Prevención del cáncer de mama

La prevención del cáncer de mama no es posible en el 100 % de los casos. No obstante, se puede disminuir su probabilidad de aparición. Por fortuna, solo es necesario realizar pequeños cambios en la dieta y el estilo de vida, con el fin de eliminar factores de riesgo.
Prevención del cáncer de mama
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 31 julio, 2021

El cáncer de mama es una de las enfermedades neoplásicas más comunes en mujeres a nivel mundial. El conocimiento de esta afección y la aplicación de medidas preventivas tempranas reducen en gran medida el riesgo de padecerla. Conoce más acerca de la prevención del cáncer de mama a continuación.

En la actualidad, existe una fuerte influencia genética y del estilo de vida del paciente en el riesgo de presentar cáncer. Algunos factores como la edad, el sexo y los antecedentes familiares no pueden ser modificados. No obstante, estudios afirman que los cambios en los hábitos diarios y la atención médica continua constituyen una forma fácil, eficaz, segura y económica de prevenir esta afección.

Dieta saludable

La dieta juega un papel fundamental en el estado de salud de las personas. El equilibrio adecuado de nutrientes contribuye al fortalecimiento del sistema inmunitario, así como al mantenimiento del sistema vascular, hormonal y nervioso. Por lo general, los hábitos alimenticios y la obesidad son pilares que deben ser abordados como medidas de prevención temprana del cáncer de mama.

De igual forma, investigaciones sugieren que algunos alimentos son capaces de iniciar, acelerar e incluso frenar la evolución de un tumor maligno. En este sentido, es vital comprender qué comidas debemos incluir en nuestra dieta y cuáles son capaces de aumentar la probabilidad de padecer cáncer de seno.

Alimentos que debes comer

La prevención del cáncer de mama incluye cambios en la dieta
En cuanto a la prevención del cáncer, los cambios dietéticos siguen siendo tomados con poca importancia. Sin embargo, el consumo de ciertos alimentos puede proporcionar grandes beneficios.

En la mayoría de los casos, las dietas ricas en vegetales, frutas y verduras son las que brindan mayor efecto protector. Esto debido a su alto contenido de vitaminas, minerales y nutrientes esenciales para el organismo. Las dietas sureñas y mediterráneas suelen ser las opciones más recomendadas para seguir un patrón alimenticio saludable en los pacientes con riesgo de cáncer.

Los alimentos de origen vegetal ofrecen propiedades antioxidantes y antiproliferativas. Además, se ha demostrado que algunos vegetales como la cebolla y la espinaca ofrecen efectos antiestrogénicos, los cuales podrían reducir el riesgo de crecimientos tumorales en mujeres y hombres.

Las comidas ricas en proteínas, betacarotenos, flavonoles y folatos reducen de forma considerable el riesgo de padecer esta enfermedad. Lo aconsejable es consumir entre 5 y 9 porciones de frutas y vegetales frescos al día. El brócoli, los frutos rojos y los duraznos son los alimentos más recomendados en la prevención del cáncer de mama.

De igual forma, la fibra es otro elemento nutricional que debe incluirse en la dieta. La misma contribuye a la eliminación de sustancias de desecho y a la desintoxicación del organismo. Esta se puede encontrar en la mayoría de los granos enteros y legumbres. Además, su consumo debe ser de alrededor de 33,6 gramos al día, algo que varía según la edad y el sexo.

Debe procurarse la ingesta del tipo correcto de grasas. Por lo general, las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas son beneficiosas en cantidades pequeñas. Las mismas pueden obtenerse del aguacate, el aceite de oliva, las semillas y las nueces. Además, la soja contiene isoflavonas beneficiosas en el control de la obesidad, las patologías cardíacas y las afecciones tumorales.

Alimentos que debes excluir de la dieta

Existen alimentos y bebidas relacionadas con un mayor riesgo de padecer diferentes formas de cáncer, incluido el cáncer de mama. En este sentido, la ingesta de alcohol es uno de los principales factores de riesgo de las afecciones neoplásicas. Esto se atribuye a su capacidad para aumentar los niveles de estrógeno y degenerar el ADN celular. Por lo que, mientras mayor es la ingesta, mayor es el riesgo de enfermar.

De igual forma, los alimentos con azúcares refinados adquieren gran potencial cancerígeno, al promover la obesidad y aumentar la probabilidad de desarrollar procesos tumorales en las glándulas mamarias. Por tal motivo, es aconsejable reducir en la medida posible el consumo de bebidas azucaradas, dulces y alimentos procesados con alto contenido de carbohidratos.

Es fundamental evitar el consumo de grasas trans contenidas en alimentos fritos, preelaborados y empaquetados. Limitar la ingesta de grasas de origen animal es uno de los principales objetivos de prevención del cáncer de mama. Por otro lado, es recomendable reducir el consumo de embutidos y carnes rojas en los pacientes con riesgo de patologías tumorales.

Estilo de vida saludable

En la actualidad, existen varias medidas que pueden aplicarse para evitar el desarrollo de neoplasias. Las mismas están orientadas a realizar cambios en la rutina diaria y a la inclusión de nuevos hábitos saludables que mejoren la calidad de vida.

El ejercicio, el dejar de fumar, la lactancia, el autoexamen mamario y la mamografía diagnóstica son algunos de los objetivos de la prevención del cáncer de mama.

