Glaucoma: síntomas, causas y tratamientos

El glaucoma es la primera causa de ceguera en todo el mundo y la mitad de los pacientes que lo sufren no han recibido diagnóstico. Descubre cómo detectar y abordar esta esquiva enfermedad.
Glaucoma: síntomas, causas y tratamientos
Samuel Antonio Sánchez Amador

Escrito y verificado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 05 abril, 2021

El glaucoma es la primera causa de ceguera irreversible en todo el mundo y representa un grave problema de salud pública. La prevalencia actual es de unos 60 millones de pacientes, de los cuales 8,4 millones están ciegos. Esta cifra no hace más que aumentar cada año, así que se estima que para el 2040 habrán unos 11,8 millones de personas con glaucoma.

Estos datos numéricos quitan el aliento, pero las malas noticias no terminan aquí: a pesar de recibir el tratamiento correcto, el 10 % de los pacientes con glaucoma experimentan cierta pérdida de visión. Además, no existe una cura para los daños producidos por esta afección, pues una vez se pierde la vista no se recupera.

Por suerte se puede detener el avance de la patología mediante una serie de abordajes clínicos. Por esta razón, es de esencial importancia detectar la enfermedad a tiempo; tal y como indica el portal Noticias ONU, un 90 % de los cuadros de ceguera por glaucoma se pueden prevenir con la detección y tratamiento tempranos.

El funcionamiento del ojo

Antes de entrar de lleno en el mundo clínico del glaucoma, vemos de interés asentar algunas bases fisiológicas sobre unas de las estructuras más importantes de nuestro cuerpo: los ojos. Cada uno de ellos se define como un órgano visual que detecta la luz y la convierte en impulsos electroquímicos, cuya función es viajar a través del nervio óptico hasta el cerebro.

El portal MSD Manuals y otras fuentes especializadas en oftalmología nos muestran las partes esenciales del aparato ocular. Te las resumimos de forma somera en la siguiente lista:

  1. Órbita: una cavidad ósea que alberga al globo ocular. Se trata de una cuenca formada por 7 huesos convergentes. Su función es de protección y de anclaje, pues sobre estas estructuras óseas se apoyan 6 músculos distintos (los extraoculares) que permiten los movimientos de los ojos.
  2. Esclerótica: una capa de tejido espeso y resistente (el blanco del ojo) que cubre casi toda la superficie del globo ocular.
  3. Conjuntiva: membrana fina y transparente que protege a la esclerótica y ayuda a lubricar el ojo.
  4. Córnea: capa transparente y curvada situada delante del iris y de la pupila, cuya función es actuar como barrera protectora y concentrar la luz en la retina.
  5. Pupila: punto negro situado en el centro del ojo.
  6. Iris: área circular coloreada que rodea a la pupila. Controla la cantidad de luz que entra en el ojo.
  7. Cristalino: está detrás del iris y cambia la forma de enfocar la luz sobre la retina.
  8. Retina: contiene células que perciben la luz (fotorreceptores) y los vasos sanguíneos que las nutren.

Nos hemos dejado muchas estructuras por el camino, pero con este mapa general de la estructura ocular es más que suficiente para entender la patología que tenemos entre manos.

En resumen: la luz atraviesa la córnea, el humor acuoso, la pupila, el cristalino y el humor vítreo antes de llegar a la retina. Una vez ha pasado por todas estas estructuras, se forma una imagen real e invertida en la retina, que será llevada por el nervio óptico hasta la corteza cerebral. Es aquí donde se interpreta el estímulo.

¿Qué es el glaucoma?

El glaucoma puede provocar múltiples signos y síntomas.
Los síntomas que pueden presentarse dependen mucho del tipo de glaucoma.

El humor acuoso es un líquido incoloro que se encuentra entre la cámara anterior y posterior del ojo. Su función principal es nutrir y oxigenar a las estructuras oculares que no se encuentran irrigadas de forma directa por capilares sanguíneos, como podrían ser la córnea y el cristalino.

