Nomofobia, el miedo irracional a estar sin teléfono móvil

La nomofobia hace referencia a ansiedad generada por la desconexión con el teléfono móvil. Veamos sus características y consecuencias.
Nomofobia, el miedo irracional a estar sin teléfono móvil
Laura Ruiz Mitjana

Revisado y aprobado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 22 marzo, 2023

El término nomofobia se utiliza para describir una serie de reacciones y sentimientos asociados al miedo por desconectarse del teléfono móvil. Deriva del inglés no mobile phone phobia y se utilizó por primera vez en 2008 por la oficina de correos del Reino Unido. Se estima que más del 50 % de la población mundial que usa teléfonos móviles tiene nomofobia o está en riesgo de desarrollarla.

La prevalencia real varía de acuerdo con la edad, el sexo, la condición social, el tipo de teléfono móvil y otras variables. Aun así, se trata de un problema real que se relaciona con un deterioro del bienestar de los afectados. A continuación repasamos qué saben los expertos sobre la nomofobia y por qué deberías poner un límite a la atención que le prestas a tus dispositivos.

Características de la nomofobia

La nomofobia no es un trastorno reconocido por parte de los manuales de diagnósticos psiquiátricos. De hecho, y como señalan los expertos, la palabra fobia en el término es en sí mismo inapropiado. Se describió en su momento con base en los criterios de “fobias a cosas particulares o específicas” que se incluían en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en su cuarta edición (DSM-IV, el vigente para el 2008).

La palabra se utiliza para aludir a los síntomas de incomodidad, nerviosismo o ansiedad desencadenados por no estar conectado al teléfono móvil. El término conectado es muy general, y hace referencia a una variedad de situaciones: no encontrar el dispositivo, no tenerlo cerca, no apagarlo y revisarlo constantemente. Se considera un trastorno del siglo XXI que se deriva de la masificación de las tecnologías de la información y la comunicación.

La nomofobia está relacionada de manera muy estrecha con otros fenómenos asociados con el uso de dispositivos electrónicos. Por ejemplo, al síndrome FOMO (miedo de perderse algo en redes sociales), la adicción a las nuevas tecnologías, la adicción al teléfono móvil y otros. De hecho, a veces todos estos términos se usan como sinónimo de nomofobia, y viceversa. Los investigadores proponen cuatro características definitorias de ella:

  1. Miedo o nerviosismo por no poder comunicarse con otras personas.
  2. Miedo a no poder conectarse.
  3. Miedo a no poder tener acceso inmediato a la información.
  4. Temor a la renuncia a la comodidad que ofrecen los dispositivos móviles.

Aunque puede afectar a cualquiera que utiliza dispositivos móviles, se trata de un problema que persiste en la población entre 12 y 18 años de edad. Los comportamientos y las reacciones asociadas a ella se resumen en la siguiente lista:

  • Incapacidad para apagar el teléfono móvil.
  • Incapacidad para alejarse durante un largo periodo de tiempo del dispositivo.
  • Desbloquear compulsivamente la pantalla en busca de notificaciones.
  • Cargar la batería del móvil incluso cuando esta no lo requiere objetivamente.
  • Comprobar repetidamente si se lleva el dispositivo consigo.
  • Alteración de las relaciones interpersonales por el uso del móvil.
  • Aislamiento social.
  • Desarrollo de trastornos del estado de ánimo, como el estrés, la ansiedad y la depresión.
  • Alteración de los patrones del sueño debido al uso del dispositivo.

Estos son solo algunos de los rasgos distintivos de la nomofobia. La mayoría de las personas, en menor o mayor medida, desarrolla alguno o varios de estos. Cuando su frecuencia e intensidad alcanzan límites patológicos se dice que se está en presencia de nomofobia.

Causas de la nomofobia

La nomofobia afecta a la gente joven
Las personas con nomofobia pueden manifestar otros trastornos de ansiedad a lo largo de su vida.

