Lóbulo parietal: características y funciones
El cerebro humano, que tiene un volumen aproximado de 1350 y 1500 cm³, está formado por 6 lóbulos cerebrales (regiones en las que se divide el cerebro, cada una de ellas con una serie de funciones vinculadas). Uno de estos lóbulos es el lóbulo parietal, implicado sobre todo en procesos de integración de funciones y de información.
Es un lóbulo muy interrelacionado con el resto de lóbulos, que actúa de forma conjunta con ellos. Es una de las mayores áreas de asociación del cerebro, y está implicado en funciones como la integración sensorial y el procesamiento de la información simbólica-analítica.
¿Qué más sabemos sobre este lóbulo? ¿Dónde se ubica y cómo funciona? ¿Qué ocurre si se lesiona? Hablamos sobre todo ello a continuación.
Lóbulo parietal: localización y características
El lóbulo parietal es uno de los 6 lóbulos cerebrales del ser humano, junto al lóbulo temporal, el occipital, el frontal, la ínsula y el límbico. Se sitúa bajo el hueso craneal que le da nombre, entre el lóbulo frontal y el occipital.
De forma más concreta, se localiza justo por detrás del lóbulo frontal, y ambos lóbulos quedan separados por otra estructura, llamada surco central.
De entre todos los lóbulos, es uno de los más importantes debido a su tamaño y a las funciones en las que está implicado. El lóbulo parietal trabaja de forma conjunta con el resto de lóbulos del cerebro.
Experiencia perceptiva completa
El lóbulo parietal integra información proveniente de diversas fuentes. Así, por ejemplo, mezcla información relacionada con lo que vemos y con lo que escuchamos, y nos permite tener una experiencia perceptiva completa.
Memoria y emociones
Por otro lado, tiene relación con la memoria. De esta forma, los recuerdos que se “almacenan” en el hipocampo se quedan fijados en las redes neuronales del lóbulo parietal.
Sabemos que en estos recuerdos se integran todas las informaciones sensoriales procedentes del mundo exterior, pero también las emociones y sensaciones vinculadas a dichos recuerdos. Y es que en el lóbulo parietal convergen tanto procesos perceptivos como emocionales (por ejemplo, la regulación del estado de ánimo).
Funciones
El lóbulo parietal está implicado en diversas funciones, aunque podemos destacar su papel fundamental en tres tipos de procesos: la integración y el procesamiento de información sensorial que proviene de diferentes fuentes, el procesamiento de la información simbólica (relacionada con el lenguaje) y el procesamiento de la información numérica.
Vamos a ver, de forma más detalladas, las funciones de este lóbulo:
Integra la información sensorial
El lóbulo parietal tiene un papel fundamental en la integración de la información. Esto quiere decir que juega un papel clave a la hora de unificar informaciones provenientes de diferentes fuentes. Así, el resultado de dicha información es “un todo” que es más que “la suma de las partes” (de ahí el concepto de integración).
Gracias a este lóbulo somos capaces de tener conceptos e ideas abstractas en nuestra mente. Para hacernos una idea de lo que esto significa, imaginemos la imagen de un gato. El lóbulo parietal nos permite tener en la cabeza la idea de lo que es un gato, y de asociar ese gato con determinados olores, tacto, movimientos, sensaciones…
Nos ubica en el espacio
Por otro lado, este lóbulo está implicado en cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea a tiempo real. Por ejemplo, en este lóbulo se unifica la información proveniente de los diferentes músculos del cuerpo, lo que nos permite tener una idea sobre nuestra postura y nuestra posición física en el espacio.
Procesamiento somestésico
Y esto que mencionábamos ocurre también con el tacto. Así, el lóbulo parietal nos permite descubrir qué estamos tocando y qué sensaciones nos produce ese tacto, por ejemplo (lo que recibe el nombre de procesamiento somestésico, aquella capacidad sensorial para reconocer las sensaciones corporales).
Feedback de los movimientos voluntarios
Dentro de la función de la integración sensorial también encontramos el feedback que este lóbulo nos ofrece acerca de cómo son nuestros movimientos voluntarios. Este feedback es posible gracias a la coordinación del lóbulo parietal con el lóbulo frontal.
¿Y para qué resulta útil? Para corregir y modificar nuestros movimientos corporales en caso de que se presenten obstáculos o imprevistos en nuestro entorno.
Nos permite reconocer letras en la piel
Finalmente, el lóbulo parietal también nos permite reconocer las letras y las palabras que alguien nos está dibujando en la espalda o en la palma de la mano, por ejemplo (o en la piel en general). Esta curiosa capacidad recibe el nombre de grafestesia.
