¿Qué es el VIH?

A pesar de que aún no existe cura para la enfermedad, con tratamiento es posible vivir una vida completamente normal. Te mostramos qué más debes saber sobre el VIH.
¿Qué es el VIH?
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Escrito por Daniela Andarcia

Última actualización: 02 octubre, 2021

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) infecta y destruye las células inmunitarias conocidas como linfocitos TCD4+, lo que debilita las defensas del organismo hasta extremos peligrosos. En general, se transmite por medio de la sangre, la leche materna, el semen y los fluidos vaginales.

En la actualidad, no existe una cura para el VIH, pero con tratamiento es posible controlar la enfermedad y vivir por un largo tiempo. De no hacerlo, se puede desarrollar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), un punto en el que el sistema inmunitario es tan débil que se vuelve incapaz de proteger al cuerpo de enfermedades de cualquier tipo.

Síntomas del VIH

El virus de la inmunodeficiencia humana se divide en 3 fases de infección: aguda, crónica y SIDA. Durante cada una de estas etapas aparecen ciertos síntomas, que pueden variar e incluso confundirse con los de otra enfermedad. Veamos más a continuación.

Infección aguda

El VIH provoca síntomas inespecíficos en sus inicios
Cuando el VIH provoca síntomas en sus estadios iniciales, suele confundirse con una simple gripe. Por ello, salvo que exista una elevada sospecha de exposición, el diagnóstico en este momento es difícil.

Es el período en el que el virus entra por primera vez al organismo y el sistema inmunitario reacciona para protegerlo. Durante la fase de infección aguda, el virus se esparce de forma rápida, por lo que en un lapso de 2 a 4 semanas, entre el 40 % y el 90 % de las personas experimentan síntomas similares a los de la gripe. Estos comprenden los siguientes:

  • Fiebre.
  • Escalofríos.
  • Sudores nocturnos.
  • Dolor de garganta.
  • Ganglios linfáticos inflamados.
  • Dolores musculares.
  • Fatiga.
  • Erupción cutánea.
  • Úlceras en la boca.

Ahora bien, el tiempo de duración de estos síntomas puede variar de unos días a varias semanas. Incluso, existen casos en que las personas no presentan ningún signo.

Infección crónica

Esta fase suele iniciar después del primer mes. Así mismo, su duración puede variar de años a décadas, y las personas tienden a no presentar síntomas.

Sin embargo, aunque no se presenten indicios, el virus está activo, por lo que las células están siendo atacadas y, sin tratamiento, la persona puede contagiar a otros.

SIDA

Si tienes VIH y no lo tratas, el virus debilitará el sistema inmunitario de forma irreparable y provocará el SIDA. Ahora bien, para esto suelen necesitarse varios años. Los síntomas de esta fase incluyen los siguientes, en ocasiones causados por otras infecciones o complicaciones de la misma enfermedad:

  • Fiebre recurrente o sudores nocturnos.
  • Cansancio extremo.
  • Pérdida de peso rápida.
  • Inflamación de los ganglios linfáticos de axilas, ingle o cuello.
  • Llagas en boca, ano y genitales.
  • Manchas de color rojo, marrón, rosado o violáceo en o debajo de la piel, dentro de la boca, nariz o párpados.
  • Diarrea que dura más de una semana.

Causas y factores de riesgo

En general, el virus se transmite a través de la sangre, el semen y otros fluidos corporales, por lo que actividades como tener relaciones sexuales sin protección y compartir agujas para inyectarse drogas recreativas están entre las principales formas de contagio.

Durante el embarazo, el parto o el período de lactancia, la madre también puede transmitirle el virus al bebé. De forma similar, tener otras enfermedades de transmisión sexual (ETS), puede aumentar el riesgo de contraer VIH.

Aunque el virus se transmite a través de fluidos que se intercambian con frecuencia, debes saber que hay algunos en los que este no prospera. El VIH se transmite a través de los siguientes:

  • Sangre.
  • Líquido preseminal o fluido preeyaculatorio.
  • Semen.
  • Fluidos vaginales.
  • Fluidos rectales.
  • Leche materna.

Sin embargo, no se transmite a través de:

  • Saliva.
  • Sudor.
  • Lágrimas.
  • Compartir alimentos y bebidas.
  • Usar el mismo inodoro, ducha o piscina.

Así mismo, es necesario tener en cuenta que para que se origine la infección, los fluidos deben entrar en contacto con:

  • Una membrana mucosa como la boca, la vagina, el pene o el recto.
  • Tejido dañado como el de una herida abierta.
  • El torrente sanguíneo (al ser inyectado de forma directa).

Factores de riesgo sexuales

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) establecen que el riesgo de contraer VIH por tener relaciones con una persona infectada varía de acuerdo al tipo de actividad sexual:

  • 1,38 % de riesgo en sexo anal receptivo.
  • 0,11 % de riesgo en sexo anal insertivo.
  • 0,08 % de riesgo en sexo vaginal receptivo.
  • 0,04 % de riesgo en sexo vaginal insertivo.
  • El riesgo en sexo oral está entre bajo e insignificante.

