Maltrato infantil

El maltrato infantil es considerado un fenómeno psicosocial porque su impacto no se presenta exclusivamente en el menor, sino también en la familia y en la sociedad en general.
Maltrato infantil
Paula Villasante

Escrito y verificado por la psicóloga Paula Villasante.

Última actualización: 05 octubre, 2019

La Real Academia Española define el término maltrato como la acción o el efecto de maltratar. Maltratar, a su vez, se entiende como tratar mal a alguien de palabra u obra, o como menosacabar, echar a perder. Cuando el maltrato tiene lugar durante la infancia, hablamos de maltrato infantil.

Así, el maltrato tiene muchas formas y puede verse de muchas maneras. Entre ellas, encontramos el maltrato físico, el maltrato psicológico, el maltrato emocional, el maltrato sexual o el maltrato económico.

Además, el maltrato puede ir dirigido a distintos colectivos. Existe el maltrato infantil, el maltrato animal o el maltrato hacia la mujer, entre otros. A continuación te explicamos en qué consiste el maltrato infantil.

Introducción al maltrato infantil

El maltrato infantil es considerado un fenómeno psicosocial porque su impacto no se presenta exclusivamente en el menor, sino también en la familia y en la sociedad en general. Recientemente, se ha definido el maltrato infantil como cualquier acción u omisión no accidental en el tratamiento a un menor por parte de sus padres o cuidadores.

Este maltrato se caracteriza por patrones de interacciones dañinas que suponen una amenaza en su desarrollo, tanto físico como psicológico. Así, este tipo de acciones afectan al desarrollo infantil en todos los ámbitos.

Además, según cifras emitidas por la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR), la violencia a menores de edad en España aumentó un 13,6 % en 2012. Principalmente, los programas de tratamiento que centran su actuación en aspectos cognitivos o afectivos relacionados con la capacidad empática de los padres, obtienen resultados positivos.

maltrato infantil
Los padres alcohólicos o con alguna adicción a sustancias tóxicas son más propensos a ejercer la violencia que aquellos que no presentan ninguna adicción. Asimismo, una persona que vive en constante estrés tiene un mayor riesgo de convertirse en una persona que maltrata.

Un gran número de niños manifiesta trastornos severos debido a estos episodios de maltrato. Sin embargo, otros logran una buena adaptación a los diferentes contextos interpersonales en los que interactúan, afrontando con buen pronóstico las situaciones estresantes.

Existen formas de prevenir el maltrato infantil a través de la intervención en múltiples niveles:

  • Primero, desarrollando alternativas al maltrato en el microsistema familiar.
  • Segundo, favoreciendo la comunicación entre la escuela y los padres y madres de riesgo, como son las familias potencialmente desestructuradas.
  • Proporcionando directamente a los niños y niñas maltratados oportunidades que les ayuden a superar el daño originado por esta vivencia.

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La influencia del apego en el maltrato infantil

El apego en la infancia suele establecerse no solo con la madre, sino también con el padre y otros familiares. Según López, el vínculo del apego responde a una de las necesidades humanas más fundamentales: la necesidad de sentirse seguro y protegido, con una o varias personas que sabemos incondicionales, disponibles y eficaces.

La mayoría de los niños establecen vínculos con sus figuras de apego. Estas varían en calidad, ya que existen diferentes estilos de apego y en cada uno se distinguen tres componentes:

  • Conductas de apego (componente conductual) que el niño manifiesta para conseguir proximidad, contacto y comunicación con sus figuras de afecto.
  • Modelo mental de relación (componente cognitivo). Se trata de la representación mental de la figura de apego y de uno mismo a partir de la interacción que se crea.
  • Sentimientos (componente emocional). Una adecuada relación con las figuras de apego conlleva sentimientos de seguridad, proximidad y contacto.

La estabilidad emocional infantil se deriva del tipo de apego seguro que desarrollan hacia sus cuidadores. Así, esto es lo que les ayudará a enfrentarse a sucesos estresantes, promoviendo su adaptación.

