Las 8 enfermedades renales más comunes

Cada día mueren 12 personas en Estados Unidos esperando un trasplante de riñón que nunca llega. Las enfermedades renales crónicas no solo son comunes en la población, sino letales.
Las 8 enfermedades renales más comunes
Samuel Antonio Sánchez Amador

Revisado y aprobado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 13 febrero, 2024

Los riñones son los órganos más importantes del sistema urinario. Aunque cada uno de ellos solo pese entre 150 y 170 gramos, su trabajo a la hora de filtrar sangre corresponde al 22 % del gasto de bombeo que realiza el corazón. Estos órganos se encargan de excretar sustancias de desecho y de mantener la homeostasis corporal, pero existen ciertas enfermedades renales comunes que dificultan el proceso.

Aproximadamente 2 millones de personas se someten a trasplantes o diálisis para superar un fallo renal crónico en el mundo cada año. Aunque esta cifra parezca astronómica, cabe destacar que solo supone el 10 % de los pacientes con riñones disfuncionales. Por desgracia, el resto de enfermos terminan muriendo por falta de atención médica a largo plazo.

La mayoría de personas poseemos 2 riñones, pero es posible vivir solo con uno de ellos o incluso ninguno, siempre y cuando se someta al paciente a una diálisis intensiva de forma rutinaria. De todas formas, la supervivencia 5 años después de comenzar este último tratamiento apenas llega al 56 %. Si quieres conocer más sobre el mundo de las enfermedades renales, sigue leyendo.

¿Cuáles son las enfermedades renales más comunes?

Con estos pocos datos introductorios, hemos puesto en perspectiva que es prácticamente imposible vivir a largo plazo sin riñones. La National Kidney Foundation nos otorga algunas cifras más que nos ayudan a entender el panorama global de las enfermedades renales. Algunas de las más interesantes se recogen en la siguiente lista:

  • La enfermedad renal crónica afecta a 37 millones de personas en Estados Unidos. Esto representa al 15 % de la población adulta, es decir, 1 de cada 7 personas mayores. La cifra en todo el mundo disminuye un poco (13,4 %), pero sigue siendo astronómica.
  • Aproximadamente, el 90 % de las personas con fallos renales crónicos no saben que tienen la condición.
  • De los 2 millones de personas que están en tratamiento para esta patología, casi todas ellas se congregan en 5 países. Estos son Estados Unidos, Brasil, Alemania, Italia y Japón.
  • Menos del 20 % de los pacientes afectados se reparten por 100 países de bajo ingreso que requieren ayuda urgente.

La enfermedad renal crónica es un problema de salud pública inconmensurable, y eso que solo representa una de las enfermedades renales más comunes. Con estas cifras en mente, diseccionamos las patologías que más suelen afectar a los riñones y cómo detectarlas. No te lo pierdas.

1. Insuficiencia renal

Tal y como indica el National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases, la insuficiencia renal es toda situación en la que la función de los riñones del paciente disminuya por debajo del 15 %. En este punto, es común que se presenten síntomas derivados de la acumulación de toxinas y de líquidos, pues estos órganos no están produciendo la orina de la forma adecuada.

El mal funcionamiento de un riñón se manifiesta con una cantidad alta de creatinina en sangre, un producto de desecho muy normal durante el metabolismo muscular. El rango normal es de 65,4 a 119,3 micromoles/litro de suero y cualquier cifra que diste de forma considerable a la alza del límite superior suele ser un signo de alarma.

En este punto, cabe destacar que la insuficiencia renal se escinde en 2 patologías muy interrelacionadas, pero con cursos diferentes: la aguda y la crónica. Veamos a cada una de estas entidades clínicas por separado.

1.1 Insuficiencia renal aguda

Entre las enfermedades renales comunes está la insuficiencia renal aguda
Anatómica y funcionalmente hablando, las lesiones renales agudas pueden ser provocadas por causas prerrenales, renales y posrenales.

