¿Qué es la humildad intelectual?

En los últimos años se ha popularizado el término "humildad intelectual". Te enseñamos a qué alude y cómo la puedes practicar.
¿Qué es la humildad intelectual?
Laura Ruiz Mitjana

Revisado y aprobado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 01 agosto, 2022

Con el nombre de humildad intelectual se conoce a la virtud de dimensionar los propios conocimientos, ser receptivo hacia el conocimiento de los demás y aceptar los posibles errores del saber. Se trata de un término relativamente nuevo, aunque de hecho es algo que ya se practicaba desde hace milenios. Piénsese por ejemplo la famosa frase de Sócrates: solo sé que no sé nada.

En términos muy simples es la capacidad de reconocer que no se sabe todo alrededor de un tema. Su contraparte es la soberbia, la pedantería y el ego. Existen muchos beneficios de practicar la humildad intelectual, tanto para la propia persona como para aquellos que la rodean. Te enseñamos todo sobre este término y algunas formas para practicarlo.

Características de la humildad intelectual

La palabra humildad deriva del latín humilitas, y esta a su vez de humus (‘suelo’, ‘tierra’) y humilis (‘humilde’). Está relacionada además con humiliare (‘humillar’); esto es, la acción de postrarse en tierra o hacer postrar a alguien en tierra en señal de reconocimiento. Por tanto, la humildad es una cualidad terrenal; muy lejana de las cualidades de los dioses o de los cielos.

No existe una definición única de humildad intelectual, pero a todas luces esta se puede resumir en dos sentidos: en primer lugar, la capacidad de reconocer las limitaciones de lo que se sabe o lo que se conoce; en segundo lugar, la flexibilidad de aceptar el conocimiento de los demás. Como es de esperar, ambas características están muy unidas, tanto que no se puede entender una sin la otra.

De acuerdo con los investigadores, la humildad intelectual está relacionada de manera positiva con la independencia intelectual (esto es, el rechazo al dogmatismo), el respeto por el punto de vista de los demás, la ausencia de exceso de confianza intelectual y la apertura a revisar los conocimientos propios. De manera general los expertos señalan a la flexibilidad cognitiva como la responsable de esta virtud.

La flexibilidad cognitiva es la capacidad que tiene una persona de adaptar su conocimiento y su pensamiento al entorno que lo rodea. Quien tiene una gran habilidad para hacer esto es más permisivo al momento de asimilar las cualidades de este tipo de humildad. Aquellos que son más dogmáticos, intransigentes e intolerantes son más cerrados al respecto.

Cómo practicar la humildad intelectual

La evidencia sugiere que la humildad intelectual se relaciona de manera positiva con la adquisición de nuevos conocimientos, el compromiso intelectual, la curiosidad y el pensamiento reflexivo. Practicar la humildad intelectual no solo es algo que se haga en beneficio de los demás, sino que tiene un impacto directo en el practicante. Te dejamos con algunas ideas de cómo asumir sus cualidades.

1. Valora el punto de vista de los demás

La humildad intelectual es bastante agradable
Saber escuchar es una cualidad muy buena en cualquier persona. Esto ayuda a mejorar las relaciones sociales y optimizar los procesos laborales.

La humildad intelectual se puede resumir en valorar el punto de vista de los demás. Esto no quiere decir aceptarlo todo el tiempo, o darle siempre la razón al otro; simplemente escucharlo y no rechazarlo de forma inmediata. Cuando se hace esto último se opta por la idea de asumir que todo lo que proviene de los demás es intelectualmente inferior a lo que la persona ya conoce.

Por supuesto no aludimos en este y otros consejos solo al plano académico. La humildad intelectual no está restringida solo a profesionales de la educación, la ciencia, la psicología o la comunicación, es algo que toda persona puede practicar. En casi todos los contextos se puede aplicar esta recomendación, y cuando se hace será un ejercicio de humildad desde el punto de vista intelectual.