Si una persona tiene una carga viral alta, es más probable que infecte a su pareja sexual. Además, si la pareja sexual está infectada con otra ETS, el riesgo de contagio de VIH es significativamente mayor.

Sin embargo, hay algunas medidas que impiden que el virus se transmita durante el acto sexual. Entre ellas se incluyen la terapia antirretroviral, el uso de condones y la profilaxis previa a la exposición (PrEP).

Otros factores de riesgo

Existen otros factores que aumentan el riesgo de contraer VIH. Estos comprenden los siguientes:

  • Uso de drogas inyectables. Se estima que el riesgo es de 0,63 %.
  • Transfusiones de sangre. Considerada la forma más directa de contraer el virus, el riesgo es de 93 %.
  • Lesiones por pinchazo de aguja. Tienen un riesgo de alrededor de 0,23 %.
  • Equipo de tatuajes o piercings contaminados. Si bien es cierto que resulta una forma de contagio poco común, asegúrate de que el establecimiento cumpla con estrictas medidas de higiene.
  • Transmisión de madre a hijo. Esta puede ser durante el embarazo, el parto o la lactancia.

Diagnóstico del VIH

El diagnóstico del VIH con métodos inmunoenzimáticos
Los métodos basados en la interacción entre antígenos y anticuerpos, como la prueba ELISA, son los más usados para el diagnóstico del VIH.

A pesar de que existen varias pruebas para detectar el VIH, el especialista es el encargado de determinar cuál es la más indicada para cada caso.

  • Pruebas de antígenos y anticuerpos. Suelen ser las más utilizadas y arrojan resultados positivos entre 18 y 45 días después de haber contraído el virus. Estos análisis de sangre verifican los anticuerpos, proteínas que el cuerpo produce para combatir la infección, y los antígenos, sustancias que inician la respuesta inmunitaria.
  • Pruebas de anticuerpos. Este tipo de test se realiza entre 23 y 90 días después de haber contraído la infección, ya que es el período en que se pueden encontrar anticuerpos de VIH en la sangre o la saliva. Así mismo, no requiere preparación previa y los resultados están listos en 30 minutos o menos.
  • Prueba de ácido nucleico (NAT, por sus siglas en inglés). A diferencia de las pruebas anteriores, esta resulta un poco más costosa y no es para todos. Se recomienda a aquellos que tienen síntomas tempranos del virus o cuentan con un factor de riesgo. Tampoco busca anticuerpos, sino al virus que tarda entre 5 a 21 días en aparecer en la sangre.

¿Existe un período silente del VIH?

Sí. Aunque el virus comienza a expandirse en el cuerpo apenas se produce el contagio, la mayoría de las personas desarrollan anticuerpos detectables entre los 23 y los 90 días posteriores. Por ello es que el lapso entre la exposición al virus y el momento en que se vuelve detectable se conoce como período silente.

Si te realizas una prueba durante este período, es probable que el resultado sea negativo, pero aún puedes transmitir la enfermedad a otros. En ese sentido, a pesar de que la prueba arroje negativo, se debe volver a practicar en unos meses y ser precavido al momento de tener relaciones sexuales.

Tratamiento del VIH

Una vez se ha realizado el diagnóstico, el médico indicará tratamiento inmediato. Este consiste principalmente en terapia antirretroviral, una combinación de fármacos que combaten la expansión del virus, evitan que se desarrolle el SIDA y disminuyen el riesgo de transmisión.

Existen más de 25 medicamentos de terapia antirretroviral aprobados y suelen agruparse en 6 clases. En general, se recomienda un esquema inicial de 3 medicamentos contra el VIH que contengan al menos 2 de las clases principales. Esto sirve para prevenir que se desarrolle resistencia a los fármacos.

Así mismo, hay medicamentos que se combinan unos con otros para que las personas tomen entre 1 y 2 píldoras al día. Sin embargo, será el especialista el que determine cómo será el tratamiento.

Posibles efectos secundarios

La terapia antirretroviral puede causar dolor de cabeza, mareos y náuseas. Aunque estos efectos suelen ser temporales y desaparecen con el tiempo. Así mismo, genera complicaciones un poco más graves como inflamación de la boca y la lengua, daño hepático o renal, entre otros. Ahora bien, de ser muy severos, se hace imperante replantear los medicamentos.

Prevención

Aún no existe la cura para el virus, pero sí formas de prevenir el contagio.

Practicar sexo de forma segura

Entre las formas más comunes de contagio se encuentra el sexo anal o vaginal sin condón u otro anticonceptivo de barrera. Si bien es cierto que lo más seguro sería evitar tener relaciones sexuales, el riesgo podría disminuir con ciertas precauciones. Algunas de ellas incluyen las siguientes:

  • Hacerse pruebas para detectar VIH u otras ETS.
  • Usar preservativos.
  • Tomar los medicamentos de terapia antirretroviral como lo indicó el especialista.

Otros métodos de prevención

También puedes evitar el contagio si evitas compartir agujas y, de haber estado expuesto al virus o tener una mayor probabilidad de estarlo, es recomendable consultar con un especialista sobre la profilaxis posterior a la exposición (PEP) y la profilaxis previa a la exposición (PrEP).




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.