Cada uno de los patrones de apego posee características conductuales propias en los hijos debido al estilo educativo que utilizan los padres respecto a ellos. A continuación, se exponen los principales tipos:

Niños inseguros huidizos (tipo A)

No manifestaron conductas de búsqueda de proximidad y contacto hacia su figura de apego a lo largo de toda la situación. Se trata de figuras de apego hostiles hacia los niños o con dificultad para expresarles afecto y vivir la intimidad con ellos.

Se trata del estilo con mayores repercusiones negativas sobre la socialización de los niños. Algunas de estas repercusiones son la falta de autonomía personal, la baja competencia social o la baja autoestima.

Niños seguros (tipo B)

Muestran una conducta exploratoria competente y activa en presencia de su figura de apego. Buscan de forma activa proximidad y contacto. Los padres suelen guiar la creatividad del niño, utilizando la negociación y el razonamiento. Así, ello genera en los hijos un buen desarrollo de competencias sociales, alta autoestima y bienestar psicológico.

Niños inseguros resistentes/ambivalentes (tipo C)

Se muestran muy ansiosos y son incapaces de iniciar una conducta exploratoria activa. Su figura de apego es inconsistente. Se crean niños dependientes con altos niveles de conducta antisocial.

Niños desorganizados/desorientados (tipo D)

Presentan gran confusión y desorganización conductual. Se muestran aturdidos en presencia de su figura de apego y presentan conductas indicadoras de temor hacia ella.

Se generan niños con bajos niveles de autoestima, capacidad cognitiva y logros académicos. Este estilo conlleva así factores de riesgo que facilitarían el desarrollo de la violencia ascendente. Así, los niños maltratados están más predispuestos a desarrollar un apego inseguro o desorganizado.

El maltrato emocional infantil

Niño con autismo

Según Jiménez, el maltrato emocional es “el conjunto de manifestaciones crónicas, persistentes y muy destructivas que amenazan el normal desarrollo psicológico del niño”. Estas conductas suelen aparecer en forma de insultos, desprecios, rechazos, confinamientos y amenazas que impiden la normal interacción del niño dentro del seno familiar.

Otros autores detectan las cuatro formas diferentes que caracterizan este maltrato emocional:

  • Rechazo: conductas que comunican o constituyen abandono. Hasta los dos años, se rehúsa al niño ante sus iniciativas espontáneas de apego. De los dos a los cuatro años, se excluye al niño de las actividades familiares.
  • Aterrorizar: se amenaza al niño con un castigo extremo que intenta crear en él un miedo intenso. Hasta los dos años, se podría producir la ruptura consistente y deliberada de la tolerancia del niño a los cambios y los nuevos estímulos. Hasta los cuatro años, se expresaría con gestos y palabras exagerados que tratan de intimidar, amenazar y castigar al niño.
  • Aislamiento. Privar al niño de las oportunidades de establecer las relaciones sociales. Hasta los dos años, se le niega la interacción con los padres u otros adultos. Hasta los cuatro años, se le enseña a evitar cualquier contacto social.
  • Ignorar. Ausencia total de disponibilidad del padre o madre para el niño, mostrándose inaccesibles o incapaces de responder a cualquier conducta infantil.

La presencia de maltrato o abandono emocional se señala si se dan dos requisitos:

  • El comportamiento señalado se muestra de manera reiterada y continua.
  • Su presencia es claramente perceptible.

Consecuencias del matrato infantil

Al parecer, los casos detectados de maltrato infantil son pocos. Podría decirse así que son la punta del iceberg del maltrato en la infancia.

Han sido varios los autores que han investigado sobre el maltrato infantil. Así, estas son algunas de las posibles consecuencias de sufrir maltrato durante la infancia:

  • Un nivel alto de estrés a una edad temprana, como el que se produce en el maltrato infantil, puede tener consecuencias cruciales para el desarrollo del cerebro humano.
  • Aquellas personas que sufren maltrato en la infancia tienden a presentar un potencial de maltrato significativamente mayor que aquellos con apegos seguros.
  • Además, existen dificultades lingüísticas en las muestras de maltrato infantil.

Conclusión

Así pues, parece que el maltrato en la infancia puede tener consecuencias en la psicopatología de la persona. También hemos podido ver cómo ciertas conductas en la infancia pueden determinar algunas otras conductas en la adultez. Se debe evaluar el mejor modo de intervenir sobre este problema y propiciar el desarrollo de los procesos de resiliencia.



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