Depresión: síntomas y características principales

Tal vez hayas conocido a personas que han padecido depresión, o a otras que la padecen sin saberlo. La depresión tiene una serie de síntomas y características muy alejados de lo que supone la sabiduría popular. Veamos cuáles son.
Bernardo Peña

Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña.

Última actualización: 17 agosto, 2019

El estado de ánimo deprimido es una de las condiciones psicopatológicas más frecuentes. Sin embargo, sentirse triste o con el ánimo decaido no es suficiente para diagnosticar una depresión, ya que existen otros criterios que también son importantes como la anhedonia o pérdida de interés, así como una visión del mundo cargada de negatividad o pesimismo. Lo cierto es que sus síntomas pueden ser muy variados dependiendo de la persona afectada.

Por otro lado, es importante diferenciar la depresión como síntoma, presente en la mayor parte de los cuadros psicopatológicos y otras condiciones médicas, y la depresión como trastorno. Profundicemos.

Mujer con depresión en la cama

Síntomas de la depresión

La depresión es una realidad muy compleja que puede manifestarse a través de la siguiente sintomatología.

Síntomas emocionales

La tristeza es uno de los síntomas más frecuentes, aunque la frustración y la irritabilidad también suelen aparecer. En los casos más graves, la persona niega que se encuentra así, pero a su vez manifiesta que es incapaz de sentir nada.

Otro síntoma emocional característico es la sensación de vacío, de pérdida de sentido. Nada llena ni satisface.

Síntomas motivacionales

Las personas con depresión suelen encontrarse en un estado de inhibición en el que predominan síntomas como la apatía, la indiferencia, la falta de interés o la motivación, entre otros. Han dejado de disfrutar de las actividades que antes les eran placenteras, perdiendo el interés por todo. Para ellos, hacer cosas sencillas, como levantarse de la cama, son tareas imposibles de realizar.

Por ello, es frecuente que abandonen los estudios, el trabajo o que tengan serias dificultades para tomar decisiones. Al tener los niveles de energía tan bajos (catecolaminas y serotonina centrales) el coste por unidad de esfuerzo es tan grande que cuesta mucho realizar cualquier actividad.

Síntomas cognitivos

La valoración que hace la persona deprimida de sí mismo y de su entorno es negativa debido a la presencia de sesgos cognitivos negativos para interpretar la realidad. De esta forma, su autoestima también se encuentra afectada.

La desesperanza (visión pesimista del futuro) está siempre presente, lo que puede llevar a ideas de suicidio en algunos casos. Paradójicamente, el riesgo mayor de suicidio no sucede durante el momento más grave del episodio depresivo, sino unos meses más tarde de la remisión de los síntomas.

Síntomas físicos

Son muy habituales y suelen ser uno de los motivos principales por los que se solicita ayuda de un profesional.

Entre lo más frecuentes se encuentran insomnio (sobre todo terminal), hipersomnia (somnolencia excesiva), fatiga o pérdida de peso y apetito. También puede ocurrir una disminución del deseo sexual así como alteraciones en la respuesta sexual, como la impotencia en hombres o la anorgasmia en mujeres, entre otras.

Las molestias difusas como dolores de cabeza, estreñimiento o náuseas suele ser bastante común en la depresión. Estos síntomas hacen que, en muchas ocasiones, sean los médicos generales los primeros que reciben a estos pacientes.

Parece que el patrón de síntomas de las personas que acuden a un especialista es diferente de aquellas que no lo hacen. Así, mientras que el estado de ánimo en ambos grupos es similar, las que acuden a un profesional de la salud presentan una mayor sintomatología somática. Por ello, la presencia de este tipo de síntomas podría considerarse como la línea divisoria entre la depresión “normal” y la depresión “clínica”.

Muchos profesionales, sobre todo psiquiatras, sostienen que aproximadamente la mitad de los trastornos de depresión pueden presentarse de forma enmascarada bajo la forma de una enfermedad somática. No obstante, el concepto de depresión enmascarada es confuso y es difícil de probar empíricamente.

