Estrés: características y síntomas clínicos
El estrés es un concepto muy relevante, pero también muy confuso. Esta imprecisión se puede observar a la hora de distinguir los conceptos de estrés, ansiedad, angustia, etc. Generalmente, se define como un sentimiento de tensión física y emocional desagradable, resultado de factores externos e internos que la provocan.
Obviamente, nuestra forma pensar y de afrontar las diversas situaciones tienen que ver en el impacto que el estrés ocasiona en la salud. Vamos a ver en este artículo cómo podemos definir el estrés, en qué consiste y qué efectos fisiológicos puede provocar.
Definiciones clásicas del estrés
Se pueden diferenciar tres tipos de definiciones clásicas del estrés:
Definiciones del estrés basadas en la respuesta
El estrés se concibe como un sobreesfuerzo ante demandas de naturaleza psicológica. Proporciona la energía para poder responder con éxito ante las demandas ambientales.
En esta definición se puede encuadrar la investigación tradicional psicofisiológica sobre el estrés (Selye y su Síndrome General de Adaptación; Cannon y su Respuesta de Lucha-Huida). Es una concepción unidimensional e inespecífica. Este tipo de investigación ha utilizado principalmente animales y estresores muy intensos (por ejemplo, restricción física).
Como ejemplo de este acercamiento, podemos citar el Síndrome General de Adaptación de Selye, que distingue tres etapas en el enfrentamiento a un estresor:
- Reacción de alarma: cuando el organismo es expuesto a estímulos a los que no está adaptado. Es una llamada general a las fuerzas defensivas y energéticas para recuperar la homeostasis y enfrentar el desafío, comenzándose a segregar hormonas del estrés que aumentan la capacidad de reacción del organismo.
- Etapa de resistencia: no se puede mantener un estado constante de alarma durante mucho tiempo; el organismo se adapta al estresor con una mejora y disminución de los síntomas de estrés y una resistencia aumentada.
- Fase de agotamiento: un organismo crónicamente estresado no puede reponer la energía gastada. Se van agotando los niveles de varias hormonas y neurotransmisores, especialmente las catecolamimas (dando lugar a síntomas depresivos), y se pierde la adaptación lograda si el estresor es severo y se prolonga durante mucho tiempo.
En casos extremos, se puede llegar a la muerte. En humanos, la fase de agotamiento podría corresponder a la que se encuentran los pacientes con Burnout o ‘síndrome de estar quemado’, Síndrome de Fatiga Crónica, los estados de extenuación vital, etc.
Definiciones del estrés basadas en el estímulo
Representa el enfoque de los sucesos vitales. Cada persona posee unos ciertos límites de tolerancia a los acontecimientos vitales negativos. Por encima de estos límites, el estrés comienza a hacerse insoportable y provoca daños fisiológicos y psicológicos.
Las demandas psicosociales son los principales agentes externos que ponen en marcha la respuesta de estrés. Son un subtipo de estrés ligado a factores interpersonales y psicosociales (sucesos vitales, contrariedades como perder un amigo o romper un noviazgo). También puede haber demandas físicas (trabajo muy duro, hacinamiento), agentes naturales (radicación, calor), artificiales (ruido de tráfico, restricción física), etc.
Algo importante a tener en cuenta es que un estresor puede asociarse tanto a un grado de demanda muy alto, como, por el contrario, a un grado de demanda muy bajo (ausencia de estimulación, monotonía, aburrimiento, etc.). Esto último está en interacción con disposiciones personales específicas (motivación de logro, personalidad tipo A, etc.).
Posteriormente, analizaremos las principales demandas psicosociales (eventos vitales, estresores diarios y situaciones de tensión crónica).
Teorías de la interacción o transaccionales
Enfatizan los factores cognitivos que median entre los estímulos estresantes y las respuestas de estrés. Los acontecimientos externos no nos afectan directamente. Más que de los estímulos externos, las respuestas emocionales y de estrés dependen de cómo éstos son evaluados.
