Acné: todo lo que debes saber

Aunque se tienda a asociar la falta de higiene con el acné, lo cierto es que esta no suele ser su causa. En realidad, se trata de un problema de origen multifactorial.
Acné: todo lo que debes saber
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 17 agosto, 2021

El acné es uno de los problemas estéticos más comunes en la sociedad, aunque es cierto que no todo el mundo le da la misma importancia. Aún así, en mayor o menor medida constituye un motivo de preocupación y consulta dermatológica frecuente.

Aunque durante mucho tiempo predominó la creencia de que el acné era un padecimiento que solo afectaba durante la adolescencia, hoy por hoy sabemos que cualquier persona puede experimentarlo en algún momento de su vida. Asimismo, sabemos que si bien las hormonas parecen ejercer cierta influencia en su aparición, estas no son el único factor a tener en cuenta.

Clasificación y síntomas

El acné tiene varios tipos
Lejos de la imagen benigna y transitoria que muchos tienen del acné, en realidad es una enfermedad que puede progresar a formas inflamatorias crónicas con graves secuelas para la piel.

Dependiendo de cómo afecte la piel, el acné se clasifica de dos maneras diferentes. Estas vienen a ser las siguientes:

  • No inflamatorio: se caracteriza por causar la presencia de comedones (abiertos -negros- o cerrados -blancos-) en la piel.
  • Inflamatorio: se caracteriza por causar pápulas, pústulas; y en casos más graves: nódulos y quistes.

Causas y desencadenantes

Ni el chocolate ni los lácteos ni una limpieza deficiente son los únicos “responsables” de los granos y los comedones. En realidad, el acné es un problema de origen multifactorial. Esto quiere decir que en su aparición influyen varios factores, tanto internos como externos.

Como se indica en el Manual MSD y otras fuentes, se considera que el acné se produce principalmente por la interacción de 4 factores, tales como:

  • Producción excesiva de sebo.
  • Taponamiento de los folículos con sebo y queratinocitos.
  • Colonización de los folículos por Cutibacterium acnes (anteriormente conocida como Propionibacterium acnes).
  • Liberación de múltiples mediadores inflamatorios.

Desencadenantes comunes

Las fluctuaciones hormonales, la transpiración, el tabaquismo, una mala alimentación y otros pueden influir en la exacerbación de los brotes. Por esto mismo, es común que, en el ámbito coloquial, se tiendan a identificar como “causantes del acné” aún cuando no precisamente lo sean. Más bien, son desencadenantes.

Un alto nivel de humedad, el uso de algunos medicamentos (como los antidepresivos, los antiepilépticos y los esteroides), una mala alimentación, el uso de productos de higiene y cosmética no acordes al tipo de piel, la exposición prolongada al sol, el estrés emocional y la manipulación constante son otros de desencadenantes del acné más comunes.

Factor dieta

Cabe destacar que si bien se ha señalado el consumo de embutidos, lácteos, mariscos, chocolate y fuentes ricas en azúcares y carbohidratos como factores de gran influencia en la aparición de brotes, estos no son exclusivos.

La relación entre dieta y acné no deja de estudiarse. Por esto mismo, no existen pautas de alimentación aplicables a todos los casos, sino más bien recomendaciones basadas en lo que cada paciente refiera en consulta. Así, si una persona observa que los lácteos exacerban sus brotes de acné en su caso, puede probar a reducirlos en su alimentación para mejorar la salud de su piel.

  • No es recomendable eliminar alimentos de la dieta de forma drástica sin consultarlo primero con un especialista.
  • Es importante tener siempre en cuenta que si bien realizando algunos cambios en la dieta es posible mejorar la salud de la piel, esta medida -por sí sola- no es suficiente para tratar el acné.

Tratamiento

El tratamiento del VIH incluye el uso de antirretrovirales
A pesar de que no exista una cura definitiva para la enfermedad, hoy en día hay muchos medicamentos capaces de aliviar los síntomas. Entre ellos se encuentran la isotretinoína y algunos antibióticos.

Hoy en día, en el tratamiento del acné lo que se busca es reducir su extensión, controlar los brotes, mejorar la cicatrización y la salud de la piel, pero también aliviar el impacto psicológico. Así, ya no es infrecuente que el dermatólogo trabaje de manera conjunta con los psicólogos.

Como indica la Dra. Rocío Gil Redondo, para el acné existen varias opciones terapéuticas. En algunos casos pueden ser útiles ciertos tratamientos tópicos, mientras que en otros puede ser necesario combinar varias estrategias.

Algunas de las más empleadas son los peelings químicos, la dermoabrasión, el láser, los retinoides tópicos (solos o con un antibiótico tópico, o peróxido de benzoílo) y la terapia biofotónica.

Un error común en el tratamiento del acné es creer que la protección solar diaria o el uso de cremas hidratantes producen mayor cantidad de grasa y, por ende, brotes de acné.

Sin embargo, se suele recomendar todo lo contrario, es decir, utilizar protector solar a diario y usar una crema hidratante. El truco está en elegir productos no comedogénicos y especialmente diseñados para el acné.

Los cambios en el tratamiento deben coordinarse previamente con el dermatólogo para evitar maltratar la piel y empeorar los brotes.

El acné, un problema que no debe descuidarse

Si consideras que presentas acné, lo más recomendable es que asistas a la consulta del dermatólogo para que te haga una revisión. Posteriormente, podrás recibir el tratamiento más adecuado y prevenir que el problema empeore o deje marcas y cicatrices.

Aunque puede ser tentador intentar “solucionar” el acné por cuenta propia con remedios y limpiezas caseras, productos de venta libre y otras medidas similares, debes tener en cuenta que estas no siempre son eficaces. No olvides que cada piel es distinta y que es necesario informarse bien sobre sus necesidades particulares para poder ofrecerle los cuidados más apropiados.

Finalmente, recuerda que el tratamiento no elimina el acné de la noche a la mañana. Si bien puedes notar mejorías a los pocos días, no olvides que se trata de un proceso en el que hay que mantener la constancia para obtener un verdadero beneficio: una piel más saludable y bonita.

 




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.