Las 6 enfermedades hepáticas más comunes

Las enfermedades hepáticas suelen manifestarse con hinchazón de las piernas, ictericia, facilidad de sangrado, cansancio y malestar crónico.
Las 6 enfermedades hepáticas más comunes
Samuel Antonio Sánchez Amador

Escrito y verificado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 28 febrero, 2021

El hígado es un órgano esencial en los seres vivos que lo presentan, pues se encarga de limpiar y purificar la sangre, metabolizar proteínas, lípidos y grasas, sintetizar hormonas y ayudar a la digestión mediante la secreción de bilis, entre otras cosas. Por esta razón, diversas enfermedades hepáticas que atrofian este órgano pueden ser letales a largo plazo.

Según la Asociación Catalana de Pacientes Hepáticos (ASSCAT), en ciertos países europeos, la prevalencia de las enfermedades hepáticas es de 1100 pacientes por cada 100 000 habitantes, una proporción nada desdeñable. Diversos agentes patógenos y malas costumbres pueden causar daños irreversibles en el hígado, generando un amplio espectro de síntomas.

¿Cuáles son las enfermedades hepáticas más comunes?

Tal y como indica la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, el término enfermedad hepática hace referencia a un grupo de patologías que impiden que el órgano funcione o evitan que este trabaje bien. El dolor abdominal, el color amarillo de la piel (ictericia) y otros signos son típicos de un fallo crónico en el hígado.

Muchas enfermedades hepáticas encuentran su respuesta en agentes víricos y bacterianos, pero otras tantas están muy relacionadas al estilo de vida del paciente. A continuación, te presentamos una lista con las entidades clínicas más relevantes relacionadas con el tema.

1. Cirrosis hepática alcohólica

La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos recibe con unos datos que caen como un jarrón de agua fría: cada año se producen 3 millones de muertes debido al consumo de alcohol, es decir, el 5,3 % de todas las defunciones a nivel global. El uso nocivo de alcohol causa ni más ni menos que 200 patologías diferentes.

La cirrosis hepática es, sin duda, una de las más evidentes. Cada vez que el hígado sufre una lesión —sea cual sea el origen— los hepatocitos comprometidos, células funcionales del órgano, son sustituidas por tejido cicatricial. A medida que esta tasa de cicatrización aumenta, el grado de funcionalidad hepática disminuye.

En Europa y Estados Unidos las tasas de cirrosis hepática se encuentran en 250 casos por cada 100 000 personas. Como habrás adivinado en este punto, la causa más común de este tipo de cirrosis es el alcoholismo crónico, pues el alcohol es perjudicial para el hígado.

Se estima que el 12 % de las personas alcohólicas desarrollarán una cirrosis hepática grave. Esto puede provocar la muerte.

El alcoholismo puede ocasionar una de las enfermedades hepáticas más frecuentes, la cirrosis.
Una importante proporción de pacientes alcohólicos no solo desarrollan cirrosis, sino también cáncer e insuficiencia hepática.

2. Hepatitis

La hepatitis es una enfermedad inflamatoria que afecta al hígado. Su causa puede ser infecciosa, inmunitaria o tóxica, pero la variante más conocida, sin duda, es la vírica. A continuación, te presentamos una lista con las variantes de las hepatitis y sus agentes causales:

  • Hepatitis A: es causada por el virus de la hepatitis A (VHA). Según la Asociación de Médicos de Sanidad Exterior (AMSE), se estima que se producen alrededor de millón y medio de casos de hepatitis A anuales, sobre todo en países de bajo ingreso. Por suerte, su tasa de mortalidad es baja (0,5 %).
  • Hepatitis B: el contagio está a cargo del virus de la hepatitis B (VHB), el cual se suele transmitir a través del contacto sexual. Puede causar una enfermedad aguda o crónica, convirtiéndose esta última en muchos casos en una cirrosis hepática no alcohólica.
  • Hepatitis C: es causada por el virus de la hepatitis C (VHC). Se estima que hasta el 1 % de la población mundial es portadora de este virus de forma crónica.
  • Existen más variantes, desde la D hasta la G.

Llama especial atención descubrir las prevalencias de la hepatitis B. De los 2000 millones de contagios mundiales (50 millones nuevos al año), alrededor de 360 millones son portadores crónicos de la enfermedad. Los que presentan al virus por más de 6 meses tienen más riesgo de desarrollar cirrosis, cáncer de hígado y otras patologías asociadas.

La hepatitis B mata a más de 600 000 personas de forma anual, ya sea por la propia enfermedad o por sus consecuencias.

3. Cáncer de hígado

El cáncer se produce cuando una línea celular muta y su ciclo vital se ve trastocado, causando su crecimiento descontrolado. Esto provoca la formación de los temidos tumores neoplásicos (malignos). La posterior migración a otros tejidos del cuerpo de las células del tumor primario se denomina metástasis.

Según la American Cancer Society, más de 800 000 personas se diagnostican cada año con cáncer de hígado. Es el tipo de cáncer que más mata de todos a escala mundial, pues se cobra la vida de unos 700 000 pacientes cada año.

Esta patología se detecta mucho más en el África subsahariana y en el sureste de Asia que en Estados Unidos y Europa. A pesar de que el alcoholismo (cirrosis) y el estilo de vida pueden propiciar su aparición, el factor de riesgo más extendido a nivel global para esta neoplasia es una hepatitis viral crónica sostenida por más de 6 meses.

La tasa de supervivencia 5 años después del diagnóstico de cáncer de hígado localizado es del 31 %. En caso de que este sea regional, disminuye al 11 %.

4. Esteatosis hepática

También conocido como hígado graso, la esteatosis hepática puede deberse al alcoholismo crónico o a otros motivos. Nos vamos a centrar en la esteatosis hepática de origen no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés), pues ya hemos hablado bastante de los perjuicios del alcohol sobre este órgano.

