Afantasía, la incapacidad de imaginar

La afantasía es la incapacidad para generar imágenes mentales de forma voluntaria. Repasamos sus causas y características.
Afantasía, la incapacidad de imaginar
Laura Ruiz Mitjana

Revisado y aprobado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 14 febrero, 2023

Crear imágenes visuales en nuestra mente nos permite proyectar objetos y experiencias en ausencia de ellos. Además, nos es útil para ensayar situaciones que luego podemos aplicar en la realidad. ¿Pero qué sucede cuando existe una incapacidad para recrear momentos de este tipo? La afantasía es precisamente esto, y es más común de lo que la gente cree.

Francis Galton fue el primero en describir el fenómeno en 1880, aunque desde entonces no ha recibido un interés particular entre los científicos y se comprende muy poco. Galton la comparó con el daltonismo; en el sentido de que quienes lo padecen solo pueden tener una idea del verdadero color (experiencia mental, en este caso) con base en descripciones. Veamos qué se sabe sobre la afantasía y cuáles son sus características.

Características de la afantasía

Los expertos definen a la afantasía como la ‘incapacidad para visualizar imágenes mentales’. Quienes la padecen se caracterizan por una ausencia de representaciones visuales internas generadas voluntariamente. El fenómeno varía de persona en persona en cuanto a intensidad, de manera que el impacto real en la vida cotidiana es muy variable.

Un trabajo publicado en Consciousness and Cognition en 2022 sugiere que la prevalencia de la afantasía en la población general ronda el 4 %. Contrasta con la hiperfantasía; esto es, la generación de imágenes mentales muy vívidas. Zeman et al. acuñó el término en 2015 para aludir a la capacidad reducida o completamente ausente de algunas personas para fabricar episodios mentales.

Quienes desarrollan el fenómeno no pueden realizar actividades que requieran recrear escenarios mentales para seguir una coherencia. Por ejemplo, leer libros, ejercer la memoria autobiográfica, poner en marcha el reconocimiento facial o pensar en personas cercanas.

Es importante destacar que la incapacidad de recrear imágenes mentales no se debe a la falta de esfuerzo, sino que implica una ausencia real de la capacidad para hacerlo.

Causas de la afantasía

La afantasía y las lesiones cerebrales
Todavía no están claros los mecanismos detrás de la afantasía, aunque se asocia a lesiones cerebrales.

El fenómeno no se ha estudiado lo suficiente, de manera que existen lagunas sobre los mecanismos exactos que están detrás de él. Inicialmente, Zeman y su equipo describieron en 2010 un caso de un sujeto que había perdido la capacidad para generar imágenes mentales luego de una intervención quirúrgica menor.

La evidencia sugiere que la afantasía se asocia con ocupaciones científicas y matemáticas, mientras que la hiperfantasía lo hace con profesiones creativas. De igual modo, es más frecuente entre familiares; lo que indicaría una posible predisposición genética. Se ha sugerido que los afantásicos y los no afantásicos difieren en la conectividad entre varias regiones prefrontales y la red occipital visual del cerebro.

Se han reportado casos de afantasía luego del trasplante autólogo de células madre. No se ha relacionado el fenómeno con problemas en la metacognición, de modo que hasta el momento sus causas no yacen en problemas de este tipo.

Además de todo esto, la presencia de trastornos mentales o episodios traumáticos puede ser un catalizador de su aparición. Sus desencadenantes no se comprenden muy bien y los estudios en las próximas décadas deberían arrojar más luz al respecto.

Consecuencias e impacto en el bienestar de los afectados

La afantasía y la vida diaria
Las personas con afantasía pueden experimentar dificultad para realizar ciertas actividades de la vida diaria.

Hemos mencionado que el impacto en el día a día de las personas con afantasía es muy variable. Las estrategias desarrolladas para hacer frente al fenómeno, el trabajo del afectado, su entorno social, la intensidad de la condición y otras variables median en su impacto real. Aun así, te dejamos con algunas consecuencias típicas de la afantasía:

  • Capacidad reducida para realizar tareas que requieran la visualización de imágenes.
  • Alteración en la capacidad de recordar sonidos, canciones, frases y demás (aunque no está directamente relacionado con la afantasía, la capacidad se afecta un poco).
  • Problemas para rememorar eventos episódicos del pasado. Van desde recuerdos poco vívidos hasta la incapacidad total hacerlo.
  • Incapacidad o problemas para hacer ejercicios de prospección futura (planificar actividades para el siguiente día, por ejemplo).
  • Inconvenientes para realizar ejercicios de divagación mental.
  • Reducción de las experiencias oníricas durante el descanso nocturno. Estas también son menos vívidas en contraste con los no afantásicos.
  • Capacidad de visualización espacial reducida. Aunque es leve, puede afectar la navegación espacial.

Muchas personas no saben que tienen afantasía, al igual que muchos no saben que son daltónicos. La mayoría del tiempo se trata de un fenómeno congénito, aunque como hemos visto también se puede adquirir. En principio, no debería representar un mayor problema en el desenvolvimiento diario; ya que sus consecuencias se pueden amortiguar de una u otra manera.

Varias personas que se dedican a trabajos creativos han afirmado tener algún grado de afantasía. Por ejemplo, Ed Catmull, Richard Herring, Zelda Williams, Blake Ross, Mark Lawrence y muchos otros. Todos estos han desarrollado estrategias para superar las limitaciones.

El interés científico es relativamente reciente, de manera que a medida que pasan los años se debería comprender mejor su naturaleza y los mecanismos que están detrás.



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