Trastornos mentales orgánicos inducidos por alcohol
La ingesta excesiva de alcohol puede provocar trastornos mentales orgánicos, pudiendo tratarse de procesos agudos o crónicos.
Los procesos agudos son de aparición brusca y reversible, relacionados con la intoxicación de alcohol o con situaciones de abstinencia. Los procesos crónicos, por su parte, cursan de forma lenta e insidiosa y con tendencia a la irreversibilidad.
Trastornos mentales orgánicos inducidos por alcohol: trastornos agudos
Entre los trastornos mentales orgánicos agudos podemos encontrar:
1. Intoxicación alcohólica o embriaguez
Es un trastorno orgánico transitorio causado por la ingesta de una cantidad variable de alcohol. Puede variar desde una ligera sensación de ebriedad hasta el coma. También, depresión de los centros vitales cardio-respiratorios situados en el bulbo raquídeo y, raramente, la muerte, solo si se sobrepasan los 4 gramos de alcohol por litro de sangre.
Existe una gran variabilidad individual en cuanto a los niveles de alcohol en sangre que son necesarios para que se presenten signos de intoxicación.
Los efectos del alcohol en bajas dosis varían en función del contexto y de las expectativas del consumidor, pero, a menudo, estos se interpretan como desinhibición. La duración del episodio de intoxicación depende de la cantidad y tipo de bebida consumida, la rapidez de la ingesta y la tolerancia del sujeto al alcohol.
Hay que tener en cuenta que el alcohol interacciona de forma sinérgica con otros depresores del SNC (benzodiacepinas, barbitúricos, opiáceos, sedantes, etc.), potenciándose sus efectos, lo que puede tener consecuencias fatales. Por ejemplo, un drogodependiente adicto a la heroína que antes de inyectarse se toma un Valium o unas copas.
También, pueden competir estas sustancias por el mismo sistema de degradación, lo que conduce a que sus efectos persistan más tiempo. A bajas dosis, el alcohol desinhibe la actividad cortical al deprimir las funciones inhibitorias, produciendo un estado de excitación, disminución de la autoconciencia y del sentimiento de autocrítica, euforia, extraversión y desinhibición social.
A cantidades algo mayores, aparece la sedación como efecto clínico. La presencia del cuadro de intoxicación depende de los niveles plasmáticos de alcohol, la velocidad a la que se han alcanzado esas tasas, la duración del consumo y la tolerancia que presente el sujeto.
Los síntomas de ebriedad incluyen:
- Ataxia.
- Enlentecimiento de los tiempos de reacción.
- Disartria.
- Menor capacidad de concentración, atención y juicio.
Una intoxicación severa puede causar labilidad emocional, pérdida del control de impulsos y cambios de personalidad, con un riesgo aumentado para el suicidio, homicidio, agresiones físicas, etc.
2. Episodios de amnesia transitoria
Los ‘apagones’ de memoria son típicos en los alcohólicos durante los periodos de intoxicación, aunque también se pueden producir en personas no alcohólicas, con menor frecuencia.
Se manifiesta como una amnesia total o parcial para lo ocurrido mientras el individuo estaba ebrio. Los periodos de amnesia pueden durar horas e incluso días. Parece que el alcohol es una de las pocas sustancias psicoactivas capaz de producirlos.
3. Intoxicación idiosincrática o patológica
Ocurre en individuos con una gran sensibilidad al alcohol. Se caracteriza por una desproporción entre la cantidad de alcohol ingerida y la gravedad de las alteraciones de conducta resultantes, como gran agitación, agresividad, poco autocontrol, etc.
Después del episodio, que puede durar horas, el sujeto entra en un periodo de sueño prolongado, tras el cual hay una amnesia de lo ocurrido. Se recomienda realizar un diagnóstico diferencial con trastornos de tipo histérico y manifestaciones epilépticas.
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4. Cuadros delirantes
En algunas ocasiones, el alcohol estimula la generación de cuadros delirantes. Los más frecuentes son los celotípicos, condicionados en gran medida por la impotencia secundaria a su uso. Se suelen manifestar con mayor frecuencia durante los períodos de intoxicación.
