Causas y factores de riesgo de la sensibilidad al gluten

¿Sufres de sensibilidad al gluten no celíaca? Esta patología cuenta todavía con muchas incógnitas al respecto. Te contamos las posibles causas.
Causas y factores de riesgo de la sensibilidad al gluten
Saúl Sánchez

Escrito y verificado por el nutricionista Saúl Sánchez.

Última actualización: 11 junio, 2021

Las causas de la sensibilidad al gluten no celíaca son confundibles con las de la celiaquía, pero la fisiopatología es distinta. Es importante conocer los factores de riesgo, ya que hasta un 6 % de la población cuenta con este problema de salud, aunque muchas veces sin ser conscientes.

Es importante destacar que los síntomas de la sensibilidad al gluten no celíaca pueden remitir con el paso del tiempo. También que se confunden con los de otras enfermedades intestinales, ya que son muy poco específicos.

Causas de la sensibilidad al gluten no celíaca

Lo primero que hay que comentar es que la sensibilidad al gluten no genera alteración en la mucosa intestinal. Tampoco se ven alterados los marcadores propios de los trastornos de tipo alérgico, como en el caso de la alergia al trigo. No existen una serie de parámetros a nivel sérico típicos para el diagnóstico.

A día de hoy no existe una explicación concreta de las causas que pueden originar la sensibilidad al gluten no celíaca. De hecho, su diagnóstico se realiza por exclusión, tal y como afirma un estudio publicado en la revista Journal of the College of Physicians and Surgeons Es posible que exista una cierta determinación genética, pero no han sido identificados los polimorfismos implicados.

También se especula con que la dieta de la madre durante el embarazo, o incluso la introducción de la alimentación complementaria en el niño, podrían modular el riesgo de desarrollo de la patología. Pero no hay evidencias sólidas al respecto.

Algunos expertos sostienen que el problema no se genera a partir del gluten, sino de fructanos y de inhibidores de la tripsina de la amilasa. De hecho, ciertos artículos científicos apuntan a que una dieta baja en FODMAPs podría resultar una solución acertada para la sintomatología.

Por otra parte, es posible que los problemas asociados a la sensibilidad al gluten no celíaca se desarrollen a partir de un paso al torrente sanguíneo de ciertas proteínas o microorganismos contenidos de los alimentos. Esto genera una situación de inflamación sistémica perjudicial. Así lo evidencia una investigación publicada en Gut.

El gluten como causante del problema

A pesar de la existencia de otras teorías, la mayor parte de las evidencias apuntan a que el gluten resulta el elemento que genera la inflamación del epitelio intestinal, provocando la sintomatología propia. Esta proteína se encuentra en ciertos alimentos de origen vegetal, como el trigo y la cebada.

De hecho, los problemas suelen remitir cuando se eliminar el nutriente de la dieta. Lo curioso es que no todos los sensibles al gluten tienen la misma sintomatología ni responden igual a cantidades similares de la sustancia. Es más, tras un periodo de dieta libre de gluten se puede reintroducir el nutriente en ciertos casos.

En base a lo comentado, existe un estudio publicado en la revista Gastroenterology en el que se prueba con una dieta restrictiva en gluten para el tratamiento de la sensibilidad en dos grupos aleatorios. Las personas implicadas no sabían cuándo estaban comiendo con gluten y no experimentaron síntomas digestivos al ingerirlo.

A partir de aquí se generan muchas dudas. No obstante, se realizó otro ensayo en el que se administró gluten puro a pacientes con sensibilidad al gluten no celíaca y aquí sí que hubo síntomas. Aunque no en todos los participantes de la muestra.

Dieta sin gluten.
La restricción del gluten no tiene los mismos efectos en todos los pacientes con la sensibilidad, lo que genera dudas, según informan estudios científicos.

FODMAPs como origen del problema

Otra de las teorías de los expertos es que son los FODMAPs los que pueden desencadenar la sintomatología de la sensibilidad al gluten. Bajo este nombre se agrupan una serie de compuestos pertenecientes al conjunto de los carbohidratos, que pueden fermentar a nivel intestinal, provocando gases y dolores abdominales.

