¿Qué es el trastorno explosivo intermitente?

El trastorno explosivo intermitente es una entidad clínica compleja. Las personas que lo padecen son incapaces de resistirse a los impulsos agresivos y, en consecuencia, se sienten avergonzados. Te explicamos sus características.
¿Qué es el trastorno explosivo intermitente?
Gorka Jiménez Pajares

Escrito y verificado por el psicólogo Gorka Jiménez Pajares.

Última actualización: 24 febrero, 2023

«No quise hacerlo» dijo Andrés tras asestarle una bofetada a su compañero de trabajo. Andrés había sucumbido al impulso de pegarle en respuesta a una pequeña ofensa que consistió en que su compañero de trabajo le había dicho previamente «deberías haberte esforzado más en la realización de esta tarea». Este es un buen ejemplo de un episodio de agresión física de un paciente imaginado con trastorno explosivo intermitente.

Aunque el comentario de nuestro ejemplo podría resultar hiriente en determinadas circunstancias, la respuesta con la que reaccionó Andrés fue completamente desmesurada. En circunstancias normales, un comentario como este, carecería de estas consecuencias tan lesivas.

«El paciente es consciente de su agresión, pero no puede controlarla».

-Gladys Bustamente-

Una aproximación al concepto de trastorno explosivo intermitente (TEI)

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2020) el TEI se caracteriza por la existencia de incidentes breves pero frecuentes en los que se agrede verbal o físicamente a otra persona. También se encuadrarían aquí las conductas que tienen que ver con el destrozo de objetos o bienes. Esto se produce porque el afectado es incapaz de inhibir sus impulsos de agresión.

Además, la intensidad que caracteriza a los arrebatos es completamente exagerada en comparación con el estresor que los propicia. Para la American Psychiatric Association, estos ataques deben suceder al menos en un par de ocasiones cada semana durante un periodo mínimo de tres meses.

Para diferenciarlo de otras entidades clínicas relacionadas con el control de los impulsos más graves, como el trastorno de conducta, las consecuencias del TEI ni producen daños ni lesiones físicas importantes.

La agresión dista de ser premeditada. Es impulsiva. Debe producir un deterioro sustancial de las áreas importantes para la persona, como la laboral, la interpersonal o la académica. Por otro lado, el fin último del arrebato es la liberación del impulso. Esto lo diferencia de la agresión instrumental, en la que se agrede con el objetivo de conseguir algo tangible.

«Hay que tener en cuenta que el impulso es el vehículo de la emoción, y que la semilla de todo impulso es un sentimiento expansivo que busca expresarse en la acción».

-Daniel Goleman-



Características diagnósticas

Los síntomas del episodio comienzan y terminan con una rapidez extraordinaria. De hecho, carecen de una duración superior a la media hora. Se producen ante pequeñas provocaciones por parte de las personas del entorno que, en circunstancias normales, distan de producir esta reacción en otras personas.

De hecho, los pacientes describen el TEI como si se sintieran «secuestrados por sus impulsos». Previo al ataque surge la necesidad absoluta de responder agresivamente y, de manera posterior, la sensación que obtienen es la de «sentirse liberados». Tras los episodios, suelen sentir emociones como la consternación, la culpa, la vergüenza o el arrepentimiento.

«El mayor desafío de uno mismo es controlarse».

-Kazi Shams-

Prevalencia

El trastorno explosivo intermitente puede aparecer a varias edades
El trastorno explosivo intermitente no es poco común, ya que se han determinado gran cantidad de casos en los estudios de prevalencia.

La prevalencia se refiere a cuántos casos de esta entidad clínica existen (o existieron) en la población, en un momento dado. En este sentido, casi 3 de cada 100 personas padecen TEI en el mundo. Sin embargo, existen perfiles diferenciados de prevalencia por población.

Si tomamos como referencia a las personas que acuden a un centro de salud mental de base, 13 de cada 100 padecen TEI. Por otro lado, si tomamos como referencia a las personas que se encuentran hospitalizadas se ha encontrado que hasta 7 de cada 100 personas están diagnosticadas con este trastorno.

Además, es más habitual encontrar el TEI en personas jóvenes de entre 30 y 40 años (APA, 2015), en comparación con sujetos mayores. También es más habitual que el trastorno emerja en aquellas personas con poco grado de escolarización.

«La ira no exige acción. Cuando actúas con ira, pierdes el autocontrol».

-Joe Hyams-

Desarrollo y curso

Las conductas explosivas intermitentes suelen aparecen al final de la infancia, cuando el afectado entra en la adolescencia. Pueden llegar a durar mucho tiempo, incluso años. Además, es frecuente observar antecedentes de comportamientos explosivos durante la niñez.

