Aceite de palma: ¿por qué es malo?

El aceite de palma ha demostrado impactar negativamente sobre la salud, debido a su perfil lipídico y a la inestabilidad de los ácidos grasos que lo componen. Conozcamos más al respecto.
Aceite de palma: ¿por qué es malo?
Saúl Sánchez

Escrito y verificado por el nutricionista Saúl Sánchez.

Última actualización: 21 noviembre, 2021

El aceite de palma es uno de los ingredientes más utilizados en la industria alimentaria. Mejora la textura y el sabor de ciertos productos, a pesar de que sus características a nivel nutricional no son buenas. Por otra parte, su sobreuso ha generado un problema ambiental importante, debido a la deforestación de bosques de palmeras.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que existen varios tipos de aceites y que no todos cuentan con la misma calidad. Se diferencian desde el punto de vista organoléptico, pero también en lo que a perfil lipídico se refiere.

Composición del aceite de palma

Cuando se analiza la composición del aceite de palma se puede observar que más del 50 % de los ácidos grasos que contiene son de tipo saturado. En el pasado, el consumo de estos elementos se asociaba con un incremento del riesgo cardiovascular. Actualmente esto ha cambiado, ya que las evidencias no son sólidas al respecto. Ahora bien, si se someten dichos lípidos a altas temperaturas, la cuestión cambia.

Los ácidos grasos saturados contienen solo enlaces simples en su estructura química. Esto provoca que sean especialmente sensibles al calor. Aplicando temperaturas agresivas se transforman en grasas de tipo trans, siendo las mismas muy perjudiciales para el organismo. Así lo evidencia una investigación publicada en la revista Diabetes & Metabolic Syndrome.

Para evitar alteraciones en el perfil lipídico del organismo y una elevación de los niveles inflamatorios en el medio interno, se recomienda que las grasas que predominen en la dieta sean de tipo insaturado. No pasa nada por incluir también las saturadas, pero estas han de ser en crudo. La mantequilla podría ser un buen ejemplo de un alimento beneficioso con alto contenido en esta clase de lípidos, siempre y cuando no se cocine.

En la industria, el aceite de palma suele añadirse a los alimentos de forma previa a un proceso de horneado. Esto mejora el sabor y la textura de los mismos, pero pone en juego su salubridad.

El consumo regular de esta clase de comestible incrementa la inflamación y la oxidación del medio interno. Ambos mecanismos resultan subyacentes al desarrollo de patologías complejas, según un estudio publicado en Antioxidants & Redox Signaling.  

El problema ambiental del aceite de palma

Por otra parte, la utilización en cantidades masivas de aceite de palma ha provocado un gran problema ambiental y ecológico, tal y como se describe en un artículo publicado en la revista Nutrients. Se han deforestado miles de hectáreas de árboles para utilizar el terreno como zona de cultivo de palmeras.

Esta deforestación conlleva una alteración en el intercambio de gases a nivel atmosférico, lo que termina por dañar la capa de ozono y por promover todos aquellos procesos que generan más cambio climático. En esta dirección, los países han tratado de firmar acuerdos para reducir y limitar la utilización de este ingrediente.

No obstante, con las nuevas recomendaciones y legislaciones no se ha conseguido una reducción del consumo de aceite de palma a gran escala. Es cierto que cada vez se pueden encontrar más comestibles industriales que declaran en la etiqueta no contener el ingrediente, pero esto se utiliza como estrategia de mercadeo.

Que un alimento ultraprocesado industrial no cuente con dicha grasa en su interior no quiere decir que se convierta automáticamente en positivo. Existen otros muchos componentes que resultan dañinos cuando se consumen.

Palmeras para producir aceite de palma.
Las plantaciones de palmera y la deforestación alteran la atmósfera. El problema medioambiental que se deriva de la producción masiva de aceite de palma no ha encontrado solución todavía.

¿Qué tipo de aceite es mejor?

A la hora de escoger un aceite es importante fijarse en el perfil lipídico. Por norma general, será positivo que contenga en su interior ácido oleico y linoleico.