En una persona sana, el humor acuoso sale del ojo por medio de la pupila, para luego ser absorbido al torrente sanguíneo por medio de un sistema de drenaje. Tal y como indica el portal Glaucoma.org, si el drenaje es adecuado, la presión del ojo se mantiene normal: la regulación de este líquido es un proceso activo, continuo y necesario para la salud ocular.

El glaucoma y la presión intraocular

La presión intraocular (PIO) es el valor que cuantifica la presión ejercida por el humor acuoso en el aparato ocular. Por lo general, un valor normal se considera entre los 10 y 20 milímetros de mercurio. Con base en esta premisa, es esencial conocer que la mayoría de tipos de glaucoma suceden cuando el sistema de drenaje se tapona y el humor acuoso se acumula.

Al almacenarse este fluido entre las cámaras anterior y posterior del ojo, se produce un aumento de presión intraocular, lo que puede llegar a dañar el nervio óptico de forma permanente. Si los daños son continuados y no tratados, se produce la temida pérdida de visión.

Si bien una presión intraocular alta favorece la aparición de glaucoma, no lo explica en todos los casos. Muchas personas pueden presentar una PIO alta y nunca desarrollar un glaucoma. Por otro lado, no todos los pacientes con glaucoma tienen una PIO elevada. Esta relación es probable, pero no se presenta en todas las personas ni mucho menos.

¿Por qué sucede?

Tras haber diseccionado la patología en sí misma,  el siguiente paso siempre es intentar encontrar las causas. El glaucoma es la consecuencia del daño en el nervio óptico y su consecuente deterioro. A medida que esta estructura se ve afectada, empiezan a aparecer puntos ciegos en la visión del paciente, tal y como indica la Clínica Mayo.

En base a las posibles causas del glaucoma, se pueden diferenciar distintas variedades de la enfermedad. Te las mostramos en las siguientes líneas.

Glaucoma de ángulo abierto

Es la forma más frecuente de la patología, pues representa más del 90 % del total de los casos. Esta variante del glaucoma se basa en los siguientes pilares principales:

  1. Es provocada por la obstrucción lenta de los canales de drenaje antes descritos. La acumulación de líquido provoca el aumento de la presión intraocular (PIO).
  2. Presenta un amplio ángulo abierto entre el iris y la córnea, de ahí su nombre. A pesar de que el ángulo de drenaje sea el adecuado, la malla trabecular (red de tejidos esponjosos situados alrededor de la base de la córnea) está bloqueada de forma parcial. Por ello, se acumula el humor acuoso.
  3. Se desarrolla de forma lenta y es una afección para toda la vida. También se conoce a este cuadro como «el ladrón de la vista», ya que sus síntomas son de aparición paulatina y prolongada en el tiempo.
  4. Presenta síntomas y efectos que no se advierten a primera vista.

Glaucoma de ángulo cerrado

Es una forma mucho menos frecuente, pero también acarrea graves problemas de salud a nivel global. Sin ir más lejos, la Revista Mexicana de Oftalmología estimó que 5,3 millones de personas estarían ciegas por esta variante patológica en el año 2020.

En esta enfermedad se bloquean los canales de drenaje del humor acuoso, por lo que hay un ángulo cerrado claro entre el iris y la córnea. A diferencia de su hermano sigiloso, el glaucoma de ángulo cerrado (GAC) aparece muy rápido, genera síntomas muy notorios y requiere de atención médica inmediata.

Glaucoma de tensión normal

En esta ocasión se produce un daño en el nervio óptico a pesar de que la presión intraocular sea normal. No se conoce la causa exacta, pero se sospecha que podría deberse a una debilidad intrínseca del nervio óptico o una falta de riego sanguíneo hacia el mismo.

Glaucoma congénito

En el glaucoma congénito existe un defecto de nacimiento en el desarrollo del ángulo antes descrito. Como consecuencia, se produce un aumento de la presión intraocular y daño en el nervio óptico en los primeros estadios de vida del paciente. Es poco frecuente, ya que solo afecta a 1 de cada 30 000 recién nacidos vivos.