La insuficiencia renal aguda ocurre cuando los riñones pierden la capacidad de filtrar los desechos de la sangre de forma repentina. Esto se traduce en la acumulación de líquidos y toxinas en el organismo del paciente, lo cual desemboca en un desequilibrio de la homeostasis y en un cambio en la composición sanguínea.

Entre los síntomas más comunes de una insuficiencia renal aguda, podemos destacar los siguientes:

  • Oliguria: disminución en la cantidad de orina excretada, con cifras menores a 400 mililitros diarios.
  • Hinchazón corporal, sobre todo de las extremidades: la retención de líquido provoca muy a menudo que se hinchen las piernas.
  • Falta de aire, fatiga y desorientación.
  • Náuseas y debilidad.
  • Ritmo cardíaco acelerado y dolor en el pecho.
  • Convulsión y, en última instancia, pérdida de conocimiento y muerte.

Según el portal Nefrología al Díala insuficiencia renal aguda extrahospitalaria se debe en un 70 % a causas prerrenales y en un 14 % a condiciones obstructivas. Esto quiere decir que las enfermedades cardíacas, la insuficiencia hepática, el exceso de medicamentos para la presión arterial y otras situaciones son desencadenantes más comunes que un daño en el propio tejido del riñón.

1.2 Insuficiencia renal crónica

Esta variante, también conocida como enfermedad renal crónica (ERC), empeora durante los meses y años y los pacientes no suelen tener síntomas en los estadios iniciales. A nivel patológico, se caracteriza por un filtrado glomerular (un proceso que ocurre en estructuras microscópicas) menor a la cifra de 60 ml/min/1,73 m². Como consecuencia, estos órganos pierden la capacidad de concentrar la orina.

La ERC se puede dividir en 5 etapas, según Fresenius Kidney Care. Estas son las siguientes:

  • Etapa I: se produce un daño renal cuantificable, pero la función del órgano se mantiene en los límites de la normalidad. Los síntomas en esta fase son pocos, y de presentarse, se citan hipertensión arterial, hinchazón de las piernas, infecciones urinarias y análisis de orina anormales.
  • Etapa II: existe una leve pérdida de la función renal. Los síntomas son los mismos que en el caso anterior, solo que más evidentes.
  • Fase III: pérdida de la función renal leve-moderada y moderada-grave. En este punto también aparece dolor inusual, entumecimientos, hormigueos, sensación de lentitud, desnutrición y dolor óseo.
  • Etapa IV: pérdida grave de la función renal. Se presenta con anemia, disminución de apetito y niveles anormales de nutrientes como fósforo, calcio y vitamina D.
  • Etapa V: insuficiencia renal terminal, caracterizada por la necesidad de diálisis o trasplante. Aquí aparecen síntomas graves, como dificultad para respirar, náuseas, vómitos, dolor crónico en la zona lumbar, hinchazón corporal generalizada y más.

La diabetes tipo 2 y la hipertensión arterial son las causas más comunes de la insuficiencia renal crónica. El control de la tensión y ciertos medicamentos pueden retrasar el daño de los riñones, pero cuando se llega a la fase terminal, el pronóstico empeora de forma drástica. Una vez se comienza la diálisis, el paciente no suele vivir más de 10 años.

El porcentaje de personas con insuficiencia renal crónica en el mundo se calcula en un 13,4 %. Esto convierte a la condición en una de las enfermedades renales más comunes.

2. Piedras en el riñón (cálculos renales)

Si bien nos hemos explayado en la insuficiencia renal por su importancia médica, a partir de ahora brindaremos un panorama más general de cada condición. Por su parte, las piedras en el riñón se producen cuando la cantidad de sustancias que se cristalizan (como el calcio y el ácido úrico) es mayor de la que se puede diluir en la orina, provocando así su precipitación.