Procesa la información simbólico-analítica
El lóbulo parietal está muy implicado con las funciones simbólicas del cerebro, eso es, aquellas relacionadas con el lenguaje, los símbolos, las matemáticas, los conceptos abstractos…
Gracias al hecho de que en este lóbulo se mezclan muchos procesos mentales, es posible un pensamiento o un razonamiento abstracto, que nos permite pensar a través de símbolos. El lóbulo parietal está ubicado en una zona muy central, lo que le permite recibir aferencias de todas las partes del cerebro.
Esto posibilita que pueda integrar información proveniente de diferentes regiones. En definitiva, gracias a esta integración y a la posición central del lóbulo parietal, podemos obtener una experiencia global e integrada en nuestra consciencia fruto de todo aquello que vivimos.
¿Qué ocurre si se lesiona el lóbulo parietal?
Las lesiones en el lóbulo parietal originan diferentes síntomas o disfunciones. Normalmente, implican alteraciones en la imagen corporal y en las relaciones espaciales.
Puede ocasionar también trastornos en el lenguaje, como por ejemplo afasia, así como una incapacidad para percibir los objetos (agnosia).
Lesión en el lóbulo parietal izquierdo: síndrome de Gerstmann
En función del lóbulo lesionado (derecho o izquierdo), los síntomas también son diversos. De forma más concreta, una lesión en el lóbulo parietal izquierdo puede causar el síndrome de Gerstmann.
Este síndrome, según un artículo de Deus i Espert (1996), fue descrito por primera vez por el neurólogo Josef Gerstmann, en el año 1924. En sus inicios, Gerstmann lo describió como un déficit neurológico secundario a una lesión cerebral, caracterizado por la incapacidad para reconocer o identificar los dedos de la propia mano y los de la mano de otra persona.
En un principio, denominó a esta sintomatología agnosia digital, pero más adelante, enfatizó la frecuente asociación de la agnosia digital con otros síntomas, como la desorientación derecha-izquierda. Así, en la actualidad sabemos que es un síndrome que incluye los siguientes síntomas:
- Confusión de la derecha y la izquierda.
- Dificultades para escribir (agrafía).
- Dificultad en las matemáticas (acalcúlia).
Lesión en el lóbulo parietal derecho: negligencia hemisférica, apraxia y anosognosia
Si se produce una lesión en el lóbulo parietal derecho, la persona puede sufrir negligencia hemisférica, que origina una incapacidad para reconocer una parte del cuerpo o del espacio. Esto ocasiona dificultades en el día a día a la hora de vestirse, maquillarse, lavarse…
Por otro lado, lesiones en el lóbulo parietal derecho también pueden ocasionar apraxia constructiva (con dificultades para dibujar y para organizar objetos) y anosognosia (no ser consciente de los propios déficits).
Curiosidades del lóbulo parietal
Como ocurre con todos los lóbulos cerebrales, en realidad tenemos un par de cada uno de ellos (uno a cada lado del cerebro o hemisferio cerebral). En el caso del lóbulo parietal, este es más activo, en las personas diestras, en el hemisferio izquierdo.
En cambio, en las personas zurdas el hemisferio derecho es más activo, lo que ayuda a la interpretación de las imágenes y al conocimiento la distancia entre las mismas. Sin embargo, independientemente de si seamos zurdos o diestros, usamos ambos lados del lóbulo parietal (aunque en mayor o menor medida, uno u otro).
Como vemos, el lóbulo parietal es un lóbulo complejo e interesante, que integra informaciones y que debe interrelacionarse, sí o sí, con el resto de lóbulos (es por ello que es considerada una zona de asociación).
Se vincula con el procesamiento de los símbolos, el lenguaje y las matemáticas (al fin y al cabo, estos dos últimos conceptos son símbolos) y con la integración de la información de diferentes fuentes.
Su lesión provoca síntomas y trastornos múltiples, relacionados sobre todo con el reconocimiento de objetos, la organización del campo perceptivo y la confusión de las letras, entre otros.
- Deus, J. y Espert, R. (1996). Síndrome de Gerstmann: perspectiva actual. Psicología Conductual, 4(3): 417-436.
- Greene, J.D.W. (2005). Apraxia, agnosias and higher visual function abnormalities. Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry; 76:v25-v34
- Guyton, A.C. (1994) Anatomía y fisiología del sistema nervioso. Neurociencia básica. Madrid: Editorial Médica Panamericana.
- Nolte, J. (1994) El cerebro humano: introducción a la anatomía funcional. Madrid: Mosby-Doyma.
- Paulsen F., Waschke J. (2018). Sobotta. Atlas de anatomía humana. 3: Cabeza, cuello y neuroanatomía. Elsevier Health Sciences.