La terapia de inoculación de estrés: ¿en qué consiste y cuáles son sus beneficios?

¿Hay alguna manera de aprender cómo lidiar con el estrés de una forma activa y progresiva? Te explicamos en qué consiste esta terapia, ampliamente aceptada por la comunidad científica.
La terapia de inoculación de estrés: ¿en qué consiste y cuáles son sus beneficios?
Gorka Jiménez Pajares

Escrito y verificado por el psicólogo Gorka Jiménez Pajares.

Última actualización: 06 septiembre, 2023

La inoculación de estrés actúa como una vacuna. Si se entrena al ser humano para que tolere cierta cantidad de «estrés artificial», será capaz de afrontar, en potencia, los eventos estresantes. El objetivo de esta intervención es enseñar y promover el desarrollo de habilidades efectivas que permitan afrontar y autorregular el universo emocional, con el fin de lidiar mejor con los eventos estresantes.

Esta terapia surge de la mano del prestigioso psicólogo Donald Meichenbaum. Nacido en Canadá en la década de 1940, es profesor en la Universidad de Waterloo y, junto Aaron T. Beck y Albert Ellis, es uno de los padres fundadores de una de las intervenciones con más prestigio, reconocimiento y eficacia: la terapia cognitiva.

La terapia cognitiva se focaliza en el cambio o la reestructuración de los pensamientos distorsionados que dan origen (y perpetúan) las diferentes entidades clínicas. Pero también se centra en promover, desarrollar y afianzar conductas alternativas que permitan a las personas manejar y afrontar diferentes dificultades, como el estrés o las emociones dolorosas.

«La inoculación de estrés fortalece nuestra resiliencia».

-Albert Bandura-

¿Qué es el estrés?

El término «estrés» es muy difícil de definir. Desde una perspectiva biológica, es la respuesta del organismo ante un elemento que tiene el efecto de incrementar la activación fisiológica. Por ejemplo, si una persona ve un ratón mientras camina por su casa, es probable que su frecuencia cardíaca y los niveles del cortisol aumenten, movilizando a la persona para la acción.

Desde una óptica psicológica, son los sentimientos, las emociones y los contenidos mentales o pensamientos que emergen ante un determinado estímulo. En el caso anterior serían, por ejemplo, la emoción de sorpresa y posterior miedo, y el pensamiento de «debo salir de aquí, porque si me muerde, me contagiará una enfermedad».

En la terapia de inoculación de estrés (TIE), se hace referencia a cuatro tipos de agentes estresores concretos. De hecho, la terapia está diseñada para entrenar a las personas para que afronten y gestionen las siguientes situaciones (Ruiz et al., 2012):

  • Estresores intensos, pero de tiempo predeterminado. Son los eventos que, a pesar desencadenar el estrés de manera muy aguda, duran muy poco. Como ejemplos podemos citar las pruebas médicas de evaluación (TAC, extracciones de sangre, realizar un cateterismo), así como otras situaciones concretas, como hacer un examen en la universidad o acudir a una entrevista de trabajo.
  • Estrés secuencial. A veces, podemos pensar que «las malas noticias vienen una detrás de otra, juntas». El estrés secuencial se caracteriza por acontecimientos que impactan de manera notable en la vida de las personas, como la pérdida de empleo o la pérdida de una pareja. A su vez, estos eventos pueden propiciar fuentes de estrés adicionales, como las pérdidas económicas en el caso del desempleo.
  • Estrés prolongado, pero discontinuo y fluctuante. Se refiere a situaciones que constituyen focos de estrés en potencia y que se repiten en el tiempo. Por ejemplo, situaciones de trabajo, tener muchos exámenes seguidos cada trimestre o pagar impuestos de manera periódica.
  • Estrés persistente, constante y duradero. Hacemos referencia al estrés ininterrumpido y repetitivo que ocurre, por ejemplo en situaciones de abusos sexuales reiterados, o en empleos de elevado riesgo (por ejemplo, ser militar). Este tipo de estrés puede llegar a ser traumático.

Para la TIE, el significado de la palabra «inocular» es nuclear. Supone una analogía de la ciencia médica, ya que se busca una inmunización psicológica de la persona frente a eventos que generan estrés. Para ello, se utiliza lo que se denomina como «estrés poco intenso».



La terapia de inoculación de estrés: una «vacuna psicológica» eficaz

El objetivo de la TIE es que la persona aprenda nuevas habilidades para que afronte mejor los eventos estresantes. Para ello, se le entrena en situaciones con estrés de baja intensidad. Fruto del aprendizaje en estas situaciones artificiales, podrá aplicar de manera potencial las habilidades y destrezas aprendidas a situaciones cotidianas cuyo estrés sea superior.

Además de los objetivos anteriores, existen otros. De hecho, la TIE se focaliza en tres aspectos más que considera esenciales (Ruiz et al., 2012):

  • Promover situaciones que faciliten la autorregulación a los pacientes. Para ello, se entrena al afectado para que reduzca o suprima la intensidad y frecuencia con la que se presentan algunas emociones, así como los mensajes críticos y negativos que a veces nos decimos.
  • Modificar, cambiar, establecer e incrementar nuevos comportamientos promotores del bienestar.
  • Reestructurar o darle otra perspectiva a determinados pensamientos que tenga la persona. Es decir, en muchas ocasiones los pacientes albergan alguna creencia o pensamiento que supone una fuente notable de malestar.

Por otro lado, la TIE es un procedimiento con una estructura definida en tres fases. Aunque estas están bien diferenciadas, puede ocurrir que existan solapamientos entre ellas. Esto es normal, ya que de esta manera el aprendizaje es más fluido.