La NAFLD se ha observado en personas con sobrepeso y obesidad. La incidencia de esta enfermedad aumenta cada vez más pues, tal y como indica la Organización Mundial de la Salud, desde 1975 esta condición se ha triplicado en el mundo. Unas 625 millones de personas en la Tierra son obesas, lo que predispone a la aparición del hígado graso.

El hígado, en condiciones normales, debe contener poca o ninguna proporción de tejido graso. Su presencia excesiva se ha asociado a mayor riesgo de problemas como diabetes, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares (ACVs), entre otras cosas. Por suerte, se trata de una condición reversible con cambios en la dieta y un estilo de vida saludable.

Si la grasa permanece demasiado tiempo en el hígado, los hepatocitos pueden inflamarse y sufrir daños irreversibles. No se puede obviar esta patología.

5. Cirrosis biliar primaria (CBP)

Estamos ante otra patología en la que las células funcionales del hígado se destruyen y se reemplazan por tejido cicatricial, pero en este caso, el alcohol no es el causante. En esta ocasión, se produce un daño hepático por la destrucción paulatina de los conductos biliares intrahepáticos, aunque no se conoce el motivo subyacente.

Según la Fundación Española del Aparato digestivo (FEAD), esta enfermedad es mucho más común entre los 40 y 60 años de edad, y el 90 % de los pacientes son mujeres. A pesar de que esta patología causa síntomas típicos según progresa, el 60 % de los casos se diagnostican en fase asintomática.

6. Insuficiencia hepática aguda

Según la Clínica Mayo, la insuficiencia hepática aguda se define como la pérdida de la función del hígado, que ocurre de forma repentina, por lo general en pacientes sin un historial de enfermedades hepáticas preexistentes. Se conoce también como «insuficiencia hepática fulminante», pues puede causar complicaciones graves en cuestión de días.

Algunos de los detonantes de esta grave situación son los siguientes:

  • Sobredosis de paracetamol: por sorprendente que parezca, la causa más común de la insuficiencia hepática aguda en países de alto ingreso es el consumo excesivo de este fármaco.
  • Medicamentos con receta: un porcentaje ínfimo de la población puede presentar esta patología cuando se le prescriben antibióticos y otros fármacos para solucionar una enfermedad.
  • Hepatitis y otros virus.
  • Toxinas: el consumo de alimentos tóxicos, como ciertas setas que se confunden con hongos comestibles, puede derivar en una rápida destrucción del tejido hepático y una disfunción crónica.
  • Enfermedades autoinmunitarias: en ciertas patologías, las células inmunitarias reconocen al tejido del hígado como una posible amenaza, y lo destruyen.
  • Otras causas: cáncer, enfermedades metabólicas, shock séptico y otras.

También existe otra variante, la insuficiencia hepática crónica, que es mucho más común y de aparición paulatina. Muchas de las patologías ya nombradas se vinculan con esta última.

Las enfermedades hepáticas se relacionan mucho con el consumo de medicamentos.
Al ser un medicamento de venta libre y económico, la sobredosis de paracetamol es frecuente. El hígado es uno de los órganos más afectados en esta situación.

Síntomas generales de las enfermedades hepáticas

Puede que leer estas líneas te haya preocupado, así que dedicamos este último apartado a indicar cuáles son los signos clínicos generales que suelen indicar la presencia de enfermedades hepáticas en los pacientes. De todas formas, si vives en una zona higienizada y llevas un estilo de vida saludable, no debes preocuparte de más.

A continuación, cerramos este espacio con una lista de los síntomas más comunes de un fallo hepático:

  1. Ictericia: esta se define como un color amarillo de la piel y de los ojos. Esto se produce por la acumulación en los tejidos de la bilirrubina, una sustancia de desecho que se produce al degradar la hemoglobina, hemoproteína presente en los glóbulos rojos. Cuando el hígado no la puede filtrar, se acumula.
  2. Hinchazón y dolor abdominal: esto suele deberse a un hígado agrandado, condición conocida como hepatomegalia. Esto no es una enfermedad por sí misma, sino un signo clínico de que algo no está funcionando a nivel hepático.
  3. Hinchazón en las piernas y los tobillos: un desajuste homeostático en el organismo por una mala filtración de la sangre puede provocar que se acumule líquido extracelular en piernas y tobillos. Esto se conoce como edema.
  4. Fatiga crónica y pérdida de apetito, síntomas que pueden ir acompañados de náuseas y vómitos.
  5. Mayor facilidad para presentar moretones y sangrado de nariz abundante.

Como puedes ver, muchos de los síntomas son sistémicos, es decir, generalizados en el cuerpo del paciente. Debes tener en cuenta que este órgano filtra una media de 100 litros de sangre por hora (1,5 litros de sangre por minuto), así que el cuerpo nota de manera general la falta de funcionalidad en él cuando esta sucede.

El hígado es el órgano interno de mayor tamaño. No se puede concebir la vida sin él y, por ello, muchas de las patologías nombradas son mortales.

Las enfermedades hepáticas más comunes: prevención y bienestar

¿Qué más podemos decir? La mayoría de las enfermedades antes descritas están asociadas a alguno de estos parámetros: práctica de sexo no responsable (en el caso de la hepatitis B), obesidad y alcoholismo. El hígado es un órgano resistente, pero si lo sometemos a daños de forma continua, termina por desgastarse de forma irreversible.

El estado de este órgano es un claro indicativo del estilo de vida del paciente. Con una dieta saludable, limitando el consumo de fármacos innecesarios y reduciendo al mínimo la ingesta de alcohol, los riesgos de presentar estas enfermedades disminuyen de forma drástica.



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