Diferencias entre enfermedad y trastorno

La falta de salud es una parte de la vida inevitable. De todas formas, existen diferencias entre algunos de los procesos anormales que ocurren en el cuerpo, como pueden ser el trastorno y la enfermedad.
Diferencias entre enfermedad y trastorno
Samuel Antonio Sánchez Amador

Escrito y verificado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 13 noviembre, 2021

Todos nos enfermamos alguna vez durante nuestra vida, ya que somos sistemas abiertos que pueden verse colonizados por patógenos vivos o dañarse debido a malas reparaciones y mutaciones esporádicas (como el cáncer). A pesar de que cualquier ser humano sepa describir cómo es estar enfermo, no es tan fácil distinguir a nivel terminológico entre enfermedad y trastorno.

Aunque se suelan utilizar de forma intercambiable, conceptos como síndrome, condición, enfermedad y trastorno comunican ideas un poco diferentes. Sigue leyendo, pues en estas líneas te mostramos cómo distinguir los 2 conceptos más importantes en esta temática.

Los términos más relevantes en el ámbito médico

Antes de explorar las diferencias entre enfermedad y trastorno, vemos de interés definir ambos términos de manera aislada y apoyarlos con otros conceptos relacionados. Vamos a ello.

¿Qué es una enfermedad?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la enfermedad como “la alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible”. Es una parte integral de la vida, al igual que la salud.

Una enfermedad puede ser provocada por causas exógenas (golpes, bacterias, virus, condiciones ambientales) o endógenas (ataques autoinmunitarios o células cancerígenas). En humanos, este conjunto de disfuncionalidades fisiológicas se manifiestan con dolor, distrés, problemas sociales e incluso pérdida de la vida.

La enfermedad se caracteriza por aparecer con signos objetivos y tangibles (como la fiebre) y con síntomas subjetivos propios del paciente, como el dolor. También existen patologías (o fases) que son asintomáticasEn este último grupo, la enfermedad produce cambios fisiológicos, pero no son tangibles en parte de la evolución (sobre todo al inicio).

Para que una enfermedad sea tal, debe cumplir al menos 2 de estos 3 requisitos:

  1. Tener una causa reconocible: el agente etiológico debe ser registrado o al menos hipotetizado. Existen muchas enfermedades que se consideran idiopáticas (no se conoce su causa), pero al menos se identifican en un grado variable los procesos que desembocan en ellas.
  2. Mostrar un conjunto identificable de signos y síntomas: aunque la percepción de cada paciente sea diferente, toda enfermedad tiene una serie de signos comunes. Los signos patognómicos son aquellos que evidencian la presencia de una patología de forma inequívoca.
  3. Presentar alteraciones anatómicas consistentes: una persona puede tener dolor de espalda durante 2-3 días, aunque no se considera patológico si es pasajero y se soluciona por sí solo. La consistencia de los signos define qué es una enfermedad y qué no.

Como puedes ver, no todos los padecimientos que sentimos los humanos son enfermedades en el sentido más estricto de la palabra. Por ejemplo, el dolor de cabeza no es una patología por sí solo, sino un síntoma que indica (o no) un proceso anormal subyacente.

Signos de una enfermedad y un trastorno.
Algunos signos de las enfermedades son objetivables por medio de métodos diagnósticos, como las radiografías.

¿Qué es un trastorno?

El diccionario del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) define el término trastorno de la siguiente manera: “en el campo de la medicina, se trata de una alteración del funcionamiento normal de la mente o el cuerpo. Los trastornos pueden ser causados por factores genéticos, enfermedades o traumatismos”. Este concepto se aplica sobre todo en el terreno de la salud mental.

Dicho de otro modo, un trastorno es un cambio o alteración que se produce en la esencia o las características permanentes que conforman una cosa o en el desarrollo normal de un proceso. En este caso, el proceso acontece dentro del cuerpo humano y es anormal, aunque no necesariamente patológico.

Este concepto engloba un amplio abanico de términos, ya que los trastornos pueden ser mentales, físicos, comportamentales, genéticos, emocionales y estructurales. Algunos de estos frentes están ligados a la enfermedad concebida en su sentido más estricto, pero otros no.

¿Qué es un síndrome?

Este concepto se suele utilizar de forma intercambiable con el de trastorno, así que es necesario matizar algunas de sus particularidades. El NCI define al síndrome como “un conjunto de síntomas o afecciones que se presentan juntos y sugieren la presencia de cierta enfermedad o una mayor probabilidad de padecer la enfermedad”.

Los síndromes poseen ciertas características propias que les otorgan una entidad más definida que la de otros desajustes fisiológicos. Dicho de otro modo, se manifiestan con signos y síntomas que concurren en un tiempo y de una manera concreta. Cabe destacar que los síndromes son plurietológicos (las manifestaciones semiológicas tienen varias causas).

En medicina este término tiene una connotación negativa, no obstante, en el ámbito biológico se usa más para describir eventos naturales (síndromes de polinización, por ejemplo).

¿Cuáles son las diferencias entre enfermedad y trastorno?

Ahora ya conocemos qué es una enfermedad, qué es un trastorno y qué es un síndrome. Te mostramos las diferencias entre los 2 primeros conceptos por apartados. De todas formas, hay que tener en cuenta que no todas las fuentes concuerdan en la misma definición.