Existen diversos tipos de piedras en el riñón, sobre todo dependiendo de la composición química de la deposición cristalina. Cabe destacar que los cálculos de calcio son los más comunes, representando entre el 75 y el 85 % de todos los tipos. La edad de inicio de la formación de estas piedras renales alcanza su pico epidemiológico entre los 20 y 39 años de edad.

Se estima que entre el 1 y el 15 % de los habitantes del mundo presentan cálculos renales en algún momento de su vida. La sintomatología típica es la siguiente: dolor punzante en los costados, malestar en oleadas y de intensidad fluctuante, orina de colores atípicos, necesidad constante de orinar, náuseas, vómitos, fiebre y escalofríos (en caso de infección).

El consumo de agua, los analgésicos y ciertos medicamentos pueden ayudar a expulsar las piedras pequeñas. Si estas son muy grandes, se recurren a técnicas más invasivas (como la cirugía o la litotricia).

3. Infecciones del tracto urinario

Las infecciones del tracto urinario (ITU) son un problema frecuente de atención primaria, tal y como indica el Servicio de Microbiología del Hospital de Móstoles. Estas condiciones son bastante más comunes en mujeres, ya que se calcula que hasta el 60 % del género femenino tendrá al menos una ITU durante toda su vida.

Las ITU pueden afectar a distintas partes de este aparato, cada una de ellas con sintomatología diferente. Te ponemos algunos ejemplos en las líneas venideras.

3.1 Cistitis

El término “cistitis” hace referencia a la inflamación e infección de la vejiga. Se caracteriza por un cuadro sintomático muy característico: dolor y escozor al orinar, frecuencia de micción muy baja o muy alta, sensación permanente de querer orinar y, a veces, sangre en la orina. Siempre cursa sin fiebre, a menos que la infección se haya expandido a otros lugares.

La bacteria que suele desencadenar la cistitis es Escherichia coli, reportada en el 85 % de las infecciones no complicadas en mujeres sexualmente activas. El reflujo vesicoureteral, la diabetes, la presencia de piedras, el embarazo y la menopausia son factores de riesgo que pueden contribuir a la aparición de la infección.

La cistitis es una de las enfermedades renales más comunes y la más típica dentro de las ITUs.

3.2 Pielonefritis

La pielonefritis es una infección que afecta a la pelvis, el parénquima y los cálices de los riñones. Se origina en las vías urinarias y va subiendo hasta alcanzar el tejido renal. Se pueden distinguir 2 variantes dentro de esta ITU:

  1. Aguda: la infección es evidente, pero no se produce una destrucción del tejido de los riñones.
  2. Crónica: se producen daños en el tejido renal, por lo que disminuye su capacidad de funcionamiento.

Si no se trata, la pielonefritis puede derivar en una bacteriemia (entrada de los agentes patógenos a la sangre), septicemia y fallos orgánicos múltiples. Los antibióticos son siempre la primera línea de tratamiento para frenar la infección, pero también se suelen recetar analgésicos y antipiréticos para controlar el dolor y la fiebre.

3.3 Uretritis

Como podrás imaginar, esta ITU se produce cuando la infección tiene lugar en la uretra. Tal y como indica la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, las bacterias que generalmente causan este cuadro son E. coli, Chlamydia trachomatis Neisseria gonorrhoeae. El virus del herpes simple y el citomegalovirus también pueden provocarlo.

Igual que ciertas infecciones del tracto urinario son típicas del género femenino, la uretritis es más común en varones. Algunos de los síntomas son los siguientes: sangre en la orina y en el semen, dolor al orinar, fiebre, secreciones purulentas por el pene, inflamación de los ganglios linfáticos inguinales, sensibilidad y picazón.

Además de los antibióticos, los analgésicos específicos para las vías urinarias pueden ayudar a reducir el dolor.

4. Síndrome nefrótico

Entre las enfermedades renales comunes está el síndrome nefrótico
El síndrome nefrótico, al igual que la enfermedad renal crónica, suele ser detectado inicialmente debido a la acumulación de líquido en las extremidades.