Siguiendo a Lazarus, R. S., & Folkman, S. (1986), se distinguen tres tipos de evaluación:
- Primaria: peligro, amenaza, pérdida, desafío, demanda.
- Secundaria: las propias habilidades de “coping”, solución de problemas, habilidades sociales, apoyo social, recursos materiales, recursos familiares, etc.
- Terciaria: proceso de feedback que ocurre mientras te enfrentas al suceso estresante. La situación o los propios recursos pueden verse en términos más positivos o negativos que al principio.
Las teorías de la interacción o transaccionales son multidimensionales
Esta es una consideración multidimensional y específica del estrés. La respuesta de estrés dependería de la persona, de cómo le afecta específicamente el estímulo estresante. Según este último acercamiento, el estrés consiste en un desequilibrio entre las demandas que se le hacen al organismo y los recursos de este para hacerles frente. Tiene que hacerse una evaluación de falta de adecuación entre las demandas y los recursos.
Una persona estará bajo estrés cuando ha de hacer frente a demandas o exigencias que le resultan difíciles de satisfacer. El estrés es, pues, una relación entre la persona y el ambiente, en el que el sujeto valora en qué medida las demandas ambientales constituyen un peligro para su bienestar y si exceden o igualan sus propios recursos para enfrentarse a ellos.
El que una persona se encuentre bajo estrés depende tanto de las demandas del medio, como de los recursos del organismo para enfrentarse a él. La cantidad de estrés está en función de la falta de adecuación entre las demandas y los recursos, entendidos ambos factores como el modo en que el sujeto los percibe. Según esta concepción, que es la que nosotros vamos a seguir, el estrés es, pues, un concepto interactivo.
Los agentes estresantes suelen tener alguna de las siguientes características
- Incertidumbre: no sé qué pasará, sospechas de algo malo.
- Cambio: es necesario adaptarse a situaciones nuevas.
- Falta de información: no sé que hacer.
- Sobrecarga en el nivel de procesamiento o actividad: no se puede procesar o realizar el número de tareas asignadas.
- Falta de habilidades para hacer frente y manejar la situación: por eso, podemos prevenir las respuestas de estrés aumentando las habilidades del individuo, por ejemplo sociales y de resolución de problemas, etc.
Como se puede ver, varias de estas características se podrían resumir en términos de incontrolabilidad e impredictibilidad. Estos son conceptos muy relevantes en psicología que, en buena parte, explican los efectos negativos del estrés en la salud.
Su estudio experimental en animales y clínico-epidemiológico en humanos muestra que estas características generan trastornos psicofisiológicos, aumento en la secreción de cortisol e inmunosupresión. La deprivación de necesidades humanas, como el escaso apoyo social, o las funciones fisiológicas alteradas, como el insomnio, también pueden fomentar el estrés.
Elementos constitutivos y moduladores de la respuesta de estrés
1. Estrategias de afrontamiento o coping
Son disposiciones personales que median entre los agentes estresantes y las respuestas del organismo. Hacen referencia a los esfuerzos cognitivos y conductuales que hace el individuo para hacer frente al estrés, tanto para manejar directamente las demandas internas o externas (enfrentamiento basado en el problema), como las respuestas emocionales y afectivas de malestar que genera este (enfrentamiento basado en la emoción).
Los mecanismos de defensa clásicos psicodinámicos (negación, sublimación, represión, proyección, etc.), también pueden ser considerados mecanismos de enfrentamiento para manejar el estrés o la ansiedad causada por éste. A un nivel muy básico, se pueden distinguir dos dimensiones en el enfrentamiento:
- Focalizado en el problema.
- Focalizado en la emoción.
Además, distinguimos entre un:
- Enfrentamiento activo: hacer esfuerzos para controlar y resolver el problema. Suele dar lugar a incrementos en la secreción de catecolaminas y en la reactividad cardiovascular.
