Fibromialgia en adolescentes: todo lo que debes saber

Cuando pensamos en la fibromialgia, solemos creer que esta enfermedad afecta mayormente (o incluso exclusivamente) a las mujeres de mediana y tercera edad. Sin embargo, puede afectar a cualquier edad, tanto a hombres como mujeres.
Fibromialgia en adolescentes: todo lo que debes saber
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 01 julio, 2021

A pesar de que sigue faltando información en torno a muchos aspectos de la fibromialgia, las investigaciones de las últimas décadas han permitido esclarecer puntos y obtener nuevos datos. En este sentido, ha sido posible reconocer la existencia de la fibromialgia en adolescentes.

La fibromialgia es una enfermedad comúnmente asociada al sexo femenino y, en especial, a las mujeres que están en la mediana o tercera edad. No es frecuente que se asocie con hombres adultos, ni tampoco con niños y adolescentes. Sin embargo, se ha comprobado que puede estar presente a esta cualquier edad y en ambos sexos.

En efecto, la fibromialgia en adolescentes o fibromialgia juvenil puede afectar los niños y jóvenes. De acuerdo con los expertos de Mayo Clinic los datos sugieren que: “afecta del 2 al 6 % de los niños en edad escolar, en especial, a las niñas adolescentes. Por lo general, se diagnostica entre los 13 y los 15 años de edad”.

Síntomas

La fibromialgia en adolescentes ocasiona varios síntomas
Los síntomas de la fibromialgia en los adolescentes no son muy diferentes a los de los adultos. El dolor, la fatiga y la ansiedad pueden aparecer.

Al igual que en la fibromialgia en adultos, la fibromialgia en adolescentes se caracteriza por cursar con dolor y fatiga crónica. Sobre esto, los expertos de la Sociedad Española de Reumatología Pediátrica explican lo siguiente:

en la fibromialgia juvenil predominará el dolor musculoesquelético generalizado mientras que lo más destacado en el síndrome de fatiga crónica será la fatiga extenuante y persistente que compromete el funcionamiento diario”.

Además de los síntomas mencionados, los niños y adolescentes también pueden experimentar lo siguiente:

  • Depresión.
  • Ansiedad
  • Dolor de cabeza.
  • Rigidez articular matutina.
  • Alteraciones del sueño.
  • Molestias en la parte inferior del abdomen (en forma de dolor o cólicos) y que además pueden estar acompañadas por estreñimiento o diarrea.
  • Dificultades cognitivas (como dificultad para concentrarse, prestar atención).

Causas y factores de riesgo

La fibromialgia en adolescentes (y a cualquier otra edad) es de origen desconocido. El Dr. López Robledillo explica que la línea de investigación más actual apunta que podría relacionarse con cambios neuroquímicos a nivel del sistema nervioso central, que a su vez serían los responsables del incremento en la percepción del dolor.

Esta condición podría manifestarse a partir de un evento desencadenante, como puede ser un trauma físico, una cirugía, una infección o un periodo de estrés psicológico alto y prolongado. No obstante, hay niños y adolescentes que la manifiestan sin haber pasado por un evento desencadenante.

Los principales factores de riesgo asociados con la aparición de la fibromialgia en niños y adolescentes son el sexo, los antecedentes familiares, y la presencia de otra enfermedad reumática (la artritis o el lupus).

Hay expertos que consideran que la fibromialgia en adolescentes podría ser consecuencia de una enfermedad reumática. Sin embargo, esta idea se mantiene en discusión pues no todos los casos coinciden con este planteamiento.

“La fibromialgia juvenil se considera una forma difusa de síndrome de amplificación del dolor, siendo el resultado una interacción compleja entre factores biológicos, psicológicos y sociales”

-Sociedad Española de Reumatología Pediátrica-

Diagnóstico

La fibromialgia en los adolescentes debe ser diagnosticada lo antes posible
Los médicos toman en cuenta aspectos clínicos y exámenes complementarios para hacer el diagnóstico. En los adolescentes, el proceso puede ser un poco más difícil que en los adultos.

Para llegar al diagnóstico de la fibromialgia en adolescentes, se suelen realizar diversas pruebas con el objetivo de descartar otras enfermedades que causan dolor crónico. Sobre todo cuando los análisis y las pruebas de imagen son normales.

En la evaluación física se tienen en cuenta los siguientes criterios:

  • Dolor generalizado en tres o más lugares. Este debe estar presente por un tiempo mínimo de 3 meses.
  • Ausencia de una o varias causas que expliquen los síntomas comentados en la entrevista.
  • Dolor en cinco de los 18 puntos sensibles.
  • Resultados de prueba normales para condiciones similares (artritis, lupus, etc).
  • Ansiedad.
  • Fatiga crónica.
  • Depresión.

El diagnóstico no es inmediato. Toma tiempo porque es necesario descartar diversas patologías antes de llegar a la conclusión de que se trata de fibromialgia. Además, cabe recordar la dificultad que a menudo supone la variedad de manifestaciones difusas.

Tratamiento

El tratamiento para la fibromialgia en adolescentes es similar al de la fibromialgia en adultos. Sin embargo, hay que tener siempre en cuenta que puede variar en algunos aspectos en mayor o menor medida, dependiendo del caso.

Si bien se puede incluir un componente farmacológico para ayudar a los jóvenes a sobrellevar algunas molestias físicas, además del dolor, esta no será la única medida. Se intentará incorporar otras estrategias (ejercicio, psicoterapia, técnicas de relajación, mindfulness, acupuntura, etc.) para contribuir con el bienestar integral y mejorar la calidad de vida.

La idea es ayudar al niño o al joven a tener una actitud y un pensamiento que le permitan hacer vida -aún cuando puedan haber momentos difíciles- y no ahondar en el agobio. Esto es porque la enfermedad puede llevarlos con frecuencia a la frustración, la ansiedad y la depresión.

Pronóstico

Aunque existen diversas opiniones, hay investigadores que consideran que el pronóstico en los jóvenes con fibromialgia suele ser favorable que los adultos cuando reciben un tratamiento adecuado y mantienen un estilo de vida saludable.

La psicoterapia y el ejercicio han demostrado ser herramientas muy valiosas tanto a la hora de aliviar los síntomas como a la hora de mejorar el pronóstico a mediano y largo plazo.




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