Según la American Kidney Fundel síndrome nefrótico no es una de las enfermedades renales comunes per se, sino que se trata de un conjunto sintomatológico que indica que algo va mal en los riñones. Este cuadro clínico incluye niveles significativos de proteínas en la orina, bajos niveles proteicos y altos de colesterol en sangre, mayor riesgo de desarrollar trombos e hinchazón.

Uno de los signos más esclarecedores del síndrome nefrótico es la albuminuria, o lo que es lo mismo, la presencia de la proteína albúmina en la orina. Este compuesto realiza muchísimas funciones vitales en la sangre, por lo que no debería ser excretado en exceso con la micción. Los niveles normales de albúmina en el pis son de 30 miligramos/24 horas, y todo valor por encima de este es signo de sospecha.

Personas de todas las edades (en especial los niños), etnias y condiciones pueden presentar síntomas del síndrome nefrótico a lo largo de su vida. Las enfermedades que afectan al tejido renal son los principales desencadenantes de este cuadro, pero el consumo de ciertos fármacos (como los antiinflamatorios no esteroideos o antibióticos), el VIH, la hepatitis y la malaria también lo pueden propiciar.

En adultos, la incidencia de la condición es de aproximadamente 3 casos por cada 100 000 habitantes por año.

5. Enfermedad renal poliquística (PKD)

Aunque la enfermedad renal poliquística no es la enfermedad renal más común en el mundo, merece atención excepcional por su etiología intrincada. Estamos ante una condición de naturaleza hereditaria, lo cual quiere decir que se hereda de padres a hijos. En este trastorno crónico, se van formando con el tiempo quistes en los riñones que impiden su funcionamiento.

La PKD es la amenaza genética más común, pues afecta hasta a 12,5 millones de personas en el mundo. Se pueden distinguir 2 variantes patológicas según el patrón de herencia de la enfermedad. Estas son las siguientes:

  1. PKD autosómica dominante: la mutación del gen causante de la enfermedad (PKD1, PKD2 o PKD3) se encuentra en un cromosoma no sexual y es dominante. Esto quiere decir que, con que uno de los 2 padres la presente, el hijo tiene el 50 % de probabilidades de heredar la condición. Es la forma más común y crónica.
  2. PKD autosómica recesiva: la mutación causante se encuentra en un cromosoma no sexual. De todas formas, este cuadro es mucho más raro, ya que un padre portador o enfermo nunca va a tener un hijo afectado, a menos que su pareja también esté enferma o sea portadora silenciosa. Si los dos padres son portadores, la probabilidad de que un hijo sea afectado es del 25 %.

La PKD dominante es mucho más común en la población general y es responsable de hasta el 15 % de trasplantes renales. Provoca síntomas muy parecidos a los de otras condiciones ya citadas (sangre en la orina, dolor de espalda, cálculos renales, plenitud abdominal, etc.) pero, por desgracia, a día de hoy no existe cura contra ella.

El trasplante y la diálisis son las últimas opciones cuando la PKD dominante se agrava. La variante recesiva es extremadamente grave, así que todos los niños que la presentan mueren al nacer.

Las enfermedades renales comunes y su importancia médica

Es de gran importancia conocer sobre las enfermedades renales más comunes, para cuidar al máximo nuestra salud y consecuencia más graves. Por ejemplo, en Estados Unidos mueren 12 personas cada día esperando un trasplante de riñón, mientras que 100 000 pacientes están a la espera de poder salvar sus vidas. Cada año, se añaden 3 000 personas más a la necesidad de tratamiento.

Solo en Estados Unidos la falta de donantes supone una crisis médica, así que imagina la situación en los países de bajo ingreso con infraestructura sanitaria débil. En algunos casos, acceder a tratamientos o transplantes se vuelve complejo. Nuestra recomendación será siempre el cuidado de la salud por medio de la prevención.




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