- Enfrentamiento pasivo: no hacer nada por superar el problema. Da lugar a incrementos en la presión sanguínea diastólica y en la secreción cortisol y está asociado a inmunosupresión.
Utilización de los mecanismos de afrontamiento o coping
Si los mecanismos de coping son exitosos, pueden reducir significativamente las respuestas de estrés. Además, han sido señalados como importantes reductores del riesgo de desórdenes psíquicos y físicos. Un estilo de afrontamiento efectivo podría jugar un papel importante en la promoción de la salud y en la prevención de la enfermedad.
Por ejemplo, la adaptación a la enfermedad crónica, como la artritis reumatoidea, y la rehabilitación y recuperación de los pacientes tras intervenciones o enfermedades graves, puede depender más de los mecanismos de enfrentamiento del sujeto a su enfermedad que de variables médicas. Es conocido que la aceptación estoica y la pasividad empeoran la evolución del cáncer, mientras que el espíritu de lucha alarga la supervivencia.
En los trastornos cardiovasculares, la ira y agresión hostil agravan el problema, por ejemplo. Hay características de personalidad que sí mismas se pueden considerar como estilos de afrontamiento. Por ejemplo, la personalidad Tipo A, con su necesidad de control, motivación de logro, etc.
No hay estilos de afrontamiento que se puedan considerar a priori buenos o malos, depende de la situación, sobre todo de la controlabilidad de la situación. Solo se pueden hacer algunas afirmaciones generales como que la solución de problemas y la reevaluación positiva son mecanismos adaptativos, mientras que la confrontación y la evitación son negativas.
Cómo las personas enfrentan el estrés, según Meichenbaum
Meichenbaum distingue tres tipos de enfrentamiento:
- Uno sería el de los sujetos que ante una situación de estrés, más que centrarse en las demandas de la situación, se centran en sí mismos, preocupados por cómo les afecta la situación o cómo se sienten. Se preocupan por la propia realización, se comparan con otros, presentan una rumiación excesiva de pensamientos negativos y autocríticos. Son los denominados sujetos autorreferentes
- Un segundo tipo es el autoeficaz, que se centra en analizar las exigencias de la situación para poder dar una respuesta adecuada, por lo que tendrán más posibilidades de éxito. Han aprendido a desarrollar habilidades de manera competente, no se centran en sí mismo, sino en la situación problemática buscando información adecuada para iniciar respuestas de éxito. Podemos distinguir tres características:
- Autoconfianza natural: creencia sin reservas en que el destino está en sus manos (estilo atribucional interno para los éxitos).
- Enfocan la atención en el mundo exterior: la atención no está absorbida por sus deseos e intereses, no la ocupan sobre sí mismos. Podemos decir que sus egos están ausentes en su conciencia. Si la atención se enfoca lejos de la personalidad, las frustraciones de los propios deseos tienen menos oportunidades para desorganizar la conciencia y hay más adaptabilidad al entorno, más movilidad.
- Descubrimiento de nuevas soluciones. En primer lugar, tratan de resolver los obstáculos que les impiden lograr sus objetivos; si no es posible, buscará soluciones alternativas.
- Un tercer tipo es el de aquellas personas que niegan la existencia de problemas ignorando la situación, en especial en aquellas situaciones que no pueden hacer nada. Sus conductas no serán adecuadas para solucionar el problema, pero no se angustian ni se activan.
2. Variables disposicionales
Son una serie de variables que pueden influir sobre los aspectos anteriores, como la predisposición hereditaria, el sexo, la raza, factores temperamentales (actividad, reactividad, adaptabilidad), los rasgos de personalidad (personalidad Tipo A, hostilidad, optimismo, neuroticismo o afectividad negativa, alexitimia, autonomía personal, autoeficacia, afectividad positiva, motivación de logro)…
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Además, también influye el estilo cognitivo (estilo atribucional, locus de control, sesgos cognitivos), habilidades específicas del sujeto (habilidades sociales y de resolución de problemas) e historia previa con situaciones estresantes anteriores. Todas estas variables pueden modular las reacciones del individuo a las situaciones estresantes.
