Dermatofagia: qué es y cómo tratarla

¿Tienes el hábito patológico de morder o roer la superficie de la piel? Conoce qué es la dermatofagia y cómo se puede tratar.
Dermatofagia: qué es y cómo tratarla
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 12 septiembre, 2022

El hábito de morderse el borde de la piel que recubre a las uñas o la piel fina del interior de las mejillas es relativamente común. Las personas lo hacen cuando están ansiosas, tensas o aburridas. Si el comportamiento es repetitivo y está ocasionando repercusiones físicas es probable que se esté frente a un caso de dermatofagia. Esto es, un trastorno bien definido que lleva al hábito a contextos patológicos.

Este trastorno se ha conocido de muchas formas en el pasado. Durante décadas se hizo referencia a él como mordedura de lobo (wolf-biting) y no fue hasta épocas recientes que cobró interés en el entorno médico. Aún se desconoce mucho acerca de él, pero se piensa que es un tipo de trastorno obsesivo compulsivo (TOC) relacionado con el comportamiento repetitivo centrado en el cuerpo (BFRB).

Síntomas de la dermatofagia

El trastorno se caracteriza por la compulsión de morder o roer una parte del cuerpo. Se hace de manera consciente o inconsciente, y va más allá de un hábito repetitivo que se hace de manera ocasional. En efecto, un paciente con el trastorno roe, muerde o mastica la superficie de la piel de manera recurrente; tanto que con el paso de las semanas o los meses esta se empieza a resentir. Veamos algunos de sus principales síntomas:

  • Morder o roer la superficie de la piel, en especial la de las manos y la del interior de la boca.
  • Piel enrojecida, desgastada o con callos.
  • Sangrado en el área afectada.
  • Cicatrices o decoloración en la superficie de la piel.
  • Angustia y sentimientos de compulsión.

Dado que a menudo la piel se expone con el tiempo, las personas suelen desarrollar procesos infecciosos. El área afectada puede infectarse, de manera que se inflamará y secretará pus. Como consecuencia también pueden aparecer síntomas como fiebre, dolor de cabeza y malestar general. A pesar de que la persona roe la piel, por lo general no ingiere los restos.

Debido a que las personas con este hábito no lo hacen para comerse la piel, muchos investigadores proponen el término dermatodaxia. Esto debido a que dermatofagia proviene del griego derma (‘piel’) y phago (‘comer’). Por su parte, dermatodaxia se compone de derma (‘piel’) y daxia (‘morder’). En contra de ello, los profesionales de la salud y el público en general se suelen referir a este hábito como dermatofagia.

Los síntomas empeoran en situaciones de estrés, en determinados contextos o lugares y de acuerdo con los niveles de ansiedad. Aun así, la persona no siempre es consciente de lo que hace; y son sus amigos o familiares quienes le advierten de su hábito compulsivo.

No es infrecuente que el afectado desarrolle vergüenza por su comportamiento, de manera que optará por aislarse. Esto puede derivar a su vez en depresión.

Causas de la dermatofagia

La dermatofagia es un trastorno obsesivo compulsivo
Todavía no se comprende del todo cuáles son las causas que llevan a una persona a la dermatofagia. Es más probable que se deba a una combinación de factores.

Tal y como señalan los investigadores, este hábito se resume en un comportamiento repetitivo, de manera que se puede clasificar como un trastorno obsesivo compulsivo (TOC). A menudo las personas manifiestan otros trastornos relacionados, como por ejemplo tricotilomanía (hábito de arrancarse el cabello), dermatilomanía (hábito de pellizcarse la piel) y onicofagia (hábito de morderse las uñas).

De igual modo, el trastorno se considera un tipo de comportamiento repetitivo centrado en el cuerpo (BFRB). Esto es, el hábito compulsivo de causarse lesiones físicas o de ir en contra de la propia integridad corporal. No se conocen las causas exactas del BFRB, pero algunos expertos sugieren que los déficits en la regulación de las emociones pueden explicar muchos casos.

El BFRB es más común de lo que se piensa, ya que se ha estimado que puede afectar hasta el 12 % de la población mundial.

Se ha encontrado una relación entre el BFRB y los antecedentes familiares, de modo que quien tiene un familiar en primer grado con este trastorno es más probable que lo desarrolle en el futuro. Los traumas y la ansiedad durante la infancia y la juventud también se cuentan entre sus posibles desencadenantes.

Aunque muchos lo consideran un tipo de TOC, no todos los pacientes con este trastorno desarrollan dermatofagia. El interés por parte de la comunidad médica es reciente, de manera que no se conocen del todo bien sus catalizadores y relaciones con otros trastornos (o si merece una clasificación individual). Suele iniciar al final de la infancia y al principio de la adolescencia.

Diagnóstico de la dermatofagia

La dermatofagia no se incluye en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en su quinta edición (DSM-5), de modo que no existen criterios formales para diagnosticarlo. A pesar de ello, un profesional de la salud con base en los síntomas, la entrevista con el paciente y el historial médico puede hacer un diagnóstico certero del trastorno.

El principal criterio para diagnosticar la dermatofagia es la angustia patológica. Ciertamente, y como ya hemos mencionado, no se trata de un simple hábito ocasional. El comportamiento ocasiona angustia y frustración en los afectados, y se acompaña de una alteración para hacer vida normativa o social. La presencia de estrés y ansiedad son por tanto otros indicadores que se tienen en cuenta durante el diagnóstico.

Opciones de tratamiento

La dermatofagia puede requerir terapia
A pesar de que es difícil controlar los impulsos de la dermatofagia, la terapia con un buen profesional puede ayudar.

No existe un tratamiento estándar para hacer frente al trastorno, aunque este se puede controlar con base en psicoterapia e ingesta de medicamentos (estos últimos en casos moderados o graves). La terapia cognitivo conductual suele ser la más eficaz, ya que le enseña al paciente a controlar sus pensamientos y comportamiento para reducirlos.

En cuanto a los medicamentos, y si el profesional así lo sugiere, se pueden recetar inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Estos son el grupo de antidepresivos más utilizados, en parte porque son más seguros y tienen mínimos efectos secundarios. También se pueden recetar ansiolíticos y otros fármacos pertinentes.

El especialista también sugerirá cambios en el estilo de vida. Evitar las situaciones estresantes, reducir el consumo de café, tabaco y alcohol, hacer ejercicio, mantener una dieta equilibrada, hacer vida social y practicar actividades relajantes (yoga, meditación y demás) pueden hacer una diferencia notable. Los daños en la piel se tratarán de manera local para facilitar su cicatrización.



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