«La inoculación de estrés es una forma efectiva de ayudarnos a desarrollar la resiliencia y la capacidad de adaptarnos a las situaciones estresantes».

-Robert M. Yerkes-

Fases de la terapia de inoculación de estrés

En primer lugar, se le instruye al paciente y se explica en qué consiste la TIE. De manera posterior, se le entrena para que aprenda nuevas habilidades para gestionar el estrés y, en última instancia, se aplica a la vida cotidiana (Ruiz et al., 2012).

1. La importancia de conceptualizar la terapia

El objetivo de esta primera fase es enseñar al paciente el significado de algunos elementos de la terminología psicológica del modelo. Para ello, se hace uso del modelo de Jaremko (Ruiz et al., 2012). Este modelo plantea que, tras un evento que genera estrés, el cuerpo se activa de manera generalizada.

Así, se producen determinadas reacciones y respuestas ante el suceso. Entre ellas se incluye la interpretación («¿por qué me ha sucedido esto?», «soy insuficiente, jamás voy a superar lo que me ha ocurrido»). Las cuales, a su vez, generan emociones negativas como la frustración.

En esta fase, la evaluación adquiere un rol primordial. Se realiza mediante una entrevista, y uno de los objetivos es el establecimiento de un vínculo positivo entre profesional y paciente con el objetivo de generar sensaciones que graviten en torno a la valía, la aceptación, el bienestar y la seguridad.



2. Promoviendo nuevas habilidades

Los comportamientos, las habilidades y las destrezas a desarrollar y afianzar son de 4 tipos. Gracias al modelado y a la práctica in situ, se facilita el desarrollo de:

  • Habilidades cognitivas. Por ejemplo, aprender cómo dar solución a determinadas situaciones problemáticas, así como adoptar perspectivas y reaccionar con pensamientos que sean más adaptativos y menos hostiles.
  • Habilidades para aminorar el malestar. Para ello se utilizan ejercicios que emplean la respiración, con el objetivo de que permitan al paciente relajarse y, así, reducir sus niveles de activación.
  • Habilidades conductuales. El objetivo es promover, desarrollar e implementar comportamientos alternativos, generadores de bienestar. En este sentido, se hace uso del ensayo de lo que el paciente ha aprendido, así como la exposición.
  • Habilidades que nos permitan afrontar de manera «paliativa» situaciones sin solución. Por ejemplo, a través de la distracción podemos cambiar el foco de nuestra atención en otros elementos menos problemáticos. También podemos comunicar qué sentimientos experimentamos y apoyarnos en las redes sociales que tengamos.

Mediante el desarrollo de estas habilidades se pretende ampliar el abanico de respuestas del paciente. Así, ante diferentes problemas dispondrá de diferentes estrategias que le permitan afrontarlo, con el objetivo de aumentar la probabilidad de resolución exitosa o, en caso de que el problema fuera irresoluble, enseñarle a hacer uso de estrategias de afrontamiento paliativo.

3. Próxima estación: ¡a practicar!

«Para practicar, hay que crear». Es decir, en esta fase se diseñan situaciones artificiales con el objetivo de que el paciente ponga a prueba sus habilidades. Gracias a ello, podrá valorar si resultan eficaces o, en caso contrario, es necesario retroceder a la fase anterior para generar nuevas estrategias.

Por ejemplo, se puede hacer uso de una exposición graduada y jerárquica a multitud de situaciones. En el eslabón inferior de dicha jerarquía podríamos situar un elemento que produzca poca ansiedad y, conforme la jerarquía vaya avanzando, la ansiedad que produzcan sus elementos aumentará en intensidad.

Si lo trasladamos a un caso clínico, podemos hablar de Lucas, un paciente que tiene fobia social. Por ello, en esta fase se ha creado una situación en la que debe afrontar con éxito un primer escenario: salir de casa. Una vez que lo haya superado, puede avanzar al siguiente: permanecer 2 minutos en el portal, observando al resto de personas que pasan. Y así sucesivamente con elementos que generen más ansiedad.

«El estrés no es el enemigo. Es el mensajero que nos dice que necesitamos cambiar algo en nuestras vidas».

-Dr. Kelly McGonigal-

¿Es eficaz?

A pesar de que la TIE pueda parecer sencilla, sus resultados son extraordinarios. Por ejemplo, se ha demostrado su eficacia en entidades clínicas relacionadas con la ansiedad. Asimismo, es un recurso muy útil para las personas que presentan problemas en el autocontrol de la ira.

También es eficaz para aminorar la ansiedad que determinados sujetos pueden experimentar cuando preparan una carrera académica. Además, ha demostrado ser beneficiosa en casos de ataques de pánico, así como en casos de trastorno de estrés postraumático.

Los resultados apuntan a que la TIE es una intervención eficaz (a la par que rentable) a la hora de reducir la ansiedad, así como la sintomatología depresiva. Resultados que, además, son estables en el tiempo.

Como hemos visto, la TIE constituye un protocolo de intervención basado en el modelo médico. Así, mediante la inoculación de pequeñas «dosis» de estrés y el desarrollo de estrategias alternativas de afrontamiento, se consigue incrementar el umbral de tolerancia. En este sentido, la TIE constituye una de las estrategias de intervención más sólidas y consolidadas del conocimiento psicoterapéutico.

«El entrenamiento en inoculación de estrés es una técnica poderosa que puede ayudarnos a aprender a manejar mejor el estrés y la ansiedad, y a desarrollar una mayor confianza en nuestra capacidad para enfrentar los desafíos de la vida».

-Daniel Goleman-




Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.