La condición no es propiamente una fobia. Ciertamente, y aunque comparte algunos rasgos en común, las fobias se caracterizan por la necesidad imperante de alejarse del objeto que cataliza los síntomas. De manera más estricta, se acopla mejor con el espectro de otros trastornos de ansiedad. Podemos destacar tres variables que inciden en su manifestación:

  • Uso promedio del dispositivo móvil a lo largo del día: se estima que más del 98 % de la población joven utiliza el móvil entre 1 y 4 horas a lo largo del día. Muchos superan con creces este uso, de manera que los dispositivos móviles se han consolidado entre la población general, y en particular en la más joven, como parte de la rutina diaria.
  • Múltiples utilidades relacionadas con su uso: desde hace años que los móviles no se usan solo para llamar y enviar mensajes. Estudiar, jugar videojuegos, hacer un seguimiento de estadísticas deportivas propias, realizar inversiones, valorar la situación financiera, hacer fotografías, compartir información personal y mucho más forma parte del uso real en la actualidad.
  • Masificación de la tecnología: el móvil ha pasado de ser un complemento del día a día a convertirse en una herramienta principal. Muchas de las cosas de tu día a día dependen estrictamente del móvil, de manera que sin él no podrías desenvolverte en el trabajo, el estudio, en la sociedad o en el hogar como lo haces hoy.

La conjunción de estas variables llevan a una persona a desarrollar las reacciones que componen la nomofobia. La personalidad introvertida, el desajuste la práctica del apego, la presencia de trastornos de ansiedad o depresivos y otros también median en su manifestación.

Consecuencias de la nomofobia

La nomofobia puede causar problemas del sueño
El uso excesivo de los dispositivos móviles puede afectar casi cualquier aspecto de la vida cotidiana.

La dependencia patológica al dispositivo móvil desencadena una serie de consecuencias para el bienestar del afectado y de quienes lo rodean. Por ejemplo, un estudio publicado en Heliyon en 2018 asoció a los rasgos de la nomofobia con una mayor probabilidad de desarrollar trastornos de la personalidad. En concreto, de desarrollar el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).

En efecto, el TOC y la nomofobia comparten muchos vínculos en común; de manera que esta puede ser un catalizador en determinados contextos para su desarrollo. También se sabe que se interpone de manera negativa en la valoración subjetiva de la felicidad, la autoestima y la soledad. Esto debido al deterioro de las relaciones interpersonales y la apuesta por relacionarse predominantemente en un ambiente virtual.

La atención excesiva a los dispositivos móviles pueden repercutir negativamente los hábitos en el trabajo y en el estudio, lo que se traduce en una reducción significativa del rendimiento. Se ha relacionado además con la ira, la irritabilidad, la inestabilidad emocional, la angustia y la agresividad. Recientemente, un trabajo publicado en Nature and Science of Sleep en 2021 la asoció con trastornos del sueño como el insomnio.

Todo esto nos permite dimensionar que el alcance de la nomofobia es muy grande, ya que se relaciona con un deterioro del bienestar general de quien la padece. No es para nada una condición inocua, y debido a la dinámica de la sociedad actual es un problema con una alta aceptación social. De igual forma, es uno que los afectados son reacios a reconocerlo o a buscar ayuda.

Qué se puede hacer al respecto

Dado que no es un diagnóstico reconocido oficialmente no hay una terapia estandarizada para hacer frente a la nomofobia. Pese a ello, el abordaje psicológico se considera el primer mecanismo de acción ante los casos más graves. Por ejemplo, la terapia cognitivo conductual o la terapia de exposición pueden lograr grandes avances en las personas afectadas.

Si el especialista así lo considera se puede considerar el uso de medicamentos para la ansiedad. Los cambios en los hábitos de vida son muy importantes, entre los cuales participar en actividad sociales y hacer ejercicio son imprescindibles. Valorar objetivamente la conducta real que se tiene frente al móvil puede ayudar a poner un freno cuando la situación aún se puede controlar por sí mismo.



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