Análisis de sangre: cómo entenderlo y cuándo es útil

El análisis de sangre es una prueba rutinaria que se realiza sin sospecha de enfermedades en muchas ocasiones. En otros casos, permite detectar una patología en sus fases iniciales.
Análisis de sangre: cómo entenderlo y cuándo es útil
Samuel Antonio Sánchez Amador

Escrito y verificado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 21 febrero, 2021

El análisis de sangre, como su propio nombre indica, es una prueba rutinaria que se realiza para contar el número y los tipos de células que se presentan en este fluido. Además de la presencia de glóbulos rojos, leucocitos y plaquetas, también se cuantifica la concentración de ciertas sustancias de interés médico.

Es recomendable que persona se haga por lo menos un análisis de sangre al año, con el fin de determinar los niveles de colesterol, triglicéridos, urea, glucosa y, además, realizar un hemograma completo. Este último estudio hace referencia a la cantidad y las variaciones de los elementos sanguíneos, es decir, las células circulantes.

Los desajustes en un análisis de sangre no siempre tienen que implicar una patología, pero a veces son indicativos de enfermedades como la dislipidemia, la anemia, la insuficiencia renal e incluso la presencia de algunos tipos de cáncer. Si quieres saberlo todo sobre esta prueba de laboratorio tan común como esencial, continúa leyendo.

La importancia de la sangre

La sangre es un tejido conectivo de naturaleza fluida que circula por venas, capilares y arterias, con el fin de transportar oxígeno y nutrientes a todas y cada una de las células, recogiendo sustancias de desecho por el camino.

Se estima que un ser humano adulto tiene unos 5 litros de sangre circulante en su interior y que, para movilizarla de forma correcta, el corazón debe latir entre 60 y 100 veces por minuto.

Comprender la vida de los seres vivos sin la sangre es imposible, pues este líquido permite la nutrición y el metabolismo de los cuerpos celulares. Según el portal médico Roche Pacientes, la composición general de la sangre se distribuye de la siguiente forma:

  • El plasma sanguíneo representa el 55 % de su volumen total. Se trata de un fluido más denso que el agua, de color amarillento translúcido y con un sabor salado. Además de transportar a las células circulantes —elementos formes—, también sirve de vehículo para nutrientes y sustancias de desecho metabólico.
  • Dentro del propio plasma sanguíneo, un 90 % corresponde a agua y un 10 % a sustancias biológicas, como proteínas. Las proteínas plasmáticas son muy importantes, pues permiten el mantenimiento de la presión oncótica del organismo. La albúmina es la más relevante, representando el 54 % de las proteínas plasmáticas.
  • Los elementos formes constituyen el otro 45 % de la sangre, y se pueden medir en el hemograma. Las células dominantes aquí son los glóbulos rojos, pues hay de 4,35 a 5,65 millones de glóbulos rojos por microlitro de sangre en los hombres, con una razón de 1000:1 al compararlos con los glóbulos blancos.

Funciones de la sangre

A pesar de ser de naturaleza fluida, la sangre cumple funciones inmunitarias, de transporte, de almacén y muchas otras cosas más. Según el Ministerio de Salud de Argentina, algunas de las más relevantes son las siguientes:

  • Participa en la defensa ante infecciones, pues lleva los leucocitos a los tejidos afectados.
  • Transporta tanto el oxígeno proveniente de los pulmones como los nutrientes del aparato digestivo hacia las células que los necesitan.
  • Lleva diversas sustancias de desecho hacia los riñones, y el dióxido de carbono a los pulmones.
  • Participa en la termorregulación corporal.
  • Transporta hormonas, enzimas y muchas otras moléculas biológicas de naturaleza reguladora.
  • Participa en la coagulación, pues en su interior viajan las plaquetas.

Tal es la importancia de este tejido que, en eventos como los accidentes cerebrovasculares —en los que se corta el riego sanguíneo al tejido cerebral—, las células afectadas tardan unos pocos minutos en empezar a morir.