5. Alucinosis alcohólica
Son episodios transitorios que se producen tras una fuerte intoxicación alcohólica en la que el individuo ha estado consumiendo grandes dosis de alcohol durante varios días. Los episodios pueden durar varias semanas y la alucinosis suele ser de tipo auditivo, de contenido amenazante o acusador; muy raramente son de tipo visual.
Durante el episodio, no hay alteración en el nivel de conciencia ni en la orientación y el paciente conserva el juicio de realidad. Es decir, reconoce que estas experiencias no son reales, si no que son alucinaciones.
6. Delirium tremens
Es la máxima expresión del síndrome de abstinencia por alcohol. Es una complicación en alcohólicos que llevan bebiendo varios años en grandes cantidades. Se asocia a menudo otro desencadenante en forma de enfermedad física, como infecciones, traumatismos, trastornos metabólicos, etc.
Lo más habitual es que surja de forma gradual, aunque también puede ser abrupto. Los síntomas aparecen entre el segundo y tercer día de la disminución o supresión de la ingesta, alcanzando su máxima intensidad en el día cuarto o quinto. De no existir mortalidad, suele terminar con un episodio de sueño que se puede prolongar durante muchas horas.
El síndrome comienza con los síntomas de abstinencia: temblor distal, inquietud, ansiedad, insomnio, taquicardia y sudoración. A continuación tiene lugar la fase de delirium, con la aparición de desorientación, fluctuación del nivel de conciencia, alucinaciones, miedo intenso, temblores y agitación motora.
Las alucinaciones pueden ser visuales, auditivas y táctiles, y su contenido aterroriza al sujeto. En general, estos síntomas se agravan durante la noche.
El síndrome clínico se caracteriza por:
- Nivel de conciencia con amplias fluctuaciones, con frecuentes estados confusionales y de desorientación.
- Trastornos perceptivos, como ilusiones y alucinaciones, sobre todo visuales. Las microzoópsias son características de este cuadro, describen la habitación llena de caras siniestras, con profusión de insectos y reptiles. Estas percepciones se acompañan de una intensa vivencia de angustia y temor.
- Agitación psicomotriz, en la que, en algunas ocasiones, se producen movimientos complejos relacionados con la actividad laboral del sujeto: el llamado delirio ocupacional.
- Hiperactividad del SNA, con una sudoración intensa y elevación de la temperatura corporal.
Trastornos mentales orgánicos inducidos por alcohol: trastornos crónicos
Entre los trastornos mentales orgánicos crónicos podemos destacar:
1. Síndrome de Wernicke-Korsakoff
Se trata de un conjunto de síntomas neurológicos atribuibles, más que directamente a la toma del alcohol, a la deficiencia de tiamina (vitamina B1), debida a la malnutrición típica de los alcohólicos. En cuanto al diagnóstico clínico-descriptivo tradicional, podemos distinguir en este apartado dos diagnósticos:
- Amnesia debida a alcohol, cuando los déficits que aparecen son específicos de la memoria, especialmente amnesia anterógrada
- Demencia debida a alcohol, cuando hay ya una alteración general de las funciones psicológicas superiores (demenciación) además de la memoria (apráxias, agnosias, dificultades con el lenguaje, dificultades de construcción, menor CI, etc.).
En cuanto a la etiología de estos síndromes, podemos distinguir dos trastornos:
- Encefalopatía de Gayet-Wernicke. Su origen está en lesiones simétricas en los cuerpos mamilares, tálamo dorsolateral, locus coeruleus, materia gris periacueductal, núcleo ocular motor, núcleo vestibular y cerebelo. A nivel clínico, estos pacientes se muestran desorientados y con falta de atención.
- También se observa alteración de la musculatura ocular, problemas en la marcha por lesiones cerebelosas, polineuritis periférica, estado confusional, etc. Su evolución puede ser favorable si se corrigen los déficits nutricionales, aunque a veces conduce a la demenciación y la muerte.
- Enfermedad de Korsakoff. Es una encefalopatía crónica que se caracteriza por amnesia anterograda y en menor intensidad retrograda, confabulaciones y falsos reconocimientos. Las capacidades sensoriales e intelectuales están preservadas. Es muy frecuente que este síndrome vaya asociado a la encefalopatía de Wernikce.