Glaucoma pigmentario

En esta ocasión los gránulos que pigmentan el iris se acumulan en el canal de drenaje, impidiendo que el humor acuoso se filtre de forma correcta. Es el tipo más común en adultos jóvenes, y hasta un 50 % de las personas que padezcan síndrome de dispersión pigmentaria lo desarrollarán, tal y como indica la Clínica Baviera.

Síntomas

En la mayoría de los casos el glaucoma progres a de forma silenciosa hasta fases avanzadas, ya que casi todos los pacientes experimentan la variante de ángulo abierto. Poco a poco, el individuo va perdiendo visión lateral y surgen unos puntos ciegos, que ocurren con frecuencia en ambos ojos.

En las etapas más avanzadas, se produce un evento conocido como «visión de túnel». Esta manifestación clínica recibe este nombre porque el paciente pierde vista lateral y extensión de su campo visual, así que percibe las imágenes como si estuviera dentro de un túnel.

En las variantes menos frecuentes de glaucoma (de ángulo cerrado) pueden aparecer otros síntomas, algunos de ellos muy graves. De entre todos los posibles, destacamos los siguientes:

  • Visión borrosa.
  • Dolor de los ojos y dolor de cabeza.
  • Náuseas y vómitos.
  • Enrojecimiento de los ojos.
  • Aparición de halos alrededor de las luces.

Como puedes comprobar, los síntomas varían dependiendo de la variante que sufra el paciente. El glaucoma de ángulo cerrado se presenta de forma obvia y agresiva, mientras que el de ángulo abierto progresa de forma lenta y no se percibe, en muchos casos, hasta que ya es tarde. De todas formas, ambas variantes provocan pérdida de visión.

Tratamiento

Las cirugías pueden ser necesarias para el glaucoma.
En algunos casos, la cirugía es la única opción para esta enfermedad.

La Academia Americana de Oftalmología (AAO) indica que el glaucoma de ángulo abierto solo se puede detectar, en etapas tempranas, con un examen ocular completo. Ni siquiera vale con una prueba que mida solo la presión intraocular, pues, como hemos visto, hay pacientes que desarrollan glaucomas con estos valores normales.

Como hemos dicho en líneas previas, el daño producido por un glaucoma no se puede revertir, pero sí que es posible evitar su progresión a corto y largo plazo. Medios ya citados nos muestran algunas de las alternativas que se pueden seguir para combatir esta preocupante patología:

  • Medicamentos: el glaucoma se puede controlar con el uso de ciertas gotas oftálmicas. Estas se deben utilizar a diario por el resto de la vida del paciente, ya que son necesarias para la reducción de la presión intraocular.
  • Cirugía con rayo laser: la trabeculoplastía e iridotomía son los procedimientos comprendidos en este bloque. En ambos casos, se usan rayos láser para modificar las estructuras implicadas y que el humor acuoso pueda volver a fluir de forma correcta.
  • Cirugía quirúrgica: se pueden implantar dispositivos de drenaje en el ojo o crear un pliegue en la esclerótica para que el líquido pueda drenar. En algunos casos, la remoción de la lente ocular puede ayudar a disminuir la presión.

Por desgracia hasta un 50 % de los afectados por esta patología no saben que la presentan, y los tratamientos llegan demasiado tarde. Todos estos abordajes pueden retrasar la condición y reducir la presión intraocular, pero no revertir los daños ya presentes. Además, como hemos dicho, hasta un 15 % de los pacientes empeoran aún recibiendo el tratamiento pertinente.

Una patología compleja y común

Estamos ante una entidad clínica muy difícil de abordar, ya que es la primera causa de ceguera en el mundo y hasta la mitad de la gente que la padece no es consciente de ello. Lo peor del glaucoma de ángulo abierto no es el daño que genera a corto plazo sobre el nervio óptico, sino que este es paulatino y, en muchos casos, imperceptible.

Como esta enfermedad es silenciosa y esquiva, recomendamos a todos los lectores adultos que acudan al oftalmólogo de forma rutinaria para realizarse las revisiones y pruebas pertinentes. Una visita al médico cada 2 años es un esfuerzo mínimo, en comparación con el beneficio que reporta diagnosticar un glaucoma a tiempo.




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.