Hígado graso: síntomas, causas y tratamiento

La enfermedad del hígado graso es más común de lo que muchos piensan. Conoce sus síntomas, causas y las opciones actuales de tratamiento.
Hígado graso: síntomas, causas y tratamiento
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 02 agosto, 2022

Tal y como indica su nombre, el hígado graso o la enfermedad del hígado graso, se caracteriza por un exceso de grasa en el hígado. Si distinguen dos tipos: la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) y la enfermedad del hígado graso alcohólico (AFLD). Hoy revisamos sus síntomas, causas y opciones de tratamiento de acuerdo con los especialistas.

Dado que el hígado cuenta con la facultad de repararse a sí mismo la mayoría de los episodios de esta condición se pueden revertir. Esto al menos en sus etapas tempranas, ya que cuando el daño está muy avanzado el paciente corre el riesgo de desarrollar insuficiencia hepática. Se estima que hasta el 30 % de la población mundial padece de NAFLD.

Síntomas del hígado graso

La enfermedad del hígado graso no suele manifestar síntomas en sus etapas iniciales. El paciente puede verse y sentirse sano, aunque los primeros signos pueden alertarlo de un problema en su salud.

A menudo los médicos se refieren a ella como enfermedad hepática silenciosa, puesto que pueden pasar años hasta que se detecten sus primeros indicios. Te dejamos con sus manifestaciones clínicas de acuerdo con Johns Hopkins Medicine:

  • Debilidad.
  • Vasos sanguíneos en forma de araña en la piel (arañas vasculares o telangiectasias).
  • Coloración amarillenta en la piel y mucosas (ictericia).
  • Picazón en la superficie de la piel (prurito).
  • Pérdida de peso.

Los casos más severos, aquellos en los que el hígado empieza a resentirse, se caracterizan por signos como desgaste muscular, confusión, retención de líquidos y hemorragias. Estos episodios pueden derivar en agrandamiento del hígado (hepatomegalia), cirrosis e insuficiencia hepática. A pesar de ello, es justo decir que la mayoría de los pacientes desarrolla la condición en estados leves.

Causas del hígado graso

Se distinguen dos tipos de hígado graso: el relacionado con el alcohol (AFLD) y el no relacionado con el alcohol (NAFLD). Tal y como advierten los expertos, y a pesar de las similitudes entre estas, se tratan de condiciones con diferencias entre sí. Entre otras cosas, esto pasa por sus desencadenantes.

Causas de la AFLD

El hígado graso ocasionado por el consumo de alcohol
Una de las consecuencias del hígado graso asociado al alcohol es la posibilidad de avanzar a cirrosis e insuficiencia hepática con el pasar de los años.

Los investigadores estiman que hasta el 3,8 % de las muertes en todo el mundo están relacionadas con el consumo de alcohol. Las complicaciones de salud más frecuentes debido a su ingesta son enfermedad hepática alcohólica, enfermedades cardiovasculares y cáncer. Estas surgen ante la ingesta crónica de la bebida, o lo que es lo mismo frente al trastorno por consumo de alcohol.

En el proceso de metabolización del alcohol se generan como residuos elementos químicos altamente tóxicos (como los aldehídos). Estos activan procesos inflamatorios que deterioran la salud del hígado, de modo que interfieren en su funcionamiento. Téngase en cuenta que hasta el 90 % del alcohol que se consume se metaboliza exclusivamente en el hígado.

Por todo esto los patrones descontrolados de ingesta de alcohol pueden derivar en AFLD. Por lo general, la ingesta baja o moderada no tiene este efecto, aunque todo depende de los hábitos y la salud de la persona. En todo caso, si el paciente bebe con regularidad se debe considerar esta como la probable fuente del aumento de las concentraciones de grasa en su hígado.

Causas de la NAFLD

Como bien apuntan los expertos, las causas de la enfermedad del hígado graso no alcohólica son muy heterogéneas. No se conocen del todo bien los motivos por los cuales se desencadenan, aunque por supuesto existen varios candidatos entre los sospechosos. Apuntamos así los catalizadores más comunes de la afección:

  • Obesidad.
  • Pérdida de peso severo.
  • Síndrome de realimentación.
  • Nutrición parental total.
  • Desnutrición.
  • Dependencia de ciertos medicamentos (o exposición a toxinas y químicos).
  • Enfermedad celíaca.
  • Hepatitis C.
  • Enfermedad inflamatoria intestinal.
  • VIH.
  • Predisposiciones genéticas.
  • Extirpación de la vesícula biliar.
  • Diabetes tipo 2.
  • Síndrome metabólico.
  • Enfermedades cardíacas.
  • Hipopituitarismo.
  • Hipotiroidismo.
  • Síndrome de ovario poliquístico.
  • Resistencia a la insulina.

Esta es solo una selección de las alteraciones que pueden desencadenar en NAFLD. Por todo ello, los investigadores señalan que la NAFLD se relaciona con un deterioro de la calidad de vida en general. En ocasiones no se puede encontrar una causa en específico, ya que esta responde a una confluencia de muchas de ellas.

Diagnóstico de la enfermedad del hígado graso

El hígado graso se diagnostica por ecografía
Existen muchos métodos diagnósticos basados en imágenes para diagnosticar el hígado graso. La ecografía es de bajo costo y no emite radiación.

Dado que la mayoría de los pacientes no desarrollan síntomas, el diagnóstico de la enfermedad del hígado graso se puede retrasar varios años. Por lo general se descubre de manera accidental en otras evaluaciones médicas, o en todo caso cuando los signos alertan al paciente de una alteración en su salud.

Entre otras pruebas, el especialista optará por hacer un examen físico, análisis de sangre, pruebas por imágenes y biopsia de hígado (solo en casos graves). También se tendrá en cuenta el historial médico, el historial familiar, los hábitos alimenticios y los hábitos de consumo de alcohol. Los expertos diagnostican la condición cuando la concentración de grasa en el hígado supera el 5 % del peso total del órgano.

Opciones de tratamiento

No existen medicamentos aprobados para tratar la enfermedad del hígado graso, esto a pesar de que hay al menos una docena en ensayos clínicos al respecto. La hoja de ruta depende del tipo de enfermedad; esto es, si sus causas están relacionados con el alcohol o no lo están. Como es de esperar en el primer caso, el paciente debe abandonar dicho hábito nocivo, de modo que muchos requerirán un programa de desintoxicación.

Dejar de beber alcohol no solo evitará que la condición empeore, sino que incluso puede hacer retroceder el deterioro del hígado. Los episodios de NAFLD se tratan con cambios en los hábitos de vida y el control de las enfermedades subyacentes. El plan típico en estos casos en el siguiente:

  • Bajar de peso.
  • Controlar la ingesta calórica en el día a día (así como la grasa en la dieta).
  • Hacer ejercicio con regularidad.
  • Reemplazo de medicamentos o suplementos (en caso de que el especialista lo considere prudente).

Los pacientes con obesidad mórbida pueden someterse a cirugía bariátrica, esto en caso de que las alternativas convencionales no estén surtiendo efecto. Los casos severos pueden requerir un trasplante de hígado, aunque esto solo se reserva a un pequeño porcentaje de los pacientes. Un cambio en el estilo de vida y reducir la ingesta de alcohol es la primera línea para hacer frente a la enfermedad del hígado graso.



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