Los efectos del alcohol en el cerebro
El consumo de alcohol es una práctica muy arraigada y hasta normalizada en la mayoría de las sociedades; sin embargo es un hábito que puede llegar a ser muy dañino para nuestra salud, y eso incluye nuestra salud mental. ¿Alguna vez te has preguntado cuáles son los efectos del alcohol en el cerebro?
En este artículo hablamos sobre 7 de estos efectos. Como verás, muchos hacen referencia a aspectos del cerebro que pueden repercutir de forma directa en la conducta de la persona y en su salud. Antes de describirlos, hablaremos sobre qué es el alcohol y qué implica ser alcohólico: cuando el consumo de la sustancia se vuelve una adicción.
Los efectos del alcohol en el cerebro: ¿qué es el alcohol?
El alcohol es una sustancia que, durante siglos, ha sido utilizada en muchas culturas. En España y otros países su consumo forma parte de nuestras costumbres cotidianas. Además, al ser una droga legal y tan accesible, es muy fácil que genere trastornos como el alcoholismo.
El alcohol es una droga debido a que altera las funciones normales del sistema nervioso central. Además, es una sustancia que genera adicción de forma fácil. Consiste en un líquido incoloro, de un olor característico, soluble tanto en agua como en grasas.
¿Qué tipo de sustancia es?
Se trata de una sustancia psicoactiva, depresora del sistema nervioso central, y con gran capacidad para generar dependencia. Así, los efectos del alcohol en el cerebro son evidentes; más adelante hablaremos de ellos.
Cuando ingerimos 1 gramo de alcohol le estamos aportando a nuestro organismo 7,1 kilocalorías; esto es un aporte energético que no se acompaña de un aporte nutritivo como el aportado por minerales, proteínas o vitaminas.
Alcoholismo
El alcoholismo es una adicción que ocasiona una gran necesidad de ingerir alcohol. Cuando una persona es alcohólica, presenta dependencia física y psicológica a la sustancia, y manifiesta síntomas de abstinencia cuando deja de consumirla.
La persona con esta adicción no tiene control sobre su consumo, y además este suele ir en aumento; entonces desarrolla la tolerancia al alcohol (que implica necesitar cada vez más dosis de la sustancia para experimentar los mismos síntomas).
Según la Asociación Médica Estadounidense, el alcoholismo es considerado una enfermedad crónica, progresiva y mortal, igual que ocurre con otras drogodependencias.
Los efectos del alcohol en el cerebro
¿Cuáles efectos del alcohol en el cerebro conocemos? Os dejamos algunos de los más destacados:
Destrucción neuronal
Uno de los principales efectos del alcohol en el cerebro es la destrucción neuronal. Además, consumir altas dosis impide un crecimiento adecuado de las nuevas células y neuronas, a la vez que reduce el número de neuronas en determinadas áreas cerebrales.
Estos daños neuronales son más evidentes en ciertas zonas de la célula, como sería el axón (prolongación que forma parte del «cableado» del sistema nervioso).
Daños en el hipocampo
La destrucción neuronal puede abarcar, de forma más específica, la estructura del hipocampo. El hipocampo es una estructura cerebral que actúa como mediadora de los recuerdos, relacionada también con la percepción del espacio y con la memoria declarativa.
Pues bien, la ingesta crónica de alcohol puede dañar de forma severa esta estructura y provocar déficits en el almacenamiento de la memoria del sujeto. Estos problemas pueden incluso perdurar después de superar la adicción.
Psicosis y delirium tremens
El consumo crónico y continuado de alcohol puede llegar a producir trastornos psicóticos. Así, la persona puede experimentar alucinaciones, delirios, paranoias y otros síntomas característicos de estos trastornos.
Si por otro lado una persona consumidora habitual de alcohol interrumpe de forma abrupta su consumo, puede manifestar el síndrome de abstinencia al alcohol, conocido como delirium tremens.
Dicho síndrome se desarrolla a partir de una hiperestimulación del sistema adrenérgico, y se caracteriza por una serie de síntomas: cefaleas, agitación, temblores, vómitos, náuseas, alucinaciones, etc. Es un síndrome que puede llegar a ser mortal.
Alteración de los sistemas de neurotransmisión
Según Guardia Serecigni et al. (2013), en su Guía clínica sobre el alcoholismo, el consumo crónico de alcohol (y otras drogas) produce cambios adaptativos en diversos sistemas de neurotransmisión. También lo hace en los circuitos cerebrales, lo cual puede originar alteraciones motivacionales y emocionales diversas.
