¿Por qué tenemos cosquillas?

Las cosquillas generan reacciones involuntarias que nos hacen reír. Veamos qué hay detrás de esta sensación y algunas curiosidades en torno a ella.
¿Por qué tenemos cosquillas?
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 13 septiembre, 2021

Las cosquillas son un fenómeno social muy importante en la vida de una persona. En la infancia, por ejemplo, representa una de las primeras conexiones emocionales entre el bebé y sus padres. En la adolescencia y la adultez, es un vínculo que permite estrechar lazos entre los amigos y la pareja. A pesar de ser una sensación tan común, muy pocas personas saben por qué se produce.

Nuestro objetivo en las próximas líneas es explicarte de manera detallada por qué se producen las cosquillas. Te mostramos, además, algunos datos interesantes en torno a ellas. Por ejemplo, por qué algunas personas no desarrollan esta sensación, cómo es que no puedes autoinducirlas y por qué algunas zonas son más sensibles que otras.

¿Qué son las cosquillas?

Las cosquillas pueden ser agradables
Solemos asociar las cosquillas con la risa, que se trata de una respuesta natural y muy importante en las relaciones sociales.

Lo primero que tienes que saber es que, incluso entre los investigadores, las cosquillas son un misterio. Conocemos solo parcialmente los mecanismos ocultos detrás de ellas, y sus funciones siguen siendo un objeto de debate. Las cosquillas se producen cuando las terminaciones nerviosas de la piel reaccionan y envían mensajes al cerebro para que este origine una respuesta.

La respuesta es entonces automática. No puedes decidir voluntariamente si te ríes o no, aunque por supuesto esto tiene sus matices (más adelante los aclaramos). La sensación que genera es tal que incluso experimentas sus secuelas antes de que te hagan cosquillas (en principio por condicionamiento).

Los estudios señalan que las cosquillas estimulan al hipotálamo. También, que las características de la risa que producen son diferentes a las de la risa social (por ejemplo, las que experimentas con un chiste o una situación hilarante). Estas últimas están relacionadas más con el placer, mientras que las primeras con el placer y luego con el dolor.

A propósito de esto último, ten en cuenta que a lo largo de la historia se han usado como un método de tortura o de castigo. Los condenados eran expuestos a sesiones de horas en las cuales no era infrecuente que sufriesen un paro cardíaco u otra condición que derivara en la muerte. Morir de risa, entonces, no es solo una expresión figurada.

Posibles funciones de esta sensación

Las funciones de las cosquillas han originado ríos de tinta entre los expertos. El debate aún está abierto, de manera que no existe un consenso entre los especialistas. Sabemos, eso sí, que no es una sensación propia de los seres humanos. Los estudios y las investigaciones han encontrado que las ratas y algunos primates reaccionan casi de manera idéntica a estos estímulos.

La primera función que se le atribuye a esta sensación es social. Como hemos expuesto en el inicio, las cosquillas son un ritual muy común entre los padres y su bebé. Estos empiezan a responder a los estímulos de este tipo hasta los 6 meses de edad, aunque ya se empiezan a reír ante situaciones externas a partir de los 4 meses (en promedio).

En este sentido, se piensa que son un mecanismo para estrechar el vínculo entre padres e hijos. Pero esto no es todo. Muchas de las áreas vulnerables a la sensación también son zonas erógenas. Es muy común que las cosquillas sean parte del coqueteo o del juego previo. Pueden ser, de esta manera, un medio para conseguir pareja y lograr reproducirse.

Además de la hipótesis social, también encontramos quienes aseguran que en realidad son un mecanismo de defensa. Dado que las áreas cosquilludas son vulnerables, y que la reacción que se genera de por medio es de miedo, ansiedad, tensión y luego dolor, es probable que en realidad sea un método de advertencia evolutivo para proteger el cuerpo.

Tipos de cosquillas

Contrario a lo que puedas pensar, no todas las cosquillas son iguales. A grandes rasgos, los investigadores distinguen dos tipos: knismesis y gargalesis. La knismesis se caracteriza por estimulaciones pequeñas en la superficie de la piel que, si bien no generan risa, sí producen varios efectos en el cuerpo. Por ejemplo, se acompañan de una sensación de picor o de espasmo.

Este tipo de reacciones las encontramos también en el reino animal. En los humanos se puede desencadenar al pasar una pluma lentamente por la superficie de la piel (o en las zonas vulnerables). La gargalesis, por el contrario, se produce ante estimulaciones moderadas o intensas y siempre se acompaña de una risa incontrolable.

Tal y como hemos expuesto, esta manifestación solo la encontramos en algunas especies de animales (primates y ratas). Se sabe que las terminaciones nerviosas involucradas en estos dos fenómenos son diferentes, y por esto las reacciones disienten de acuerdo con la intensidad de la estimulación. La hipergargalestesia son aquellas reacciones intensas ante estímulos leves o moderados.

Tal y como lo indican los estudios y las investigaciones, la sensibilidad frente a las cosquillas depende de una variedad de factores. Tu estado de ánimo y la predisposición a reír con facilidad son los más importantes. Es por esto que encontramos personas que son más sensibles que otras a las cosquillas. Incluso, todos conocemos a alguien que pareciera ser inmune a ellas.

Partes del cuerpo más vulnerables a las cosquillas

Las cosquillas son muy agradables
Existen algunas partes del cuerpo más sensibles a las cosquillas que otras. Esto muy probablemente esté relacionado con la cantidad, la extensión y el tipo de neuronas sensitivas en la zona.

A pesar de que los investigadores le han dedicado horas de trabajo al respecto, aún no sabemos por qué algunas zonas son más sensibles que otras. Aunque por supuesto pueden existir variaciones en cada persona, en general estas son constantes en la mayoría. Las áreas de vulnerabilidad frente a esta sensación son las siguientes:

  • La planta de los pies.
  • Las axilas.
  • Las costillas.
  • El cuello.
  • Las palmas de las manos.
  • El abdomen.

Se piensa que la receptividad de estas áreas a los estímulos se debe a que concentran un mayor número de terminaciones nerviosas. Sin embargo, muchas zonas del cuerpo con altas concentraciones de estas no son propensas a esta sensibilidad luego de los estímulos.

¿Por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos?

Todo lo anterior nos lleva a preguntarnos lo siguiente: ¿cómo es posible que no podamos hacernos cosquillas a nosotros mismos? Si conocemos las áreas vulnerables, sabemos cómo estimularlas y las consecuencias de hacerlo son automáticas, entonces ¿por qué es imposible que una persona se haga cosquillas a sí mismo?

La respuesta a esta interrogante la conocemos muy bien. La evidencia indica que se debe a predicciones autosensoriales de nuestro sistema motor. Es decir, no puedes actuar de espaldas a tu cerebro; de manera que este está prevenido ante las respuestas de los estímulos que intentas hacer. Por poner un ejemplo, sería como si intentases ocultar algo de ti mismo y luego esperar que no te dieras cuenta.

Es por esta razón que algunos médicos, cuando intentan explorar áreas sensibles en pacientes cosquilludos, utilizan como guía las manos de estos para intentar engañar al cerebro. Esto puede hacer atenuar las respuestas del cuerpo.

Aunque por el momento desconocemos parte de lo que se oculta detrás de esta reacción, conocemos muy bien su mecanismo básico. Recuerda que reír es saludable para la salud, de manera que sería bueno que no te cierres por completo la próxima vez que intenten producirte cosquillas.



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