Fobia al sexo o erotofobia: cómo superarla
La erotofobia, también conocida como fobia al sexo, se describe como un miedo irracional o excesivo a todo lo que se relacione con la sexualidad. Es un término muy complejo, uno que como advierten los expertos tiene múltiples dimensiones.
Ciertamente, un erotófobo no solo evita tener relaciones sexuales; sino todas aquellas circunstancias que aludan directa o indirectamente hacia ellas. Su contracara es la erotofilia, de manera que a menudo se citan juntas.
Esta condición es muy general, de manera que puede tener múltiples manifestaciones específicas. Por ejemplo, quien la desarrolla puede padecer de genofobia (miedo patológico a las relaciones sexuales, en especial aquellas que involucran penetración), ginofobia (miedo patológico a las mujeres) o gimnofobia (temor patológico a la desnudez), entre otros. La erotofobia se usa para describir todos estos trastornos.
Características de la erotofobia
La fobia al sexo se caracteriza por una aversión, rechazo y condena a todo lo que se relacione con la intimidad sexual, sean las alusiones directas o indirectas. Está mediada por circunstancias culturales, morales, religiosas y por supuesto por la personalidad del afectado.
Quien desarrolla erotofobia o miedo al sexo manifiesta angustia, terror e incomodidad ante todas las situaciones que aludan a un encuentro sexual o íntimo.
Al igual que todas las fobias, se trata de un tipo de trastorno de ansiedad. Condiciona el comportamiento, el pensamiento y las ideas de las personas, así que se traduce en múltiples manifestaciones en el día a día.
No se trata de un miedo al sexo pasajero (el cual puede existir por múltiples razones), sino de una angustia patológica que se presenta durante al menos 6 meses continuos. El terror puede persistir durante años, incluso toda la vida.
Cuando los pacientes están expuestos a una situación que evoca cierto nivel de intimidad sexual desarrollan síntomas de ansiedad. Esto es miedo, pánico, inquietud, hiperventilación, sudoración fría, palpitaciones rápidas, mareos, incomodidad y evitación extrema del catalizador.
Puede derivar en un rechazo a tener relaciones formales, al contacto íntimo y a interactuar con elementos que le recuerden al sexo. Veamos algunas de sus manifestaciones.
Rechazo a personas con ETS
Los expertos han encontrado que las personas que puntúan alto para erotofobia suelen rechazar a los pacientes con enfermedades de transmisión sexual. Desarrollan estigmas con respecto a estas, y las evitan tanto física como emocionalmente.
Manifiestan menos empatía y tienden a ser reacios al momento de abandonar sus prejuicios. Sucede con todas las ETS, de manera que no se restringe solo al VIH.
Rechazo a madres que amamantan
Un estudio publicado en 2003 en Sex Roles sugirió que la erotofobia predice el rechazo al amamantamiento. Suelen rechazar esta práctica en las mujeres, de manera que prefieren que la hagan siempre en privado y sin la interacción con los demás.
Se sienten incómodos frente a una mujer que amamanta a su bebé y manifiestan los síntomas de ansiedad clásicos en estos contextos.
Desarrollan actitudes de sexismo y homofobia
Los especialistas han encontrado que los erotófobos suelen desarrollar sentimientos homófobos y sexistas. Pueden manifestar actitudes de sexismo hostil o benevolente, siguiendo los criterios de Glick & Fiske (1996).
Asocian a la homosexualidad con promiscuidad y con sexo de manera inmediata, de manera que rechazan las interacción con los homosexuales. También desarrollan incomodidad y angustia ante sentimientos de afecto en público, sean estos heterosexuales u homosexuales.
Evitan información relacionada con los anticonceptivos y las ETS
Los estudios también indican que los erotófobos tienen menos conocimientos sobre los métodos anticonceptivos, así como de las enfermedades de transmisión sexual (ETS).
