimentos ricos en calorías.
  • Estilo de vida sedentario.
  • Predisposición genética.
  • Influencia cultural, entorno social y factores económicos.
  • Alteraciones hipotalámicas que afecten a la secreción de hormonas que regulan la conducta alimentaria, como la leptina, implicada en la sensación de saciedad.

Consecuencias y complicaciones

Un elevado IMC no solo supone un problema estético, sino que desencadena una serie de complicaciones metabólicas denominadas ‘enfermedades no transmisibles’. Estas pueden a llegar a comprometer seriamente nuestra salud, afectando a la calidad de vida.

Entre las complicaciones asociadas a la obesidad más usuales, se encuentran:

  • Diabetes Mellitus tipo 2.
  • Síndrome metabólico.
  • Hipertensión.
  • Enfermedades cardiovasculares.
  • Problemas digestivos.
  • Problemas respiratorios: apnea del sueño.
  • Baja autoestima.
  • Afección sexual.
  • Artrosis.
  • Cáncer de tipo hormonodependiente: cáncer de mama, ovario, endometrio, próstata, colon…

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Es importante destacar que el desarrollo de obesidad infantil se asocia directamente con una mayor probabilidad de padecer obesidad en la edad adulta. Ya desde edades tempranas se comienzan a sufrir dificultades en la respiración, hipertensión, resistencia a la insulina y, muy frecuentemente, trastornos de tipo psicológico.

Prevención y abordaje terapéutico

No hay que olvidar que se trata de una enfermedad completamente prevenible. Las 2 claves fundamentales en la lucha contra la obesidad llevan implícito el desarrollo en un ambiente social adecuado:

  • Respetando un plan de alimentación saludable: evitar grasas saturadas, reducir el consumo de alcohol y basar la dieta en cereales, legumbres, frutas y verduras.
  • Realizando ejercicio físico modeado de manera regular.
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Desafortunadamente, no siempre se obtienen los objetivos deseados, dejando como únicas alternativas la cirugía y añadiendo a los hábitos saludables el tratamiento farmacológico. En España, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) aprobó en 1999 el principio activo orlistat para el tratamiento farmacológico de la obesidad.

¿Cómo actúa el orlistat?

Este fármaco actúa inhibiendo la enzima lipasa a nivel gastrointestinal. El orlistat reacciona con los residuos de serina en los sitios activos de las lipasas gástricas inhibiendo estas enzimas de manera irreversible, dificultando de este modo la absorción de lípidos o grasas ingeridas en la dieta.

Está indicado en sujetos con obesidad significativa que presentan factores de riesgo cardiovascular, como diabetes o hipertensión arterial.  El tratamiento siempre ha de ir asociado a una dieta hipocalórica y a actividad física. Si tras 12 semanas de tratamiento, el paciente no ha logrado perder al menos el 5 % de su peso corporal antes del inicio del tratamiento, éste debe ser interrumpido.

Conclusión

La obesidad es una enfermedad que puede evitarse llevando a cabo un estilo de vida saludable, con una dieta adecuada y ejercicio físico regular. El Ministerio de Sanidad y Consumo puso en marcha en 2005 la Estrategia NAOS para la Nutrición, Actividad física y prevención de la Obesidad, como plan de actuación social, con el objetivo de sensibilizar a la población de los problemas para la salud que trae consigo un estilo de vida poco saludable.




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