6 medicamentos que pueden subir la presión arterial
Etiológicamente existen dos tipos de hipertensión arterial: la idiopática y la secundaria. La primera afecta al 90 % de los pacientes sin aparente causa de desarrollo. La segunda se corresponde con el 10 % de los casos, y tiene su origen en algún tipo de catalizador. Entre todos estos, se han identificado algunos medicamentos que aumentan la presión arterial.
Esté su ingesta regulada por un especialista o no, ciertos fármacos ocasionan como efecto colateral el aumento de la presión sanguínea. Conocer cuáles son es muy importante para estar al tanto de posibles desequilibrios en la tensión, en especial si se forma parte de los grupos de riesgo. Hoy te enseñamos algunos estudiados por la ciencia.
Medicamentos que aumentan la presión arterial
Existes muchas formas en las que los medicamentos pueden subir la presión arterial. Aunque depende del grupo al que pertenezcan, la evidencia señala que la retención de líquidos, los cambios en el sistema simpático y la vasoconstricción directa son algunas de las maneras en las que derivan en hipertensión.
También se sabe que la mayoría de estos aumentos son transitorios y en general no ponen el riesgo la vida del paciente. Si se combinan con otros catalizadores o un estilo de vida descuidado, entonces pueden desencadenar problemas renales, encefalopatías y accidentes cardiovasculares.
El problema radica en que muchos de ellos son de venta libre. Millones de personas inician su ingesta cada año para aliviar el resfriado, el dolor o contrarrestar cuadros de alergias. Incluso cuando se mantenga un tratamiento antihipertensivo, estos pueden revertir los efectos vasodilatadores. Entre todos destacamos los siguientes:
1. Analgésicos
Analgésicos como acetaminofén, piroxicam, ibuprofeno, naproxeno, aspirina e indometacina se usan, en general, para aliviar los síntomas de dolores de cabeza y musculares, inflamación y fiebre. Estudios e investigaciones han asociado su consumo regular con un aumento de la presión sanguínea, con independencia de que el paciente presente otro factor de riesgo.
El desarrollo de esta secuela puede darse incluso en personas que no padecen de hipertensión. Los analgésicos son de venta libre y se usan sin supervisión médica en buena parte del mundo. No se sabe cuál es el mecanismo generador, aunque la hipótesis se centra en la retención de sodio.
2. Antidepresivos
Los antidepresivos son un grupo de fármacos que actúan alterando la respuesta del organismo frente a algunos químicos. Por ejemplo, la serotonina y la dopamina. Aunque aún está abierto el debate, su ingesta se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar hipertensión.
También se ha investigado la posible relación entre ellos y el embarazo. Un artículo publicado en BMC Pregnancy and Childbirth en el 2019 determinó que las embarazadas tienen hasta tres veces mayor riesgo de desarrollar preeclamsia e hipertensión gestacional ante la exposición de antidepresivos.
Entre los señalados están los tricíclicos, inhibidores de la monoaminoxidasa, venlafaxina y fluoxetina. Dado que muchas veces su tratamiento es prolongado, los pacientes deben llevar un control de su presión de forma regular.
3. Anticonceptivos orales
Existe evidencia de que la ingesta de anticonceptivos orales aumenta las probabilidades de padecer afecciones cardíacas. Si padeces de hipertensión y mantienes un régimen de tratamiento con ellos es posible que contrarresten las cualidades antihipertensivas de la terapia, según algunos estudios.
No está clara la relación entre los anticonceptivos y la presión arterial alta, pero se cree que los cambios hormonales que generan desencadenan una serie de trastornos fisiológicos internos.
Mientras mayor sea la dosis hormonal, mayores serán las complicaciones. Sin embargo, algunas investigaciones indican que se pueden desencadenar efectos cardiovasculares con solo 30 microgramos de estrógeno.
4. Inmunosupresores
Los inmunosupresores son muy comunes en las personas que han tenido un trasplante de órgano. En estos casos se usan para evitar el rechazo, aunque su ingesta está aprobada para tratar enfermedades autoinmunes. Así, las personas que padecen de lupus o artritis reumatoide mantienen un tratamiento con base en ellos.
Se piensa que estos fármacos afectan los riñones reduciendo la excreción de agua, potasio y sodio, como señala la evidencia. Los señalados en este caso el tacrolimus y la ciclosporina. Esta última puede generar el desequilibrio de la presión sanguínea hasta en un 50 % de los casos, según estudios.
5. Suplementos a base de hierbas
Muchas personas optan por los remedios naturales como alternativa a los fármacos por creer que son más seguros. El que un suplemento tenga solo ingredientes naturales no evita que tenga efectos colaterales. Por ejemplo, las investigaciones al respecto sugieren que los siguientes suplementos pueden causar hipertensión:
- Gingsen.
- Naranja amarga.
- Guaraná.
- Árnica.
- Arándano sureño.
- Hierba de San Juan.
- Regaliz.
- Aceite de Poleo.
- Efedra.
- Dong Quai.
Si inicias un tratamiento con base en alguno de estos suplementos debes informarlo a tu médico, en especial si ya mantienes una terapia farmacológica. La interacción de ellos con algunos medicamentos puede ser el causante de la alta presión sanguínea. Se debe ser mesurado con su ingesta y nunca sustituirla por una terapia recomendada por un especialista.
6. Medicamentos para el resfriado
La mayoría de los medicamentos indicados para tratar el resfriado común son de venta libre. Cada año millones de personas inician una automedicación con base en ellos, algunas veces postergada durante más tiempo del recomendado.
Está demostrado que el abuso de descongestionantes nasales puede ocasionar crisis hipertensivas y daño renal irreversible. También se ha relacionado el uso de medicamentos que contienen fenilefrina con hipertensión en niños. Otros de los descongestionantes como la pseudoefedrina han sido señalados por algunas investigaciones como causantes de un aumento en presión arterial.
Los efectos colaterales de todos estos grupos varían de acuerdo con la dosis, el peso, edad del paciente y tiempo de exposición. También pueden empeorar si se forma parte de los grupos de riesgo de la presión sanguínea elevada. Estos son los siguientes:
- Tener sobrepeso u obesidad.
- No hacer actividad física de manera recurrente.
- Tener una dieta descontrolada con alto porcentaje de alimentos procesados y sodio.
- Historial de hipertensión en el grupo familiar.
- Padecer de afecciones cardiovasculares, diabetes y condiciones hepáticas o renales.
- Tener más de 40 años.
- Desarrollar con frecuencia episodios de estrés o ansiedad.
Si compartes varios de estos factores de riesgo y abusas de la dosis sugerida en el prospecto del fármaco, la balanza se inclinará en tu contra. Los medicamentos que aumentan la presión arterial deben ser recetados, en lo posible, por un especialista. La automedicación está desaconsejada, sobre todo ante la presencia de afecciones previas.
Muchas veces la hipertensión no genera síntomas, un detalle que puede impedir que quienes usan estos fármacos de forma irregular alerten de la alteración en sus vasos sanguíneos. Se recomienda hacer un seguimiento mensual de los niveles de tensión como método preventivo. Si detectas un desequilibrio, busca asistencia médica para encontrar un sustituto.
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