Deficiencia de yodo: todo lo que necesitas saber

La deficiencia de yodo se relaciona con problemas en la glándula tiroides. Conozcamos los valores recomendados de su ingesta y cuál es la opción de tratamiento.
Deficiencia de yodo: todo lo que necesitas saber
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 28 junio, 2021

La deficiencia de yodo es una de las causas más comunes de los trastornos de tiroides. Su prevalencia en el mundo es muy alta, debido en parte a la distribución desigual de este elemento en el planeta. Por lo general, no genera síntomas evidentes, al menos hasta que no se presentan complicaciones en el organismo.

Cuando sus niveles en el cuerpo son más bajos que los requerimientos diarios las personas pueden desarrollar trastornos por deficiencia de yodo. Con este nombre se conoce a un grupo de enfermedades que pueden condicionar la calidad de vida, en especial durante la infancia y el embarazo. Veamos todo lo que se sabe en torno a ello y su tratamiento.

¿Qué es el yodo?

La deficiencia de yodo causa problemas de tiroides
Una dieta balanceada suele cubrir todas las necesidades de yodo, al menos en condiciones normales.

El yodo es un elemento químico natural del mismo modo que el oxígeno o el hierro. Por lo general, se encuentra con mayor frecuencia en el suelo y en el mar, aunque su distribución no es igualitaria en todo el planeta. El cuerpo humano no lo produce, pero lo necesita para desarrollar algunas de sus funciones.

Las cantidades de yodo que recibes a diario dependen, entre otras cosas, de las condiciones geográficas donde resides. En principio, tu cuerpo lo aprovecha del agua, las verduras, las frutas y las carnes que comes. Se trata de un componente imprescindible de las hormonas triyodotironina y tiroxina, aquellas segregadas por la glándula tiroides.

Si tu dieta no aporta la cantidad que necesita la glándula para la producción de ambas hormonas, entonces se genera un desequilibrio que se traduce en varios trastornos. A pesar de ello, y de su prevalencia en el mundo (como ya veremos), pocas personas están al tanto de su importancia para el correcto funcionamiento del organismo.

¿Cuáles son los requerimientos diarios de yodo?

De acuerdo con la American Thyroid Association el 30 % de la población mundial tiene deficiencia de yodo. Según señalan los investigadores, en una persona sana sus cantidades alcanzan entre 15 a 20 miligramos. De estos, aproximadamente el 80 % está localizado en la tiroides.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido los siguientes valores diarios para estos tres grupos poblacionales:

  • Niños de edad escolar: las concentraciones en su organismo deben oscilar entre 100 y 199 μg / L. Los niveles inferiores a 99 μg / L se relacionan con varias complicaciones de la salud.
  • Mujeres embarazadas: los valores adecuados deben estar entre 15o y 249 μg / L. Los valores menores a 150 μg / L pueden comprometer el desarrollo del feto.
  • Mujeres lactantes y niños menores de 2 años: se sugiere un promedio de 100 μg / L.

Las recomendaciones para los adultos son de 150 μg / L, con pequeñas oscilaciones según corresponda. Es importante destacar que el consumo excesivo de este compuesto también puede ocasionar las mismas complicaciones que su deficiencia. Por lo general, las concentraciones superiores de 300 μg / L no se consideran buenas para la salud.

Síntomas de la deficiencia de yodo

En condiciones normales no existe una forma de detectar que los niveles de yodo están bajos en el organismo. Esto se debe a que no produce síntomas visibles, lo que impide a las personas percatarse de su deficiencia.

The Australian Thyroid Foundation (ATF) señala que el signo más común que genera es el agrandamiento de la glándula tiroides, también conocido como bocio.

Por lo general se trata de algo que puedes apreciar en un espejo, o en todo caso palpando el área del cuello medio inferior. En función de qué tan grande sea puede producir tos, dificultad para respirar o incluso para tragar los alimentos. A su vez, se pueden manifestar síntomas que alertan el mal funcionamiento de la glándula. Estos son los siguientes:

  • Aumento de peso.
  • Debilidad muscular.
  • Fatiga.
  • Depresión.
  • Pérdida de cabello.
  • Latidos cardíacos lentos.
  • Estreñimiento.
  • Piel seca.
  • Dificultad para concentrarse.