En ciertas personas se desarrollan incluso episodios de estreñimiento o de diarrea a partir del consumo de fructanos, lo que altera los hábitos intestinales. Todos estos compuestos se encuentran en muchos productos de origen vegetal, como el trigo y la cebolla.

De hecho, se plantea una dieta baja en FODMAP’s para el tratamiento de muchas patologías intestinales, como las de tipo inflamatorio. No obstante, las evidencias que se encuentran detrás de este abordaje son limitadas. Lo más probable es que exista un proceso de disbiosis intestinal detrás.

Por este motivo, la supresión temporal del consumo de fibra reconstituye la microbiota que habita en el tubo, reduciendo los síntomas cuando esta se reintroduce progresivamente tras un tratamiento con probióticos.

Respecto a la sensibilidad al gluten no celíaca, algunos estudios apoyan la inclusión de un protocolo de dieta baja en FODMAP’s como tratamiento. Un ejemplo sería el publicado en la revista Nutrients.

Inhibidores de la tripsina amilasa como causas de la sensibilidad al gluten no celíaca

Existen unas proteínas presentes en ciertos alimentos de origen vegetal que han sido diseñadas para la protección de las plantas frente a los insectos. Estas se denominan inhibidores de la tripsina amilasa. Funcionan como pesticidas.

De hecho, las variedades de trigo actuales han sido modificadas para que cuenten con mayor cantidad de estas proteínas. De este modo, se reduce la necesidad de utilizar pesticidas artificiales, nocivos para la salud a mediano plazo. Sin embargo, las proteínas podrían generar un incremento de la inflamación en algunas personas.

Existen evidencias conforme dichos compuestos se encuentran detrás de la sintomatología de la sensibilidad al gluten no celíaca. No obstante, se desconoce la relación de las mismas con la microbiota y cómo los diferentes perfiles de bacterias pueden interactuar con ellas.

Factores de riesgo en la sensibilidad al gluten

Queda claro que las causas de la sensibilidad al gluten no celíaca no están bien determinadas en la actualidad. Lo mismo sucede con los factores de riesgo.

Genética

Ciertas patologías intestinales, como la celiaquía, o las de carácter inflamatorio, están determinadas por la genética. Sin embargo, no se sabe exactamente cuál es la influencia de la variabilidad en la replicación del ADN frente al riesgo de desarrollar sensibilidad al gluten no celíaca. Tampoco se conoce si existen polimorfismos en los genes que puedan incrementar el riesgo.

Genética en la sensibilidad al gluten.
La genética podría jugar un papel en este trastorno, pero no está claro todavía. No se han identificado los polimorfismos aún.

Hábitos de vida

Es probable que la alimentación durante las primeras etapas de la vida tenga algún tipo de relación con el riesgo de desarrollar sensibilidad al gluten no celíaca. Se desconoce cómo prevenir concretamente este problema.

Lo cierto es que lo único que se sabe con certeza es que, ante el desarrollo de los síntomas, suele funcionar bien retirar la proteína de la dieta. Puede suceder que tras un cierto tiempo de alimentación sin gluten se reintroduzca el nutriente y ya no se genere ninguna problemática.

En estas circunstancias existe un umbral por debajo del que no se desarrollan síntomas. Por este motivo, con evitar el consumo de alimentos con alto contenido en gluten suele ser suficiente.

Sensibilidad al gluten no celíaca: una patología con causas sin evidenciar

Como hemos comentado, faltan evidencias sólidas acerca de las causas y de los factores de riesgo que originan la sensibilidad al gluten no celíaca. Es más, puede ser que el origen del problema no esté en un único aspecto.

A día de hoy el conocimiento sobre la enfermedad es limitado. Las opciones de tratamiento también, ya que solo se apuesta por intervenciones dietéticas restrictivas. Es de esperar que en los próximos años se produzca un avance al respecto.

Hasta entonces, lo único que se puede hacer es probar a retirar el gluten y los FODMAP’s de la dieta habitual, esperando una remisión del cuadro. Asimismo, se especula con que seguir las pautas del pediatra en el contexto de la alimentación complementaria y suministrar leche materna hasta el año de vida puede reducir el riesgo.



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