Específicamente, en cuanto a la personalidad, cada personalidad incorpora una sensibilidad propia al estrés, una serie de mecanismos de enfrentamiento y un estilo de vida propio. Existen dos puntos de vista en cuanto a la relación entre personalidad y salud:
- La personalidad puede predisponer a la enfermedad o la salud en general.
- Además, puede predisponer a trastornos específicos. Por ejemplo, hostilidad hacia los trastornos cardiovasculares, personalidad Tipo C hacia el cáncer.
La personalidad, al igual que el estrés, no afecta directamente a la salud, sino que lo hace por la mayor propensión a la generación de estados emocionales específicos que se asocian a un patrón particular de respuestas fisiológicas y neuroendocrinas y por su asociación diferencial a comportamientos de salud y riesgo (fumar, dieta, ejercicio físico, etc.)
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3. Variables sociales
Hay dos variables con una enorme importancia sobre el estatus final de salud de la persona y que pueden modular el curso de la enfermedad: el nivel socioeconómico y el apoyo social. El estatus socioeconómico bajo suele asociase a más estresores psicosociales, a peor apoyo social y a variables disposicionales más negativas. Además, predice negativamente la morbilidad y mortalidad respecto a las principales enfermedades.
4. Nivel de funcionamiento
Es el resultado final del proceso de estrés y va ha depender de la interacción de los elementos anteriores. Se refiere a las consecuencias psicológicas, médicas y al nivel de interferencia que produce el estrés en el funcionamiento adaptativo de la persona. Habría que distinguir entre:
- Las consecuencias médicas objetivas producidas.
- La interferencia que la enfermedad, en interacción con las variables psicosociales presentes, produce en el funcionamiento adaptativo (calidad de vida o nivel de funcionamiento).
Efectos fisiológicos del estrés
Ante el estrés, el organismo se activa en los tres sistemas de respuesta: cognitivo, fisiológico y motor. A nivel fisiológico, aumenta la cantidad de energía disponible, con el objetivo de facilitar y hacer más exitosa la acción física.
Las respuestas básicas ante situaciones de estrés son el enfrentamiento-lucha, la huida-evitación y la paralización-pasividad. Sobre todo las dos primeras implican una intensa activación fisiológica, reflejando la preparación para la acción. Podemos destacar los siguientes sistemas de respuesta:
1. Sistema Nervioso Autónomo
Se produce una activación simpática (mayor tasa cardíaca, output cardiaco, presión sanguínea, volumen de respiración, sudoración, la sangre se dirige a los músculos esqueléticos) e inhibición parasimpática (mayor tasa cardíaca, inhibición de la actividad gastrointestinal, sexual y de excreción).
2. Eje simpático adrenomedular
Situadas sobre cada riñón, las glándulas suprarrenales están constituidas por dos partes diferentes, un núcleo interno denominado médula y una cubierta externa denominada corteza. La médula es una glándula que libera adrenalina y en menor medida noradrenalina (aproximadamente el 80 % de la primera y 20 % de la segunda) bajo la influencia directa de estimulación del SNS.
El estrés produce mayor secreción de catecolaminas, las cuales movilizan las reservas de energía en el organismo (más glucosa y ácidos grasos libres), aumentando el metabolismo. Este es el denominado Sistema del Esfuerzo, ya que estas sustancias nos proporcionan la energía necesaria para afrontar con más éxito un sobreesfuerzo.
Al tener más energía disponible, el coste por unidad de esfuerzo es menor y las tareas se realizan más fácilmente. La adrenalina es más sensible al estrés emocional-psicológico, mientras que la noradrenalina lo es al estrés más físico. Es un sistema básico para tener éxito en el logro de los desafíos. A no ser que su activación sea demasiado intensa, no hay que verlo como negativo.