La forma en que se desarrolla el TEI se denomina curso. En este sentido, el TEI adopta un curso en episodios. Dista de ser algo que se produzca de manera insidiosa o progresiva. Sin embargo, los episodios tienen tendencia a volverse crónicos en el tiempo.

Respecto al pronóstico, la evolución del trastorno será mejor cuanta más edad tenga la persona. Sin embargo, paradójicamente, tener una edad mayor también se asocia con una respuesta más ineficaz a la psicoterapia (APA, 2015).

«Considero más valiente el que vence sus deseos que el que vence a sus enemigos: porque la victoria más difícil es sobre uno mismo».

-Aristóteles-

Factores de riesgo y pronóstico

Podemos distinguir dos tipos de factores de riesgo: los ambientales y los biológicos. Respecto a los factores ambientales se ha encontrado que las situaciones de abuso que potencialmente desencadenan trauma son un caldo de cultivo perfecto que alimenta la probabilidad de desarrollar TEI en los primeros veinte años de vida. Además, para Belloch (2020) el trauma tanto físico como psicológico durante la infancia temprana puede incrementar el riesgo.

«La crianza basada en el control sin afecto y el aprendizaje por imitación de conductas agresivas podría estar detrás del trastrorno explosivo intermitente en la etapa adulta».

-Amparo Belloch-

A nivel biológico, se ha encontrado un riesgo incrementado de padecer TEI en hermanos, hijos o padres de pacientes con este trastorno. Podrían darse disfunciones en el modo de actuar de la molécula serotonina en una región cerebral concreta: el sistema límbico. Este centro cerebral es uno de los grandes reguladores de la impulsividad y del universo emocional.

En concreto, se encontraría alterada una estructura de este sistema, el cingulado anterior. Por otra parte, otra región del sistema, la amígdala, tendría un exceso de activación. Además, según Belloch (2020) el tamaño del córtex prefrontal podría encontrarse disminuido.

«La mitad de la varianza de la agresividad podría ser heredada».

-Amparo Belloch-



Características funcionales

Como puede intuirse, el TEI produce un enorme impacto en la vida de la persona que lo padece y en su alrededor. Como consecuencia de las agresiones, pueden surgir problemas a nivel tanto social, como laboral y legal.

Una de las consecuencias de lo anterior es el comienzo de trastornos relacionados con el abuso de de drogas como el alcohol y la ausencia de estabilidad emocional.

Características culturales y género

El trastorno explosivo intermitente afecta más a hombres
La evidencia actual sugiere que los hombres tienen una mayor tendencia a desarrollar el trastorno explosivo intermitente

El TEI ocurre en todo el mundo, sin embargo su expresión puede variar según la cultura. Por ejemplo, la American Psychiatric Association (2015) señala que la prevalencia disminuye en ciertos países de Asia, Oriente Medio, en Rumanía y en Nigeria. Por otro lado, los hombres son los más afectados por este trastorno en la mayoría de casos.

«La violencia es un animal incontrolable, que suele terminar atacando a su propio amo».

-Renny Yagosesky-

Comorbilidad

Este término alude a la coexistencia en una misma persona de dos o más psicopatologías. En este sentido, es habitual que el TEI concurra con la depresión en casi un 40 % de pacientes, mientras que la sintomatología ansiosa se produce en hasta casi el 60 % de los afectados. Por otro lado, la adicción a las drogas puede darse de manera posterior a que comiencen los síntomas del TEI.

Modelos explicativos

A pesar de que el electroencefalograma es, en principio, normal, pueden aparecer alteraciones poco específicas, como la trasposición de letras, el enlentecimiento del EEG y otros signos neurológicos menores (APA, 2015). También se han encontrado alteraciones bioquímicas. En concreto, en los niveles de serotonina y de otras monoaminas cuya función es regular el sistema límbico y la inhibición de los impulsos.

A nivel estructural, se ha encontrado un menor volumen de la corteza prefrontal, que correlaciona con mayores tasas de agresividad impulsiva.

-American Psychiatric Association-

Además, existe una serie de características psicológicas que podrían aumentar el riesgo a reaccionar violentamente. Tal es el caso de una autoestima pobre o rasgos de personalidad paranoide o antisocial. La personalidad psicopática también podría predisponer al TEI.

Un trastorno complejo que debe detectarse y tratarse

Criarse en entornos donde la violencia es la norma en vez de la excepción y donde se abusa del menor y la crianza es negligente, constituyen potentes factores que predisponen al desarrollo de esta entidad clínica. El TEI es un trastorno complejo. En este sentido, es necesario seguir investigando al respecto con el objetivo de poder definirlo mejor y desarrollar líneas de tratamiento más eficaces, seguras y eficientes.

«Cualquier momento del día o de la noche es bueno para decir basta y poner fin a una etapa de tu vida que hubieras deseado no vivir».

-Raimunda de Peñafort-




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