1. Un trastorno no siempre es una enfermedad, pero una enfermedad siempre conlleva algún trastorno

El portal informativo Mundo Asperger da en la clave de la distinción entre ambos términos con una sencilla idea: un trastorno puede considerarse como una descripción de uno o una serie de síntomas, acciones o comportamientos, siendo estos causados por una enfermedad (o no). Dicho de otro modo, supone un cambio en la normalidad fisiológica, aunque no siempre va acompañado de una patología.

Por ejemplo, un aumento en la frecuencia cardíaca por encima de lo normal (más de 100 latidos por minutos) o taquicardia es un cambio en la fisiología normal del cuerpo humano, por lo tanto, se podría concebir como un trastorno a nivel cardiovascular. Este puede ser indicativo de una enfermedad en el corazón, pero también de que la persona está muy estresada.

El trastorno nos indica un estado de anormalidad a nivel orgánico, mientras que la enfermedad muestra una clara causalidad con una etiología concreta. Como hemos dicho en líneas previas, para que una persona se considere enferma debe haber al menos un proceso o agente etiológico que lo justifique.

2. No todos los trastornos tienen etiologías conocidas

Otra de las diferencias entre enfermedad y trastorno radica en la especificidad del cuadro presentado por el ser humano que lo padece.

Según fuentes ya citadas, un trastorno también puede concebirse como un estado patológico en el que no existen evidencias suficientes para asignarlo a una enfermedad concreta. Por ejemplo, se conocen diversos tipos de trastornos autoinmunitarios que tienen lugar cuando las células protectoras del organismo atacan a los propios tejidos de su hospedador.

Tal y como indica la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, hay más de 80 tipos de trastornos autoinmunitarios registrados en humanos y (casi) todos cursan con esta sintomatología general:

  • Fatiga.
  • Fiebre.
  • Malestar general.
  • Dolor articular.
  • Erupciones cutáneas.
  • 1 o más de estos 3 eventos fisiológicos: destrucción de algún tejido corporal, crecimiento anormal de un órgano (bazo e hígado, por ejemplo) y cambios en el funcionamiento orgánico.

Se puede sospechar de un trastorno autoinmunitario cuando un paciente llega a la clínica con estos síntomas, pero aún no se sabe cuál es la enfermedad exacta que está causando el desajuste. Tras realizar muchas pruebas diagnósticas específicas se puede descubrir que la persona tiene esclerosis múltiple, por ejemplo.

Cuando se le pone una “etiqueta” a este cuadro no deja de ser un trastorno autoinmunitario, pero ahora sí se sabe que la enfermedad causal es la esclerosis múltiple. En este punto ya es posible describir la etiología del proceso.

3. Los trastornos suelen asociarse al terreno mental

Sin duda, la diferencia más clara entre enfermedad y trastorno se subraya cuando se entiende este último término como la falta de normalidad a nivel cerebral y neurológico. Muchos medios de comunicación utilizan el término enfermedad para hablar de un fallo tangible y orgánico, mientras que el trastorno se suele asociar a procesos mentales complejos difíciles de cuantificar.

El diccionario de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) define el trastorno mental como “cualquier condición caracterizada por desajustes cognitivos y emocionales, conductas anormales, desarrollo impedido y toda combinación de estos factores”. Nunca se puede atribuir un trastorno al contexto ambiental del paciente y suele implicar a la sociedad, los genes y la bioquímica.

Los trastornos mentales pueden ser crónicos, cíclicos (con episodios de remisión y recaída) u ocurrir como eventos aislados. Curiosamente, en este terreno, la mayoría de ellos tienen una etiología concreta (signos y síntomas) que los hacen ser distintos del resto.

Trastornos mentales son distintos a las enfermedades.
Los trastornos mentales reciben este nombre porque cumplen con los criterios específicos para definirse como tales y no como enfermedades.

Ejemplo de un trastorno mental: el trastorno de ansiedad generalizada (TAG)

Cada ciertos años, la APA publica su Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DMS). Junto con la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD), este documento sienta cátedra en lo que a los criterios diagnósticos de los trastornos psiquiátricos se refiere.

El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es uno de los mejores ejemplos que se nos ocurren para ejemplificar a los trastornos en el terreno emocional y se caracteriza por los siguientes criterios:

  1. Presencia de ansiedad excesiva en el paciente sobre un número variado de actividades o eventos. La preocupación está más presente que ausente durante un periodo de mínimo 6 meses y es claramente desmesurada.
  2. La preocupación experimentada es muy difícil de controlar por parte del paciente. Suele saltar de un tema a otro, pero no desaparecer del todo.
  3. La ansiedad y la preocupación se acompañan de, al menos, 3 de los 6 síntomas citados en el paciente (2 en niños): sentimiento de estar al límite o falta de descanso, facilidad para fatigarse o estar más fatigado de lo normal, dificultad a la hora de concentrarse, irritabilidad, aumento de las contracturas o dolores musculares y dificultad al dormir.

Muchos trastornos mentales tienen una etiología concreta, pero otros son más difusos.

Diferencias entre enfermedad y trastorno: una distinción muy sutil

Las diferencias entre enfermedad y trastorno dependen completamente de la definición que se le dé al segundo término. Algunos conciben al trastorno como un signo de desajuste físico (como una taquicardia), otros argumentan que se trata de una condición médica general no especificada (trastorno autoinmunitario) y hasta hay quienes prefieren usar el término solo en el ámbito psicológico.

Lo que nos queda más que claro es lo siguiente: la enfermedad siempre conlleva una serie de síntomas y signos, un proceso patológico subyacente y un desajuste anatómico consistente. Este término está bastante más circunscrito que el de trastorno y es más adecuado utilizarlo cuando nos referimos a una patología concreta en el ámbito clínico.




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.