3. Eje hipotálamo-hipófisis-adrenomedular
La corteza suprarrenal produce hormonas llamadas corticoides, dividiéndose éstas en dos categorías: los
glucocorticoides (cortisol), que regulan el metabolismo de la glucosa, y los mineralocorticoides (aldosterona) que regulan el mecanismo salino corporal.
Estas hormonas son el resultado de otra hormona, la adrenocorticotropa (ACTH), sintetizada en la hipófisis anterior. A su vez, la secreción de la ACTH está controlada por el hipotálamo, a través de la secreción del Factor de Liberación de la Corticotropina (CRF).
Entre estas hormonas se establece un sistema de feedback neuroendocrino. De tal forma que el aumento en las concentraciones de las hormonas diana (corticoides) suprimen la secreción hipofisaria de ACTH y del factor de liberación hipótalámico. El cortisol también moviliza las reservas energéticas del organismo, potenciado la respuesta.
El cortisol es más sensible a los sentimientos de amenaza, malestar, indefensión y pérdida de control (emociones negativas). Ello hace que incluso la corteza suprarrenal se hipertrofie en la depresión, donde se segrega más cortisol. Por ello este eje es denominado Sistema del Malestar. Hay que hacer notar que el tabaco aumenta el cortisol.
4. Otros sistemas: hormonas tiroideas, sexuales, opiáceos endógenos, etc.
Los sujetos más eficaces segregan más catecolaminas (y especialmente más noradrenalina y menos adrenalina) y menos cortisol. Su respuesta de catecolaminas es rápida e intensa pero se reduce rápidamente una vez afrontado el estresor.
Los sujetos ineficaces segregan más cortisol y adrenalina, persistiendo altos los niveles de estas hormonas una vez transcurrido el estresor. El estrés como esfuerzo pero sin malestar se asocia a incrementos en catecolaminas sin cambios en cortisol. El estrés con malestar y sin esfuerzo se asocia a incrementos en cortisol sin cambios en catecolaminas.
La respuesta de estrés ligada a la activación de los ejes anteriores es más típica en el hombre. En la mujer, además, el estrés elicita de forma característica la búsqueda de apoyo social. También, de cuidado mutuo, de estrechamiento de lazos sociales para la protección de ellas y la prole ante los peligros. Esta respuesta de tipo más social está mediada por un incremento en oxitocina.
Conclusiones acerca del estrés
En conclusión, cierto grado de estrés no es malo. Por el contrario, nos ayuda a activarnos para hacer frente a las demandas ambientales. Sin embargo, un estrés intenso y prolongado en el tiempo, puede ser muy pernicioso para la salud. De hecho, puede provocarnos una miríada de problemas físicos y emocionales.
Por lo tanto, se debe tener al estrés bajo control. Dormir lo suficiente, practicar deporte, o gestionar adecuadamente el tiempo, puede ayudar a evitar estos efectos.
No obstante, si no puedes hacer frente al malestar que subyace al estrés, o no eres capaz de gestionarlo, lo más recomendable es acudir al psicólogo o al médico. Estos profesionales te ayudarán a combatir el efecto del estrés de forma cognitiva y conductual, en el caso del psicólogo, y farmacológicamente, en el caso del médico o psiquiatra.
- Lazarus, R. S., & Folkman, S. (1986). Estrés y procesos cognitivos (No. 155.9042 L431e). Barcelona, ES: Ed. Martínez-Roca, 1986.
- Meichenbaum, D., & Cameron, R. (1987). Entrenamiento en inoculación de estrés: hacia un paradigma general para el entrenamiento en habilidades de afrontamiento. Prevención y reducción del estrés, 139-156.
- Peña-Herrera, B. (2018) Psicopatología General. Samborondón: Universidad Espíritu Santo – Ecuador
- Selye, H. (1946). The General Adaptation Syndrome and the Disease of adaptation. Journal Clinical Endocrinol, 6, 117-230