Síntomas psicomotores

La depresión se suele acompañar de disminución de la actividad general. Las formas graves suelen acompañarse de retardo psicomotor. Se trata de un enlentecimiento generalizado de las respuestas motoras, el habla, los gestos, etc. En algunos casos, pueden aparecer estados de mutismo o inactividad casi totales (estupor depresivo) similares a los estados catatónicos de la esquizofrenia. Aunque también pueden aparecer estados de agitación e inquietud.

Otros síntomas

La ansiedad puede aparecer como síntoma en la depresión, lo que dificulta en algunos casos diferenciar si se trata de un trastorno de ansiedad o del estado de ánimo, ya que se solapan sus síntomas y ambos responden a los mismos fármacos (ISRSs).

Por lo tanto, puede ser difícil realizar un diagnóstico diferencial entre ambos. Además, la condición psicopatológica más frecuente en el ámbito comunitario es el trastorno mixto ansioso-depresivo, incluido en la CIE de la OMS.

Sesgos atencionales y de memoria

La ansiedad y la depresión se diferencian a nivel cognitivo y de patrones de activación
corticales.

En la ansiedad prevalecen los problemas atencionales y en la depresión los de memoria. En concreto, las personas con ansiedad tienen una gran facilidad para asociar señales neutras o ambiguas con reacciones de alarma-miedo. Esto en parte se debe a su gran hipervigilancia atencional y sensibilidad al peligro.

Las personas con ansiedad presentan un sesgo atencional que opera de forma automática en el procesamiento de la información. De hecho, rinden más en pruebas atencionales (vigilancia, selección, etc).

En la depresión, la persona tiende a recordar e interpretar la realidad en términos de su estado de ánimo negativo, de ahí que esté más relacionada con problemas de memoria. Por otro lado, la falta de afecto positivo típica de la depresión tienen su correlato cerebral en el déficit de activación frontal izquierdo.

Hasta aquí la diferenciación ente la ansiedad-depresión es problemática, pero veamos que ocurre en las zonas cerebrales posteriores: la depresión suprime la función hemisférica derecha parietotemporal que es la que se activa en estados de procesamiento emocional (p.ej., implicada en el procesamiento de caras), mientras que la ansiedad aumenta la activación de esta zona.

Mujer llorando

Funcionamiento interpersonal

Las relaciones interpersonales y sociales están alteradas. La depresión se asocia al rechazo de los demás y a un empeoramiento del comportamiento social.

Algunas personas con depresión tienen déficits previos en este área y en otros, la eficacia interpersonal disminuye como consecuencia de este trastorno. Esta baja habilidad social hace que las interacciones no sean satisfactorias para los demás, asociándose a respuestas negativas por su parte.

Si tenemos en cuenta la perspectiva que afirma que las relaciones interpersonales son y se mantienen por un intercambio de reforzadores en las mismas, en el caso de las personas con depresión, los demás pierden la motivación de interactuar con ellas debido a que estas aportan un número mínimo o nulo de reforzadores. Esto provoca la disminución de su conducta social y la permanencia en un círculo vicioso que empeora las relaciones y favorece las conductas de rechazo.

Un aspecto importante es que el funcionamiento interpersonal inadecuado es considerado como predictor de un peor curso de la depresión.

Comentarios finales acerca de la depresión

La depresión se asocia a un riesgo de morbilidad y mortalidad incrementado (en algunos estudios de hasta cuatro veces más) por diversas enfermedades, conduciendo a más muertes tempranas.

El riesgo de suicidio es 21 veces superior en las personas con depresión. En concreto, en Europa representa más del 7 % de la mortalidad prematura, además de ser considerada como la principal causa de discapacidad en el mundo por la OMS.



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  • Segal, Z., Williams, M., & Teasdale, J. (2015). Terapia cognitiva basada en el mindfulness para la depresión. Editorial Kairós.

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