2. Reconoce cuando estás equivocado

No hay nada de malo en reconocer un error. Al contrario, hacerlo te abre las puertas a nuevos conocimientos; los cuales reforzarán más a los que ya tienes. Aceptar que se ha obrado de manera equivocada es una de las principales cualidades de una persona humilde intelectualmente, ya que forma parte del acto mismo de humillarse (en el sentido terrenal vs. edénico).

De acuerdo con la personalidad y el ego de una persona, esto será más o menos difícil. Ciertamente, aquellos que están en una situación de prestigio son menos propensos a aceptar un error, en principio porque temen quedar expuestos ante aquellos que ocupan una posición intelectualmente inferior. Eliminar este prejuicio es imprescindible al momento de reconocer los errores propios.

3. Contrasta tus opiniones y creencias con los hechos

No es infrecuente que muchas personas asimilen dogmáticamente una idea sin que esta se contraste con los hechos. También es posible que solo se haya querido contrastar con una parte de estos, no así en su conjunto. Una de las maneras más rápidas de poner a prueba una idea es arrastrándola al terreno de la realidad. Solo así podrá superar la prueba de su validez, y se dará por provechosa o improductiva.

El ejercicio de contrastar de manera recurrente lo que se ha aprendido con la realidad es útil para evitar el dogmatismo. También lo es para descubrir que hay formas más funcionales de abordar un problema. Es probable que en la teoría una idea sea perfecta, pero que en la práctica existan medios más eficientes de interpretarla.

4. Relaciónate con personas de diferentes creencias

Una práctica común de muchas personas es la de rechazar las relaciones con personas que no comparten directamente sus ideales. Quienes simpatizan con la izquierda rehúyen de tener amigos de derecha, quienes son ateos evitan relacionarse con creyentes, y así.

Estos solo son ejemplos cliché, pero conviene que repases qué tan tolerante eres al momento de relacionarte con alguien que no comparte tu manera de interpretar el mundo.

5. No seas prepotente al relacionarte con los demás

La humildad intelectual contrasta mucho con la soberbia
A pesar de los conocimientos, cargos o grados académicos es muy importante mantener siempre la amabilidad en el trato con otras personas.

Existen muchas formas de manifestar la prepotencia. La mayor parte del tiempo la comunicación no verbal es la que marca el ritmo de la pedantería, no así el discurso propiamente dicho. La altivez de la mirada, los gestos de desprecio y los silencios juiciosos son algunos ejemplos de cómo se puede aplastar a una persona con la idea de que se sabe más que ella.

La prepotencia es la antítesis de la humildad intelectual, también lo es de la adquisición de nuevo conocimiento y del pensamiento crítico. Quien cree que ya lo sabe todo no estará dispuesto a aprender cosas nuevas, y siempre creerá que sabe más que los demás. Evalúa entonces tanto tu discurso como tu comunicación gestual. Pídele a los demás que hagan también su valoración para que recibas una dimensión más objetiva.

6. Contrasta lo que sabes con lo que te falta por aprender

Iniciamos este camino citando la famosa frase de Sócrates, y transitamos su final recordándola de nuevo. Dimensionar lo que sabes en contraste con lo que ignoras es sin duda un ejercicio de prudencia y humildad intelectual.

También es una manera en que descubrirás que es imposible saberlo todo en este mundo. Hay personas que sabrán más que tú en unas áreas, y tú harás lo propio en otras. Nadie tiene el conocimiento absoluto.

7. Mantén tu mente abierta

El último consejo que puedes poner en práctica es mantener tu mente abierta. Dicho de esta forma parece algo muy simple, pero para quien se ha acostumbrado a rechazar el punto de vista de los demás supone todo un reto. No cierres la puerta inmediatamente a aprender cosas que van en contra de aquello que has asumido como cierto, te aseguramos que en más de una oportunidad te sorprenderás.

La rapidez y la facilidad con la cual se puede acceder al conocimiento ha facilitado que se adquieran actitudes pedantes, caprichosas y de superioridad. Es algo que vemos en el día a día, incluso también en el terreno virtual. La humildad intelectual es una válvula de escape a todo esto, una que sitúa a las personas con los pies sobre la tierra.



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