Los ácidos grasos omega 3 también son determinantes, puesto que existen evidencias conforme son capaces de controlar la inflamación en el medio interno. De este modo, se evita la promoción de procesos inflamatorios de bajo grado.

Asimismo, esta clase de lípidos se han asociado con una protección a nivel cardiovascular. No solo podrían ayudar a reducir los parámetros de tensión arterial, sino que también contribuyen a prevenir la aterosclerosis.

Por este motivo, el aceite más recomendable para incluir en la dieta es el de oliva virgen extra. No solo resulta excelente a nivel organoléptico, sino que sus características nutricionales son más que destacables. A un contenido óptimo en grasas hay que sumarle la presencia de vitamina E, un poderoso antioxidante.

Otros aceites de buena calidad

Existen otros tipos de aceites que se pueden incluir en la pauta regular debido a su alto perfil de seguridad. Por ejemplo, el de coco resulta óptimo para consumir en crudo. Se puede utilizar como aliño o incluso añadir al café; una combinación que se encuentra muy de moda dentro del contexto de las dietas cetogénicas.

Este tipo de grasa concentra triglicéridos de cadena media; elementos que también ayudan a modular los mecanismos inflamatorios. De hecho, es uno de los aceites vegetales de mayor calidad. El de aguacate también resulta positivo, aunque es más extraño de encontrar y más caro.

Como norma general, debe evitarse la fritura y el rebozado de los alimentos de forma previa a su consumo. No solo podría degradarse el perfil nutricional del aceite por medio de estos procesos, sino que se incrementa el valor calórico del comestible en sí.

El peligro de los aceites de semillas

Del mismo modo que el aceite de palma, es posible encontrar en el mercado aceites de semillas cuyo consumo no está recomendado. Un ejemplo es el de sésamo, muy habitual dentro de la cocina oriental. Este producto en crudo cuenta con un perfil nutricional bastante adecuado, pero si se somete a temperaturas elevadas se altera y se oxida.

En este sentido, hay que destacar que muchas de las margarinas que se encuentran en el mercado están elaboradas con este tipo de grasas. Hablamos de un producto ultraprocesado industrial que incluso puede contener aditivos alimentarios.

Lo ideal es que las grasas representen en torno al 30-35 % del total de las calorías de la dieta. Si bien es cierto que en algunas pautas pueden incrementarse en detrimento de los carbohidratos, no siempre dicha estrategia genera una buena adherencia.

Aceite de oliva.
Si se puede elegir entre todos los aceites del mercado, siempre habría que priorizar el de oliva extra virgen.

¿Cómo reducir el aceite de palma en la dieta?

Limitar la presencia del aceite de palma en la alimentación resulta una estrategia positiva. Con este objetivo, conviene reducir el consumo de alimentos ultraprocesados industriales, basando la pauta dietética en frescos con alta densidad nutricional.

Por otra parte, será determinante prestar especial atención a los etiquetados nutricionales, sobre todo a la sección de la lista de ingredientes. Aquí tiene que aparecer declarada la presencia del aceite de palma o de otras grasas parcial o totalmente hidrogenadas. Estas se consideran de tipo trans y han demostrado afectar negativamente al estado de salud.

En su lugar se debe promocionar la ingesta de alimentos frescos con grasas saludables. El aceite de oliva virgen extra puede formar parte de la pauta, del mismo modo que el aceite de coco o el de aguacate.

Además, puede ser recomendable la suplementación con ácidos grasos en ciertos contextos. Por ejemplo, si la dieta es carente en pescado suele suponer una buena alternativa el consumo de cápsulas de omega 3. Aun así, siempre es aconsejable visitar a un especialista en nutrición primero.

Es importante reducir el consumo del aceite de palma

El aceite de palma es un producto de una calidad muy baja que no debe ser incluido en la dieta de forma regular. Se utiliza para mejorar la textura, el sabor y la vida útil de muchos alimentos de carácter ultraprocesado, pero a costa de generar daños en el organismo.

Ten en cuenta que para conseguir un buen estado de salud con el paso del tiempo será clave plantear buenos hábitos, entre los que se encuentran una dieta adecuada y la práctica regular de actividad física.



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