El análisis de sangre

Como ya hemos explicado la composición y la función de la sangre, es momento de responder a las siguientes preguntas: ¿quién debe hacerse un análisis de sangre? ¿Cómo se hace? ¿Qué significan sus resultados? En las siguientes líneas te respondemos a todas y cada una de las cuestiones aquí planteadas. Vamos allá.

¿Quién debe hacerse un análisis de sangre?

El análisis de sangre debe ser realizado por profesionales en análisis clínicos.
En los hospitales y clínicas, la toma de muestra suele ser realizada por el personal de enfermería, y el especialista en análisis clínicos se encarga de revisar la muestra.

Tal y como indica el portal Kidshealth, un análisis de sangre suele ser parte de un proceso rutinario, pero también se puede pedir a modo de prueba de cribado, o porque el paciente no se encuentra del todo bien. En general, se indica para lo siguiente:

  • Controlar la salud general del paciente: como hemos dicho antes, siempre es recomendable hacer un análisis sanguíneo al año.
  • Diagnosticar una enfermedad: se puede sugerir un análisis cuando el paciente siente fatiga, malestar, fiebre, inflamación, hematomas o sangrado en cualquier parte del cuerpo. El examen no suele ser la prueba diagnóstica definitiva, pero sí permite orientar al especialista.
  • Controlar una patología ya presente.
  • Supervisar un tratamiento médico: los análisis de sangre son esenciales en pacientes con tratamientos que pueden alterar el conteo celular en el torrente sanguíneo.

Así pues, si un médico te pide un análisis de sangre, no te alarmes. Lo más normal es que todos nos hagamos uno de forma anual y, si no presentas ninguna sintomatología característica, los profesionales no tienen que estar buscando una enfermedad.

¿Cómo se hace?

Todos nos hemos hecho una analítica alguna vez: una aguja, un pinchazo rápido, un algodón para evitar que salga más sangre, y a casa. Aun así, el portal Líder Doctor nos aporta algunos consejos para que la analítica sea lo más representativa del estado de salud del paciente. Entre ellos, encontramos los siguientes:

  1. Mantén tus costumbres alimenticias y no las cambies en los días previos a la toma de la muestra de sangre.
  2. Acude a realizar el análisis a primera hora de la mañana, siempre en ayunas. Eso sí, puedes beber agua y consumir las medicinas que sean necesarias para tu salud, a menos que el médico te indique lo contrario.
  3. No fumes antes de hacerte los análisis.
  4. Si tienes tendencia a marearte durante la extracción, no seas tímido y comunícaselo a los enfermeros. En caso afirmativo, es probable que te realicen la prueba acostado. No tengas miedo a vocalizar tu incomodidad.
  5. Una vez realizada la extracción, presiona un poco el sitio de punción durante un tiempo aproximado de 10 minutos con algodón. Así evitarás la aparición de hematomas.

En un abrir y cerrar de ojos, ya está hecha la prueba. Por lo general, la cantidad adecuada de la muestra es de 10 a 12 mililitros, así que casi no te enterarás de la extracción. Una vez recogido el volumen necesario, la sangre se dirige al laboratorio para su análisis.

¿Qué se evalúa en el análisis de sangre?

Toca ponerse técnicos, pues es el momento de desgranar todos los parámetros que se tienen en cuenta al analizar una muestra de sangre. Comenzaremos diciendo lo siguiente: los resultados se dividen en dos fases, el hemograma y la porción bioquímica. La Asociación Cultural de Diabéticos de Cáceres nos ayuda con ello.

El hemograma

Tal y como indica la Clínica Mayo, el hemograma mide la cantidad y las variaciones de los elementos sanguíneos, es decir, las células especializadas circulantes. Entre ellas, encontramos las siguientes.

Eritrocitos, hematíes o glóbulos rojos

Los glóbulos rojos son corpúsculos celulares especializados, carentes de núcleo y mitocondrias, que transportan el oxígeno gracias a la hemoglobina. La media para el varón es de 5 000 000 y para la mujer de 4 500 000 por milímetro cúbico. Un valor más bajo de lo normal desencadena algún tipo de anemia, como la drepanocitosis.