Actividad física y ejercicio

La prevención del cáncer de mama incluye el ejercicio constante
La evidencia actual apunta a que el ejercicio físico regular, sin necesidad de que sea de alta intensidad, puede ayudar a prevenir gran variedad de enfermedades.

La actividad física de leve a moderada intensidad se relaciona con un menor riesgo de desarrollar procesos tumorales en los senos. Algunos estudios sugieren que las mujeres que realizan caminatas de baja intensidad de 1 a 2 horas por semana tienen menos probabilidades de padecer cáncer de mama hasta en un 18 %.

En este sentido, las opciones de actividad física van desde practicar algún deporte hasta inscribirse en una clase de baile, trotar en el parque o jugar a la pelota con la familia. La meta es potenciar el bombeo cardiovascular y mejorar la respuesta sistémica a situaciones demandantes.

Dejar de fumar

Por lo general, el hábito tabáquico se relaciona a largo plazo con un mayor deterioro del sistema cardiovascular y una menor tasa de recuperación y cicatrización.

De igual forma, el mismo se encuentra vinculado con un mayor riesgo de desarrollar patologías proliferativas malignas. Por tal motivo, es vital reducir de forma progresiva la cantidad y la frecuencia de cigarrillos consumidos.

La exposición al humo de cigarrillo de segunda mano también acarrea consecuencias devastadoras para el organismo. Por esto, es recomendable aplicar medidas tempranas que reduzcan la exposición a este humo, como evitar asistir a lugares donde sea frecuente esta práctica y tomar distancia o posicionarse en un lugar ventilado al estar en compañía de un fumador.

Lactancia

Las variaciones hormonales juegan un papel clave en el origen del cáncer de seno. Por lo general, la lactancia temprana es capaz de inhibir la liberación de estrógenos luego de la concepción (por estímulos hipotalámicos).

De igual forma, la lactancia sostenida suele frenar el inicio de un nuevo ciclo menstrual, y por ende, la exposición a los cambios hormonales endógenos.

En este sentido, se considera al amamantamiento como un factor materno de protección y prevención del cáncer de mama. Además, otros factores como la menarquia tardía y la menopausia temprana reducen el riesgo de patologías mamarias tumorales.

Autoexamen mamario

La autoevaluación de los senos de forma periódica es la forma más común de detección temprana de cáncer. La misma no reduce la probabilidad de padecer la afección, no obstante, favorece al abordaje en etapas iniciales y determina un mejor pronóstico de la enfermedad.

Es recomendable chequearse frente al espejo entre 3 y 5 días después del inicio de la menstruación, palpando con la yema de los dedos en busca de cualquier signo extraño. Durante este periodo, las mamas son menos sensibles y no presentan protuberancias fisiológicas que puedan confundirse con una masa o tumor.

Conocer la historia familiar

Las alteraciones genéticas y hereditarias son factores de riesgo de cáncer de mama de gran relevancia. De esta forma, la probabilidad de padecer esta afección puede llegar a duplicarse si se tiene un pariente directo diagnosticado con algún tumor mamario. De hecho, la detección de dos familiares con cáncer de mama aumenta hasta 5 veces el riesgo de desarrollarlo a largo plazo.

Por lo general, las mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 son las responsables de esta correlación hereditaria. Las mismas pueden ser identificadas de forma temprana mediante pruebas moleculares.

Mamografía diagnóstica

La mamografía es un estudio de imagen de amplia utilidad en la prevención, la identificación y el abordaje oportuno del cáncer de mama.

De igual forma, permite reconocer cualquier patología tumoral antes de que muestre signos físicos evidentes. La Sociedad Americana de Cáncer recomienda la realización de una mamografía cada año a partir de los 40 años en mujeres sin otros factores de riesgo.

Evitar las terapias de remplazo hormonal (TRH)

Las mujeres que reciben terapia de remplazo hormonal como parte del abordaje posmenopáusico tienen un mayor riesgo de presentar neoplasias mamarias. En la actualidad, existe tanto la TRH combinada de estrógeno y progesterona como la TRH que solo contiene estrógenos, cada una con riesgo distinto de aumentar la probabilidad de padecer cáncer de mama.

Estudios estiman que la TRH combinada aumenta hasta un 75 % la probabilidad de padecer cáncer, incluso si la misma es administrada por poco tiempo. No obstante, este riesgo disminuye luego de 2 a 5 años de suspender el tratamiento. Por su parte, la TRH de estrógeno es capaz de promover el cáncer de mama y ovario solo cuando se emplea por más de 10 años.

Los cambios tempranos son la clave de la prevención

La prevención del cáncer de mama se sustenta en pequeños cambios en los hábitos alimenticios y el estilo de vida de las personas. En este sentido, se debe mantener una dieta saludable rica en frutas, fibras, proteínas y vegetales, que además esté libre de alcohol, azúcares y grasas trans. Esto con el objetivo de ofrecer los nutrientes necesarios para el fortalecimiento inmunitario y sistémico.

Por otro lado, la actividad física, el evitar el cigarrillo, el autoexamen mamario y la mamografía son medidas indispensables que reducen en gran medida el riesgo de padecer esta enfermedad. De igual forma, no dudes en buscar atención médica ante cualquier duda o incógnita. Los profesionales de salud están capacitados para brindarte soporte oportuno y guiarte de forma adecuada.



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