2. Deterioro intelectual alcohólico
Aunque la mayoría de los estudios coinciden en señalar la ausencia de un deterioro significativo en la capacidad intelectual de la mayoría de los pacientes alcohólicos, estudios realizados con baterías de tests como el de Wechsler muestran el signo clásico de deterioro intelectual.
De esta manera, muestran una diferencia entre los rendimientos o CIs verbales y manipulativos, estando estos últimos reducidos significativamente respecto a los primeros. Aunque no se obtienen déficits en las pruebas de inteligencia general, se ha observado que esto solo es cierto siempre que las tareas en que se basan los tests se hallen saturadas de elementos verbales de tipo cultural.
Sin embargo, se observa un claro deterioro neuropsicológico en las actividades abstractas o perceptivo-manipulativas no relacionadas con contenidos verbales. Especialmente cuando impliquen la búsqueda de estrategias de resolución no aprendidas previamente y requieran rapidez en el procesamiento de la información o un análisis e integración múltiple de estímulos.
En casos más intensos de alcoholismo, que suelen ir asociados a malnutrición, pueden aparecer los típicos déficits de memoria, fundamentalmente anterógrada, indicadores de una posible enfermedad de Korsakoff.
En los casos más graves, el alcohol puede conducir a un deterioro neuropsicológico más global, conduciendo a una verdadera demencia. Si no han existido déficits nutricionales de larga duración, estas alteraciones cognitivas, que las pueden presentar de un 50 a un 70 % de los alcohólicos, se pueden normalizar tras un tiempo prolongado de abstinencia.
3. Alteraciones de personalidad
A menudo, en los sujetos alcohólicos se observan cambios en la personalidad que pueden repercutir en su vida social, laboral y familiar. Se ha comprobado que estas personas muestran una conducta agresiva, antisocial y violenta. Incluso, muchos de los sujetos diagnosticados con trastorno antisocial de la personalidad pueden ser también diagnosticados como adictos al alcohol.
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4. Trastornos somáticos asociados al alcohol
Además de los problemas anteriores, el alcohol conduce a complicaciones somáticas, como anemia, complicaciones respiratorias y digestivas, hiperuricemia y gota. Además, conlleva mayor riesgo de ataques epilépticos, trastornos cardiovasculares, hipoglucemia, alteraciones sexuales y enfermedades hepáticas, como la cirrosis.
Una disfunción asociada al alcohol y con repercusiones psicológicas es la impotencia. Tradicionalmente, a nivel popular, se ha creído que el alcohol tiene efectos afrodisíacos. Esto no es así; el alcohol, aunque puede aumentar el deseo por su efecto desinhibidor, entorpece gravemente la respuesta sexual. A largo plazo, el abuso y dependencia de alcohol pueden producir alteraciones en todas las fases de la respuesta sexual:
- Disminución del deseo.
- Trastornos eréctiles.
- Inhibición orgásmica.
Una complicación importante del alcohol es el síndrome del alcohol fetal. El alcohol es capaz de atravesar todas las barreras, como la hematoencefálica y placentaria, por lo que llega al feto pudiendo producir efectos teratogénicos.
Se estima que un 30 % de los hijos de madres alcohólicas padecen este síndrome. Las características de estos niños al nacer son:
- Algunas malformaciones cráneo-faciales, como paladar hendido, rostro achatado, etc. Son características que tienden a remitir durante el desarrollo.
- Microcefalia y peso y estatura deficientes que no llegan a normalizarse durante el desarrollo.
- Alteraciones cardiacas, como arritmias, que tienden a remitir.
- Anomalías en el tejido cerebral a nivel del cerebelo, hipocampo, corteza y cuerpo calloso.
- Deficiencia mental ligera que tiende a mantenerse junto a una mayor probabilidad de aparición de hiperactividad, problemas escolares, irritabilidad, etc.
Trastornos mentales orgánicos inducidos por alcohol: comentarios finales
En definitiva, los trastornos mentales orgánicos suponen una grave merma de las capacidades físicas e intelectuales del individuo. Por lo tanto, es necesario llevar a cabo un tratamiento radical contra el alcoholismo. Este consiste en un tratamiento médico de desintoxicación física que es médico, además de un tratamiento psicológico de deshabituación.
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