Por otro lado pueden producirse alteraciones en la toma de decisiones debido a lo comentado. Además, estos cambios neuroadaptativos producen, de forma progresiva, un «estado de necesidad» en la persona.
Este estado se relaciona con el alcoholismo, ya que estas personas priorizan el alcohol vs. otras actividades, y además este consumo cursa con un deterioro en la capacidad de autocontrol sobre su autoadministración (es por ello que se trata de una adicción).
Pérdida del conocimiento
Otro de los efectos del alcohol sobre la salud es la pérdida del conocimiento. Esta también puede denominarse síncope o pérdida de conciencia, y aparece durante breves períodos de tiempo en personas consumidoras habituales.
Sobre todo es típico de personas que beben grandes cantidades de alcohol; por otro lado ingerir la sustancia de forma rápida hace que los niveles de alcohol en sangre aumenten muy rápido, lo que provoca el desfallecimiento de la persona y su pérdida de conocimiento.
Síndrome de Wernicke-Korsakoff
Uno de los efectos del alcohol en el cerebro, muy relacionado con las función cognitiva de la memoria, es el síndrome de Wernicke-Korsakoff. Según el National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, el 80% de las personas adictas al alcohol presenta déficits de tiamina (vitamina B1).
Esta condición puede acabar desembocando en un síndrome de Wernicke-Korsakoff. Sus consecuencias son un daño irreversible a nivel cerebral que conlleva grandes alteraciones en la memoria, entre otros síntomas.
Alteraciones en la memoria (lagunas)
Más allá del síndrome de Wernicke-Korsakoff el consumo de alcohol continuado puede provocar alteraciones en la memoria. De forma más concreta, las personas pueden sufrir lapsus de memoria, debido a esos deterioros ya mencionados en el hipocampo.
Estos lapsus o lagunas de memoria pueden aparecer pocas horas después de haber consumido, y englobar períodos de corta duración. Sin embargo, cuando además consumimos el alcohol con el estómago vacío y en cortos períodos de tiempo, podemos llegar a experimentar olvidos de intervalos de tiempo más amplios, o incluso llegar a olvidar sucesos por completo.
Más allá de los efectos cerebrales del alcohol
El alcohol y el alcoholismo ocasionan consecuencias muy dañinas para la vida de la persona que padece esta adicción.
Además, los efectos del alcohol en el cerebro no solo afectan al terreno físico y cognitivo (menor esperanza de vida, problemas de hígado y páncreas, alteraciones de memoria y otras funciones cognitivas, confusión, etc.), sino que también afecta a nuestra vida en general.
Así lo sugieren López y Rosovksy en un estudio de 2014, publicado en Salud Pública de México, donde los investigadores afirman que el consumo de alcohol puede perjudicar nuestra calidad de vida y la de las personas de nuestro entorno.
Síntomas psicológicos y emocionales
Por otro lado, a nivel emocional y psicológico el consumo de alcohol también puede conllevar consecuencias. Conocemos el hecho de que beber demasiado afecta a las conexiones neuronales que permiten la transmisión de información; así, el cerebro podría presentar dificultades para procesar la información de forma adecuada cuando bebemos.
Como consecuencia de esto, la persona puede manifestar síntomas emocionales y comportamentales de diferente tipo. Además, las personas adictas al alcohol experimentan pensamientos y emociones «nuevas», y muchas veces más intensas de lo normal, debido a las características de esta sustancia (que tiene un efecto inhibidor en el sistema nervioso).
Esto puede hacer que la persona manifieste síntomas diversos como la ansiedad, la tristeza o la agresividad.
- Álvarez, M.J.S., & Vera, D.G.Z. (2008). Déficit de Tiamina: Beriberi y síndrome de Wernicke-Korsakoff. Revista Medicina, 13(2): 137 - 139.
- Carlson, N.R. (2002). Fisiología de la conducta. . Barcelona: Ariel.
- Guardia et al. (2013). Guias clínicas SOCIDROGALCOHOL basadas en la EVIDENCIA CIENTÍFICA. Madrid: Edición: SANED.
- Kolb, B. y Whishaw I.Q. (2002). Cerebro y Conducta. Una introducción. Madrid. McGraw-Hill.
- López, J. L., & Rosovsky, H. (2014). Estudio epidemiológico sobre los accidentes y delitos relacionados con el consumo de alcohol. Salud pública de México, 28(5): 515-520.