Por desgracia, todo lo anterior se desarrolla cuando la deficiencia de yodo ha alcanzado niveles críticos. En el embarazo, por ejemplo, puede representar un serio riesgo para la salud del feto. Conozcamos ahora este y otros inconvenientes relacionados con sus niveles bajos en el cuerpo.

Complicaciones de la deficiencia de yodo

La deficiencia de yodo requiere atención médica
La mayoría de los problemas relacionados con la ingesta de yodo se relacionan con la glándula tiroides. Acudir con un médico ante cualquier sospecha es importante.

Como señalamos al inicio, todas las complicaciones generadas por el elemento químico se enmarcan como trastornos por deficiencia de yodo. Según nos señala la evidencia los más importantes son los siguientes:

  • Adulto: deterioro de la función mental, hipotiroidismo, hipertiroidismo, bocio.
  • Niños y adolescentes: retraso en el desarrollo físico, deterioro de la capacidad cognitiva, hipotiroidismo, bocio.
  • Recién nacidos: hipotiroidismo neonatal, deterioro neurocognitivo endémico, bocio.
  • Fetos: aborto espontáneo, anomalías congénitas, mortinato, mayor riesgo de muerte perinatal, cretinismo.

Estudios e investigaciones no dejan de alertar el peligro que representa la deficiencia de yodo en el embarazo y la infancia. Estos son de lejos los grupos más afectados, con complicaciones en muchos casos irreversibles. Controlar sus niveles, por tanto, debe ser una prioridad para evitar la manifestación de los efectos colaterales.

Diagnóstico y tratamiento de la deficiencia de yodo

La deficiencia de yodo se diagnostica a través de una examen de orina. Con base en los valores referenciales que hemos dado anteriormente el especialista puede determinar si el paciente tiene o no deficiencia del elemento. Este, por lo general, es el procedimiento estándar. Es seguro, rápido y no demanda ninguna prueba invasiva.

Como complemento, sin embargo, se pueden realizar otro tipo de exámenes. En suma, estos se orientan a determinar las posibles complicaciones que ha ocasionado la deficiencia. Por ejemplo, pruebas de imágenes para valorar el estado de la glándula si esta ha desarrollado bocio.

Las pruebas de sangre también pueden alertar si el paciente sufre de alguna alteración de la tiroides.

Por lo general, su tratamiento consiste en corregir la deficiencia a través de un régimen alimenticio con alta prevalencia de yodo. Normalmente, los productos marinos (peces, algas mariscos, camarones), el pan, las frutas y verduras y los lácteos son una buena fuente del elemento. Sin embargo, todo depende de la presencia en tu región.

De proceder, el especialista puede sugerir la ingesta de suplementos. Los problemas ocasionados, como el bocio, se tratarán de forma personalizada; en este caso con levotiroxina. La cirugía también puede ser opción cuando el aumento de la glándula impide respirar o tragar con libertad.

Los investigadores están de acuerdo con que la deficiencia de yodo es la causa prevenible de retraso mental y daño cerebral más importante del mundo. Los niños y mujeres embarazadas o en lactancia deben ser particularmente cuidadosos. Se recomienda un seguimiento para asegurar que los valores están cercanos a los recomendados por la OMS.



  • Eastman, C. J., & Zimmermann, M. B. The iodine deficiency disorders. Endotext. 2018.
  • Kapil U. Health consequences of iodine deficiency. Sultan Qaboos Univ Med J. 2007 Dec;7(3):267-72.
  • Yarrington, C., & Pearce, E. N. Iodine and pregnancy. Journal of thyroid research, 2011.
  • Zimmermann MB. The effects of iodine deficiency in pregnancy and infancy. Paediatr Perinat Epidemiol. 2012 Jul;26 Suppl 1:108-17.
  • Zimmermann, M. B. Iodine deficiency. Endocrine reviews. 2009; 30(4): 376-408.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.