No lo hacen porque padezcan de alguna incapacidad para retener información de este tipo, sino porque de manera activa la rechazan. Esto se traduce en prejuicios en relación con esto, lo que deriva en comportamientos sexuales poco seguros.
Los investigadores también han encontrado que los erotófobos son menos propensos a tener sexo durante el embarazo y después de este. También existe evidencia de que tienden a rechazar los modelos de relaciones abiertas, como por ejemplo la no monogamia consensuada, el poliamor o los swinger.
También hay estudios que prueban que retienen por menos tiempo imágenes eróticas, un detalle curioso sobre cómo procesan y almacenan la información de este tipo.
Todos estos ejemplos sirven para ilustrar cómo la erotofobia no se traduce solo como en el rechazo a tener relaciones sexuales. Un paciente de este tipo puede tener una pareja estable y tener sexo de manera ocasional, pero podrá manifestar otras características que se han mencionado.
Es así un trastorno complejo, uno que como muchas fobias puede ser difícil de tratar. Todo depende de la gravedad y del posible desencadenante.
Causas de la erotofobia
No se conocen las causas de la fobia al sexo. Se cree que es una confluencia de diversos factores, entre los cuales los criterios morales, éticos, religiosos, culturales y educativos tienen un papel importante.
También se puede deber a alteraciones conductuales, trastornos emocionales, físicos y prejuicios sin fundamentos en relación con la sexualidad. Te dejamos con algunos posibles desencadenantes del miedo al sexo:
- Vergüenza respecto a la propia imagen corporal.
- Antecedentes de abuso sexual o traumas de este tipo en el pasado.
- Disfunción eréctil, vaginismo o cualquier otro problema que se interponga en una relación sexual.
- Historial de violación en el pasado.
- Miedo a no cumplir con las expectativas en el desempeño sexual.
- Temor al abandono o a la vulnerabilidad debido al apego evitativo o al apego ansioso.
- Padecer de trastorno de ansiedad diagnosticado o de otras fobias.
- Antecedentes de abuso emocional o psicológico.
Estos son solo algunos de los motivos por los cuales se puede desarrollar fobia al sexo. Reiteramos que la influencia cultural y religiosa es muy potente, tanto que por sí solas pueden explicar episodios de este tipo.
Un erotófobo evitará relacionarse con cualquiera de los catalizadores descritos, de manera que evitará ciertas películas, series, programas de televisión, música, personas y contextos sociales. Al final puede aislarse o desarrollar fobia social.
Tratamiento para la erotofobia
El tratamiento para la fobia al sexo está condicionado por su catalizador. Por tanto, la hoja de ruta utilizada para contrarrestar es personalizada. Por ejemplo, si la causa es algún tipo de disfunción sexual un profesional cualificado puede tratarla; bien sea a través de fármacos, cirugías, terapias de rehabilitación o terapias psicológicas.
Casi todas las fobias se abordan a través de psicoterapia. Es importante tener en cuenta que estos desórdenes son particularmente difíciles de tratar, bien porque presenten un nivel alto de abandono por parte del paciente o porque suceden recaídas en el futuro.
También es probable que la fobia no se pueda tratar del todo, de manera que en determinados contextos el paciente manifestará síntomas de ansiedad.
Toda persona debería buscar ayuda profesional de este tipo. El psicólogo elegirá el modelo más apropiado para tratarlo, aunque a menudo se prefiere la terapia cognitiva conductual y la terapia de exposición. También se puede recurrir a terapeutas sexuales, y en algunos casos al consumo de ansiolíticos y antidepresivos.
Recuérdese que una fobia se considera como tal cuando impacta negativamente en la vida del paciente y de quienes lo rodean. Tener cierto grado de aversión a los catalizadores mencionados no califica como erotofobia como tal, solo un profesional puede determinarlo de esta manera. Si crees que la angustia y el temor están condicionando tu vida, no dudes en buscar ayuda de un especialista.
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