Hematocrito

Se trata de un parámetro similar, pues mide el tanto por cien de los glóbulos rojos presentes en la sangre. Es un buen indicador para calcular anemias.

Términos en siglas

Englobamos tres términos en una sola categoría, pues todos tienen algo en común. Estos son los siguientes:

  • V.C.M. (volumen corpuscular medio): se refiere a la media del volumen individual de los glóbulos rojos, es decir, su tamaño. Cuando hay una falta de hierro en el paciente, este valor tiende a disminuir.
  • H.C.M. (hemoglobina corpuscular media): la proporción de hemoglobina que contiene cada glóbulo rojo. La C.H.C.M es un valor similar, pues relaciona la cantidad de hemoglobina en referencia al volumen del hematíe.
  • V.S.G. (velocidad de sedimentación globular): es un valor que indica la velocidad con la que los hematíes se agregan y se sedimentan, es decir, cuánto tiempo tardan en separarse del plasma.

Fórmula leucocitaria

No nos vamos a detener de más en conglomerados numéricos, pues nos vale con saber que la fórmula leucocitaria cuantifica la proporción de glóbulos blancos presentes en la sangre. Esto engloba a neutrófilos, eosinófilos, basófilos, monocitos y linfocitos.

Un desajuste en la fórmula leucocitaria puede significar una alergia o procesos inflamatorios, entre otros.

Plaquetas

Las plaquetas son las células encargadas de taponar las heridas, iniciar la formación del coágulo sanguíneo e impedir la pérdida de este tejido por culpa de una hemorragia. El conteo normal es entre 150.000 y 400.000 unidades por milímetro cúbico. Su deficiencia puede implicar patologías como la trombocitopenia inmunitaria.

La medición de plaquetas es una parte fundamental del análisis de sangre.
La medición de plaquetas es muy útil para determinar problemas en la hemostasia.

La porción bioquímica

En esta parte del análisis no se miden los cuerpos celulares circulantes típicos en sangre. Algunos de los compuestos biológicos que se cuantifican son los siguientes:

  • Glucosa: un exceso de glucosa en sangre se conoce como hiperglucemia, una condición típica de la diabetes. Cuando no se produce suficiente insulina o esta es defectuosa, la glucosa permanece en el torrente sanguíneo en vez de ser aprovechada por las células.
  • Urea: la urea se excreta con la orina, la cual se produce en los riñones. Un exceso de urea en sangre puede significar un fallo renal en el paciente. Otros indicadores de la función de los riñones son el ácido úrico y la creatinina.
  • Colesterol: la concentración sanguínea de colesterol. Lo que todos conocemos como “colesterol alto” es la presencia excesiva de este lípido en sangre, que se puede depositar en los vasos sanguíneos y generar placas de ateroma.
  • Transaminasas: las transaminasas son un conjunto de enzimas que intervienen en el metabolismo y en la producción de diversos aminoácidos. Un valor alto en este parámetro suele indicar un mal funcionamiento hepático, entre otras patologías.

Como podrás observar, tan importante es el conteo de los cuerpos celulares como de otras sustancias plasmáticas.

Muchos de estos valores pueden oscilar dependiendo del paciente sin que esto suponga un problema pero, en ocasiones, estos desajustes pueden ser el primer indicio de una patología subyacente.

Resumen

Como habrás podido comprobar, en el análisis de sangre se miden muchísimas cosas. Desde la proporción de glóbulos rojos circulantes hasta la presencia de colesterol, hay una amplia gama de parámetros biológicos que otorgan información muy relevante a los especialistas médicos sobre el estado de salud general del paciente.

Por todas estas razones, no hace falta que te sientas mal para realizarte un análisis de sangre. Se trata de una prueba que suele ser gratuita, rápida y casi indolora, pero que puede detectar muchos desajustes fisiológicos antes de que estos se conviertan en un problema. Convierte en rutina la analítica sanguínea: lo agradecerás en el futuro.




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.